¿Quién le sustituirá? ¿Podrá seguir funcionando? ¿Qué pasa con el TC? Las dudas tras la dimisión de Lesmes

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Primero avisó públicamente, luego preparó el terreno y finalmente cumplió su amenaza. El hasta ahora presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Supremo (TS), Carlos Lesmes, presentó este lunes su dimisión como jefe del gobierno de los jueces. Lo hizo a escasas horas de la celebración del 12 de octubre, del Pleno convocado para este jueves y de que se cumpla un mes desde el incumplimiento del mandato normativo para la renovación del Tribunal Constitucional. Y tras un discurso grabado, difundido a última hora del domingo, en el que cargaba con dureza contra una situación de parálisis que considera "inaceptable". "Mantenerme a partir de ahora en esta responsabilidad sólo puede servir para convertirme en cómplice de una situación que aborrezco y que es inaceptable", aseguraba Lesmes, quien ha decido dar el paso casi cuatro años después de que el órgano que preside se instalase en una situación de interinidad.

La salida se produce en un momento especialmente delicado para el sistema judicial. El bloqueo de la renovación, unido a la aprobación de una ley que limita los nombramientos de un CGPJ en funciones, ha provocado un importante agujero de magistrados en el Supremo, sobre todo en la Sala Contencioso-Administrativo. Y el Constitucional mantiene aparcados asuntos de gran relevancia, algunos de ellos social, a la espera de que el bloque conservador en el órgano de gobierno de los jueces decida desatascar la renovación de los dos magistrados para el tribunal de garantías que corresponde nombrar al Poder Judicial. No es la primera vez que presenta su renuncia quien está al frente del CGPJ. Ya lo hizo el fallecido Carlos Dívar. Pero, ¿qué consecuencias tiene la salida del jefe de los jueces?

1- La sustitución

La primera incógnita que se encuentra en estos momentos sobre la mesa tiene que ver con el relevo al frente del órgano. Al fin y al cabo, mientras el recambio al frente del Supremo sí que está perfectamente regulado por ley, no ocurre lo mismo con el CGPJ, donde hay hueco para la interpretación. Antes de la visita a España del comisario europeo de Justicia, Lesmes pidió al Gabinete Técnico del Poder Judicial un informe en el que se examinaran "los mecanismos de sustitución" si finalmente, como ha hecho este lunes, abandonaba el barco. Aquel documento estableció que debía ser el actual vicepresidente del Supremo en funciones, Francisco Marín, quien cogiera las riendas del órgano. Y descartó categóricamente una bicefalia al concibir ambas presidencias "como una titularidad conjunta e indisociable".

La sala de gobierno del Supremo dio su visto bueno al planteamiento del Gabinete Técnico. El problema, sin embargo, es que los bloques conservador y progresista del CGPJ no están de acuerdo, lo que puede terminar generando un nuevo foco de conflicto. Ambos grupos rechazan, en primer lugar, que la sustitución se haga "de manera automática, sin necesidad de acto o acuerdo alguno". Al fin y al cabo, sostienen que al presidente tienen que elegirlo los vocales, por eso buena parte de ellos no comulgan con la interpretación que hace Lesmes, que ven como una suerte de dedazo.

"Es un cambio respecto a lo que el gabinete técnico decía antes de la pandemia", apuntan algunas fuentes del bloque progresista disconformes con este plan de relevo. En este sentido, ponen sobre la mesa un informe de 2019 del mismo Gabinete Técnico, que se discutió en una sesión del órgano el 30 de octubre de dicho año, en el que se trataba de resolver "la sustitución" del presidente en caso de "ausencia, enfermedad o vacante". Aquel estudio, elaborado tras la jubilación del hasta entonces vicepresidente del Supremo y que se centraba en un posible relevo al frente del Pleno del Consejo General del Poder Judicial, establecía que debería reemplazar el vocal de mayor edad –entonces Rafael Fernández Valverde, ahora Rafael Mozo, del bloque progresista–.

De hecho, varios vocales del bloque progresista –Álvaro Cuesta, Rafael Mozo, Concepción Sáez, Pilar Sepúlveda, Enrique Lucas, Clara Martínez de Careaga y Roser Bach– han forzado que en el Pleno de este jueves se introduzca un segundo punto en el orden del día para que se lleve a cabo una "valoración" y se tomen las "decisiones que legalmente procedan" tras el "cese" de Lesmes.

Desde su creación, las dimisiones al frente del órgano de gobierno de los jueces no han sido para nada habituales. Antes que Lesmes, fue Carlos Dívar quien abandonó el cargo. Lo hizo a las puertas del verano de 2012 y tras conocerse que había cargado a los presupuestos de este órgano una parte del coste de una treintena de viajes realizados en fin de semana por un valor cercano a los 28.000 euros. ¿Y cómo se resolvió aquella situación? Durante algo menos de un mes se estableció una bicefalia provisional, que se mantuvo hasta que el magistrado Gonzalo Moliner se puso al frente del Supremo y del Poder Judicial. En la cúspide del Alto Tribunal se situó, provisionalmente, Juan Antonio Xiol al ser el presidente de Sala más antiguo. Y en el CGPJ, Fernando de Rosa, entonces vicepresidente del órgano, un cargo que ahora no hay.

2- ¿Tiene la salida alguna consecuencia en el funcionamiento del órgano?

La salida de Lesmes no afectará, en principio, al funcionamiento del Poder Judicial, que podrá continuar desempeñando sus labores con las limitaciones que le impone la reforma legal para cuando está en situación de interinidad –fundamentalmente, en materia de nombramientos discrecionales–. Los Plenos podrán continuar celebrándose sin ningún problema. Al fin y al cabo, para su válida constitución se requiere, como mínimo, la presencia de diez vocales y el presidente, tal y como establece el artículo 600 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Una barrera que, por el momento, se supera ampliamente.

Hasta ahora, con la jubilación de Rafael Fernández Valverde y el fallecimiento de Victoria Cinto, el órgano ha estado compuesto por 18 vocales más el propio Lesmes. Por tanto, el quórum no peligra en ningún caso, siempre y cuando no caigan más piezas del tablero. Si tras su salida asume las riendas "automáticamente" Marín, tal y como ha establecido el Gabinete Técnico, su composición no cambiará y el órgano seguirá siendo funcional. Lo mismo que si finalmente se imponen los progresistas. Si Mozo es designado nuevo jefe de los jueces y no se producen relevos, el Poder Judicial tendría aún 17 vocales más el presidente.

Otra cosa sería que, además de la dimisión de Lesmes, se produjese la renuncia en bloque de otros tantos vocales –en concreto, de ocho vocales si continúa la composición de 18 más el presidente–. De hecho, asociaciones como Juezas y Jueces para la Democracia (JJpD) ya han pedido a los integrantes del órgano que dimitan "inmediatamente" para facilitar la renovación del Poder Judicial. No sería la primera vez. A finales de los noventa, la renuncia de seis vocales provocó la disolución inmediata del Poder Judicial al quedarse con solo once miembros. Entonces, la ley establecía que para celebrar un Pleno debían estar presentes "un mínimo de catorce".

3- ¿Se produce un cambio de mayorías tras la dimisión?

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El abandono de Lesmes, aupado por un PP que en su día le situó como alto cargo del Ministerio de Justicia, apenas tendrá consecuencias significativas en el reparto de mayorías. Si finalmente se consuma el relevo propuesto desde el Gabinete Técnico, el Poder Judicial arrancará esta nueva etapa con diez vocales conservadores y ocho progresistas, la misma distribución que hasta ahora. La única diferencia se situaría en la persona al frente de la institución. Lesmes, ligado a la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), daría paso a Marín, miembro de la Asociación Judicial Francisco de Vitoria (AJFV), el segundo mayor colectivo de la judicatura y que hasta ahora apenas había tenido representación alguna dentro del órgano de gobierno de los jueces.

4- ¿Cómo afecta a la renovación del Constitucional?

Carlos Lesmes amenazó a comienzos de septiembre, durante la apertura del año judicial, con dimitir si no veía avances en el desbloqueo de los órganos constitucionales. Pero no los hubo, ni en la renovación del Poder Judicial ni en la del Constitucional. Durante el último mes, el hasta hoy jefe de los jueces ha mediado entre el bloque progresista y el conservador para intentar que el CGPJ nombrase de una vez por todas a sus dos magistrados para el tribunal de garantías. Sin embargo, ha sido completamente imposible. Los conservadores han continuado con un bloqueo que ha terminado por llevar a los progresistas a romper negociaciones a fin de explorar otras vías alternativas.

Antes de irse, Lesmes fijó un Pleno centrado en la renovación del Constitucional. Sin embargo, la renuncia complica un poco más, si cabe, las negociaciones. Con la amenaza sobre la mesa, se ejercía cierta presión sobre los negociadores para que resolvieran cuanto antes el asunto. Ahora, una vez consumada, ya no hay presión alguna. Además, los conservadores siempre han dicho que si se produjese la dimisión, la renovación del Constitucional pasaría a un segundo plano. Y sin cambios en las mayorías y con un grupo de bloqueo que por el momento parece unido, no parece que vaya a haber sorpresas.

Primero avisó públicamente, luego preparó el terreno y finalmente cumplió su amenaza. El hasta ahora presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Supremo (TS), Carlos Lesmes, presentó este lunes su dimisión como jefe del gobierno de los jueces. Lo hizo a escasas horas de la celebración del 12 de octubre, del Pleno convocado para este jueves y de que se cumpla un mes desde el incumplimiento del mandato normativo para la renovación del Tribunal Constitucional. Y tras un discurso grabado, difundido a última hora del domingo, en el que cargaba con dureza contra una situación de parálisis que considera "inaceptable". "Mantenerme a partir de ahora en esta responsabilidad sólo puede servir para convertirme en cómplice de una situación que aborrezco y que es inaceptable", aseguraba Lesmes, quien ha decido dar el paso casi cuatro años después de que el órgano que preside se instalase en una situación de interinidad.

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