Quedaba menos de un mes para que las fuerzas estadounidenses lanzasen los primeros bombardeos sobre Irak, una invasión que terminaría años más tarde con casi medio millón de muertos. Las potencias invasoras –Estados Unidos, Reino Unido y España, entre otros– estaban convencidas de la necesidad de intervenir en suelo iraquí a cualquier precio. Sin embargo, el miedo a la opinión pública, cada vez más reacia a cualquier tipo de ocupación, estuvo presente en la reunión que mantuvieron el 27 y 28 de febrero en Madrid el entonces primer ministro británico, Tony Blair, y el presidente del Gobierno de España, José María Aznar, según se desprende del informe Chilcot publicado este miércoles después de cinco años en un cajón.
Según se desprende en el capítulo 3.7 del volumen 3 –el documento completo se divide en 12 tomos–, bajo el título Development of UK strategy and options, ambos dirigentes "discutieron" durante la cita "la necesidad de una segunda resolución –que diera luz verde a la intervención militar– y las posiciones de otros miembros del Consejo de Seguridad [de la ONU]". Mientras Aznar se centraba en analizar la posición de países como Francia o Rusia, Blair puso el foco en la necesidad de mostrar "tan pronto como sea posible" que la invasión traería "un beneficio humanitario para el pueblo iraquí" y de que Naciones Unidas se involucrara "legitimando la presencia internacional".
Finalmente, ante la imagen de un Estados Unidos decidido a actuar en Irak a cualquier precio, tanto Blair como Aznar acordaron impulsar una estrategia comunicativa que, según recoge el informe Chilcot, "mostrase que ellos habían hecho todo lo posible para evitar la guerra". Es sólo una de las decenas de veces en las que el expresidente del Ejecutivo aparece mencionado en las casi 2,6 millones de palabras resultado de siete años de trabajo.
No es la única reunión entre los mandatarios de ambos países. El informe también recoge otra cita en Madrid entre los dos un mes antes, el 30 de enero de 2003. En ella, ambos dirigentes comparten impresiones sobre una segunda resolución del Consejo de Seguridad que, según aconseja Blair, se podría buscar a finales de febrero. El premier le dice a su homólogo español que era "políticamente necesaria para el Reino Unido", y añade que si los inspectores no encontraban armas de destrucción masiva tendrían que argumentar que Irak "se negaba a la plena colaboración". Además, discutieron "el impacto de un veto" ante una nueva resolución que Aznar, en conversaciones posteriores, rechazaba someter a votación "sin garantías de éxito".
El ex primer ministro de Reino Unido asumió este miércoles la "plena responsabilidad" por los errores asociados a la invasión de Irak en 2003, la decisión más "agónica" de su mandato, pero alegó que se produjo en una "atmósfera" muy diferente a la actual por la cercanía de los atentados del 11-S en Estados Unidos. Blair pidió que todas las críticas recaigan en él, descargando por tanto a las Fuerzas Armadas y los servicios de Inteligencia, a pesar de que las informaciones recabadas por estos últimos resultaron ser "erróneas" en lo referente a la presencia de armas de destrucción masiva. Explicó que la intervención militar en Irak fue "el momento más duro y la decisión más agónica" de su mandato (1997-2007) y, con "humildad", insistió en que hizo "lo correcto", ya que "el mundo es mejor sin Sadam Husein".
Ni el presidente de Estados Unidos, George Bush, ni su homólogo español han pedido perdón por la invasión de Irak. El republicano aseguró en 2008 que su mayor error fue creer que había armas de destrucción masiva en suelo iraquí, pero dijo que no se arrepentía de no haber retirado las tropas una vez comenzada la contienda. Aznar, por su parte, afirmó, en una carta respondida al actual ministro de Exteriores en funciones, José Manuel García Margallo, que España había "salió ganando".
Quedaba menos de un mes para que las fuerzas estadounidenses lanzasen los primeros bombardeos sobre Irak, una invasión que terminaría años más tarde con casi medio millón de muertos. Las potencias invasoras –Estados Unidos, Reino Unido y España, entre otros– estaban convencidas de la necesidad de intervenir en suelo iraquí a cualquier precio. Sin embargo, el miedo a la opinión pública, cada vez más reacia a cualquier tipo de ocupación, estuvo presente en la reunión que mantuvieron el 27 y 28 de febrero en Madrid el entonces primer ministro británico, Tony Blair, y el presidente del Gobierno de España, José María Aznar, según se desprende del informe Chilcot publicado este miércoles después de cinco años en un cajón.