El Gobierno reconoce fallos de comunicación y refuerza este área con Ayllón, próximo a Santamaría

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El Gobierno de Mariano Rajoy reconoce que una de las conclusiones a las que ha llegado en estos tres años en la Moncloa es que se puede hacer mucho más en materia de comunicación. Que no basta con las ruedas de prensa de los viernes de Soraya Sáenz de Santamaría.

Para poner solución a esta cuestión, el Ejecutivo ha incrementado las competencias de José Luis Ayllón, secretario de Estado de Relaciones con las Cortes. El diputado viene a completar tanto la labor de la vicepresidenta, como la de Carmen Martínez Castro, secretaria de Estado de Comunicación. Así se anunció en la copa de navidad ofrecida a los periodistas este martes en la sede de la Presidencia del Gobierno.

La intención es que el grueso de su función lo desempeñe de lunes a jueves –los viernes se celebra la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros–. Entre otros asuntos, se encargará de informar a la prensa del detalle de las iniciativas del Gobierno, bien en briefings o en ruedas de prensa.También vendrá a cubrir el vacío dejado por el Ejecutivo en algunas ocasiones como, por ejemplo, cuando Moncloa acoge reuniones con presidentes autonómicos y estos ofrecen ruedas de prensa mientras que desde Presidencia se limitan a la emisión de un comunicado. "Se trata también de poner voz a los comunicados", explican fuentes del Ejecutivo.

Considerado otro de los hombres fuertes de la vicepresidenta del Gobierno, el ascenso de Ayllón viene a incrementar el poder de Santamaría y su entorno en Moncloa. En más de una ocasión, el que será segundo portavoz del Ejecutivo ha bromeado con el hecho de que él sea un sorayo. Bajo este calificativo, empleado inicialmente de forma despectiva por la derecha mediática, se conoce a los miembros del Partido Popular que han hecho parte de su carrera junto a la mano derecha de Rajoy.

Hace pocos días, otro sorayo, Alfonso Alonso, llegaba al ministerio de Sanidad tras la marcha de Ana Mato después de que el juez Pablo Ruz considerase en un auto que se había beneficiado de los acuerdos a los que su ahora exmarido, Jesús Sepúlveda, había llegado en su día con los cabecillas de la trama Gürtel.

El poder que ha acaparado la vicepresidenta desde que asumió el cargo –ocupa diez funciones en el Gobierno– despierta recelos en ciertos sectores del Partido Popular y del Gobierno, sobre todo entre los más veteranos, que se quejan del poco juego que reparte el presidente.

La semana pasada, Santamaría fue preguntada al respecto en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Sobre el caso de Alonso, respondió que, en todo caso, sería el ahora ministro de Sanidad el que la ha introducido a ella en el PP, puesto que el exportavoz del PP en el Congreso es militante en el partido antes que ella.

La semana pasada, Ayllón ya hizo una primera inmersión en su nueva función. Fue él la persona elegida por Moncloa para explicar a la prensa todos los detalles del portal de la transparencia un día antes de que este entrara en vigor.

Junto a este nombramiento, Rajoy anunció este martes que Rafael Hernando será el sustituto de Alfonso Alonso como portavoz del Grupo Parlamentario Popular en la cámara Baja. Hernando tiene un perfil muy político y ha protagonizado más de una polémica. Hernando representa el lado más duro y Ayllón, el más moderado.

Labor de partido

Este cambio de estrategia se produce en un momento en el que el PP se ha propuesto reconquistar, según los cálculos de la formación, los 2,8 millones de votantes que en 2011 les votaron y que ahora están instalados en la abstención. 

En las últimas elecciones generales, 10.866.566 españoles, el 44,63% de los que acudieron a votar, respaldaron al partido que preside Mariano Rajoy. La cifra está muy lejos de la que obtendría ahora tal y como figura en las encuestas –en el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) rebajaba el porcentaje hasta el 27,5%–. Pero los conservadores han puesto su objetivo ahora en reconquistar a aquellos electores que en noviembre de 2011 metieron en el sobre la papeleta del Partido Popular y ahora dicen que o no votarán o votarán en blanco. Las fuentes de la formación consultadas han puesto número a ambos conceptos: 2,3 millones de antiguos votantes conservadores estarían ahora en la abstención y medio millón en el voto en blanco. En total, 2,8 millones.

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Los datos facilitados por el PP se parecen bastante a los de la última encuesta del CIS, realizada en octubre. De acuerdo con el CIS, los 10,8 millones de personas que votaron al PP en 2011 se distribuirían ahora de la siguiente manera: 6,0 millones dicen que volverán a votar al PP; 2,5 millones declaran que se abstendrán, votarán en blanco o señalan la opción “no saben/no contestan”, y otros 2,3 millones aseguran que apoyarán a otros partidos. De este último grupo, las principales transferencias de votos se producen hacia el PSOE (unos 685.000 apoyos) y hacia Podemos (unas 665.000 papeletas).

Campaña del partido

Principalmente a estos 2,8 millones de votantes perdidos va a dirigirse la última campaña ideada por la dirección nacional de la formación que preside Mariano Rajoy y que dará su pistoletazo de salida este sábado en la sede nacional del partido. Ese día, la secretaria general, María Dolores de Cospedal, presentará a los presidentes provinciales una campaña informativa encaminada a vender el denominado "discurso de la recuperación".

El Gobierno de Mariano Rajoy reconoce que una de las conclusiones a las que ha llegado en estos tres años en la Moncloa es que se puede hacer mucho más en materia de comunicación. Que no basta con las ruedas de prensa de los viernes de Soraya Sáenz de Santamaría.

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