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"Llegamos cansados, pero llenos de orgullo": arranca la semana arcoíris en plena pugna por los derechos trans

Madrid, finales de junio. Las calles de la ciudad amanecen arropadas por los seis colores de la bandera arcoíris. La enseña ondea en los edificios públicos –aunque no en todos–, tiñe los escaparates de los principales comercios y se adueña de los logos que lucen las multinacionales en sus redes sociales. Anuncian la llegada del Orgullo LGTBI. Las voces más críticas hablan de mercantilización, los sectores oficiales presumen de un apoyo que creen masivo. Unos saldrán a la calle este lunes, otros el sábado. Todos lo harán bajo el mismo emblema: la defensa de los derechos de las personas trans. El Orgullo LGTBI llega este año en medio de la catarsis. Por un lado, con una ciudadanía que por vez primera empieza a despedirse de las restricciones; por otro lado, con una ley LGTBI a las puertas del Consejo de Ministros. "Llegamos cansados, pero llenos de orgullo", resume Uge Sangil, presidenta de la Federación Estatal LGTB. Es momento de recuperar las calles y celebrar, pero también de dar la batalla.

En la capital, el movimiento se bifurca en dos frentes: el oficial y el crítico. En la marcha más institucionalizada, las aglomeraciones cederán ante la distancia de seguridad y las carrozas se esfumarán, dejando paso a la fría inscripción previa. Quienes llevan semanas organizando la cita pronostican una inevitable sensación compartida de nostalgia, pero celebran la oportunidad de recuperar el carácter más reivindicativo del movimiento. "Después de la pandemia, el colectivo ha sufrido mucho: las personas jóvenes con la homofobia dentro de casa y los mayores por la soledad", reflexiona Sangil. Las secuelas de la pandemia se han conjugado con la constante pelea por legislar sobre los derechos de las personas trans. Y el desgaste ha hecho mella. Sangil no se esfuerza en ocultarlo: su voz cansada pero constante sugiere que la pelea ha merecido la pena. La Federación Estatal ha sido uno de los actores clave en la negociación de la ley trans –que ya no será tal, sino el resultado de su fusión con la ley de igualdad LGTBI–. "Ha sido un año agotador", marcado por "luchas internas y mediáticas" que inevitablemente han lastrado al colectivo, reconoce la activista. "Pero llegamos con fuerza y con ganas de ocupar el espacio público".

Un espacio que convive con la amenaza constante de la ultraderecha. Sangil asiste preocupada a un discurso de odio que la extrema derecha se ha encargado de inyectar entre su público y que golpea a "las mujeres, los migrantes y las personas LGTBI". Otro motivo, arguye la activista, para salir a la calle. Además de la manifestación del sábado, el miércoles 30 de junio tendrá lugar el tradicional pregón, que esta vez se pasará al plano virtual con un acto grabado en la plaza Pedro Zerolo.

Javier Bujarrabal es portavoz del Orgullo Crítico de Madrid. Su manifestación saldrá unos días antes, el lunes a las 19 horas de la Glorieta de Atocha. Sosteniendo las primeras pancartas estarán las personas trans y no binarias, para reclamar que "se haga efectiva" una ley trans integral. Tienen poco que celebrar. El Orgullo Crítico carga contra la fusión de las dos leyes, una decisión que tiene por objetivo "invisibilizar y restar derechos al colectivo", defienden. El anteproyecto que irá este martes al Consejo de Ministros "no representa a las personas trans", lanza Bujarrabal.

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La rama crítica del movimiento nace desde la disidencia, hace hoy quince años. Surge como resistencia a los planteamientos oficiales y con una pretensión permanente de encarar sus postulados. La oposición al oficialismo brota de dos conceptos antagónicos de entender la vida, la política y el activismo: "Unos luchan por sus propios fines, por el capitalismo rosa. Nosotros por los derechos de las personas. Como plataforma anticapitalista, no estamos de acuerdo con el modelo", atravesado a su entender por intereses económicos que se alimentan del protagonismo incuestionable de las organizaciones empresariales. "Tenemos el enemigo en casa". Las voces críticas hacen una enmienda a la totalidad y se aferran a sus raíces: una revuelta, un estallido social en las calles. "Ellos lo han cambiado por un espectáculo de carrozas que promociona El Corte Inglés, Amazon y Burger King".

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En Barcelona se ha impuesto la prudencia. El Orgullo tendrá que esperar a septiembre para salir a las calles, confiando en que entonces las restricciones sanitarias sean prácticamente anecdóticas. El viernes día 3 de septiembre volverá con un acto conmemorativo y el sábado 4 con una manifestación en Plaça Universitat. Pese a la cautela en los planes, la ciudad no ha renunciado a celebrar una ristra de actividades, con un concierto el propio lunes 28. Como lema, los catalanes recuperarán una consigna ya conocida: el fin del estigma del VIH. En A Coruña, el colectivo Orgullo Rebelde aprovechó para llenar la céntrica plaza de María Pita este domingo, mientras que entidades como Alas Coruña o Chrysallis Galicia harán lo propio el lunes en el Obelisco. València saldrá también este lunes a las 20.00 horas, paralelamente a la marcha agendada en otras urbes como Zaragoza. En sus citas, la bandera arcoíris irá acompañada por otra hermana: dos franjas azules, dos rosas y una blanca, símbolo del colectivo trans.

Madrid, finales de junio. Las calles de la ciudad amanecen arropadas por los seis colores de la bandera arcoíris. La enseña ondea en los edificios públicos –aunque no en todos–, tiñe los escaparates de los principales comercios y se adueña de los logos que lucen las multinacionales en sus redes sociales. Anuncian la llegada del Orgullo LGTBI. Las voces más críticas hablan de mercantilización, los sectores oficiales presumen de un apoyo que creen masivo. Unos saldrán a la calle este lunes, otros el sábado. Todos lo harán bajo el mismo emblema: la defensa de los derechos de las personas trans. El Orgullo LGTBI llega este año en medio de la catarsis. Por un lado, con una ciudadanía que por vez primera empieza a despedirse de las restricciones; por otro lado, con una ley LGTBI a las puertas del Consejo de Ministros. "Llegamos cansados, pero llenos de orgullo", resume Uge Sangil, presidenta de la Federación Estatal LGTB. Es momento de recuperar las calles y celebrar, pero también de dar la batalla.

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