La izquierda valenciana, entre la esperanza y el recelo mutuo

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Sergi Tarín | Valencia

Las cuentas salen y los números cuadran. La izquierda valenciana presiente el fin del PP valenciano. Y lo intuye gracias a ese olfato de tuareg con 20 años de travesía por el desierto. Dos décadas de mayoría absoluta, de partido único, de corrupción endémica de arriba a abajo, con dos Gobiernos del expresidente Francisco Camps infectados de Gürtel. Un final que se barrunta en la calle y en los pasillos, donde los diputados del PP se comportan como un ejército en desbandada y con un líder, Alberto Fabra, de escaso carisma, que se disparó en el pie con el cierre de Canal 9 en diciembre de 2013 y al que Mariano Rajoy se resiste a ratificar.

infoLibre ha dialogado con Ximo Puig, Mònica Oltra e Ignacio Blanco, líderes de PSPV-PSOE, Compromís y Esquerra Unida (la marca valenciana de IU), respectivamente. Y también con Antonio Montiel, secretario autonómico de Podemos, a quien las encuestas sitúan como tercera fuerza. El resultado es un discurso de grandes esperanzas, pero también de grandes ansiedades y no pocos recelos. Abocados al pacto, el puzle de la izquierda valenciana deja un rostro de rasgos imprecisos. Entre las brumas y la encorsetada prudencia política, asoman alguna certezas. Estas son.

01. Echar al PP: un objetivo común

Todos los líderes coinciden: no habrá acuerdo anterior a las elecciones de mayo de 2015. El único pacto será sumar votos y escaños para echar al PP. “Una medida higiénica”, sostiene Puig, para quien es necesaria “una propuesta basada en el retorno de la ética”. Algo similar a lo que pide Montiel, quien augura el “fin de un régimen” y la conversión definitiva “de la carroza en calabaza” o “el agotamiento en sí mismo de un modelo económico depredador”. Un nuevo paisaje, sin un bloque previo multicolor, “porque nunca hemos estado unidos y eso no es lo importante”, según el líder de Podemos. Oltra, de Compromís, está en la misma línea: “La pluralidad permite que la palabra, el acuerdo y el diálogo recuperen su protagonismo en el Parlamento”.

En todo caso, una pluralidad a la que deberá darse forma con posterioridad. Blanco apuesta por negociar “políticas, no consejerías”. “No puede convertirse en un reino de taifas”, añade Oltra. Es el gran riesgo y la mayor responsabilidad, “que no sea un Gobierno de empresas públicas, de consejerías, que compitan entre sí”, apunta Montiel. Un Gobierno, por tanto, de líneas políticas y no de departamentos “que quepa en tres folios”, a propuesta de Oltra, y que pudiera negociarse, según Montiel, “en una plaza, en la terraza de un bar, de manera participada”.

¿Se han dado ya contactos? “Menos de los que se debería”, a juicio de Oltra, quien exige una mayor presencia de foros de reflexión pública. Y concluye con una autocrítica: “Estamos demasiado centrados en cómo desalojar al PP y no tanto en presentar un modelo alternativo de políticas”.

02. Desconfianzas mutuas

La irrupción de Podemos ha puesto en guardia a la izquierda tradicional. También en la Comunitat Valenciana. Aunque el lamento es matizado, los partidos de la oposición sienten que, de alguna manera, Podemos recogerá los frutos que tanto les ha costado cosechar. Sobre todo en materia de lucha contra la corrupción. Puig proclama al PSPV como el decano de esta pugna, con las primeras querellas criminales, el 2005, en el caso Terra Mítica. “Nos hemos arruinado con tanta demanda”, apostilla.

Por su parte, EUPV ha realizado una legislatura muy seria llevando a los juzgados al arquitecto Santiago Calatrava y dejando a Francisco Camps al borde del banquillo con la denuncia (junto al PSPV) del caso Valmor (la empresa que se enriqueció con las deudas de la Fórmula 1). Y Compromís ha capitalizado el caso Gürtel, con una Mònica Oltra tan incisiva que acabó por desquiciar al expresident Camps. “Les hemos abierto el camino [a Podemos] y pisarán sobre un suelo labrado”, explica Oltra, aunque acto seguido, puntualiza: “Aun así no debemos tener un sentido patrimonial del voto ni sentirnos damnificados por la democracia”.

La cabeza de lista de Compromís a la Generalitat, Mònica Oltra, con el número dos por Valencia, Enric Morera, este 28 de febrero en la presentación de las candidaturas de la coalición | EFE

Por su parte, Montiel cree que la “izquierda clásica”, así la llama, “no ha sabido sacar rédito de sus logros”. Cabe decir que Montiel no es un recién llegado, sino un habitual de los movimientos sociales e incluso, hace años, fue propuesto como independiente para las listas al Ayuntamiento de Valencia (aunque al final no llegó a concurrir) de Esquerra Unida y, más tarde, de los nacionalistas del Bloc. Y en las recientes primarias de Compromís coqueteó con presentarse, aunque finalmente se convirtió en el hombre de Pablo Iglesias en Valencia y su lista ganó en las primarias autonómicas de Podemos. “Soy un independiente radical, estoy cansado de perder”, apostilla de manera gráfica antes de trazar un análisis muy crítico hacia esa “izquierda clásica” en la que mejor parada sale es Compromís, “más jóvenes, más frescos y con más presencia en la calle”. No así Esquerra Unida, a la que considera “muy por detrás de la izquierda social: más movilizada, más útil” y que tuvo en el 15M “el golpe de gracia”. “Han pasado cuatro años y nadie se ha puesto las pilas”, sentencia.

Pero es sobre todo en el PSPV-PSOE donde se acumulan los dardos. Montiel los tacha de “Leviatán, un monstruo devorador de recursos institucionales”, petrificado en el lermismo [del president Joan Lerma], “la misma gente de siempre”. Formación que, a juicio de Montiel, “es en sí misma su peor enemiga, una fuerza que se percibe como perdedora, víctima de una profecía autocumplida”.

“¿Ximo Puig? El jefe de Gabinete de Lerma, ¿no?”, responde Oltra con mordacidad. Un PSOE “bipolar”, según Ignacio Blanco, “que en el Gobierno está al servicio de la troika y en la oposición defiende políticas públicas”. Por su parte, Puig reconoce que su partido ha estado “demasiado ensimismado en batallas internas”, pero aún lo considera como “la oposición razonable al PP”. Es decir, “los que dicen la verdad y no crean frustraciones”, en referencia a Podemos y su supuesto programa de máximos e indefinición ideológica.

“Se ha roto el discurso derecha-izquierda, esa trinchera es reduccionista”, defiende Montiel. Algo que exaspera a Blanco, quien acusa a Podemos de “ambiguo” y de diseñar un proyecto “demasiado dependiente de una figura carismática, casi mesiánica”, en alusión a Iglesias.

Finalmente, a Oltra tampoco le gusta el discurso de Podemos “de los de abajo y los de arriba”. Según la líder de Compromís, “la sociedad debe ser horizontal, porque si los de abajo están arriba, siempre habrá alguien abajo”. Y subraya: “No quiero aniquilar al otro, como ha sucedido en las Corts Valencianes, donde una forma de pensar ha desempeñado el poder absoluto”.

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03. Y al día siguiente, ¿qué?

Para Blanco, las medidas más urgentes son “detener las privatizaciones y los recortes”. Y Montiel añade: “Ni un desahucio más”. Por su parte, Puig hace suya “la reapertura de Canal 9” y Oltra “una política medioambiental contra el cambio climático y un nuevo sistema tributario redistributivo”.

Y por encima de todo y de todos, una medida al instante: pedir perdón a las víctimas del accidente de metro accidente de metroque en julio de 2006 dejó 43 muertos y 47 heridos. Y reabrir una comisión de investigación parlamentaria que depure responsabilidades.

Las cuentas salen y los números cuadran. La izquierda valenciana presiente el fin del PP valenciano. Y lo intuye gracias a ese olfato de tuareg con 20 años de travesía por el desierto. Dos décadas de mayoría absoluta, de partido único, de corrupción endémica de arriba a abajo, con dos Gobiernos del expresidente Francisco Camps infectados de Gürtel. Un final que se barrunta en la calle y en los pasillos, donde los diputados del PP se comportan como un ejército en desbandada y con un líder, Alberto Fabra, de escaso carisma, que se disparó en el pie con el cierre de Canal 9 en diciembre de 2013 y al que Mariano Rajoy se resiste a ratificar.

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