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La Iglesia se resiste a cortar todos sus lazos con el franquismo 43 años después de la muerte del dictador

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Mes de diciembre de 1953. El dictador Francisco Franco lleva ostentando de manera ininterrumpida el poder absoluto en España desde hace 14 años, cuando al frente de las tropas sublevadas terminó de vencer las últimas resistencias de la República tras una Guerra Civil de tres años en la que se erigió como defensor de las supuestas esencias católicas y tradicionalistas de España. La comunión entre la Iglesia y el dictador tanto durante la contienda como durante los primeros años de su régimen había sido total, y en esa Navidad de 1953 las buenas relaciones quedaron selladas con la entrega a Franco de la Orden Suprema de Cristo, la más alta condecoración del Vaticano, que el papa Pío XII decidió otorgar al general agradeciéndole su "iluminada mirada".

Han pasado 65 años desde aquel episodio y 43 desde la muerte del dictador, pero la Iglesia nunca se ha preocupado de retirar la medalla a Franco. De hecho, pese a haber firmado un concordato en 1979 con España para sustituir el suscrito en 1953 con la dictadura, los reparos de la mayor parte de la jerarquía católica a la hora de criticar la figura de Franco y su régimen son habituales aún hoy en día. Este mismo martes, la Iglesia ofició 16 misas para conmemorar el aniversario del fallecimiento del sátrapa, y el pasado lunes la imagen de la Virgen del Pilar custodiada en la Catedral de Zaragoza apareció vestida con un manto con los colores y emblemas de Falange, un episodio por el que el cabildo ha tenido que pedir disculpas tras la queja formal del alcalde de la ciudad, Pedro Santisteve.

Y es que los coqueteos de algunos párrocos y jerarcas católicos con el franquismo y la inacción u omisión de buena parte de los obispos con el ensalzamiento de la dictadura son un problema que viene de lejos y que se reproduce periódicamente. Buen ejemplo de ello es la actitud de la Iglesia ante la intención de la familia Franco de enterrar los restos del dictador en la madrileña Catedral de la Almudena cuando sean exhumados de su mausoleo en el Valle de los Caídos. La primera reacción del arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, fue la de desligarse del asunto asegurando que "en la cripta hay una propiedad de la familia Franco y como cualquier cristiano tiene derecho a poder enterrarse donde crea conveniente", aunque en las últimas semanas el Vaticano se ha reunido con el Gobierno para tratar de evitarlo.

No obstante, la polémica relación entre la Iglesia y el franquismo es noticia casi todos los años. En 2016, por ejemplo, el obispo de Getafe, Joaquín María López de Andujar, se negó a retirar del Cerro de los Ángeles una placa que conmemoraba cómo "Francisco Franco, caudillo de España" había reconstruido un monumento al Sagrado Corazón de Jesús que "fue profanado y volado" durante la Guerra Civil. El complejo monumental pertenece a la Iglesia, pero los terrenos en los que se asienta son de titularidad pública y el ayuntamiento de Getafe había instado a la Diócesis a retirar la inscripción en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica. No obstante, la jerarquía católica desoyó la petición argumentando que la placa no contenía "ningún homenaje", sino que simplemente relataba "un dato histórico".

Rouco, la Guerra Civil y los homenajes a Franco

También es relativamente frecuente que en algunas homilías se hagan referencias a la Guerra Civil y la dictadura. Y no son sólo párrocos aislados quienes abordan estas cuestiones: en 2014, fue el mismísimo Antonio María Rouco Varela, entonces cardenal arzobispo de Madrid, quien alertó del peligro de que "hechos y actitudes" actuales "pueden causar" una guerra civil. Lo hizo durante el funeral del ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez, en el que ensalzó la España que "con sus jóvenes, quería superar para siempre la Guerra Civil, los hechos y las actitudes que la causaron" y que, según afirmó, "la pueden causar". En ningún momento Rouco aclaró a qué actitudes se refería.

Otros curas, sin embargo, han alabado expresa y repetidamente la figura de Franco y su dictadura. Es el caso, por ejemplo, de las misas que se han oficiado en la Parroquia de los Jerónimos de Madrid en los últimos años en honor a los "caídos por Dios y por España". En la que tuvo lugar el 18 de julio de 2015, como publicó La Marea, el párroco justificó el golpe de Estado de 1936 argumentando que "España estaba en peligro" porque "una ideología procedente del infierno quería estrangular a la patria: el comunismo".

"El comunismo fue vencido, fue aplastado. Pero fue inevitable que el germen que dio origen a ese odio a España y la fe católica siguiera vivo. Ese germen nunca fue destruido y como serpiente que se arrastra por el suelo permaneció esperando poder terminar su labor y sólo lo pudo hacer cuando falleció el ultimo gran estadista católico español: el caudillo Franco", apuntó en la misa el sacerdote, que el año anterior, en 2014, incluso había pedido un "nuevo alzamiento militar" para salvar España del "auge de la extrema izquierda". En ningún momento el Arzobispado de Madrid desautorizó o condenó las declaraciones del cura.

Asimismo, el histórico dirigente ultraderechista Blas Piñar ha sido objeto de homenaje eclesiástico en los últimos años. De hecho, desde que falleciera en 2014, la Parroquia de los Jerónimos también ha acogido varias misas en su memoria, en las que se ha alabado cómo "supo defender lo que Dios defiende, la verdad del Evangelio sin fisuras, compendiada en algunos puntos de lucha espiritual con amor" y se ha llegado a asegurar que "Dios y la patria" fueron "sus grandes amores, y por este orden".

"A veces es necesario saber olvidar"

"El Valle de los Caídos es un símbolo del desprecio a las víctimas labrado en piedra"

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Más allá de los homenajes y las referencias puntuales a la dictadura y la Guerra Civil, lo cierto es que la Iglesia como institución no ha mostrado un arrepentimiento público y expreso por su apoyo a Franco y su régimen durante años. La actitud de buena parte de su jerarquía la resumió Rouco Varela en el año 2008, en plena polémica por la aprobación de la Ley de Memoria Histórica y el comienzo de las exhumaciones de fosas de víctimas del franquismo, cuando afirmó que"a veces es necesario saber olvidar".

No obstante, también es cierto que algunos dirigentes católicos sí han pedido perdón por el papel que tuvo la Iglesia durante la guerra y la dictadura y se han mostrado contrarios a la connivencia de la institución con el franquismo. Buen ejemplo de ello es el del obispo de Girona, Francesc Pardo, que hace unas semanas se mostró públicamente contrario a que Franco terminase enterrado en La Almudena argumentando que podría interpretarse que la Iglesia otorga al dictador un "puesto de honor" en la seo. Pardo admitió que "toda persona tiene derecho a ser enterrada", pero señaló que la posible inhumación del dictador en "un sitio de fácil visita" puede resultar "inaceptable para la población".

Quizá el discurso más claro en este sentido lo ofreció en 2007 el actual presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, que abandonaba ese año precisamente el mismo puesto, al que regresaría en 2014. En su discurso de fin de mandato, Blázquez pidió perdón por "actuaciones concretas" de miembros de la Iglesia durante la Segunda República y la Guerra Civil y recordó la figura del cardenal Vicente Enrique y Tarancón, figura clave en la Iglesia de la Transición por su antifranquismo. "Los que nos han precedido pueden haber sido testigos luminosos del Evangelio, y en otras ocasiones pueden haber realizado lo que el Evangelio desaprueba", señaló igualmente Blázquez, en referencia a la beatificación de centenares de mártires de la Guerra Civil que ha llevado a cabo el Vaticano en los últimos años en varias ocasiones.

Mes de diciembre de 1953. El dictador Francisco Franco lleva ostentando de manera ininterrumpida el poder absoluto en España desde hace 14 años, cuando al frente de las tropas sublevadas terminó de vencer las últimas resistencias de la República tras una Guerra Civil de tres años en la que se erigió como defensor de las supuestas esencias católicas y tradicionalistas de España. La comunión entre la Iglesia y el dictador tanto durante la contienda como durante los primeros años de su régimen había sido total, y en esa Navidad de 1953 las buenas relaciones quedaron selladas con la entrega a Franco de la Orden Suprema de Cristo, la más alta condecoración del Vaticano, que el papa Pío XII decidió otorgar al general agradeciéndole su "iluminada mirada".

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