Ignacio Urquizu: "Hemos ido a elecciones prometiendo cosas que no podíamos cumplir"

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Ignacio Urquizu entró en política en el año 2015 de la mano del Partido Socialista. Pasó de ser un diputado nacional con grandes ambiciones a alcalde de Alcañiz (Teruel), una localidad de 16.000 habitantes. Su destierro de la capital llegó tras apoyar a Susana Díaz en las primarias socialistas. El municipalismo le ha permitido demostrar que "otra política es posible". No se arrepiente de sus decisiones, aunque asegura que "muchas de las cosas que defendió" en 2017 las está haciendo actualmente el PSOE de Pedro Sánchez. En su nuevo ensayo, Otra política es posible (Debate), el sociólogo hace un repaso de su trayectoria y defiende la "empatía" como "la característica fundamental de cualquier político".

PREGUNTA. ¿Por qué escribir este libro? ¿Es una manera de redimirse o de reconciliarse con el pasado?

RESPUESTA. Hay un punto de terapia en el libro. En 2019 acabé decepcionado con la política. Después de que la dirección decidiera que no renovaba en listas, volví tres meses a la universidad y luego me reenganché a la política de Aragón, donde soy diputado autonómico, y de Alcañiz. En esta segunda vida política he descubierto que puedo ser muy útil, que se pueden cambiar muchas cosas, que en realidad la política sirve para más de lo que había visto en el Congreso. Yo intento lanzar un mensaje de optimismo, de que sí, la política es útil, que puede ser distinta a cómo la estamos viviendo a nivel nacional y que hay otra forma de hacerla.

P. En su libro habla de la polarización, que primero achaca al Partido Popular y luego a Podemos y Vox. ¿Visto el éxito, cree que la sociedad demanda ese tipo de mensajes?

R. No, la sociedad no lo demanda y si hay alguna demanda, será minoritaria. Al final es una estrategia política deliberada para ganar el mayor número de apoyos posibles. Cuando no tienes una mayoría social y eres un grupo minoritario, como le pasa a Vox, y no tienes posibilidad de convencer a la gente, lo que intentas hacer es desmovilizar a los demás y movilizar mucho a los tuyos.

P. Usted dice que es un grupo minoritario pero, de momento, tiene un suelo electoral bastante consolidado. ¿Qué han hecho mal el resto de partidos?

R. Las personas con ideología de extrema derecha en España son minoritarias. No llega ni al 3% de la población los que se ubican en la escala del 9 o 10 ideológico (donde el 1 es extema izquierda). Vox recoge gente desencantada, enfadada con la situación actual. Ellos viven en ese desánimo, lo alimentan, porque saben que con eso movilizan a una parte, minoritaria, pero importante de la sociedad española. Cuanto más protagonismo les demos, más desanimados les votaran y cuanto más visibilidad tengan este tipo de comportamientos, la gente que pueda empatizar con esa forma de hacer política les seguirá apoyando. Los cordones sanitarios a la extrema derecha en todos los sentidos tendrían que ser una reflexión para hacerla todos, no solo los políticos, también los medios de comunicación. De hecho, solo hay que ver cómo trataron a los periodistas esta semana en el Congreso, casi de matonismo, amenazando a una periodista con muy mala educación. Todos tenemos que reflexionar hasta qué punto hay personas que tienen que tener espacio o un lugar destacado en el espacio público. Ya que, por ejemplo, no estamos entrevistando a asesinos o pederastas porque entendemos que no es una buena idea, pues también gente que tiene esta escala de valores y forma de entender la sociedad no deberían tener la visibilidad que tienen.

P. Aquí también influye la visibilidad que le da el principal partido de la oposición.

R. Seguramente ahí el Partido Popular tendrá que definir si quiere gobernar y en qué situación. Para gobernar este país siempre, menos en el año 2016, el que gana el centro es el que gana las elecciones. Si el PP tiene aspiraciones de gobierno, tiene que moderarse y ganar apoyos entre la gente que se ubica en el centro ideológico. Una vez ganen un perfil propio, tendrán que elegir si quieren sostenerse sobre el resto de partidos o sobre Vox. O pueden tender la mano e intentar buscar apoyo en otros lugares.

Sin embargo, la victoria de Isabel Díaz Ayuso parece ir por otros derroteros. ¿Qué cree pasó?

R. Me siento muy distanciado de Isabel Díaz Ayuso por mil razones, pero no es Vox. Ayuso no es de extrema derecha, aunque tampoco sé exactamente de qué es. No ha aprobado ni siquiera unos Presupuestos, por lo que no sabemos su ideología, por lo que si algo se puede criticar es que no tiene proyecto político.

Lo que consiguió es empatizar bastante con un estado de ánimo de la ciudadanía madrileña, que estaba bastante agobiada y con ganas de salir de la pandemia. Enarboló un discurso muy vinculado al fin de las restricciones y recuperar nuestras vidas.

En ese contexto, su formación también sufrió un duro golpe en esos comicios. ¿Cómo ve al PSOE?

R. No se puede extender lo que pasó en Madrid al resto de España. Hay muchos microclimas en muchos lugares, e incluso las encuestas en clave nacional eran diferentes a las autonómicas. A nivel nacional el PSOE hubiera tenido más apoyos, porque en el resto de territorios no está pasando lo mismo que en Madrid. Pero no nos tenemos que confiar: los datos dicen lo que dicen, y si se ha producido un cambio de Gobierno es que el secretario general pensaba que era necesario un revulsivo para poder ganarse la confianza de la gente.

Ahora hay un congreso por delante, una renovación de la dirección de los partidos a nivel federal, regional y provincial. Esperemos que en esta renovación se aproveche para poder recuperar un poco el pulso.

P. ¿Cómo valora esos cambios que se produjeron en julio? ¿Entendió la marcha de pesos pesados como José Luis Ábalos o Carmen Calvo?

R. Yo no tengo las claves, pero puedo hablar bien de los que se han ido y también de los que están ahora. Ábalos y Calvo hicieron muy bien su trabajo; Isabel Rodríguez me parece una excelente portavoz; Diana (Morant) también es muy buena incorporación, al igual que Raquel (Sánchez) en Fomento.

P. En algunos sectores del PSOE se interpretó como una victoria la marcha de Iván Redondo.

R. No le conozco, no sé mucho de él. Solo sé lo que dicen de él los medios, y soy muy prudente con lo que se publica sobre la gente, porque de mí también han publicado cosas que no tenían nada que ver con la realidad. No tengo el placer de conocerle y no sé nada de él, a partir de ahí, por lo que no puedo valorar ni su presencia ni su ausencia. A Óscar López lo conozco más y su presencia me parece un acierto.

P. Hablando de rumores, algunos le situaron como una tercera vía entre Pedro Sánchez y Susana Díaz en el año 2016. ¿Nunca pensó en dar el salto a la secretaría general del partido?

R. No, nunca aspiré a ello. Ni en el pasado ni en el presente. Salí un poco desilusionado de mi etapa política anterior, ahora me he incorporado en el municipalismo donde me lo estoy pasando muy bien y estoy haciendo muchas cosas. No tengo mayor ambición política que volver a ser alcalde de Alcañiz la próxima legislatura. Mi compromiso es estar, como máximo, dos legislaturas y luego no sé si volveré a la universidad, me dedicaré a seguir escribiendo libros, no tengo ni idea. No tengo un plan de vida.

P. También se dice que coincidió con Pablo Iglesias en la facultad. ¿Es cierto?

R. Somos de la misma edad, sí, coincidimos en algún congreso de ciencia política y recuerdo un día que ambos estuvimos jugando al futbolín en un bar, no sé si él se acordará. También lo recuerdo en alguna asamblea y ya era un tipo muy carismático, que tomaba la palabra con facilidad, y al que la gente le escuchaba con mucha atención, aunque él y yo no coincidíamos en nada.

P. ¿Cómo valora su paso por el Gobierno?

R. Mostró que le interesaba mucho la política y poco la gestión. Realmente no sé muy bien cuáles han sido los cambios en gestión que se han producido tras su paso por el Gobierno. Como alcalde llegas a ver lo que significa hacer una guardería, un centro de día. Puede que Iglesias haya hecho muy buenos discursos políticos, no lo niego, pero ahí se quedó.

P. Una vez dijo que Podemos tenía que hacer algo más que poner tuits y hacer declaraciones en televisión. ¿Lo han hecho?

R. Sí, Podemos ha madurado. No solo por la incorporación al Gobierno, también por el cambio de liderazgo, con Yolanda Díaz a la cabeza.

P. En su libro apunta a que los gobiernos de coalición son menos estables. ¿Cree que habrá elecciones nacionales antes de 2023?

R. No tengo ni idea. Los datos dicen que los gobiernos de coalición duran menos de media, porque conforme se acercan las elecciones, la inestabilidad comienza a aflorar. Cuanto menos tiempo quede, más aumenta la inestabilidad, y más probabilidades de que se rompa.

P. Además, el actual Ejecutivo también depende de otros para sacar los Presupuestos adelante. Una vez dijo que no creía que los partidos independentistas fueran de izquierdas. ¿Lo mantiene?

R. Me cuesta pensar que alguien que defienda que es distinto de los demás desde el punto de vista de la identidad sea progresista. Si algo aspira la izquierda es a la igualdad, no a distinguirnos por nuestras identidades de cualquier tipo. Los nacionalistas lo que hacen es que su identidad les haga tener más derechos, más recursos, más competencias, a mí eso me cuesta encajarlo por la izquierda.

P. ¿Son los aliados que le hubieran gustado para este Gobierno?

R. El PP no quería pactar ni el precio de las chuches. Era el único camino.

P. ¿Cree que estamos ante una vuelta del bipartidismo?

R. Sí, ahora mismo no hay una vuelta del bipartidismo, todavía falta un poco, pero sí un reforzamiento. El problema es que se esperaba mucho de Podemos, de Ciudadanos, de Vox, pero cuando uno entra en política y te das cuenta de lo difícil que es cambiar las cosas, el riesgo que corren es decepcionar a los suyos.

P. Dice eso pero ahora parece que la España vaciada quiere concurrir a las elecciones en más territorios, ¿cómo lo valora?

R. Yo soy socialista, no soy nacionalista. En mi proyecto político se distinguen más rasgos que el tema identitario. Yo tengo un proyecto para el siglo XXI y ellos para el siglo XX. Llenar España de hormigón y asfalto es lo que se hacía en el siglo XX, pero ahora hay que llenarlo de fibra óptica, de energías renovables, de tecnología. Ese es el proyecto que ahora mismo hay que defender. Ellos hablan mucho de autovías y trenes, menos de conectividad, sospechan mucho de las energías renovables... tenemos proyectos políticos muy diferenciados

P. ¿El éxito de Teruel Existe se debe, en parte, al fracaso de los grandes partidos?

R. Ellos viven del desencanto, especialmente porque hay pueblos que se han desarrollado menos. Han visto que hay una desigualdad que han vinculado a la aparición de partidos regionalistas, y han seguido la misma senda. La equivocación es doble, porque además de las cuestiones territoriales, la sociedad se define por más cosas: becas, matrimonio homosexual, cuestiones de las que ellos no dicen nada. Sí que es nuestra responsabilidad en algún sentido, porque a veces hemos creado falsas expectativas. Hemos ido a unas elecciones prometiendo cosas que no podíamos cumplir. No podemos estar prometiendo las autovías y los AVE que vamos a hacer, porque luego sabemos que cuando llegamos al Gobierno es mucho más complicado. Si a la gente la decepcionas, lo que puede hacer es votar enfadado. Hay que hacer una reflexión seria sobre la España interior.

P. ¿El Senado no está cumpliendo tampoco su función?

R. El Senado no está cumpliendo su función porque no es una Cámara de representación territorial, sino una Cámara de segunda lectura. Hay en otros lugares, como en Alemania, que ese Parlamento lo componen representantes de los lander. Si queremos que sea una Cámara de representación territorial hay que ver cómo funcionan en otros países.

P. Allí está Susana Díaz ahora. En el libro asegura que no se arrepiente de haberla apoyado.

R. Estábamos defendiendo un proyecto, en el libro trato de aclararlo. Los que estábamos en torno a Susana Díaz éramos Zapatero, Rubalcaba, mucha gente que estábamos allí por nuestra forma de entender la política, aunque quizá no somos capaces de transmitirlo. En el fondo muchas de las cosas que defendemos después las hicieron desde el propio PSOE. Me siento muy identificado con muchas cosas que hace el partido y Pedro Sánchez

P. Y con otras no, imagino, ¿no?

R. Ya, pero es que no existe el partido de Ignacio Urquizu. Y, si existiese, seguramente yo también sería disidente.

P. ¿Entonces sigue defendiendo que hay que acatar las directrices del partido, aunque se esté en contra, como pasó en la investidura de Rajoy?

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R. El proyecto que yo defiendo no se llama Ignacio Urquizu, sino PSOE. Hay veces que prefiero perder con mis amigos que ganar con mis adversarios. La figura de Ignacio se diluye. Si todo el mundo votara lo que quisiera, se generaría una enorme inseguridad para los votantes.

P. ¿Si le llaman de Madrid, volvería a la política nacional?

R. Estoy muy contento en Alcañiz y con Javier Lambán. Me siento muy afortunado y creo que estamos haciendo las cosas bien. Volví a la política de casualidad y no sé cuánto tiempo estaré. Los políticos estamos de paso.

Ignacio Urquizu entró en política en el año 2015 de la mano del Partido Socialista. Pasó de ser un diputado nacional con grandes ambiciones a alcalde de Alcañiz (Teruel), una localidad de 16.000 habitantes. Su destierro de la capital llegó tras apoyar a Susana Díaz en las primarias socialistas. El municipalismo le ha permitido demostrar que "otra política es posible". No se arrepiente de sus decisiones, aunque asegura que "muchas de las cosas que defendió" en 2017 las está haciendo actualmente el PSOE de Pedro Sánchez. En su nuevo ensayo, Otra política es posible (Debate), el sociólogo hace un repaso de su trayectoria y defiende la "empatía" como "la característica fundamental de cualquier político".

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