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Del general Mena al chat de "los 26 millones de hijos de puta": el interminable eco del ruido de sables

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El "ruido de sables", ese término histórico para referirse al rumor de actividad de los militares en preparación de un golpe de Estado, resonó como un eco este viernes. Eco, más que voz, porque el medio centenar de militares partidarios de destituir al presidente legítimo, Pedro Sánchez (PSOE), son altos mandos ya retirados, y sobre todo porque España es una democracia europea consolidada y todo apunta a que sus pretensiones se quedarán lejos de convertirse en realidad. Pero eco nítidamente antidemocrático, golpista. La información, adelantada este viernes por infoLibre, en la que se explicaba cómo 51 militares retirados habían firmado un manifiesto donde pedían al Ejército que destituyera a Sánchez, es un episodio más de una larga historia, la de los intentos del estamento castrense de ejercer su influencia en la política española extralimitándose en sus funciones.

La intervención de los mandos del Ejército en la vida política ha sido una constante en la historia de España. Si nos remontamos hasta el siglo XIX, encontramos cómo los militares consiguieron una capacidad de influencia decisiva gracias a los pronunciamientos, en los cuales un general de prestigio se alzaba en armas con el objetivo de derrocar a un Gobierno o cambiar la forma del régimen. Desde el año 1814 hasta el 1974, tuvieron lugar en España 81 pronunciamientos militares protagonizados por figuras tan relevantes como Martínez Campos, Rafael de Riego o Leopoldo O'Donnell. Avanzando en el tiempo, y ya en el siglo XX, los militares jugaron igualmente un papel decisivo en la política española. Primero fue Miguel Primo de Rivera, que en 1923 –y con la connivencia del rey Alfonso XIII– dio un golpe de Estado para hacerse con el Gobierno y establecer una dictadura que se prolongaría hasta la llegada de la Segunda República. En 1936 llegó el golpe de Estado militar que condujo a la Guerra Civil y a la posterior dictadura de Francisco Franco, si bien antes el Ejército ya había dado un aviso de su insumisión a la república en la llamada “Sanjurjada”, el golpe fallido del general José Sanjurjo en 1932.

Del 23F al general Mena

Ya en democracia, desde el 23 de febrero de 1981 quedan en la memoria colectiva las imágenes del asalto al Congreso de los Diputados por parte del teniente coronel Antonio Tejero en un golpe de Estado que acabó resultando fallido, pero que hizo a los españoles mirar de nuevo con prevención y sospecha a sus uniformados

El 23F fue el último caso de golpe de Estado militar que se ha vivido en España. No obstante, en años más recientes, militares o exmilitares han seguido intentando influir en el devenir político del país a través de manifiestos, comunicados y mensajes. Sin embargo, en la mayoría de ocasiones, los militares implicados en estas iniciativas se han encontrado con una dura respuesta por parte de los dirigentes de Defensa.

El año 2008 marcó un hito al ser la primera vez en democracia que a un alto mando militar se le aplicaba una sanción disciplinaria. Fue durante la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE), cuando el teniente general José Mena Aguado pidió, durante su discurso en la Pascua Militar, la intervención del Ejército prevista en el artículo octavo de la Constitución para garantizar la integridad de España, la cual estaba en peligro, según su criterio, por la reforma del Estatut de Cataluña. Días antes, el propio Mena había alertado de "los riesgos de sobrepasar los límites infranqueables de la Constitución". Esas palabras le valieron una dura sanción disciplinaria por parte del Ministerio de Defensa, dirigido por entonces por José Bono, por violar el deber de neutralidad de las fuerzas armadas, aunque no por las opiniones individuales expresadas por el teniente general. La sanción consistió en el arresto domiciliario del militar durante ocho días y su destitución del Ejército, siendo enviado a la reserva.

Un manifiesto de exaltación a Franco

Otro momento en el que miembros del Ejército tuvieron que hacer frente a un expediente sancionador fue en el año 2018, cuando varios militares firmaron un manifiesto en el cual se exaltaba la figura de Francisco Franco. El documento, titulado Declaración de respeto y desagravio al general Francisco Franco Bahamonde, soldado de España, trataba de justificar el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 que, según los firmantes, fue una reacción de “la España agredida y asediada por el comunismo internacional”. El manifiesto surgió como crítica a la “campaña infame” de “la izquierda política” contra el dictador, poco después de que el Gobierno de Pedro Sánchez expresara su decisión de exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos.

El texto lo firmaban 181 militares, entre ellos algunos que participaron en el golpe de Estado del 23F, pero el Ministerio de Defensa, presidido por Margarita Robles, solo pudo expedientar a cinco, que pese a estar en la reserva eran los únicos que no estaban retirados y que, por tanto, debían seguir rigiéndose por el código de conducta. Además, uno de esos firmantes, Agustín Rosety, terminaría siendo, en 2019, cabeza de lista de Vox por Cádiz y diputado por la misma provincia hasta mayo de este mismo año.

Militares retirados firman un manifiesto donde reclaman al Ejército que destituya al presidente

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Un tercio de los firmantes de ese manifiesto “en respeto y desagravio” de Francisco Franco volverían a las andadas, tan solo dos años después, con otro documento, en este caso por considerar que la “unidad de España” estaba en peligro. Entre los signatarios nos encontramos al teniente general José Mena Aguado, a varios golpistas del 23F y a otro general, que aseguró que “si Cataluña se independiza, hay que volar el Parlament a cañonazos”. Además, el documento criticaba al Gobierno de Pedro Sánchez por dañar "la convivencia de los españoles dentro del espíritu de nuestra Constitución de 1978".

La XIX del Aire

Otra exclusiva, revelada por infoLibre, sacaba a la luz los mensajes del grupo de Whatsapp “La XIX del aire”. Aquí no se trataba de manifiestos, sino de un chat en el que se ponía de relieve el radicalismo ideológico y la beligerancia de militares retirados que enviaban mensajes de contenido ultra. Uno de ellos, Francisco Beca, general retirado, expresó su deseo de “fusilar a 26 millones de de hijos de puta" (en referencia a socialistas, votantes de Podemos y nacionalistas) o su opinión relativa a las “maniobras del 36”, las cuales, a su modo de ver, “proporcionaron unos cuantos años de progreso aunque algunos lo pasaron mal". "España está llena de gente ingobernable y la única forma posible es culturizar a la gente, cosa que es imposible con la izquierda. Es triste pero es la realidad española”, señaló.

En el chat también había alusiones al Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos, que, a criterio de los usuarios, llevaría a España a una “dictadura comunista”. También acusaban a Sánchez y a Iglesias de amañar las elecciones y les dedicaban graves insultos. Además, en otros mensajes hacían referencia a un pronunciamiento militar y al deseo de que “estos sinvergüenzas” (aludiendo a los partidos de izquierda) “se mueran todos y toda su estirpe”.

El "ruido de sables", ese término histórico para referirse al rumor de actividad de los militares en preparación de un golpe de Estado, resonó como un eco este viernes. Eco, más que voz, porque el medio centenar de militares partidarios de destituir al presidente legítimo, Pedro Sánchez (PSOE), son altos mandos ya retirados, y sobre todo porque España es una democracia europea consolidada y todo apunta a que sus pretensiones se quedarán lejos de convertirse en realidad. Pero eco nítidamente antidemocrático, golpista. La información, adelantada este viernes por infoLibre, en la que se explicaba cómo 51 militares retirados habían firmado un manifiesto donde pedían al Ejército que destituyera a Sánchez, es un episodio más de una larga historia, la de los intentos del estamento castrense de ejercer su influencia en la política española extralimitándose en sus funciones.

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