¿Estamos ante un cambio de ciclo electoral? El Partido Popular se aferra a las encuestas publicadas después de las elecciones de la Comunidad de Madrid para subrayar esta idea: la formación de Pablo Casado está por delante en las preferencias de voto de los españoles por primera vez en muchos años e incluso podría formar Gobierno si hay elecciones y llega a acuerdos con Vox, como ya ha hecho en comunidades autónomas y ayuntamientos.
Pero por más que los de Casado y sus aliados mediáticos hayan abrazado la tesis de que hay movimientos de fondo en la política española, los expertos llaman a la prudencia. Con algunos matices no hay, a día de hoy, elementos de peso para afirmar que ese cambio de ciclo existe. Por más que el hundimiento de Ciudadanos haya puesto las cosas más fáciles al PP porque ahora sólo hay dos partidos compitiendo por el espacio a la derecha del PSOE. Y no tres, como venía ocurriendo desde 2018.
¿Qué hubiese pasado en 2019 si los votantes de Ciudadanos hubiesen optado por sumarse al PP, como parece que está sucediendo ahora? Un cambio en el equilibrio de los grandes bloques. Los conservadores ganarían algo menos de una treintena de escaños, pero la mitad de ellos a costa de los naranjas y Vox, lo quereduce el avance global de la derecha. A la izquierda les quitarían una decena de escaños, la mayoría del PSOE.
Al final, el bloque de la derecha crecería hasta unos 160 escaños y el de la izquierda (PSOE y Unidas Podemos) caería a unos 145 escaños. Gobernar para cualquier de los dos sería imposible.
Narciso Michavila, máximo responsable de la encuestadora GAD3 y una de las voces más escuchadas en los partidos y los medios de comunicación, cree que los cambios no comenzaron en Madrid el 4 de mayo sino en Andalucía en 2018. Desde entonces, recuerda, hay un empate entre los bloques de la izquierda y la derecha del que se benefició Pedro Sánchez en las elecciones porque “por primera vez la derecha iba dividida entre tres”.
El problema para el PSOE es que ese fenómeno cambia a partir de las elecciones en Madrid. “Les ha pillado con el paso cambiado” y “ha provocado que la mayor ventaja que tenía Sánchez, una derecha dividida en tres, ahora sea una derecha divida sólo en dos. O uno y medio”, ironiza en referencia al suuesto estancamiento de Vox en Madrid.
El resultado, resume, es que la situación se iguala: hasta ahora el PSOE disfrutaba de un 30% de votantes, que completaba con un 15% de Unidas Podemos. A partir de este momento “al PP le va a pasar lo mismo”. Un 30% de voto directo y un socio, Vox, con el 15%. Con la diferencia de que, “ahora mismo, el sistema electoral beneficia al PP””. Y “el Congreso castiga muchísimo la división”.
Compensación entre bloques
Michavila llama también la atención sobre el hecho de que la derecha sigue muy floja en Cataluña y el País Vasco mientras la izquierda va perdiendo fuerza en el sur. “Se compensan entre bloques”, añade.
Se trata de un fenómeno que hunde sus raíces muy atrás, apunta. España es de los pocos países occidentales que además de izquierda-derecha tiene una gran tensión territorial. Hasta el punto de que Madrid es de las pocas capitales en el que está gobernando la derecha”, cuando “lo normal es que las capitales sean mucho más progresistas”. Y ¿por qué Madrid es más conservadora que la media del país?” Se pregunta. “Precisamente por la cuestión territorial”. El PP, concluye, “se ha convertido en el Partido Nacionalista de Madrid, en un sentido muy amplio”. Nace y vive de la contraposición a partidos nacionalistas vascos y catalanes”.
La izquierda española, especialmente el PSOE, razona Michavila, “tiene un modelo de Estado más plural” y gracias a él “se ha entendido mucho mejor con los nacionalistas”. A partir de José Luis Rodríguez Zapatero, sostiene, el PSOE arriesga inlcuso perder los últimos escaños en sitios como Andalucía con políticas que le permiten tener buenos resultados en el País Vasco y Cataluña. Y le salió bien, recuerda.
Lo mismo ocurre al revés. El PP inició una campaña contra el Estatut “que le dio réditos fuera de Cataluña” pero que les aboca a perder peso en el País Vasco y Cataluña. “Es un fenómeno que viene de lejos y que ahora con los indultos se va a acentuar todavía más”, pronostica.
Volviendo al cambio de escenario que supone la desaparición de Ciudadanos —a partir de ahora habrá sólo dos candidaturas viables en el campo de la derecha— , Michavila añade otra circunstancia: el desgaste del Gobierno no tiene a nadie que recoja el descontento por la izquierda. Unidas Podemos está en el Ejecutivo. Así que los que los votantes de izquierda más descontentos acuden a donde pueden al BNG, EH Bildu, Esquerra o Más Madrid.
Estas variables son, en opinión de Michavila, las verdadera claves. Lo de menos es Ceuta, el recibo de la luz y otros asuntos que, a su juicio, “son temas que pasan”. Los datos de que dispone, asegura, muestran que apenas hay desgaste en los gobiernos autonómicos, independientemente delos colores políticos, y menos aún en los ayuntamientos. Pero sí en el Gobierno central.
Él tiene claro que “hay un trasvase de voto, de la izquierda a la derecha, sobre todo de varones menores de 45 años”, que en Madrid ha sido muy elevado. “La izquierda”, asegura el presidente de GAD3, “está expulsando el voto masculino joven”. Algo que relaciona con el auge del discurso feminista. En los apretados de izquierdas “no se están dando cuenta” de ese cambio. Son jóvenes “que ya no consume televisión, consumen tuits”. Y que “están un poco hartos de que les estén dando permanentemente lecciones de igualdad, cuando el problema que tienen es sobre todo por edad, no por género”.
“Lo que pasado en Madrid los vemos en media España”, sostiene Michavila. Como por ejemplo los jóvenes vinculados directa o indirectamente al sector de la hostelería.
No está de acuerdo con esta tesis, en absoluto, Verónica Fumanal, presidenta de la Asociación de Comunicación Política. “Lo que sucede en Madrid se queda en Madrid”, afirma tajante.
El PP “está interesado en imponer el cambio de ciclo como marco narrativo en la opinión publicada española”. Es decir, la idea de que las elecciones madrileñas son un punto de inflexión que hace que el Gobierno cada vez tenga menos apoyos y que el PP se posicione por primera vez como una alternativa junto con los votos de Vox.
Fumanal cree que en esa conclusión no tiene fundamento. Las elecciones de Madrid se produjeron tan solo tres meses después de las catalanas, recuerda, en las que el PP casi se queda fuera del Parlament. Y nadie empujó la idea de que la victoria de Salvador Illa, “algo histórico en Cataluña, porque el PSC nunca había ganado en voto y en escaños”, anticipaba un nuevo escenario en toda España.
La “espuma” de Madrid
En cambio, señala, el PP ha aprovechado la coyuntura dedal 4M para, con la ayuda de varias encuestas, lanzar la idea ese que “gracias a la espuma de Madrid, al efecto marco ganador, se produce un vuelco en toda España”. El error de este análisis, explica Fumanal, es el resultado de desconocer “que no es lo mismo el PP de Casado que el de Ayuso”.
Se ve muy bien si se observa la opinión que, según el CIS, tienen los propios votantes del PP de Casado y de Ayuso. La valoración de Casado escasamente llega al aprobado en los últimos años y, en algún incluso suspendía. Ayuso, en cambio, aprobaba “con casi un sobresaliente entre los votantes del PP”. No sólo eso: los votantes de Vox le ponían un 7,5 y los de Ciudadanos un 6,5, más que a su propio candidato”.
“La casuística madrileña”, insiste, “tiene que ser entendida en términos madrileños”. De lo contrario, “estaríamos haciendo una extrapolación bajo ese axioma falaz de Ayuso que dice que Madrid es España”. Pero “Madrid no es España”, remarca. España “es muy diversa, muy plural”.
Para explicarlo, Fumanal argumenta que un dirigente del PP como el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, el único con mayoría absoluta de su partido, perdería popularidad y apoyo en las urnas si adoptara la estrategia del PP de Madrid. Pone como ejemplo“un tema tan controvertido como la lengua, que el PP siempre utiliza como arma arrojadiza contra los gobiernos del PSOE pero que en el caso de Feijóo “no supone ningún tipo de agravio comparativo a la igualdad entre españoles”.
Así que su conclusión en firme: “No podemos hablar de cambio de ciclo en estos momentos. Lo cual no quiere decir que no se pueda estar dentro de un año o de medio año”, advierte, porque lo que no existe es “tensión electoral”. No hay elecciones a la vista. “El Gobierno ha dicho que va a agotar legislatura y, por lo tanto, los votantes no están tensionados”. Hay niveles de volatilidad que superan el 20 y el 30%”, lo que significa que mucha gente no sabe qué haría si tuviera que votar.
“El primer partido en todas encuestas es la indecisión” y en esas circunstancias no son buenos predictores. Pasó con Albert Rivera, recuerda. “Si las encuestas fueran las urnas, Rivera habría sido presidente del Gobierno”.
Fumanal tampoco cree que se pueda afirmar con rotundidad que se está produciendo un trasvase de voto del PSOE al PP. “Es muy difícil saberlo con una encuesta de menos de 3.000 entrevistas que intenta reflejar a todos los territorios. Porque no es lo mismo Madrid que Galicia, Andalucía o la Comunitat Valenciana”. El socialista valenciano Ximo Puig, pone como ejemplo, tiene una alta valoración entre votantes de otros partidos, pero eso no “quiere decir que habría trasvase de votos”. Es demasiado pronto, razona, porque el elector no toma sus decisiones hasta que no se enfrenta a una convocatoria electoral.
En opinión de la presidenta de la ACOP, en lo ocurrido en los últimos meses también ha influido “el terremoto murciano”. El Gobierno “dejó de tener la iniciativa política” y a partir de ese momento “la agenda mediática la impuso el PP”, con los resultados ya conocidos. En su opinión, Sánchez la ha recuperado con el tema de los indultos. Introducir la agenda no garantiza resultados, pero sí decidir “sobre qué se habla”. Y es “demasiado pronto” para saber qué pasará hasta que toque votar.
Lluís Orriols, profesor de Ciencia Política en las Universdad Carlos III, cree que el cambio que se visibiliza en las encuestas tiene que ver, sobre todo, con el hundimiento de Ciudadanos. “Los acontecimientos de Murcia han precipitado la crisis electoral que tenía Cs desde finales de 2019”, Y eso “da un impulso al PP, que es el principal beneficiario de que la derecha deje de estar fraccionada en tres partidos”.
Los gobiernos “resisten”
Pero “más allá de eso”, advierte, “el resto son contingencias. La única tendencia sólida de la que podemos hablar con cierta comodidad es que hay un competidor en la derecha que muere”. Que “se haya cortocircuitado el avance de Vox ” o que el PSOE “esté en momentos bajos y se perciban algunas transferencias al PP” son “contingencias”. “Es verdad que el PSOE ha caído algo con respecto a las elecciones de 2019, pero también estamos en el peor momento de una crisis sanitaria y económica. Si algo es destacable de lo que esta pasando en España y también en otros países es que los gobiernos están resistiendo, que el desgaste es mínimo”. Y en ese contexto “no podemos estar hablando de ciclos y tendencias claras. Son vaivenes”.
Es verdad, admite, que el tema de los indultos estimula a la derecha. “La cuestión nacionalista divide el espacio de la izquierda y muy especialmente al PSOE. Es un tema perfecto para el nacionalismo español porque cohesiona mucho a sus votantes y en cambio es un tema divisivo para sus adversarios”. Pero las elecciones “no son mañana” y el PSOE tiene margen para convocar elecciones cuando haya un ciclo distinto, en la economía y en la pandemia.
La profesora de Ciencia Política de la Complutense Paloma Román Marugán ratifica el criterio de Orriols. “Es pronto para hablar de un cambio de ciclo electoral. Están pasando muchas cosas a la vez; parece que vivimos en una olla a presión”. En realidad, opina, “estamos amortizando la desaparición previsible de Cs y la situación de la pandemia. Que ha afectado muchísimo desde el punto de vista sanitario y económico”, reconoce. Pero nada más.
Román tampoco cree que el trasvase de voto del PSOE al PP detectado en Madrid sea algo más que “una cuestión absolutamente puntual”. El Gobierno actual, recuerda, “tiene unos presupuestos aprobados, así que tampoco tiene unas elecciones a la vuelta de la esquina. Hay que dar tiempo al tiempo”. Incluso aunque ahora los periódicos estén llenos de información sobre migrantes y sobre indultos, los dos temas favoritos de la derecha, porque “es muy complicado mantener esa tensión en el tiempo” y que sigan vivos cuando toque votar en las elecciones generales.
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“El Gobierno tiene margen porque tiene presupuestos aprobado” insiste. “Pero como todo va tan rápido, nos olvidamos de eso”. La coalición PSOE-Unidas Podemos “ya no vive de prestado”. En línea con Fumanal, la profesora de la UCM ve más una estrategia que una realidad: “A la derecha le encanta plantear la posibilidad de cambios de ciclo pero las elecciones de Madrid no dejan de ser unas autonómicas” que además hay que ver “en la clave pandemia. Me parece muy apresurardo hablar de cambio de ciclo”, concluye.
Antón R. Castromil, profesor de Sociología en la Complutense, también pone el foco en la temeridad que supone sacar conclusiones precipitadas y cita al politólogo Fernando Vallespín, autor de la expresión “turbopolitica” para definir la situación actual. “Esto va muy rápido”, subraya. Después de las elecciones catalanas parecía haber una tendencia, ahora parece otra.
“Es difícil saber si hay un cambio de ciclo, pero de lo que no “cabe duda es de que hay un realineamiento en la derecha”. En su opiniòn, es muy probable que los votantes que huyen de Ciudadanos vuelvan al PP y que “los más radicales se vayan hacia Vox”. “Cs está en un declive que no tiene vuelta atrás”. Castromil también subraya que falta mucho para las elecciones y los contextos “cambian rápidamente”.
¿Estamos ante un cambio de ciclo electoral? El Partido Popular se aferra a las encuestas publicadas después de las elecciones de la Comunidad de Madrid para subrayar esta idea: la formación de Pablo Casado está por delante en las preferencias de voto de los españoles por primera vez en muchos años e incluso podría formar Gobierno si hay elecciones y llega a acuerdos con Vox, como ya ha hecho en comunidades autónomas y ayuntamientos.