Gloria Elizo: "Podemos no debería haber aceptado a Arnaldo y Espejel como candidatos del TC"

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Gloria Elizo (Madrid, 1966) es vicepresidenta tercera de la Mesa del Congreso y diputada de Unidas Podemos. Llegó al Congreso en 2015, cuando la formación morada irrumpió en la política española. Sin embargo, reconoce abiertamente que el proyecto que representó Podemos en su día "se encuentra agotado". Elizo, alejada de la cúpula del partido, cree que falta "democracia interna" en las organizaciones políticas, también en la suya: "Se han premiado las relaciones personales sobre las políticas", asegura. En entrevista con infoLibre habla sobre los errores y aciertos de su partido, también sobre la escalada verbal de las últimas semanas en la Cámara Baja y la decisión de avalar el nombramiento de los magistrados Enrique Arnaldo y Concepción Espejel para el Tribunal Constitucional, a propuesta del Partido Popular, hace más de un año.

El Tribunal Constitucional ha operado en términos de absoluta irregularidad interviniendo en un proceso legislativo. La aplicación de una medida cautelar de estas características es una quiebra de la credibilidad del propio tribunal

El Tribunal Constitucional decidió paralizar la votación del Senado el pasado lunes. Usted lo ha criticado, pero también ha dicho que se debe acatar. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí?

Uno de los errores de partida cuando hemos afrontado esta discusión es haberla simplificado. Yo, desde hace mucho tiempo, creo que hay una deuda enorme con la democratización del Poder Judicial: ¿Qué familias han ocupado los puestos principales del Poder Judicial y quién ocupa el poder dentro del Poder Judicial? Habría que democratizar el ascenso a la justicia y renovar sus estructuras. Si obviamos estos dos problemas, caemos en un error. Pero por ir a lo concreto, creo que el Tribunal Constitucional ha operado en términos de absoluta irregularidad interviniendo en un proceso legislativo. La aplicación de una medida cautelar en un proceso de estas características es una quiebra, no solamente al proceso legislativo, también de la credibilidad del propio Tribunal. 

¿Cree que lo ocurrido se podría haber evitado si no se hubiera designado a Enrique Arnaldo? ¿Se reafirma en la decisión de votar en contra?

Yo voté en contra de la designación de Enrique Arnaldo, no porque fuera propuesto por el Partido Popular, sino porque entendía que la elección de Arnaldo y la de Concepción Espejel se debían a cuestiones que no tenían que ver con su perfil jurista. Arnaldo es una especie de gurú jurídico dentro de la dirección del PP y ha tenido unas posiciones públicas respecto a algunos temas que suponen un atentado contra la calidad democrática del país. Podemos no lo debería de haber aceptado. Algunos decían que había un acuerdo general que salvaría posteriores acuerdos, pero ahora se ha demostrado que se equivocaron. Cuando se trata de renovar las instituciones democráticas no sirven los atajos y me preocupa que ahora estemos en el mismo momento.

¿Cómo ha vivido estas últimas semanas la escalada verbal en el Congreso y qué cree que se puede hacer para revertir este aumento?

Aplicando el reglamento de una forma eficiente, tenemos elementos suficientes para hacerlo correctamente. Sin embargo, creo que ha habido una dinámica dentro de los últimos tres años, con la aparición de Vox en el Congreso, que ha llevado precisamente a un recorte de los derechos de participación, de intervención y de representación pública de los parlamentarios. Parece extraño, pero esa beligerancia de la extrema derecha ha provocado que estemos hoy en día discutiendo sobre los límites de la libertad de expresión. Para mí el límite es el insulto o la imputación de delitos. Pero me parece realmente paradigmático que Vox haya servido para que tengamos ahora mismo la discusión sobre si hay que recortar o no la libertad de expresión de los parlamentarios.

El límite de la libertad de expresión en el Congreso es el insulto o la imputación de delitos

¿Qué responsabilidad tiene en todo esto la Presidencia de la Cámara?

Yo entiendo y respeto que cada uno tenga un criterio, y entiendo las dificultades de ordenar un tema tan complejo como este. Yo, cuando he presidido, he tenido muy claro qué cuestiones atentaban contra el decoro de la institución o contra la dignidad de la sociedad, como por ejemplo las alusiones xenófobas, y hay que ser intolerante con eso. Yo, personalmente, apuesto por ser más firme en las llamadas a la cuestión: no se puede estar cinco minutos hablando de un tema que no tiene nada que ver con el debate en sí. Eso, por ejemplo, es lo que hizo Vox en el debate de Presupuestos Generales del Estado porque no tenía ninguna enmienda presentada. Sus intervenciones eran totalmente demagógicas.

¿Usted es partidaria de eliminar del Diario de Sesiones conceptos como fascista o filoetarra?

Fascista es una definición ideológica que unos condenan y que otros reproducen. Es una calificación que hay que debatir políticamente. Si a mí me llaman fascista, comunista o filoetarra lo que tengo que hacer es combatir políticamente. ¿Desde qué momento entendemos que hay cuestiones de definición ideológica que no se pueden decir en el Congreso? ¿No somos capaces de defendernos? Por supuesto que sí.

¿Qué criterio prevalece, entonces?

No hay un patrón común, la persona que ostenta la Presidencia decide en función de su criterio.

En pocas semanas se cumplirán nueve años desde el nacimiento de Podemos. ¿Qué ha cambiado desde entonces?

Lo que ha pasado con Podemos es que tuvo el momento y la oportunidad de intervenir en el espacio político y electoral de una forma muy determinante, pero ahora mismo, siendo conscientes de la situación en términos de pugna electoral, el proyecto se encuentra agotado. No solamente en términos ideológicos o en términos de capacidad de intervención, sino también en términos de estructura política democrática.

Actualmente el proyecto de Podemos se encuentra agotado

Y yo creo que es algo que requiere de la generosidad y de la inteligencia de todo el espacio de la izquierda para saber en qué momento político nos encontramos, las dificultades que tenemos ahora mismo con una oposición beligerante y tener la capacidad de leer que, si en 2014 necesitábamos una fuerza impugnatoria, ahora necesitamos intervenir electoralmente con toda la fuerza posible. No es el momento de debates internos, personales, que se agotan en sí mismos y que tienen muy pocos resultados a efectos de tener la capacidad de renovar un gobierno de coalición con un fuerte apoyo parlamentario.

Escuchándola, no sé si es usted muy optimista respecto al futuro de la izquierda... ¿Habrá un entendimiento entre Yolanda Díaz y la cúpula de Podemos?

Aún falta un año para las elecciones generales y puede pasar cualquier cosa. Si somos capaces de hacer autocrítica, de leer bien el momento, si somos generosos e inteligentes, cabe cualquier opción en términos electorales. Pero si no aprendemos de los errores y no somos capaces de leer con inteligencia lo que está pasando, evidentemente que no que no se conseguirá nada, a efectos de tener un proyecto a corto plazo ni tampoco a medio o largo plazo.

Yo echo en falta que el espacio de la izquierda afronte algo que ha sido una gran debilidad en los últimos diez años: tener estructuras democráticas y plurales. No me gustan los liderazgos unipersonales que parten de la autorreferencia como única capacidad de intervención en el espacio público, creo sinceramente que hace falta pensar en estructuras movilizadoras que sean participativas y democráticas. A mí Yolanda Díaz me parece una candidata competente e inteligente, con capacidad de movilización electoral, pero espero que sea capaz de comprender que hace falta mucho más que liderazgos unipersonales.

Habla de errores de Podemos... ¿podría decirme cuáles han sido?

En primer lugar, no haber sido capaces de haber implementado, a nivel territorial, una fuerza capaz de tener implantación electoral suficiente. En segundo lugar, creo que se han premiado las relaciones personales sobre las relaciones políticas. Con todos los defectos que podamos decir de Pedro Sánchez, ha sido una persona que en los últimos años ha priorizado las relaciones políticas sobre las relaciones personales. Y eso no se puede decir ni de Pablo Casado, ni de Alberto Núñez Feijóo ni de Pablo Iglesias. Aprendamos, que es lo que tenemos que hacer.

Yo echo en falta que el espacio de la izquierda afronte algo que ha sido una gran debilidad en los últimos diez años: tener estructuras democráticas y plurales. No me gustan los liderazgos unipersonales

Ahora que menciona al exlíder de Podemos, que sigue teniendo mucha presencia mediática y política, ¿cree que debería estar menos expuesto?

Creo que tenemos un problema de intoxicación, no solamente por culpa de él, sino por culpa de muchos elementos que distorsionan la capacidad de poner en valor el trabajo del Gobierno. Yo soy una persona un poco crítica con esta coalición, creo que tendría que haber habido un proceso de debate sobre lo que significaba entrar en un Gobierno de coalición, pero lo que es indudable es que encima de la mesa hay medidas que deben de ponerse en valor. Todo el ruido añadido provoca que el Gobierno no rentabilice las medidas de los últimos tres años. Es una cuestión puramente objetiva, de capacidad de imponer los marcos de discusión pública.

¿Tres años después, considera que fue una buena decisión entrar en el gobierno de coalición?

No puedo decir que sí de manera rotunda, porque ha habido cuestiones que han afectado al espacio ideológico de la izquierda. Ha habido decisiones muy difíciles de acatar, por ejemplo el cambio de postura de Sánchez respecto al Sáhara o cuestiones que tienen que ver con los incidentes de Melilla o que constaban en el acuerdo de gobierno como el tema de la ley mordaza. Pero, siendo honestos, creo que hay otra parte enormemente valiosa y que ha definido muy bien lo que ha sido el Gobierno estos últimos tres años. La pregunta que nos tenemos que hacer es si eso se podía haber hecho desde fuera y si mereció la pena, no creo que yo tenga capacidad de decirlo de manera rotunda, pero me hubiera gustado que esto se debatiera internamente.

¿Falta democracia interna en las formaciones políticas?

Sí, deberíamos tener la capacidad de intervenir de forma plural en las discusiones internas. Hay discusiones que, aunque sea solo en términos teóricos, hay que tenerlas porque alimentan la vida interna de los partidos, porque sanean democráticamente las estructuras de los partidos. Yo creo que los partidos son instrumentos básicos de participación política, el problema es que están agotados porque están en manos de las cúpulas que solamente se mueven por relaciones personales.

Ha habido decisiones del Gobierno muy difíciles de acatar, por ejemplo el cambio de postura de Sánchez respecto al Sáhara o cuestiones que tienen que ver con los incidentes de Melilla o que constaban en el acuerdo de gobierno como la 'ley mordaza'

A mi juicio, esto es un problema democrático en España, porque la mayoría de los parlamentarios no rinde en cuentas a su electorado sino a la dirección de su partido. Yo envidio un Parlamento como el inglés o el francés, en los que las dinámicas son mucho más complejas y no son tan cerradas como pueden ser los grupos parlamentarios o los partidos en sí. En todos los partidos políticos hay falta de cultura democrática.

¿Cuál ha sido su mayor alegría y su mayor decepción en política?

(Duda). Me pillas un poco descolocada, no tengo muy buena memoria. Yo creo que ha habido cuestiones parlamentarias que me han supuesto una gran alegría, me acuerdo ahora de pequeñas batallas como la derogación de la reforma Gallardón que llevé a cabo junto a mi compañero Edu Santos. La aprobación, por ejemplo, de la ley trans este mismo jueves. Hay decisiones puntuales que suponen una satisfacción porque se avanza en términos políticos.

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De las cuestiones con las que me siento menos identificada es, por ejemplo, haber consentido la designación de Enrique Arnaldo y de Concepción Espejel. Son cuestiones que tienen que ver con renuncias ideológicas que no se han visto compensadas en el espacio público. Yo creo que eso es lo que peor que he vivido o que menos me ha gustado.

¿En política se pueden hacer amigos?

Claro que sí. Yo tengo muy buena relación con la mayoría de los miembros de la Mesa. También tengo cierta relación de amistad con otras personas de todos los espacios políticos, salvo en Vox. Además, en las negociaciones parlamentarias siempre se tiene la oportunidad de acercar posiciones y tener muy gratas experiencias personales. Yo tengo muy buena sintonía en términos generales prácticamente con todo el mundo.

Gloria Elizo (Madrid, 1966) es vicepresidenta tercera de la Mesa del Congreso y diputada de Unidas Podemos. Llegó al Congreso en 2015, cuando la formación morada irrumpió en la política española. Sin embargo, reconoce abiertamente que el proyecto que representó Podemos en su día "se encuentra agotado". Elizo, alejada de la cúpula del partido, cree que falta "democracia interna" en las organizaciones políticas, también en la suya: "Se han premiado las relaciones personales sobre las políticas", asegura. En entrevista con infoLibre habla sobre los errores y aciertos de su partido, también sobre la escalada verbal de las últimas semanas en la Cámara Baja y la decisión de avalar el nombramiento de los magistrados Enrique Arnaldo y Concepción Espejel para el Tribunal Constitucional, a propuesta del Partido Popular, hace más de un año.

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