La pederastia en la Iglesia católica
La 'paloma' Osoro frente al 'halcón' Sanz: la investigación de los abusos divide a los obispos
Manuel Barbero, padre de un menor que sufrió abusos en los Maristas y fundador de Mans Petites, es un incansable buscador de "verdad". Y cree que para que una investigación sobre pederastia en el seno de la Iglesia llegue a buen puerto es imprescindible que la jerarquía católica colabore. Por eso no para de pedir reuniones, hacer llegar mensajes, trabar complicidades... Repite dos palabras: "Diálogo y diplomacia". Su empeño le otorga una visión de conjunto de las posiciones del alto clero español en relación a la investigación oficial sobre pederastia en la Iglesia, que todavía está pendiente de definición. "Hay diferentes opiniones. Empastarlas en una sola será más complicado que elegir a un papa en un cónclave", resume.
Entre los obispos, ¿quién se muestra abierto a la cooperación con la investigación y quién cuestiona sus verdaderas intenciones? ¿Quién acepta la responsabilidad institucional y quién la diluye en el conjunto de la sociedad? ¿Quién es duro, o halcón, y quién es paloma? Antes de los detalles, dos nombres: entre los obispos más proclives a la investigación, destaca Carlos Osoro (Madrid). Entre los más opuestos, Jesús Sanz (Oviedo).
Obispos "presionados" y "divididos"
Los obispos llegan al debate "tarde, presionados y forzados no sólo por el Gobierno, sino por la sociedad", afirma José Manuel Vidal, director de Religión Digital, medio de referencia sobre información religiosa en España, que acaba de publicar que la jerarquía dará un "sí con matices" a la cooperación con la investigación. La clave, dice Vidal, es "si abren o no los archivos". A su juicio, era "obvio" que las investigaciones sobre la pederastia, tras empezar en el mundo anglosajón y extenderse por Europa, acabarían llegando a España, donde la Iglesia "ha demostrado menor transparencia". "Ahora –añade– la jerarquía actúa sin margen de maniobra. O apuestan todo por la colaboración, sin excusas, o llevarán siempre la mochila de la sospecha".
Vidal afirma que la trayectoria de la cúpula eclesial acredita una constante: "Nunca renuncia a nada si no la obligan". Siguiendo esta lógica, atribuye los movimientos realizados hasta ahora a las iniciativas canónicas del papa Francisco. Ahora, analiza, la CEE debate cómo responder a la exigencia de colaboración del Gobierno. Y ve a los obispos "divididos".
De Rouco a Omella
La postura dominante ha sido la reticencia a la investigación, la tendencia a minimizar la gravedad de los hechos, la difuminación de la responsabilidad de la Iglesia en el conjunto de la sociedad, el discurso victimista... La pasividad de la jerarquía ha provocado incluso choques con la posición del papa Francisco, que reclama medidas urgentes.
La hemeroteca es elocuente. La Iglesia sufre una "inquisición laica", afirmó en 2018 el entonces portavoz de la CEE, José María Gil Tamayo. En 2019 el que era presidente, Ricardo Blázquez, recalcaba que los abusos en la institución supondrían un 3% del total, mientras no se prestaba atención al 97% restante. El actual secretario general y portavoz de la CEE, Luis Argüello, dijo en noviembre de 2021 que el problema se ceñía a "sólo pequeños casos", criticando que se pusiera el foco en la Iglesia y no en la FIFA o el Comité Olímpico Español. Argüello, contrario una investigación "proactiva" de la Iglesia, ha afirmado este mismo mes de febrero, en pleno debate sobre la investigación, que una comisión parlamentaria tampoco serviría para "buscar la verdad", sino para que los partidos se peleasen. "Es un problema de toda la sociedad española que no sólo afecta a miembros de la Iglesia, que representan un porcentaje muy pequeño", añadió.
Argüello forma parte del equipo de Juan José Omella, presidente de la CEE, a quien el director de Religión Digital atribuye una comprensión de la gravedad de la situación y una voluntad de sacar a la jerarquía de su posición a la defensiva. ¿Por qué no se pronuncia entonces con mayor claridad a favor de colaborar sin reservas con una investigación? "[Omella] tiene su criterio, pero no quiere ser como Rouco [Antonio María Rouco Varela, expresidente de la CEE y exarzobispo de Madrid, referente de la línea más dura del episcopado], sino que quiere dialogar, armonizar, equilibrar, no ser sólo de una parte, no responder como un líder único", señala Vidal, que recuerda que los obispos responden ante Roma y que el presidente de la CEE tiene una función de coordinación, no de jefatura. De ahí que sus declaraciones sean de estímulo, no de imposición. Así fue en enero, cuando afirmó que “todas las diócesis van respondiendo poquito a poco”. "Omella no es un convertido, es un hombre que cree en el diálogo y el acuerdo", dice Vidal. Su principal temor, añade, es que la división acabe en "ruptura".
Sanz y el catolicismo perseguido
Vidal observa un grupo de obispos, "los más conservadores" y menos alineados con Francisco, que cifra en torno a la treintena, a los que atribuye una actitud no justificadora ni obstruccionista, pero sí de "máxima prudencia". "Mejor esperar, no hacer nada y movernos sólo si nos obligan", resume Vidal para describir la posición.
El director de Religión Digital cita a Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo, que según su análisis "capitanea" y es "jefe de filas" de este sector "conservador", al que también adscribe a los obispos de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla; Córdoba, Demetrio Fernández; y Cádiz, Rafael Zornoza. Un conocedor de las negociaciones parlamentarias para una posible comisión, que se muestra convencido de que la Iglesia tendrá que conceder algún tipo de colaboración, coincide con Vidal: el gran referente de los opuestos a la cooperación es Jesús Sanz, tras el cual alinea también a Munilla, Fernández, Zornoza y suma a los obispos de Canarias, José Mazuelos, y Valencia, Antonio Cañizares. A todos ellos atribuye un discurso minimizador o relativizador.
Sanz, arzobispo de Oviedo, es considerado por sus posiciones el principal halcón. En 2012 afirmó que monseñor Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares, criticado por defender las "terapias" para curar a homosexuales, era víctima de una campaña de los "lobbies gays", una tesis muy Rouco. Aquel mismo año fue objeto de críticas por una carta pastoral interpretada como una defensa implícita del voto al PP en una campaña electoral. En julio de 2018, cuando el Gobierno reafirmó su intención de derogar la Lomce, afirmó: "Vuelve la dictadura totalitaria". Así es su retórica. Ahora, en plena controversia por la posible investigación de la pederastia en el seno de la Iglesia, Sanz ha tomado la palabra sobre el tema en una carta pastoral publicada el 4 de febrero que da voz a las posiciones más duras del episcopado. Las dos principales ideas de la carta son:
1. Iglesia perseguida. La institución sufre el ataque de "algunos mandamases y sus terminales mediáticos". "Ha habido una consigna que ha señalado a los cristianos como diana".
2. Socialización de la responsabilidad. "La pedofilia no es un pecado o delito cristiano en general y clerical en particular, sino que lo es de toda la sociedad". Sanz afirma que los clérigos son responsables del 0,2% de los abusos, mientras el Congreso "ignora el 99,8% restante". A su juicio, para poner remedio hay que ir contra la "pornografía" y la "educación ideologizada por el género".
La carta ha movido a una respuesta del Foro de Cristianos Gaspar García Laviana, que señala: "No estamos ante una cuestión ideológica, como el obispo parece querer insinuar, diciendo que son dardos que se lanzan contra los cristianos. La realidad es otra: se persigue a los responsables de cometer delitos y a los que los ocultaron".
infoLibre solicitó hablar con Jesús Sanz a través de su diócesis, sin respuesta.
Una de las líneas de discurso más extendidas es el cuestionamiento de las intenciones de la posible investigación sobre la pederastia en la Iglesia. Sintetiza la idea este mensaje de monseñor Munilla (Orihuela-Alicante).
Monseñor Mazuelos (Canarias) ha planteado si lo que se persigue en realidad no será "manipular para arremeter contra la Iglesia". Y ha añadido: "Me da pena que los políticos estén empeñados en eso en vez de explicarnos lo de la guerra de Ucrania, la subida de la luz, lo de los inmigrantes, que siguen entrando en Canarias más que antes". Monseñor Blázquez (Valladolid) ha declarado: "No es legítimo poner sólo la luz en un determinado grupo humano. Todos estamos implicados".
Osoro contra el "silenciamiento"
Esta argumentación no es hegemónica. Vidal afirma que son abundantes los obispos en desacuerdo, aunque la mayoría prefiere un silencio que empieza a tener excepciones. ¿La más destacada? Todos coinciden: el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, vicepresidente de la CEE, referente de los más autocríticos, proclives a la investigación y partidarios de colaborar.
El conocedor de las negociaciones parlamentarias antes citado destaca también a los obispos de Santiago, Julián Barrio, y Burgos, Mario Iceta. En opinión de Javier, víctima de abusos que prefiere ocultar su apellido, la reacción de los obispos deja mucho que desear en todos los casos, aunque acepta que hay una actitud distinta en Osoro (Madrid) y Barrio (Santiago) por la "presión" de la sociedad. Los mismos dos nombres aparecen de nuevo al consultar a Juan Ignacio Cortés, director de la revista de información social y religiosa Alandar, que publicó una reciente carta abierta de más de 200 colectivos de la Iglesia de base urgiendo a la jerarquía a colaborar. ¿Ha caído en saco roto? Cortés cree que la carta está "empujando a reacciones" como las de los arzobispos de Madrid y Santiago. "La postura es menos monolítica que antes. Empieza a haber división de opiniones y eso es saludable", afirma Cortés, que aún espera un "golpe de timón" que "proporcione justicia y reparación".
Los movimientos más destacados en la dirección cooperadora son los de Osoro. Cortés resalta el vídeo "claro y contundente" publicado por Repara, la oficina de la Archidiócesis de Madrid dedicada la atención de las víctimas. El vídeo opone una serie de "falsas creencias" con su desmentido. ¿Cuáles son esas "falsas creencias? Que la "denuncia daña a la Iglesia", que "en la actualidad ya no hay casos de abusos en la Iglesia", que la mayoría de acusaciones "son falsas", que "en la Iglesia es porcentaje es mínimo y no es un fenómeno especialmente significativo", que "los niños y adolescentes no dicen la verdad o exageran", que "los niños son seductores y provocan al adulto".
Frente a esto, la archidiócesis opone estos mensajes: "Lo que realmente le perjudica [a la Iglesia] es el silenciamiento y la desconfianza respecto de las víctimas". "Que no haya denuncias no significa que no haya casos". "La mayoría de las denuncias son fundadas". "Cuando [los abusos] se dan en la Iglesia, es todavía más grave y más escandaloso, porque contrasta con la autoridad moral y credibilidad ética". "[Los niños y adolescentes] pocas veces se inventan historias relacionadas con su intimidad. No pueden fantasear detalles de una actividad sexual cuyo conocimiento es absolutamente inapropiado para su edad". "No se pueden descargar en el niño conductas seductoras ni hablar de consentimiento".
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Esta última frase evoca pronunciamientos como del obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, que en 2007 afirmó: "Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas te provocan". El vídeo entero parece dirigido a desmontar el argumentario que minimiza el problema.
No sólo Osoro ha introducido una nueva actitud. El arzobispo de Santiago, Julián Barrio, ha apoyado públicamente y sin reservas la opción de la investigación por parte del Estado. “La propuesta de una comisión parlamentaria sobre los abusos en la Iglesia, bien realizada directamente en el Congreso o bien a través del Defensor del Pueblo, [...] es bien recibida”, declaró la semana pasada. También suena autocrítico el discurso del obispo de Bilbao, Joseba Segura, para quien la Iglesia tiene una "deuda pendiente" y "no basta con pedir perdón".
infoLibre trató de recabar el punto de vista de la CEE sobre la división en su seno por la investigación sobre pederastia, sin respuesta.