Tras asistir, ayer lunes, a "uno de los espectáculos más faltos de ética de cualquier sociedad", una muestra de "obscenidad", como lo fue el abandono de Alfredo Sáenz del consejo de administración del banco Santander con una pensión acumulada de 88,1 millones, Izquierda Plural exigió hoy meter un freno: imponer un tope salarial a los directivos de la banca. Toda ella, al margen de que reciba o no ayudas públicas.
¿Por qué someter a esa regla a toda la banca, incluso la saneada? Joan Coscubiela, portavoz adjunto del grupo que suma a IU-ICV-CHA, delineó el argumento: "Si a los bancos no se les puede dejar caer, a los bancos no se les puede dejar que fijen esos salarios faltos de ética y que afectan a la dignidad de los 6,2 millones de parados. Es la única reflexión sensata. Porque si no concluiremos que los poderosos tienen una doble vara de medir en relación con las leyes del mercado. Para ellos, sí valen para repartir beneficios, no para repartir costes. Lo de menos es si el banco Santander ha recibido o no hasta ahora ayudas, lo de más es que si se acepta que cualquier entidad financiera puede recibir ayudas cuando está en riesgo –también el Santander, por tanto–, no se puede tolerar que por ser una entidad privada se pueden tener esos sueldos de escándalo".
Dicho de otro modo: si el Estado está obligado a rescatar a los bancos, entonces "es legítimo que la sociedad que los salva establezca límites salariales a priori", de forma preventiva. Límites que afecten a su retribución anual y a los pluses. Además, hay otro argumento, dijo: está "más que demostrado" que una parte de la burbuja financiera la provocó la "manera insensata" de retribuir a los tiburones de la banca.
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Un acuerdo no es "ni bueno ni malo" per se
Se le preguntó en el Congreso al portavoz ecosocialista qué tope salarial debería imponerse, habida cuenta de que el Gobierno fijó una remuneración de 500.000 euros para los ejecutivos de las entidades con problemas. "El debate no es la cuantía", contestó, porque en un país con más de seis millones de parados no puede permitirse que aumente la brecha salarial entre los trabajadores precarios (también los que trabajan en el sector financiero) y los ejecutivos. "Lo importante –reseñó– es dar la batalla ideológica", elaborar esa reflexión "en profundidad", parar ese "brutal ataque a la ética" y a los desempleados.
Coscubiela compareció en rueda de prensa conjuntamente con José Luis Centella, primer portavoz adjunto de Izquierda Plural. El otro tema estrella del día era el pacto de Estado que pidió formalmente el presidente del PSOE, José Antonio Griñán, en un desayuno informativo ayer. Centella subrayó que un acuerdo no es ni bueno ni malo per se, porque lo fundamental son las "medidas". Si el Gobierno y el PSOE están dispuestos a revertir la reforma de la Constitución aprobada en el verano de 2011 para imponer un corsé a la deuda y al déficit, si se quiere hacer una política económica radicamente distinta... entonces se podría hablar. "Lo que hace falta son propuestas claras, y un pleno monográfico en el Congreso para discutir sobre medidas de empleo. Lo demás son llamadas vacías de contenido".
Tras asistir, ayer lunes, a "uno de los espectáculos más faltos de ética de cualquier sociedad", una muestra de "obscenidad", como lo fue el abandono de Alfredo Sáenz del consejo de administración del banco Santander con una pensión acumulada de 88,1 millones, Izquierda Plural exigió hoy meter un freno: imponer un tope salarial a los directivos de la banca. Toda ella, al margen de que reciba o no ayudas públicas.