Barómetro del CIS
La irrupción de Vox dispara la participación y moviliza a la derecha a cinco meses de las elecciones, según el CIS
El terremoto que supuso la entrada de Vox al Parlamento de Andalucía con más del 12% de los votos no se ha traducido en un gran incremento de su intención de voto en el barómetro del CIS de este viernes, que apenas da a la formación un 3,7% de los sufragios si mañana hubiera elecciones. Pero el sondeo sí que refleja un efecto colateral del surgimiento de la ultraderecha en España: el aumento de la movilización del electorado hasta niveles que no se habían visto desde 2004. El porcentaje de encuestados que aseguran que no tienen claro a quien votar, que no irán a las urnas, que votarán nulo o en blanco o que no contestan es el segundo más bajo de toda la serie histórica, y quien más se ha activado con respecto a la encuesta del CIS del mes pasado es la derecha.
El barómetro de este viernes únicamente ofreció la intención directa de voto, es decir, las respuestas de los encuestados sin pasar por ninguna clase de cocina. Según estos datos, el 37,5% de los encuestados contestó que votaría a un partido de izquierdas –PSOE, Unidos Podemos y sus confluencias, ERC, Pacma o EH Bildu– si mañana hubiera elecciones generales, por un 32,2% que respondió que elegiría la papeleta de PP, Ciudadanos, Vox, PNV o PDeCAT y un 0,9% que aseguró que su voto sería para "otros partidos". Esta cifra no está afectada por la polémica que ha rodeado los últimos barómetros del CIS, puesto que únicamente refleja la respuesta ofrecida por los encuestados al instituto público.
Estos datos implican que sólo el 29,1% de los encuestados respondieron que votarían blanco o nulo, no votarían o no sabían aún a quién, o se negaron a contestar, una cifra que supone una bajada de más de ocho puntos y medio de la indecisión y la abstención en tan solo un mes. Y la inmensa mayoría de la movilización procede de la derecha: en intención de voto directa, la suma de PP, Ciudadanos, Vox, PNV y PDeCAT pasó del 25,7% de diciembre al 32,2% de enero –una subida de 6,5 puntos–, mientras que la suma de PSOE, Unidos Podemos, ERC, Pacma y EH Bildu apenas ascendió 3,2 puntos.
La cifra de abstencionistas, indecisos y encuestados que no quieren contestar a quién van a votar es la más baja desde la encuesta realizada en marzo de 2004, cuando la victoria del PSOE en las elecciones generales de ese mismo mes provocó que este porcentaje se desplomase hasta apenas el 24% de los encuestados. Pero es que, de hecho, el 29,1% de indecisos y abstencionistas que registra el barómetro de este viernes es la segunda cifra más baja de toda la serie histórica, iniciada en 1993: salvo en una ocasión, y tomando como referencia al CIS, solo una vez ha habido desde ese año menos gente que no iba a votar o no tenía claro su voto.
El PP es el más beneficiado de este aumento en la intención directa de voto de la derecha, aunque eso no significa que, en unas elecciones, las respuestas de los encuestados reflejaran fielmente el resultado final de las urnas –ese sesgo es el que trata de corregir la llamada cocina–. Un 14,1% de los encuestados para el barómetro de este viernes optarían por la papeleta de los conservadores, por el 11,5% de hace un mes. Ciudadanos, por su parte, pasa del 11,4% de diciembre al 13,2% de este sondeo, y Vox sube un punto en intención directa de voto: del 1,7% al 2,7%.
Por tanto, al menos según los datos del CIS, el auge de Vox no estaría tanto sumando votos a la ultraderecha como, especialmente, movilizando a los electores conservadores. No obstante, el crecimiento del partido extremista es sostenido desde hace varios barómetros: si hace dos meses la formación tenía una estimación de voto –esta sí, con la rudimentaria cocina utilizada por el CIS desde la llegada de José Félix Tezanos a su presidencia– del 1,3%, en el barómetro de este viernes su estimación de voto es del 3,7%, una vez tenida en cuenta la abstención.
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Pero, ¿de dónde sale el voto a Vox? El sondeo da algunas pistas. Para empezar, los apoyos de la ultraderecha española son eminentemente masculinos, un rasgo que comparten con buena parte de sus aliados europeos: el 3,6% de los hombres encuestados por el CIS aseguró que elegiría la papeleta de Vox si hubiera elecciones generales, por tan solo el 1,8% de las mujeres que ofreció la misma respuesta. Por rangos de edad, la ultraderecha es especialmente débil entre los votantes de 65 años o más (sólo los votaría el 1,4% de los encuestados), y tiene su mayor fortaleza entre la juventud (el 3,9% de los encuestados de entre 18 y 24 años votaría a Vox) y los sondeados de entre 35 y 44 años (donde la formación alcanza el 4,3% de intención directa de voto).
Además, Vox es especialmente fuerte –dentro de su debilidad, según el CIS– en municipios medianos: el 3,2% de los encuestados residentes en una localidad de entre 10.000 y 50.000 habitantes lo votaría, y ese porcentaje sube hasta el 3,8% en el caso de los encuestados que viven en municipios de entre 50.000 y 100.000 habitantes. Además, en lo relativo al nivel de estudios, la ultraderecha obtiene apoyos relevantes entre los encuestados que han finalizado la secundaria pero que no tienen estudios superiores: el 4,8% de ellos aseguran que votarían a Vox.
Por otra parte, las transferencias de voto reflejan que la ultraderecha se nutre, básicamente, de exvotantes de PP y Ciudadanos. Según el CIS, el 7% de los encuestados que afirman haber votado al partido naranja en las anteriores generales dicen ahora que elegirán la papeleta de Vox, una cifra que baja al 6,3% en el caso del PP. Asimismo, el 7% de quienes sostienen que votaron a otros partidos en 2016 escogerían ahora a la formación que lidera Santiago Abascal.