La carrera hacia los comicios madrileños ha empezado y Jimena González admite cierto vértigo. A pesar de que la campaña aún no ha dado el pistoletazo de salida, la activista no está hecha a ser el centro de los focos. Se reconoce como activista, pero su militancia ha estado siempre volcada en el trabajo interno, el de hormiguita, el que no se ve. Ahora ha querido dar un vuelco a esa dinámica y sumarse a las listas de Más Madrid. Aunque en el puesto 28, lo que significa que, muy probablemente, la atención mediática dure lo que se prolongue la campaña: las encuestas conceden a su partido no más de una veintena de actas.
Jimena González ha decidido dar un paso al frente por una razón de peso: visibilizar la realidad de las personas trans. Lo ha hecho pese a los temores, uno de ellos que en las listas oficiales aparezca su nombre registral, distinto al que ha elegido como propio. Cita a infoLibre en una cafetería del barrio de Malasaña, en pleno centro de la capital. Conversa sobre la norma que desde hace un lustro blinda los derechos de las personas trans en la comunidad, sobre el sentido de la libre determinación de género en el caso de los menores y sobre el creciente debate en torno a las leyes trans. También habla sobre cuestiones como los vientres de alquiler, debate que entiende ajeno al colectivo y para el que su partido no tiene una respuesta firme.
Dice que se presenta en las listas para "visibilizar las dificultades de las personas trans en cualquier tipo de participación política o de participación en la vida pública". ¿Cuáles son esas dificultades?
Hasta que las listas definitivas no se publicaron en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM), yo no tenía 100% seguro ni siquiera con qué nombre iba a aparecer en la lista. Esto es un tema especialmente importante para las personas trans. Yo ya empecé con el proceso de hormonación, que según la actual legislación estatal me podrá permitir cambiar mi nombre y mi sexo en el DNI dentro de algo menos de dos años, pero hasta entonces estoy un poco a expensas en la mayoría de las situaciones de la buena voluntad de las personas con las que trato. En el caso de estas listas, tengo el amparo de la ley trans madrileña, que a pesar de su incipiente estado de desarrollo, en principio debería proteger mi derecho a la participación política sin discriminación, por tanto con mi nombre y con mi género, y con protección de mi intimidad, es decir mi derecho a ocultar mi nombre registral si es lo que deseo hacer. Esta es una traba muy importante, está demostradísimo que para las personas trans una de las cuestiones que suponen un impacto más positivo en sus vidas y una mejora de su calidad de vida es tener la seguridad de que su nombre y su género van a ser respetados. Ahora estamos un poco en este limbo de conflicto de competencias estatales, autonómicas, por una ley madrileña mucho más avanzada. Si al final aparezco en la lista como Jimena, eso es porque me presento para unos comicios autonómicos madrileños, no podría hacerlo si me presentara en Extremadura.
El año pasado anunció públicamente el inicio de su transición "después de muchos años de dudas". ¿Cuáles han sido las dudas y por qué decidió hacerlo público?
Realmente la transición es un proceso muy largo, un proceso que después cuando lo ves con perspectiva vas viendo las distintas fases y ves que ya estabas transicionando antes de saber que estabas pasando por una transición. Yo lo anuncié cuando había empezado el tratamiento hormonal, que no es lo mismo que la transición. La transición es un proceso y el tratamiento hormonal es una cuestión que a veces acompaña a las personas trans y a veces no. Todas esas fases de la transición me llevaron al momento definitivo, durante el confinamiento, en el que yo ya decidí que en cuanto saliéramos lo primero que iba a hacer sería pedir cita para iniciar esa hormonación. Vas pasando por muchas fases diferentes de ir por un lado destruyendo muchas asunciones que tenías sobre ti misma, que has ido interiorizando a base de que te las repitan desde fuera y entonces vas viendo que lo que queda después de ese proceso es realmente tú, lo de antes eran imposiciones desde fuera. Yo empecé hace varios años, cuando yo ya interioricé que no era un hombre. Me costó mucho más tiempo definir lo que sí era, pero yo sabía que no era ni nunca había sido un hombre.
Hace unos días la organización COGAM denunció un ataque en su sede. ¿Ha crecido la transfobia en Madrid?
Ha crecido una expresión determinada de la transfobia. La transfobia, como la homofobia, la LGTBIfobia en general, ese odio irracional a todo lo que se sale del canon de lo que tiene que ser el comportamiento, la orientación afectivo-sexual y la identidad de género, ese odio siempre ha estado y sigue estando. Lo que sin duda se ha recrudecido es un tipo de transfobia muy específica que siendo el mismo tipo de odio recurre a todo un aparato teórico, recién construido, para justificar ese odio. Eso se veía muy bien en las pintadas de la sede de COGAM, que en realidad son prácticamente lo que todas las mujeres trans que tenemos un perfil en Twitter, por ejemplo, nos encontramos día a día.
¿Cree que esa nueva versión ha entrado en el feminismo?
Creo que está instrumentalizando al movimiento feminista. Está instrumentalizando el constructo teórico del feminismo para canalizar por un lado ese odio irracional que es de siempre, y por otro lado beneficiar los intereses políticos específicos que son de ahora mismo.
Una de las pintadas en la sede de COGAM rezaba "compra bebés". COGAM ha prácticamente liderado la defensa de los vientres de alquiler. ¿Qué opina de esta práctica? ¿Qué posición tiene Más Madrid?
Desde el colectivo general LGTB estamos especialmente cansadas de que el tema de los vientres de alquiler se ponga en agenda constantemente como un tema LGTB, cuando la inmensa mayoría de las personas usuarias de vientres de alquiler son cis heterosexuales. Aquí desde luego hay un problema de foco bastante importante. Este no es un debate del colectivo LGTB, es un debate del feminismo, un debate que corresponde tener específicamente a las mujeres que pueden gestar. El colectivo LGTB es completamente minoritario, hay un interés constante y deliberado en situar el debate sobre la gestación subrogada o los vientres de alquiler en el colectivo LGTB como si los hombres homosexuales o las personas trans fuesen mayoritariamente usuarias de este tipo de prácticas y eso es completamente falso. Más de un 90% de las personas usuarias son parejas cis heterosexuales.
¿Hay una posición clara al respecto en Más Madrid?
Dentro de Más Madrid hasta donde yo sé este debate se ha tenido de manera informal, no se ha abordado la cuestión, desde luego desde el sectorial LGTBI, que es donde yo milito desde hace más tiempo, lo que se ha decidido es que no es un debate que corresponda al colectivo LGTB tener.
Volviendo a Madrid, el barrio de Chueca ha sido tradicionalmente epicentro del movimiento LGTBI, pero su estética y sus dinámicas han sido también objeto de reproches por sectores más críticos, que apuntan a mercantilización y pink washing. ¿Comparte las críticas?pink washing
Yo creo que tendríamos que ser, incluso dentro del propio colectivo, muchísimo más amables con nuestra propia historia como colectivo, con los referentes que hemos tenido, los lugares que han sido icónicos, que han los que han podido ser y cómo han podido ser, porque no han podido ser de ninguna otra manera. Este debate sobre lo que representan, si los valores que puede transmitir esta imagen son positivos o no, me recuerda un poco a cómo se trató la figura de La Veneno desde el propio colectivo cuando ella aún vivía. Hay un sector importante que la rechazaba como referente, porque representaba unos valores con los que no se identificaban, una estética en la que no se reconocían… La Veneno fue el referente que pudimos tener y del que no debemos renegar. Podemos empezar a construir a partir de ahí. Tengo una sensación parecida con Chueca: yo de Chueca me niego a renegar en ningún sentido, de la adolescencia que he tenido allí y de lo que ha representado. La imagen que transmite del colectivo es la que ha podido ser y la que ha debido ser. Me parece bien construir a partir de ahí, pero tenemos que ser conscientes de que hemos tenido los referentes que hemos podido tener.
La ley madrileña de 2016 de Identidad y Expresión de Género, en su artículo cuarto, proclama el reconocimiento del derechoa la identidad de género libremente manifestada. ¿Qué ha permitido esta ley y cuáles son sus limitaciones?
Esta ley fue muy celebrada por el colectivo en el momento de su aprobación en 2016, fue una ley muy ambiciosa y ha cambiado algunas cosas con respecto a la vida cotidiana de las personas trans. Sin duda no tantas como hubiera podido y hubiera debido. La ley trans madrileña permite por ejemplo que a día de hoy existan en muchísimas instituciones públicas protocolos para respetar el género y el nombre de personas trans antes de modificar su DNI. Esto yo lo he vivido en la Universidad Complutense de Madrid, que tiene un protocolo para personas trans cuyo DNI aún refleja su nombre registral, para que en todos los ámbitos de la vida académica figure con su nombre y género real. También ha permitido un grado relativamente grande de despatologización de las vidas trans en el ámbito sanitario en la Comunidad de Madrid para que el inicio de los tratamientos hormonales no se requieran tratamientos psicológicos ni evaluaciones de ningún tipo, sino que el inicio responda a la voluntad libremente expresada por la persona. Una mejora inmensa de la calidad de vida. Sin embargo hay muchos aspectos que siguen sin desarrollo, ya vencido el plazo que se ponía la propia ley.
La ley establece que la Comunidad de Madrid facilitará en los colegios una "posible detección temprana de aquellas personas en educación infantil que puedan estar incursas en un proceso de manifestación de su identidad de género". ¿Cómo es posible esta detección en niños tan pequeños?
Las infancias trans son muy asertivas. En la inmensa mayoría de los casos los niños y niñas trans lo verbalizan de maneras muy explícitas, normalmente no hay nada que intuir, nada que evaluar, nada que considerar o que dudar. Desde luego si se dan las condiciones para que lo puedan verbalizar con seguridad y con confianza.
Si un alumno o alumna no se ajusta a determinados mandatos de género, ¿deben iniciarse estos procotolos?
Por supuesto que puede haber niños y niñas trans que se ajusten a las expectativas que tenemos sobre los roles del género asignado al nacer. Puede haber niños y niñas trans cuya expresión de género coincida con las expectativas que tenemos, puede haber niños y niñas que no sean trans y que también estén en los dos ámbitos… Yo creo que de verdad a la persona trans no hay que evaluarla, no hay nada que diagnosticar. La persona trans lo declara. En el caso de los niños a veces supongo que puede ser una cuestión más complicada, pero cuando se dan las condiciones para que el niño o la niña pueda verbalizar quién es, no hay más que escucharle y creerle.
Siguiendo con los colegios, ¿cree que el pin parental es un peligro? ¿Qué haría usted al respecto?pin parental
Por supuesto que es un peligro real. Corremos un riesgo muy real de que se implante. Más Madrid ha propuesto al resto de fuerzas un compromiso expreso de que el veto parental no va a llegar a los colegios madrileños. Es un tema que nos preocupa muchísimo, que en un gobierno de la extrema derecha de Ayuso con Vox la Consejería de Educación acabe en manos de Rocío Monasterio o cualquier otro diputado de la ultraderecha como ha pasado en Murcia. Esto es muy grave porque implica darle a los padres y a las madres la potestad de restarle derechos a sus hijos y a sus hijas. El veto parental no le da un derecho a los padres y a las madres, les permite quitarle un derecho a los niños y a las niñas, el derecho de educarse conociendo la realidad en toda su complejidad y diversidad. Prohibirle a un niño o niña que conozca la realidad de la sociedad en la que vive ya no solo está posiblemente condenando a ese niño a un desarrollo infeliz y frustrante si es homosexual o trans, es que tampoco va a poder conocer la realidad tal y como es, comprender a las personas que le van a rodear el resto de su vida. Eso es muy grave y muy perjudicial para todos los niños y las niñas.
En cuanto a la atención sanitaria, ¿qué opinión le merecen las Unidades de Identidad de Género?
Una de las cuestiones que recoge la ley trans madrileña es que la atención endocrinológica y el seguimiento de los tratamientos hormonales en el sistema sanitario se lleve desde la Atención Primaria u hospitalaria pero de cercanía, no de manera centralizada en la Unidad de Identidad de Género del Hospital Ramón y Cajal. Por mi propia experiencia y por lo que tengo entendido la atención de despatologización en la propia unidad ha mejorado bastante. Aún así yo no tengo constancia de que a día de hoy sea posible un seguimiento fuera de esta unidad, algo que estaba previsto en la ley.
¿Defiende la eliminación de esta unidad?
No tengo un criterio muy definido sobre si la Unidad de Identidad de Género debe seguir existiendo o no. Yo he tenido una experiencia bastante positiva, pero sí me parece imprescindible que se forme al conjunto de personal sanitario para que la atención no esté centralizada en un único hospital.
¿Cómo está asistiendo al debate en el Gobierno en torno a la Ley Trans?
Estoy asistiendo con una profunda decepción. De repente estamos viendo cómo se están poniendo en duda conceptos, cuestiones de derechos básicos de las personas trans que hace dos años eran consenso. Es muy frustrante ver cómo se juega de esta manera con los derechos de las personas trans por un juego político.
¿Qué le parecen propuestas como el establecimiento de tiempos de reflexión o la mediación de testigos para reforzar el cambio registral?
Volvemos a un punto que ya estaba más que superado, que es esta idea subyacente de que las personas trans no estamos bien y necesitamos ser tuteladas. Todas estas cuestiones, como un certificado del entorno que acredite que eres quien eres, o esta cuestión de los testigos, o los tiempos de reflexión... Yo tiempo de reflexión no tengo ningún problema con que se ponga siempre que me convaliden los 32 años de reflexión que yo llevaba antes de decidirme a emprender mi transición. Es tratarnos como personas mermadas que necesitan tutelaje. Es un trato verdaderamente indigno.
La Ley Tran no resuelve el encaje de las personas no binarias, ¿cuál cree que debería ser?
Es una de las aportaciones de mejora que hacemos desde Más Madrid LGTBI con respecto a la propuesta de Ley Trans. La solución de que en el DNI se pueda indicar hombre, mujer o no indicar el sexo, para las personas no binarias es completamente insatisfactoria. Así lo denuncian los colectivos, lo que quieren es salir de la invisibilidad. La petición que se hace es que exista la posibilidad de indicar el género no binario en igualdad de condiciones respecto a los géneros binarios.
¿Conoce cuál es el porcentaje de personas trans en Madrid? ¿Cree que las instituciones deberían trabajar en estadísticas en ese sentido?
Las realidades de las personas trans son increíblemente diversas, no es nada fácil establecer estadísticas. Hay cuestiones concretas que sí se pueden contabilizar, como el número de personas que recurren a tratamientos hormonales, pero asumir esa parte por el todo sería un error. Con las identidades trans y con el número de personas trans que hay o que puede haber pasa un poco como pasó cuando se aprobó la ley del matrimonio igualitario y había voces que decían que ser homosexual estaba de moda, que los había por todas partes, que estaban hasta en Aquí no hay quien viva. Con las personas trans está pasando lo mismo. Las personas LGTBI no somos tontas. En nuestras vidas es importantísimo llegar al momento de reconocerse como tal y empezar a vivir públicamente así. Pero cuando ese momento implica una condena a la marginalidad, igual no te merece la pena. Esto estuvo pasando muchísimo tiempo con las personas homosexuales. Claro que no se puso de moda, es que vivir públicamente como persona homosexual dejó de condenarte a la marginalidad. Con las personas trans está pasando lo mismo: no está de moda, es que por primera vez ser trans empieza a dejar de condenarte a una vida de marginalidad, como sí lo ha estado haciendo hasta hace nada.
En todo caso, sabemos que las personas trans son una minoría. ¿Se debe legislar para minorías?
Justamente cualquier tipo de política de igualdad se tiene que basar en una protección específica de las minorías. Cuanto más vulnerables, y las minorías son más vulnerables cuanto más minoritarias, mayor grado de protección requieren. Por supuesto que eso se ha de legislar, es una responsabilidad del conjunto de la sociedad asegurar que formar parte de una minoría no merma tus derechos.
Durante mucho tiempo se habló de feminizar la política y de la importancia de tener a mujeres referentes. ¿Hay un problema de representación de las personas trans en la política?
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Hay un vacío enorme. Hay poquísimas personas trans en política, en general en prácticamente todos los ámbitos de la vida pública. Estoy hablando de una representación inferior incluso al porcentaje de personas trans que se calcula sobre la población general. En la política madrileña está el inmenso referente de Carla Antonelli, que además viene de una historia de activismo muy intensa y muy respetable, pero en la línea visible de la política madrileña hay un vacío inmenso. En el caso de Madrid, con respetar la ley trans madrileña, que protege el derecho a la participación política sin discriminación, eso ya es un paso enorme.
Va en el puesto 28 de la lista. El CIS les da 20 escaños. ¿Qué planes tiene si no llega a entrar en la Asamblea de Madrid?
Confío en que el resultado electoral siga creciendo, que es sin ninguna duda la tendencia. A partir de ahí, de que Más Madrid obtenga un resultado lo mejor posible y que Mónica García obtenga una posición lo más fuerte posible y entre el mayor número de personas de la lista, gente absolutamente válida, admirable y que me ha cuidado muchísimo, a partir de ahí el resto me resulta un poco más irrelevante.
La carrera hacia los comicios madrileños ha empezado y Jimena González admite cierto vértigo. A pesar de que la campaña aún no ha dado el pistoletazo de salida, la activista no está hecha a ser el centro de los focos. Se reconoce como activista, pero su militancia ha estado siempre volcada en el trabajo interno, el de hormiguita, el que no se ve. Ahora ha querido dar un vuelco a esa dinámica y sumarse a las listas de Más Madrid. Aunque en el puesto 28, lo que significa que, muy probablemente, la atención mediática dure lo que se prolongue la campaña: las encuestas conceden a su partido no más de una veintena de actas.