El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, irrumpió este martes en la recta final de la campaña de las elecciones catalanas del 27-S con una carta pastoral en la que señaló que "ante la gravedad y lo decisivo de la situación (...) no hay ninguna justificación moral" para la secesión. El comentario de Cañizares, de talante muy conservador y tradicionalmente alineado con el ultrapolitizado Antonio María Rouco Varela, es de momento el único pronunciamiento público sobre el 27-S de un jerarca no catalán de la Iglesia. La Conferencia Episcopal Española (CEE), que en 2006 afirmó que la unidad de España "es un bien moral de obligada protección", guarda silencio.
Sí se han pronunciado los obispos de Cataluña, que tienen una organización particular a través de la Conferencia Episcopal Tarraconense (CET). En una "nota de reflexión" publicada el pasado 7 de septiembre manifiestan su amor a la "patria catalana" y defienden la "legitimidad moral" de todas las posiciones políticas que "se basen en la defensa de la dignidad inalienable de las personas y de los pueblos". Además, apelan a la convivencia de la sociedad catalana "dentro de la pluralidad de ideas, opiniones, convicciones y sentimientos".
Los obispos catalanes recuerdan expresamente que "continúa teniendo vigencia" lo que afirmaron sobre la "identidad nacional de Cataluña" en el documento Raíces cristianas de Cataluña de 1985 y que recogieron en 2011 en otro texto titulado Al servicio de nuestro pueblo. Los citados documentos de 1985 y 2011 están redactados por unanimidad por los doce obispos de las provincias eclesiásticas Tarraconense y de Barcelona que integran la CET, que los firman con nombres y apellidos.
En la declaración de 2011 [puede leerse de forma íntegra aquí], los prelados catalanes reconocían "la personalidad y los derechos nacionales propios de Cataluña, en el sentido genuino de la expresión". Asimismo, defendían "el derecho a reivindicar y promover todo lo que eso comporta, de acuerdo con la doctrina social de la Iglesia". En este último texto el párrafo relativo a la cuestión identitaria estaba prácticamente calcada del documento de mediados de los años ochenta.
Asimismo, los obispos hacían referencia a un discurso que Juan Pablo II pronunció en el Parlamento Europeo en 1988 y en el que aseguró que "los pueblos europeos unidos no aceptarán la dominación de una nación o de una cultura sobre las otras, sino que sostendrán el derecho igual para todos de enriquecer a los otros con su diversidad".
Defensa del derecho a decidir
No obstante, nunca ha habido documento alguno en el que la jerarquía católica catalana aborde de forma clara el plebiscito catalán ni, mucho menos, en el que se pronuncie sobre la independencia. De la lectura de ambos textos sí se deduce que la línea oficial es la del reconocimiento de que Cataluña tiene unos rasgos lingüísticos, culturales y sociales que le confieren una identidad especial y que el pueblo catalán tiene derecho a decidir cómo se articula su vinculación con España.
Antes de las últimas elecciones autonómicas en esa comunidad, en octubre de 2012, los obispos de las Diócesis de Cataluña aprobaron otro documento en el que apelaban al "diálogo" y la "voluntad de acuerdo" y en el que reconocían la "legitimidad moral" de todas las opciones políticas pacíficas. Es decir, en la línea del documento publicado el pasado 7 de septiembre. Sin hacer alusión al tema soberanista, el texto sí se interpretó como un intento por desmarcarse de la Conferencia Episcopal Española, que se había mostrado crítica con la vía soberanista.
Uno de los obispos catalanes más próximos al enfoque soberanista es Xavier Novell, el obispo de Solsona (Lleida). El año pasado, con el tablero político ya muy agitado a propósito de la consulta del 9 de noviembre, escribió una carta pastoral que se leyó el domingo 7 de septiembre de 2014 en las 174 parroquias que componen la comunidad diocesana de Solsona. En ella afirmaba que el derecho a la autodeterminación de los pueblos es superior a la Constitución por lo que, a su juicio, la Carta Magna "debería aplicarse de tal manera que hiciera posible que las naciones que forman España puedan decidir libremente su futuro".
Ahora, en vísperas de las elecciones del 27-S, Novell ha optado por mantener un perfil más bajo. En la hoja parroquial que repartió el domingo 6 de septiembre [consultar aquí] se limita a hacer una descripción del escenario actual señalando que las dos interpretaciones sobre el actual proceso electoral –el carácter plebiscitario que defienden los independentistas y la no excepcionalidad que sostiene el otro bloque– "provocan en algunas personas confusión y expectación". Por ello, sin defender ninguna de las dos posturas "recomienda el deber moral de la participación", pues considera que sólo una alta asistencia a las urnas puede aclarar la voluntad real del pueblo de Cataluña sobre su futuro político.
Silencio en la Conferencia Episcopal
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Mientras, la Conferencia Episcopal Española sigue guardando silencio. El último documento oficial de la jerarquía católica que incluye algún tipo de alusión al tema nacionalista data de 2012. Los prelados aseguraron en esa declaración que las "propuestas políticas encaminadas a la desintegración unilateral" de la "unidad" de España les causaban "una gran inquietud". Y llamaban a "preservar el bien de la unidad" al mismo tiempo que "el de la rica diversidad de los pueblos de España".
Como anexo a este texto incluyeron un documento episcopal de 2006 en el que los obispos se pronunciaron a propósito del Plan Ibarretxe. Entonces, según informó El País, Antonio Cañizares afirmó que la unidad de España “es un bien moral de obligada protección”. El documento de 2012 fue elaborado tras meses de críticas por su silencio respecto al debate soberanista y fue secundado por 17 de los 21 miembros que tiene la Comisión Permanente. Cuatro de ellos se abstuvieron.
En cualquier caso, ante la inminente cita electoral, la percepción es que los obispos han intentado evitar que se escenificara un choque público respecto a las cuestiones soberanistas que viene de lejos. Enric Juliana, en un artículo publicado este lunes en La Vanguardia, asegura que la comunicación emitida por la Tarraconense el pasado 7 de septiembre fue "un trabajo de orfebrería no exento de debate". Cuenta que el obispo de Solsona, Xavier Novell, aportó un documento propio a la discusión, en el que "pedía un pronunciamiento crítico del episcopado catalán respecto a la citada 'doctrina Rouco', que calificaba la unidad de España de 'bien moral'". Señala que la posición de Novell quedó en minoría. Y que la Tarraconense no quiere colisionar con el episcopado español en pleno eclipse de la era Rouco.
El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, irrumpió este martes en la recta final de la campaña de las elecciones catalanas del 27-S con una carta pastoral en la que señaló que "ante la gravedad y lo decisivo de la situación (...) no hay ninguna justificación moral" para la secesión. El comentario de Cañizares, de talante muy conservador y tradicionalmente alineado con el ultrapolitizado Antonio María Rouco Varela, es de momento el único pronunciamiento público sobre el 27-S de un jerarca no catalán de la Iglesia. La Conferencia Episcopal Española (CEE), que en 2006 afirmó que la unidad de España "es un bien moral de obligada protección", guarda silencio.