El futuro de Cataluña

Junts se revuelve contra el Govern de Illa y complica más la legislatura a Sánchez

Los componentes del nuevo gobierno de la Generalitat posan este lunes en Barcelona.

El de este lunes fue un día de bienvenidas, pero también de despedidas. Ante la presencia de los miembros del Govern saliente liderado por Pere Aragonès y del presidente del Parlament, Josep Rull, los dieciséis nuevos consejeros de la Generalitat de Cataluña prometieron el cargo. El president Salvador Illa, en un breve discurso, presumió de tener un equipo "transversal" y con "independencia de criterio", conformado por miembros con carné del PSC pero también con independientes y excargos de otras formaciones como Esquerra Republicana y Junts.

El recién designado president de la Generalitat aseguró que, más allá de las diferentes procedencias, lo que les une a todos son "los valores de la socialdemocracia y el humanismo cristiano", que definió como "los dos pilares de la construcción europea" y a los que les encarga la tarea de cristalizar la "tercera gran transformación" para Cataluña. Aunque los principales departamentos del Govern los lideran nombres con trayectoria en el PSC, Illa también ha realizado guiños a Esquerra Republicana y Junts, recuperando a perfiles que han trabajado en puestos de responsabilidad con ambos partidos al frente de la Generalitat.

En el caso de los republicanos, se trata de Francesc Xavier Vila, secretario del ámbito lingüístico con Pere Aragonès, y ahora será conseller de Política Lingüística y de Sònia Hernández, consellera de Cultura, que formó parte del equipo de su antecesora en el cargo, Natàlia Garriga.Por lo que respecta a Junts, destaca el de Miquel Sàmper, que había sido conseller de Interior con Quim Torra, y que ahora pasa a dirigir la cartera de Empresa. Illa también ha decidido contar con Ramon Espadaler que fue conseller con los expresidents Jordi Pujol y Artur Mas y ahora liderará la cartera de Justicia y con Jaume Duch, funcionario de carrera y director general de comunicación en el Parlamento Europeo que comenzó como asistente parlamentario de la exdiputada de CiU Concepción Ferrer.

El fichaje de Sàmper ha sido el más criticado por los juntaires porque hasta hace solo unos meses era militante de Junts —previamente lo fue de Convergència— y ahora ha decidido estar en un gobierno monocolor del PSC.  Su predecesor al frente de Interior, Miquel Buch, le calificó de "Judas" y el secretario general de su expartido, Jordi Turull, le acusó de jugar a la "bolsa" y de moverse al lado de "quien más cotiza". Sàmper, por su parte, se ha defendido de las críticas tras finalizar el acto de toma de posesión: "En un divorcio, uno debe dejar que el otro se marche en paz", señaló. El motivo de su marcha el pasado febrero llegó tras el no de la formación independentista a la ley de Amnistía en el Congreso.

Para la portavoz de Junts en el Parlament de Cataluña, Mònica Sales, el Govern de Illa tiene una "clara vocación autonomista y españolista", un término que también utilizó la CUP. Así, Sales dejó claro que su formación va a ejercer una oposición frontal a Illa y ya reclamó la comparecencia del socialista en el Parlament. "Hay más consellerias que voluntad política", prosiguió, destacando que el nuevo equipo de gobierno de la Generalitat no cuenta con una "verdadera visión estratégica para Cataluña": "Es un Govern que mira más al pasado que al futuro", aseguró.

Junts también se lanza a por Esquerra y anuncia un congreso

Pero no es el único que ha recibido críticas por parte de la formación de Carles Puigdemont. Turll aprovechó para cargar también contra Esquerra Republicana por haber votado a favor de la investidura de Illa el pasado jueves: "Aquí había un bloque que, con más o menos dificultades, iba a una. Alguien ha cambiado de estrategia y ha decidido ponerse al servicio de que haya un Govern de Salvador Illa. Convertiremos este problema en una oportunidad", afirmó en rueda de prensa desde la sede del partido, en la que anunció la celebración de un congreso extraordinario de Junts tras el verano para definir el rumbo del partido.

Un congreso que se celebrará, previsiblemente el fin de semana del 26 y 27 de octubre, coincidiendo con el séptimo aniversario de la declaración unilateral de independencia. Así lo acordó el comité ejecutivo del partido, que aprovechó la toma de posesión del Govern para citar a sus cargos y diputados en una reunión que también intervino el expresident Carles Puigdemont. Según han informado posteriormente, su objetivo es "adaptar el partido" al nuevo ciclo político ya que, a juicio de Turull, "se ha roto el bloque independentista" tras la decisión de ERC de pactar la investidura con Illa. "Tiene que quedar claro que no se trata de un congreso para recomponer el partido, sino para relanzar el independentismo desde el liderazgo de Junts", insistió el secretario general de Junts.

Con la idea de "construir una alternativa transversal del independentismo" su principal reclamo es erigirse como el "único partido independentista" que se afrenta abiertamente al Estado español, aunque eso les sitúa en una contradicción por el papel que están ejerciendo en Madrid. Sus votos fueron imprescindibles para que el presidente Pedro Sánchez se mantuviera en el cargo tras las elecciones generales del pasado año, consiguiendo arrancar a cambio una amnistía que, sin embargo, no está dando el resultado esperado para Puigdemont, que volvió fugazmente el pasado jueves a Barcelona pero sobre el que todavía pesa una orden de detención. En este congreso también se abordará, previsiblemente, su papel dentro del partido después de que en 2022 dejara la presidencia de Junts. Sin embargo, sigue ejerciendo como su líder moral como se pudo comprobar la pasada semana.

Del resultado del Congreso dependerá si la legislatura de Sánchez se complica todavía más, ya que los juntaires tampoco han dejado demasiado margen al socialista. Es más, en el último pleno que se celebró en el Congreso el pasado julio la formación acabó tumbando los objetivos de estabilidad. En el Ejecutivo central no creen que vaya a ocurrir y muestran optimistas respecto a los planes de futuro para aguantar en el Palacio de La Moncloa, pero sí pronostican en el Ejecutivo y en el PSOE que el grupo catalán seguirá dando sustos y estirando todas las negociaciones.

Un partido con matices pero con Cataluña por bandera

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La formación no es, sin embargo, un bloque uniforme. Suele situarse en las posiciones más duras a perfiles como la portavoz en la Cámara Baja, Miriam Nogueras, y la presidenta del partido, Laura Borràs, en contraste con figuras más templadas como la del citado secretario general Jordi Turull. La primera distingue entre los "más aferrados a la bandera resistencialista" y los que –sin renunciar al procés– engarzan con la "tradición convergente" de un mayor interés por la presencia institucional y la gestión, donde también se sitúan otras voces del partido como el exalcalde de Barcelona Xavier Trías.

Lo que sí ha demostrado Junts es que es un partido imprevisible y capaz de votar en contra de las leyes que ha pactado, como sucedió con la amnistía. Aunque no está instalado en el no a todo, las posibilidades de rechazo se multiplican cuando se cruza la variable nacional, es decir, cuando la política sobre la que se debe decidir puede ser interpretada como una invasión en el terreno catalán.

Junts ignora el argumento de la estabilidad para condicionar su voto y evita a toda costa la imagen de partido comprometido con la "gobernabilidad" de un Estado del que no quiere formar parte, sin embargo, después participa en esa gobernabilidad hasta el punto de haber decantado la balanza hacia Sánchez. Está por ver si la volverán a decantar para tumbarlo en el futuro.

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