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Las grietas tras un año de Gobierno ‘a la valenciana’

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Sergi Tarín

Ni son muchas grietas ni tampoco profundas. El gobierno surgido del Pacto del Botánico ha cumplido un año y goza de una salud razonable. La mezcla de materiales (socialistas, nacionalistas, ecologistas, renovados comunistas) ha fraguado en un hormigón por ahora consistente e incluso exportable bajo la marca de A la valenciana: suma de PSPV-PSOE y Compromís con el apoyo externo de Podemos. Un reparto de consejerías con mestizaje interno: donde la consejería es socialista, la secretaría autonómica es de Compromís. Y a la inversa.

Pero toda estructura precisa de mantenimiento. Así lo explicó este jueves la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, tras anunciar cinco nuevos altos cargos además del cambio y movimiento de nueve más. Una minicrisis de gobierno en el segundo y tercer escalón “para redistribuir cargas, equilibrar trabajo y ser más eficientes”. Con esta operación, el Consell dispone de 20 secretarias autonómicas y 53 direcciones generales frente a las 19 y 54, respectivamente, del anterior gobierno del Partido Popular. Algo criticado por la oposición, ya que el bipartito se comprometió a rebajar el número de altos cargos. “Nos dejaron un gobierno raquítico, en algunos casos con el agua al cuello”, justificó Oltra, quien defendió que la principal reducción ha sido en la cantidad de asesores.

Una remodelación en la forma, pero también en el fondo. Algunos de los cambios responden a cuestiones de eficacia, pero otros buscan paliar las erosiones de los últimos meses, cristalizadas en la subida electoral del Partido Popular tras el 26J. Estas han sido las principales amenazas estructurales tras el primer aniversario del cambio.

Sanidad, la isla doméstica

La gestión de la consejera de Sanidad, la socialista Carmen Montón, ha provocado roces de todo tipo. Montón es la cuota de Pedro Sánchez en el gobierno valenciano y la relación de ésta con el president Ximo Puig no es fluida. La recuperación de la sanidad universal y la abolición del copago se vieron pronto ensombrecidas por la tendencia a nombrar directivos a militantes socialistas y candidatos del tripartito. El caso más claro fue el de Mònica Almiñana, exconcejal en Sitges y exsenadora socialista. Actualmente es directora de La Fe, el principal hospital valenciano. Otros nombres cuestionados son el Carlos Gozálvez, exconcejal del PSOE en Elx y ahora gerente del hospital de esta ciudad. O Vicente Díez, directivo de La Fe tras ser candidato socialista en Alcoi.

Un “enchufismo”, según la oposición, que alcanzó el clímax en diciembre de 2015 tras la designación a dedo de Alberto Hernández Campa, marido de Montón, como gerente de Egevasa, la empresa de aguas de la Diputación de Valencia. “No es estético”, señaló entonces Mónica Oltra, ya que en política “la mujer del César tiene que ser honrada y parecerlo, y el marido también”. Hernández renunció al cargo a los pocos días.

No obstante, el caso más sonado de nepotismo afectó a Compromís con la dimisión el pasado 11 de julio de Dolores Salas, secretaria autonómica de Salud Pública, número dos de la consejería, tras conocerse que su hija fue empleada durante ocho meses en la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica (Fisabio), donde Salas trabajó durante años. Un contrato que se ocultó a les Corts y que contó con el informe negativo de la Consejería de Transparencia, desde donde señalaron defectos en el sistema de selección, falta de rigor en los requisitos de titulación mínima y en la experiencia previa.

Economía, la trinchera abierta

En la Consejería de Economía el mestizaje se hizo añicos. El choque se produjo a propósito de la liberalización de los horarios comerciales. El consejero Rafael Climent, de Compromís, apostó por el cierre en domingo y festivos de las grandes superficies. Sin embargo, la secretaria autonómica de Economía, la socialista María José Mira, solicitó un informe de la Abogacía de la Generalitat que acabó desaconsejando la medida al no haberse atendido los recursos de dos grandes almacenes. Mira no firmó la orden de cierre y esto enfureció a Climent, quien la acusó de romper el Pacto del Botánico en el punto sobre promoción del negocio de proximidad.

La relación fue estancándose y derivó en enfrentamiento personal. Climent y Mira dejaron de hablarse. Un ambiente que aún se enrareció más tras el cese de Mònica Cucarella, directora general de Internacionalización a propuesta de Compromís, quien había ocultado que era apoderada de una gasolinera en Alzira (algo incompatible según Trasparencia), que además estaba denunciada por la Generalitat por no descontaminar la instalaciones.

Mira, tras la remodelación del jueves, ha sido trasladada a la secretaría autonómica de Modelo Económico, a Hacienda. Y, además, se ha creado otra secretaría autonómica en Economía, la de Empleo, como respuesta a las críticas de los sindicatos a la falta de concreción del bipartito, en particular del conseller Climent, para poner en marcha políticas contra el paro. Según los últimos datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) el País Valenciano cuenta con un 21,3% de desempleo frente al 20% de la media española.

La entrada de Podemos en el Consell

Otra de los frustraciones ha sido la no entrada, por el momento, de Podemos en el Consell. Un ejercicio delicado, ya que sería la primera experiencia estatal y su éxito o fracaso marcarían un precedente. Sus principales valedores son Puig, Oltra y Antonio Montiel, portavoz parlamentario y secretario general de Podemos. De hecho, se especuló con una remodelación de mayor calado que incluyera la suma definitiva de esta formación en el Govern. Algo que quedó descartado semanas atrás después de que el propio Montiel destituyese de forma inesperada a Sandra Mínguez, secretaria de organización de Podemos y reacia a la conformación definitiva del tripartito sin un amplio consenso de las bases. Montiel quiso enviar el anuncio del cese al consejo estatal, pero por error lo mandó a la propia Mínguez, quien lo hizo público al instante. La pifia levantó una densa polvareda y abortó cualquier plan sigiloso para consumar el aterrizaje político.

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RTVV o la visibilidad de Ximo Puig

Es lo más urgente. El Consell necesita poner en marcha la nueva RTVV para proyectar su acción de gobierno. Y el más necesitado es el presidente Ximo Puig, con menos visibilidad que Mónica Oltra, portavoz del Ejecutivo y con gran protagonismo en las principales cadenas estatales. Una nueva Canal 9 que no entusiasma a la oposición. Ciudadanos no la siente suya y al Partido Popular le interesa la invisibilidad de la Generalitat y de Puig. De ahí el bloqueo, cuando no el boicot, este pasado julio en la conformación de la estructura del nuevo ente.

Tal y como publicó infoLibre, el PP propuso como consejera a Maite Fernández, referente de la época más turbia de la manipulación informativa y acusada de conocer y callar los abusos sexuales a tres exempleadas a su cargo, por los que fue condenado Vicente Sanz, exsecretario general y exjefe de recursos humanos de Canal 9. La candidatura de un perfil tan inasumible quebró el consenso y devolvió al inicio la negociación de los diez miembros del Consejo Rector, que se retomará a partir de septiembre.

Ni son muchas grietas ni tampoco profundas. El gobierno surgido del Pacto del Botánico ha cumplido un año y goza de una salud razonable. La mezcla de materiales (socialistas, nacionalistas, ecologistas, renovados comunistas) ha fraguado en un hormigón por ahora consistente e incluso exportable bajo la marca de A la valenciana: suma de PSPV-PSOE y Compromís con el apoyo externo de Podemos. Un reparto de consejerías con mestizaje interno: donde la consejería es socialista, la secretaría autonómica es de Compromís. Y a la inversa.

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