Greta Thunberg reivindica la ciencia y la justicia climática: "La política que se necesita no existe en la actualidad"

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La popularidad de la joven activista climática Greta Thunberg no ha dejado de aumentar. Se hizo viral su discurso en la cumbre de acción climática de Nueva York de septiembre: unas palabras duras, emocionales, pero que también generaron rechazo por su –dicen sus críticos– sobreactuación. Lo recordarán: el famoso "how dare you?" (cómo se atreven) que dio la vuelta al mundo. La inspiradora del movimiento juvenil Fridays for Future ha cambiado su manera de afrontar la crisis climática en la tribuna desde entonces. Desde que llegó a Madrid para la COP25 ha estado dedicándose a atraer a la prensa para posteriormente intervenir durante 30 segundos para dar la palabra ya sea a sus compañeros de lucha o a los científicos más comprometidos con el problema: sospecha, con buenas razones para ello, que los medios y la opinión pública miran al dedo y no lo que señala. Así que la estrategia que sigue ahora es la de mantener un relato más racional y técnico, evitando los falsos ídolos.

Se ha demostrado en su última intervención, la que ha pronunciado este miércoles ante el plenario de la cumbre del clima que se celebra estos días en la capital de España. Aunque ha habido, también, espacio para la interpelación directa a los que considera responsables, o irresponsables: los políticos y los directivos de grandes empresas. "¿Cómo reaccionan ante estas cifras sin sentir al menos un nivel de pánico, sin sentirse enfadados? ¿Cómo trasladan ese mensaje sin mostrarse alarmistas? Me gustaría saberlo". 

"Hace un año y medio yo no hablaba con nadie a menos que tuviera que hacerlo. Pero después encontré un motivo para hablar" comenzó Thunberg. "Ahora sé que los discursos tienen que empezar con algo emotivo, algo personal, para llamar la atención. Palabras como how dare you. Pero hoy no voy a hacerlo. Porque esas oraciones y esas frases son lo único que suscitan esa atención y las personas no recuerdan los hechos" how dare you, aseguró la líder climática sueca, resumiendo su nueva estrategia. Su interlocución se centró en la ciencia, que en teoría debería marcar el camino a los políticos: y en la justicia climática. Señaló a los culpables, sin generalidades equidistantes. "No tenemos tiempo para dejar al lado la ciencia", aseguró, resumiendo el contenido de los últimos informes del IPCC, el organismo investigador de referencia en la materia. "En el capítulo 2, en la página 108 del último informe, se señala que si reducimos las emisiones en gran número tenemos un 67% de posibilidades de quedarnos en un calentamiento de 1,5 grados. Esa cifra es mucho menor hoy (...) Estas cifas no son opiniones, no son mis opiniones políticas, son la ciencia". 

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Acto seguido, la activista señaló con su dedo, con la esperanza de que no miren al dedo. "Los bancos han invertido 1,9 miles de millones de dólares en combustibles fósiles. 100 empresas son responsables del 71% de las emisiones globales. El 10% de la población más rica produce la mitad de las emisiones de CO2", afirmó. Considera que los países más ricos deben reducir sus emisiones drástica y urgentemente, para posteriormente ceder el testigo a los más pobres. Y tuvo tiempo para los detalles más técnicos, como los que explicamos aquí: en las negociaciones, algunas Partes pretenden implantar trampas para que tanto los países vendedores como compradores de emisiones de carbono se las cuenten de cara a rendir cuentas, lo que se conoce como la doble contabilidad. "Están encontrando soluciones muy inteligentes para evitar reducir sus emisiones", incidió Thunberg, con ironía. 

"Hay que poner fin a esto. Lo que necesitamos son verdaderos recortes de emisiones, drásticos. Tan solo reducir las emisiones no es suficiente. Deben cesar para llegar a 1,5 grados. Tenemos que mantener el dióxido de carbono en el suelo. No podemos fijarnos fechas lejanas para generar la ilusión de que vamos a actuar. La política que se necesita no existe en la actualidad, pese a lo que puedan escuchar de los lideres del mundo", requirió la activista, cuestionando tanto a los países más negacionistas y tramposos como a la Unión Europea, supuesta líder de las negociaciones, que pretende anunciar a final de la cumbre su nuevo objetivo de alcanzar la neutralidad climática en 2050. "No hay un sentimiento de urgencia. No se comportan como si estuviéramos en una emergencia, porque en una emergencia cambias tu conducta". 

Por último, Greta llamó a participar democráticamente en la acción climática, más allá de las elecciones que eligen a los representantes políticos. "Todos los cambios importantes han venido de las personas, de la población. Podemos empezar ahora mismo el cambio: nosotros, los pueblos", proclamó. La nueva estrategia de Thunberg se resume en una frase que pronunció ya al final, en el turno de debate: "Necesitamos un equilibrio entre optimismo y rabia". Optimismo para evitar la parálisis de quien lo cree todo perdido; rabia para salir de "nuestras zonas de confort" y actuar. 

La popularidad de la joven activista climática Greta Thunberg no ha dejado de aumentar. Se hizo viral su discurso en la cumbre de acción climática de Nueva York de septiembre: unas palabras duras, emocionales, pero que también generaron rechazo por su –dicen sus críticos– sobreactuación. Lo recordarán: el famoso "how dare you?" (cómo se atreven) que dio la vuelta al mundo. La inspiradora del movimiento juvenil Fridays for Future ha cambiado su manera de afrontar la crisis climática en la tribuna desde entonces. Desde que llegó a Madrid para la COP25 ha estado dedicándose a atraer a la prensa para posteriormente intervenir durante 30 segundos para dar la palabra ya sea a sus compañeros de lucha o a los científicos más comprometidos con el problema: sospecha, con buenas razones para ello, que los medios y la opinión pública miran al dedo y no lo que señala. Así que la estrategia que sigue ahora es la de mantener un relato más racional y técnico, evitando los falsos ídolos.

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