Juanma Moreno cierra la era socialista en Andalucía tras cinco presidentes y 37 años

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Rafael Escuredo (1982-1984), Rodríguez de la Borbolla (1984-1990), Manuel Chaves(1990-2009), José Antonio Griñán (2009-2013) y Susana Díaz (2013-2018). Todos los presidentes de la Junta de Andalucía tenían dos cosas en común. Una, la licenciatura en Derecho. Y otra, más relevante, el carné del PSOE andaluz, la federación más numerosa del partido del puño y la rosa, el único que había ocupado San Telmo, sede de la presidencia andaluza, hasta el punto de alcanzar una identificación casi plena entre el partido, la institución y la propia autonomía. Todo eso se acabó. Cayó la más sólida hegemonía política española. Tras 37 años, cayó el que se creía fortín inexpugnable del PSOE. Este miércoles se consumó el relevo. Andalucía deja atrás al PSOE y se adentra en una nueva etapa de mayoría conservadora presidida por el PP, apoyada por Cs y con la llave en manos de la ultraderecha. Andalucía, siempre deseosa de converger con Europa, ha terminado homologándose por ese flanco: la extrema derecha que ya campa por la mayoría de países de la UE ha entrado en España por el sur.

Juan Manuel Moreno Bonilla (Barcelona, 1970), criado en Nuevas Generaciones, titulado en Protocolo y Organización de Eventos, se convirtió en presidente pese a liderar un partido del que cogió las riendas en 2014, cuando tenía 50 escaños, y que ahora tiene 26. Paradojas de la política: su ascenso a la presidencia es paralelo a su descenso electoral. El quid reside en que el espacio conservador, antes ocupado por el PP en régimen de monopolio, se ha roto en tres pedazos, cuya suma ha permitido a Moreno alcanzar con 749.275 votos lo que Arenas no consiguió con 1.570.833 en 2012, la única vez en que el PP ha sido el partido más votado. Un PP venido a menos, que de 2015 a 2018 ha perdido 316.410 votos, un 29,6%, logra lo que se le escapó incluso en su etapa de esplendor electoral de principios de década. El precio a pagar es compartir el poder con Cs (21 diputados), con el que el PP ensayará su primera coalición, y con Vox (12 diputados), que determinará la legislatura desde el Parlamento e intentará imponer su agenda extremista. Nunca la ultraderecha había obtenido mayor poder de decisión y legitimidad en el presente periodo democrático. "Yo no creo en los cordones sanitarios, son negativos para la democracia", dejó dicho Moreno.

La consolidación de Cs y la irrupción de Vox han paliado el retroceso del PP, que se beneficia de la desmovilización de la izquierda. El resultado es que Moreno consigue lo que se les escapó a Hernández Mancha (1982 y 1986), Gabino Puche (1990), Teófila Martínez (2004) y Arenas (1994, 1996, 2008 y 2012). 14.845 días después de que fuese constituida la Junta, el 27 de mayo de 1978, con el socialista Plácido Fernández-Viagas como presidente preautonómico; 13.315 días después de la toma de posesión como presidente de la autonomía de Rafael Escuredo, el 4 de agosto de 1982, el Gobierno andaluz cambió de signo. Se abusa del adjetivo, pero esta vez sí tiene sentido: este 16 de enero fue un día histórico. Y lo será también el viernes, cuando Moreno tome posesión. Le quedará entonces anunciar la composición exacta y los consejeros de su gobierno de coalición, con Juan Marín (Cs) como vicepresidente. Lo demás ya se conoce. Al menos las prioridades: bajada o supresión de los impuestos a su alcance,recorte de estructura –la llamada "administración paralela"–, desvelamiento de irregularidades –"levantar alfombras"–, apuesta por por la educación concertada, supresión de la subasta farmacéutica, incremento de sueldo de los médicos que trabajan en la privada...

Delimitación de bloques

La segunda jornada del debate de investidura, la que terminó con la designación de Moreno, se celebró con los dos bloques bien delimitados y las posturas ya sabidas.A la derecha están PP (26 parlamentarios), Cs (21) y Vox (12), que votaron a favor de Moreno. A la izquierda, PSOE (33) y Adelante Andalucía (17), que votaron en contra. Esa es la nueva correlación de fuerzas: 59 a 50. Y se hizo visible con toda claridad. Moreno exhibió su amplio margen de entendimiento con Vox y su sintonía con Ciudadanos.Los líderes de ambos partidos, Francisco Serrano y Juan Marín, renunciaron al turno de réplica, en un gesto que subrayaba su confianza en Moreno.

La soldadura peor sellada de la alianza es la de Cs y Vox. Ambos han pactado con el PP, pero no entre sí. El rifirrafe está ahí. Este miércoles Marín se encargó de insistir en que no renunciará a las leyes de igualdad y contra la violencia de género, piezas a batir para Vox. Y Serrano insistió en que su partido no renuncia a nada. El papel del PP, de bisagra entre Cs y Vox, permite a cada cual desempeñar un rol aceptable ante los suyos sin fotografiarse juntos, aunque formando parte de la misma mayoría.

Vox: "No renunciamos a nada"

Subido a la tribuna, Francisco Serrano, portavoz parlamentario de Vox, presentó las credenciales de su grupo sin dejar lugar a dudas. El juez condenado por prevaricaciónafirmó representar a los que están "hasta el gorro y la gorra del lenguaje inclusivo" –"yo diré 'españoles y andaluces'"–, a los que están "hartos de que los llamen xenófobospor no estar de acuerdo con inmigración ilegal", a los que se rebelan contra la "dictadura ideológica" y "de género" de una izquierda "intrusiva y totalitaria". Su intervención fue un repaso "sin complejos" por los temas emblemáticos de Vox: subvenciones a feministas, unidad de España, énfasis simbólico y moral, nacionalismo tradicionalista, rechazo del "adoctrinamiento ideológico"... Insistió en expulsar a 52.000 inmigrantes irregulares, dato no explicado ni por Vox ni por el sindicato policial que lo echó a rodar, y reclamó a Moreno que "condene los ataques" a su partido. "No le traemos un cheque en blanco. Vox no va a renuncia a ninguno de sus planteamientos ", le dijo al presidente in pectore. Pero lo cierto es que no hizo exigencias concretas.

Moreno condenó los ataques a todos los partidos y no le discutió ni una idea a Serrano. Cederá más o menos a las pretensiones de Vox, pero es poco previsible una batalla político-cultural en el seno del a derecha. El candidato del PP se limitó a decir que entre su partido y el de Santiago Abascal, que estuvo presente, "hay diferencias". "Nadie tiene que renunciar a nada", añadió. Serrano, satisfecho, no hizo uso de su segundo turno."Ha quedado todo clarísimo", dijo el líder de Vox. Risas en la bancada del PSOE.

Antagonismo ideológico

El batacazo del PSOE, que ha perdido 402.035 votos, un 28,4%, ha eclipsado el de Adelante Andalucía, que se dejó 282.519, un 32,6% de lo obtenido en 2015 por Podemos e IU. Teresa Rodríguez (Podemos) y Antonio Maíllo (IU) tienen ahora un reto: hacerse con un espacio de oposición visible y distinto al del PSOE y dar continuidad a un proyecto de unidad que tropieza con las urnas. La proximidad de las municipales ha impedido a Rodríguez y Maíllo –a todos los líderes, en realidad– una reflexión a fondo sobre los resultados del 2-D. No hay tiempo. Ha tocado volver al Parlamento.

En su debut en la legislatura, Rodríguez fue transparente: oposición frontal al Gobierno Moreno-Marín apoyado por Serrano. Socialmente "sádico" y "elitista", "machista",tutelado por "el pistolero de Bilbao", en referencia Abascal. Así fue el retrato hecho por Rodríguez, que apuntó el dedo contra el enfoque económico, educativo y sanitario de la nueva mayoría. "Son un gobierno de franquicia, de los ricos, de corbatas grandes sobre corazones pequeños", afirmó. La líder de Adelante Andalucía, que encara su última legislatura, avanzó una línea de respuesta feminista y contestataria, que combinará la dureza en el tono con la movilización –si hay capacidad– en la calle. Rodríguez, que durante la pasada legislatura ya acusaba a Díaz de privatizar y precarizar lo público, elevó el tono y avanzó que su grupo vigilará al detalle quién se beneficia de la mayor apertura al negocio de los servicios públicos: farmacéuticas, Iglesia, constructores...

Emprendedores y autónomos

Moreno se recreó en la incompatibilidad entre el PP y Adelante. Acusó a Rodríguez deentender la realidad a base de "clichés" y apuntó contra el PSOE, del que dijo que se iba a meter en una carrera de radicalidad con Podemos-IU. Si en la negociación el desafío de Moreno será mantener al mismo tiempo satisfechos a sus dos socios, Cs y Vox, en el discurso lo tendrá complicado para presentar a Adelante y PSOE como radicales cuando él gobierna gracias a un pacto con un grupo de ultraderecha.

Frente a las recetas "fracasadas" del PSOE y Adelante Andalucía, Moreno insiste en un modelo de "emprendedores" que creen empleo y generen "progreso social". Es la nueva nota dominante del discurso de poder andaluz. Si el PSOE ponía el énfasis en los derechos y la igualdad, el PP y Cs lo hacen en la libertad y la prosperidad. A la espera de ver el alcance de las medidas económicas anunciadas y de comprobar cómo reacciona a las mismas la frágil economía andaluza, lo que se hace evidente es que el espacio de coincidencia natural entre PP, Cs y Vox se despliega en torno a un campo liberal o neoliberal: fomento del trabajo autónomo, énfasis en la competencia, atracción de inversión extranjera, eliminación de restricciones en el uso del suelo, mayores facilidades para que los privados operen en los entornos educativo y sanitario...

Los tres socios –aunque Vox y Cs no se reconocen entre sí como socios– también exhiben su sintonía en cuanto a poda de la "administración paralela". Será en los aspectos más simbólicos donde surjan las discrepancias. En el estreno no hubo roces. Fue un día cómodo para Moreno. Al igual que Serrano, Juan Marín, el que será su vicepresidente, renunció a su turno de réplica.

Díaz, a la oposición

Para el PSOE era un día de novedades desagradables. Por primera vez su sitio iba a estar en la oposición. Díaz, cuestionada por Ferraz, pretende consolidarse como referente de la oposición y ser candidata otra vez cuando toque. Recuperar la Junta, como en Extremadura hizo Guillermo Fernández Vara. Como presidenta mantenía a raya a Moreno. Ahora al líder del PP se lo ve más seguro: al fin se ha quitado el estigma de perdedor que le recordaba Díaz debate tras debate.

Díaz afeó a Moreno que comparase el relevo en Andalucía con "la transición", primero porque la autonomía andaluza no es el régimen franquista, segundo porque el PP –dijo Díaz– pacta con los "herederos" del franquismo. "Los amigos de mis amigos son mis amigos", dijo, para subrayar que el pacto vincula a PP y Cs con Vox, por más que marquen distancias. Moreno le respondió que, si es válido aquello de que "los amigos de mis amigos son mis amigos", ella era amiga de Torra. "¿También los amigos de su amigo Sánchez son sus amigos?", le preguntó. Su bancada se tronchaba de risa y aplaudía. Qué pocas veces se han visto escenas así en el Parlamento, con el PP tan feliz.

El enfrentamiento entre Moreno y Díaz delimitó su campo de juego. La socialista tratará de poner de relieve cómo el PP no logra cumplir sus promesas, ni por lo tanto demostrar su tesis según la cual todos los problemas de Andalucía eran culpa de su gestión; el conservador tratará de explotar las contradicciones que le genera a Díaz su peliaguda relación con Pedro Sánchez. "Yo tengo discrepancias políticas [con Sánchez], no orgánicas", respondió la socialista, minutos antes de perder la presidencia. En cambio, añadió, en el PP muchos estaban esperando para echarlo hasta "la noche de la carambola", añadió la líder sevillana.

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Sea o no cierto, lo que Díaz llama "la noche de la carambola" ocurrió. Y Moreno ya es presidente. Aunque nacido en Barcelona como hijo de emigrantes, como le gusta recordar, es malagueño de crianza. Su familia se mudó a la capital de la Costa del Sol siendo un bebé. Empezó Psicología y Magisterio, pero no terminó. Le tentó la política. Se afilió al PP a los 19 años. Y ha hecho un carrerón: concejal del Ayuntamiento de Málaga, parlamentario andaluz, senador, diputado, secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad en el Gobierno de Mariano Rajoy... De ahí saltó, con el aval de Soraya Sáenz de Santamaría y Jorge Moragas, a ser designado a dedo por Rajoy en 2014 para dirigir al PP andaluz. Llegó contra el criterio de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, que prefería a José Antonio Nieto. Moreno encaraba la tarea de recuperar el pulso del PP andaluz tras su amarga victoria de 2012, antesala de la salida de Arenas.

A pesar de que este miércoles se ha convertido en presidente, nunca llegó a consolidar un liderazgo incontestable dentro del partido. Mirado con escepticismo desde Sevilla, desdeñado por parte de la prensa conservadora, sus malos resultados en las elecciones de 2015 (pasó de 50 a 33 diputados) no lo hicieron cejar en su empeño. Se quedó en la oposición, desde donde trató de convencer al electorado conservador de que en Andalucía Ciudadanos es un partido de izquierdas proclive al pacto con el PSOE. Difícil empeño. También que su partido, el PP, era el llamado a limpiar de corrupción Andalucía. Otro difícil empeño, dada la trayectoria del PP en las comunidades de Madrid o Valencia.

Su relación con Susana Díaz es fría, de estricta cortesía y a veces ni eso. Su estilo es pausado y cortés. No tiene el perfil aguerrido que agrada a Pablo Casado, a quien no apoyó en las primarias del partido y que tenía previsto sustituirlo tras el 2-D hasta la sorprendente noche electoral lo cambio todo. Moreno es más de la vieja escuela, en forma y fondo, que los candidatos designados para Madrid. La presidencia le llega contra pronóstico y lo convierte en un barón inesperado. "Pueden los que creen que pueden. Yo siempre creí", dijo el martes desde la tribuna. Él creería, pero pocos más. Ni una encuesta pronosticaba que alcanzaría el cargo. Pero aquí está. A las 16.57, terminada la votación en el Parlamento, por mayoría absoluta y a la primera, Moreno se convirtió en presidente. Díaz fue a darle la enhorabuena. Luego Antonio Maíllo (Teresa Rodríguez, embarazada, se había ausentado con malestar físico). Empieza la era Moreno. 

Rafael Escuredo (1982-1984), Rodríguez de la Borbolla (1984-1990), Manuel Chaves(1990-2009), José Antonio Griñán (2009-2013) y Susana Díaz (2013-2018). Todos los presidentes de la Junta de Andalucía tenían dos cosas en común. Una, la licenciatura en Derecho. Y otra, más relevante, el carné del PSOE andaluz, la federación más numerosa del partido del puño y la rosa, el único que había ocupado San Telmo, sede de la presidencia andaluza, hasta el punto de alcanzar una identificación casi plena entre el partido, la institución y la propia autonomía. Todo eso se acabó. Cayó la más sólida hegemonía política española. Tras 37 años, cayó el que se creía fortín inexpugnable del PSOE. Este miércoles se consumó el relevo. Andalucía deja atrás al PSOE y se adentra en una nueva etapa de mayoría conservadora presidida por el PP, apoyada por Cs y con la llave en manos de la ultraderecha. Andalucía, siempre deseosa de converger con Europa, ha terminado homologándose por ese flanco: la extrema derecha que ya campa por la mayoría de países de la UE ha entrado en España por el sur.

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