Terremoto en el PP
La guerra entre Casado y Ayuso dinamita la negociación de Mañueco y coloca a Vox en una posición de fuerza
"Febrero es el peor mes del año pero es un mes honesto. Es un mes que nos muestra la vida tal y como es". Así comienza el vídeo protagonizado por un reportero estadounidense en el año 2016 y que se hizo viral en nuestro país hace escasos días. El periodista Kevin Killeen recorre algunas de las calles de la ciudad de San Luis (Misuri) y realiza un alegato poético en el que concluye que "si logras pasar de febrero, vivirás otro año".
Las palabras de Killeen parecen un presagio de lo que ha ocurrido en los últimos días en el seno del Partido Popular al iniciarse una guerra sin precedentes entre la dirección del partido, encabezada por Pablo Casado y la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso. La negativa de Génova a cederle el control del PP de Madrid, históricamente el más influyente de España, fue el comienzo de una historia que ha desembocado en graves acusaciones de espionaje y de corrupción. Este sábado trascendió que el viernes Ayuso y Casado se reunieron en la sede del PP en Génova en un primer intento de aproximación. El líder del PP se comprometió a cerrar el expediente abierto contra la presidenta madrileña tras darse por satisfecho con las explicaciones que había dado sobre la comisión que se llevó su hermano en la adjudicación de un lote de mascarillas importadas de China en los momentos más críticos de la pandemia.
El enfrentamiento entre Díaz Ayuso y el entorno de Casado lleva fraguándose meses con acusaciones en privado y buenas palabras en público. Pero febrero, como mes honesto que es, ha decidido sacarlo todo a la luz. Y solo puede haber un ganador, aunque quizá no sea ninguno de ellos. Según el director de Opinión Pública y Estudios Políticos de Ipsos, José Pablo Ferrándiz, y la directora del Centro Internacional de Gobierno y Marketing Político de la Universidad Camilo José Cela, Gabriela Ortega, quien tiene más opciones tiene de rentabilizar esta crisis es Santiago Abascal y su partido político, Vox.
"Esto puede provocar que parte del PP se vaya a Vox en los próximos comicios. La línea que hay entre los votantes de ambos partidos es muy porosa, los votantes de Abascal lo fueron en su día de Aznar", resume Ferrándiz. "El PP atraviesa por su peor momento, es percibido como un partido en descomposición, lo que puede arrastrar voto hacia la alternativa, que en este caso es la extrema derecha ante la debilidad de Ciudadanos". "Vox solo tiene que esperar que el PP se destruya a sí mismo", añade Ortega, que también considera que el partido naranja ya no es una opción para los votantes de la derecha.
Los de Abascal luchan por arrebatar la hegemonía al PP en su espacio y cada convocatoria electoral les acerca más a los de Casado. La formación logró trece escaños en los comicios celebrados el pasado domingo en Castilla y León y ese mismo día ya reclamó entrar en el Gobierno. "Vox no ha tocado poder, no tiene una mochila detrás que le arrastre y puede ejercer el papel de regenerador de la política española", sintetiza Ferrándiz, que considera que esa ha sido la clave del éxito de la formación ultraderechista. Un papel que antes representaban partidos como Ciudadanos y Podemos.
"Al PP no le va a quedar más remedio que ceder"
Hasta la fecha la estrategia del partido ultra se había limitado a apoyar los gobiernos del Partido Popular y Ciudadanos desde fuera. Sucedió tras las elecciones a la Junta de Andalucía en el año 2018. También en la Comunidad de Madrid y en la Región de Murcia meses después. Y volvió a ocurrir el pasado año tras la victoria de Díaz Ayuso en Madrid. Pero los resultados electorales del pasado domingo dieron el empuje definitivo a los de Abascal para reclamar la vicepresidencia de la Junta y, recientemente, la presidencia de las Cortes de Castilla y León.
"El PP está muy tocado, no tiene apenas margen de maniobra de cara a una negociación. Auguro que les va a tocar ceder en la vicepresidencia, porque una repetición electoral no es una opción", señala Ortega, que está convencida de que el PP rechazará también la abstención "envenenada" del PSOE. "Vox tiene mucho más fácil entrar en el Gobierno hoy que hace cuatro días", zanja.
El punto de partida del PP consistía en pelear por un gobierno en solitario atrayendo, en primer lugar, a los partidos pequeños para tratar de forzar una abstención de Vox con una negociación de políticas y programa. Esa línea roja la fijaron el propio Mañueco y Pablo Casado en el comité ejecutivo nacional del pasado martes. Pero actualmente la propuesta tiene escasas posibilidades de salir adelante.
"Desde el momento que se cierran las urnas y sale este resultado, al PP ya no le quedaba otra", sintetiza Ferrándiz. "Lo que ha pasado entre Ayuso y Casado puede provocar que el PP no se ponga tan duro en la negociación, pro la decisión estaba en manos de Vox desde el principio", prosigue. El sociólogo cree que lo único que puede cambiar a partir de ahora son "los flecos" de la negociación: "En las negociaciones el que va a tener menos poder es el PP, a pesar de doblar en escaños a Vox".
Vox marca sus cartas aunque evita hacer sangre con el PP
El partido ultraderechista ya ha dejado claro que bajo ninguna circunstancia apoyarán la investidura de Mañueco a menos que el PP firme un pacto programático que les dé entrada en la Junta en proporción a su peso dentro de la coalición, lo que significa que querrán al menos un tercio de las consejerías además de una vicepresidencia. En las últimas horas se han producido los primeros contactos entre ambos partidos.
El calendario obliga a a tomar las primeras decisiones antes del 10 de marzo. Ese día se constituyen las Cortes y se elige la Mesa mediante un procedimiento que exige pactos previos para quien quiera hacerse con la presidencia, un puesto clave desde el punto de vista del control de la actividad del legislativo autonómico.
Quién es quién en la guerra sucia por el poder en el PP entre Ayuso y Casado
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La dirección de Vox es consciente de que puede rentabilizar la crisis interna del PP. Sin embargo, evitan trasladar esa imagen ante la opinión pública ya que puede resultar contraproducente, al herir la sensibilidad de sus militantes y votantes. Abascal se limitó a señalar a través de su cuenta de Twitter que "lo que es malo para España es malo para Vox".
La secretaria general en el Congreso, Macarena Olona, garantizó que en su partido no piensan en puede beneficiarles la guerra entre Génova y la presidenta madrileña, aunque tomó partido por esta última. Olona se mostró "sorprendida, espantada y horrorizada" por el supuesto espionaje a Díaz Ayuso, que en el presunto caso de corrupción denunciado por la dirección de Casado.
"No voy a hablar de los problemas internos de otros", respondió, por su parte, Rocío Monasterio, preguntada por la crisis del PP. Una estrategia que dista mucho de la que está siguiendo la izquierda madrileña, que ha llevado a la Fiscalía Anticorrupción el contrato por el que Tomás Díaz Ayuso cobró la comisión.