Son las cinco de la mañana. La Linterna, el faro simbólico de la ciudad que se eleva sobre el puerto de Génova, alumbra "aquellos barrios donde los rayos del sol del buen Dios no iluminan", como dice una famosa canción de Fabrizio de Andrè.
Algunos estibadores desayunan en los bares que salpican el laberinto de calles del puerto. Un café y un croissant de crema, dos euros. Al preguntar por el barco de la compañía Bahri, un estibador se levanta para indicar el camino. Trabaja justo al lado del muelle donde atracó el día anterior. Pero el muelle es una zona prohibida, y el guardián de la agencia marítima Delta, la empresa que tiene el contrato con Bahri, levanta la barrera sólo a quienes tienen permiso para entrar.
Bahri es una empresa controlada por el gobierno de Arabia Saudí. Fundada en 1978, es el mayor propietario y operador de grandes petroleros del mundo. Aunque su mayor negocio es el transporte de petróleo, desde 2014 participa en la logística militar de Riad. De sus 90 buques, seis se utilizan para transportar armas. Suelen hacer la misma ruta, de Estados Unidos a Arabia Saudí, pasando por Italia y, con menor frecuencia, por España. Es un viaje que dura dos meses de ida y dos meses de vuelta. Cada uno de los barcos lleva el nombre de una ciudad saudí: Abha, Hofuf, Jazan, Jeddah, Tabuk y Yanbu.
Este reportaje forma parte de una serie sobre el poder militar europeo elaborada por Investigate Europe y en la que infoLibre colabora como único medio español [puedes leer aquí las informaciones anteriores].
La guerra de Yemen
La exportación de armas no es ilegal, pero los tratados internacionales prohíben el comercio internacional de armas cuando puedan utilizarse para cometer crímenes de guerra, como los ataques directos a la población civil. Arabia Saudí está profundamente implicada en la guerra del vecino Yemen, un conflicto convertido en una de las mayores crisis humanitarias del mundo. La economía ha quedado destrozada y las infraestructuras civiles destruidas. La ONU calcula que, a finales del año pasado, la guerra ya había provocado 377.000 víctimas directas o indirectas. Ocho de cada diez yemeníes necesitan ayuda de emergencia, y la hambruna es inminente, según Oxfam.
Un empleado del puerto de Génova muestra una posición en el tejado desde donde tomar fotos del barco. "Date prisa", apremia, "no más de diez minutos, porque si te pillan, te van a dar una paliza". Ahí está el Bahri Yanbu en toda su majestuosidad. Mañana partirá de nuevo hacia Arabia Saudí. Es un ritual que se repite de media una vez cada tres semanas.
"Es fácil saber cuándo llegará el próximo barco Bahri. Sólo hay que ver la fila de furgonetas de la policía frente al muelle que están ahí para evitar protestas y miradas indiscretas", explica el empleado. Protestas contra la carga del barco: tanques, vehículos blindados, helicópteros Apache y explosivos.
Protestas en España
Las primeras protestas en Europa contra los buques Bahri comenzaron en el puerto de Bilbao. En marzo de 2017, el bombero Ina Robles descubrió que en el Bahri Tabuk se cargaba material explosivo con destino a Arabia Saudí. Llamado a supervisar las operaciones de carga en el barco, se negó a desempeñar sus funciones, invocando la objeción de conciencia. La Diputación de Bizkaia le abrió un expediente laboral, que terminó con una multa simbólica de menos de cien euros, pero en la resolución administrativa quedó establecido que un bombero no puede alegar objeción de conciencia en un caso así.
Cuando los medios informaron sobre la actuación de Ina Robles, se generó un movimiento de apoyo público al bombero y a su causa. Y se constituyó un grupo llamado La guerra empieza aquí, que desde entonces vigila los barcos saudíes que llegan a España.
"Nos dimos cuenta de que la presencia del buque que había provocado la objeción de Ina no era un hecho puntual, sino que había una ruta regular que pasaba por Bilbao. 2017 fue un año muy intenso. Cada mes, en algunos casos cada 15 días, atracaba un barco Bahri, que casi siempre cargaba proyectiles de la fábrica de Expal Systems en Burgos”, explica a Investigate Europe Luis Arbide, portavoz de La guerra empieza aquí.
Arbide asegura que, entre 2016 y 2021, detectaron la llegada a puertos españoles de 36 barcos de la empresa estatal saudita. En concreto, a Bilbao, Santander, Motril, Cádiz y Sagunto. En esta última localidad valenciana se produjo la que de momento es la última escala, en octubre del año pasado. En una respuesta por escrito al diputado de EH Bildu Jon Iñarritu, el Gobierno español admitió que el Bahri Jeddah había recogido en Sagunto material bélico producido en España: “El buque llevaba a bordo veintisiete contenedores procedentes de Brasil, conteniendo cartuchos de armas de pequeño calibre y municiones incendiarias, e iba a cargar dos contenedores con cartuchos no metálicos y dos contenedores de cohetes con carga explosiva. El puerto inmediato de destino es Génova y el destino final Arabia Saudí. No se dispone de información sobre uso y destinatario final”.
Que hayan transcurrido más de cinco meses sin la visita de un Bahri no significa necesariamente, según Arbide, que no se esté enviando a Arabia Saudí material bélico producido en España: “Sospechamos que están utilizando otros barcos de pequeñas compañías, para realizar los mismos envíos de forma más discreta. Pero aún no tenemos las pruebas”.
La guerra empieza aquí es un colectivo en el que trabajan activistas de Greenpeace, de Oxfam, del movimiento antimilitarista MOC, de Ongi Etorri Errefuxiatuak. A esta última asociación pertenece Arbide, que explica así la conexión entre los dos activismos: “Entendimos que, además de apoyar en la acogida de los refugiados, había que trabajar también en las causas que generan que las personas sean expulsadas de su territorio. Que las personas refugiadas en su mayoría huían de conflictos bélicos y nos parecía necesario denunciar y hacer públicas las causas de las migraciones. Que formaba parte de nuestro activismo denunciar que las guerras tienen un origen y que no solamente se producen donde se lanzan las bombas”.
Protestas en Francia
En mayo de 2019, dos años después de que la mecha antimilitarista prendiese en Bilbao, se produjo en Francia la primera protesta coordinada entre trabajadores de varios puertos europeos.
El medio Disclose reveló que el Bahri Jazan se dirigía desde la ciudad belga de Amberes al puerto francés de Le Havre para cargar ocho cañones Ceasar, las "armas más potentes que Francia ha vendido a Arabia Saudí". La reacción pública fue inmediata. La ONG francesa ACAT presentó un recurso ante los tribunales. "Ante la ilegalidad de estas entregas según el tratado de comercio de armas, firmado y ratificado por Francia, por la posibilidad de que las armas sean utilizadas en Yemen contra la población civil, ACAT presentó una orden sumaria para bloquear la entrega de las armas", denunció entonces la organización.
El barco continuó su viaje sin atracar en Francia. Pero la protesta se extendió y los estibadores se unieron, denunciando la presencia de armas en las bodegas de los buques Bahri. Así, cuando el Bahri Yanbu atracó en el puerto de Génova el 20 de mayo de 2019, fue recibido por una pancarta en la que se leía "puertos cerrados a las armas, puertos abiertos a los migrantes". Se trataba de una referencia a la presión que ejercía el entonces ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, para impedir que el Sea Watch 3 desembarcara a los migrantes en Lampedusa.
Del lado de la ley
La sospecha en aquel mayo de 2019 era que el buque llegó a Génova para cargar material bélico: cuatro generadores eléctricos producidos por la empresa Teknel de Roma, utilizados para alimentar sistemas de mando y control y comunicaciones en operaciones aéreas y terrestres. Este material es de “doble uso”, se trata de tecnología de uso civil que también puede utilizarse para operaciones bélicas. Carlo Tombola, miembro de The Weapon Watch, sostiene que "estos productos deben considerarse a todos los efectos como material de uso militar, tanto por el tipo de material como por el destinatario final: la Guardia Nacional de Arabia Saudí, el cuerpo militar desplegado en el conflicto de Yemen".
Los estibadores, apoyados por movimientos pacifistas, grupos de izquierda y sindicatos, organizaron una huelga. No querían ser engranajes de un conflicto como el de Yemen.
Creen que están en el lado de la ley. El Tratado sobre el Comercio de Armas (TCA), del que Italia forma parte, prohíbe las transferencias internacionales de armas que puedan utilizarse para cometer crímenes de guerra, como los ataques directos contra la población civil.
La Posición Común Europea que regula la exportación de armas también prohíbe a los Estados de la UE autorizar transferencias de material bélico en esos escenarios.
Carlo Tombola asegura que los barcos saudíes también violan la ley italiana 185/90, que prohíbe el tránsito "a países en estado de conflicto armado", "a países en los que se haya declarado un embargo total o parcial de suministros de guerra" y "a países cuyos gobiernos sean responsables de graves violaciones de los convenios internacionales sobre derechos humanos". Arabia Saudí está en guerra con Yemen. “No respeta los derechos humanos y hay restricciones a la venta de armas", denuncia Tina Marinari, portavoz de Amnistía Internacional Italia.
El Bahri Yanbu estuvo bloqueado durante ocho horas por la huelga de los estibadores. No pudo realizar operaciones de carga y dejó el puerto sin generadores. "Ganamos esa primera batalla. Impedimos la carga de armas directas en contextos de flagrante violación de los derechos humanos", afirma el estibador Riccardo Rudino. "Ahora tenemos que ganar el segundo asalto. Debemos impedir incluso el mero tránsito de armas hacia países en conflicto".
Protestas en Alemania
Hoy la protesta se ha extendido a Hamburgo, donde más de 90 empresas se dedican a la producción de armas. Cada año pasan por el puerto de la ciudad alemana mil contenedores con cargas mortíferas. Es decir, tres contenedores al día que contienen bombas, tanques, torpedos para submarinos, armas pequeñas y municiones.
Martin Dolzer, exdiputado del Parlamento de Hamburgo por el partido de izquierdas Die Linke, trabaja con el movimiento ciudadano Ziviler Hafen para convertir a Hamburgo en un "puerto libre de armas".
"Los barcos de Bahri no llegan aquí por el momento. Pero hay muchas armas que salen de Alemania con destino a Yemen, el Sahel, México, Colombia, países en los que se pisotean los derechos humanos", declara a Investigate Europe. La Iniciativa Popular contra la Exportación de Armas está intentando organizar una petición. Debe alcanzar 65.000 firmas para iniciar un referéndum en todo Hamburgo para prohibir las exportaciones de armas desde el puerto de la ciudad.
"Hasta ahora, los estibadores que son contratados en Hamburgo tienen que firmar una cláusula por la que aceptan también operar en barcos que transportan armas", indica Dolzer, que se declara convencido de que el movimiento popular les ayuda a tener menos miedo y a actuar.
Unidad rota y acusaciones penales
En el puerto italiano de Génova las cosas se han complicado desde 2019. Los estibadores contra las armas tienen problemas con sindicatos más grandes que no apoyan las huelgas. En 2021, el sindicato se dividió. Liguria, la región de la que Génova es capital, produce armas. "Está Oto Melara, Fincantieri, Leonardo. Esto crea problemas a nivel político y sindical", explica José Nivoi, un joven dirigente del colectivo de trabajadores autónomos Calp y uno de los promotores de la batalla contra los 'buques de guerra'.
"Los estibadores siempre han luchado por la paz de los pueblos. No queremos mancharnos las manos de sangre, ni ser cómplices de guerras durante nuestras jornadas de trabajo", señala José Nivoi. "El hecho de ir a trabajar para poder alimentar a mi hija, y contribuir a la muerte de otros niños en otro país, me parece una locura".
Otros puertos europeos han conseguido impedir que los barcos de Bahri atraquen. Pero en Génova siguen cargando y descargando. "En otros países tienen apoyo gubernamental. Nosotros no. El comercio de armas es como el de la droga. Hay demasiados intereses detrás, demasiado beneficio. Hacemos como que no vemos y encontramos la manera de burlar las leyes y trasladar la responsabilidad del control y la seguridad a las distintas autoridades", denuncia Alessio Maglione, de Calp.
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La batalla de los estibadores también tiene que ver con la seguridad en el trabajo para ellos mismos, y para toda la ciudad de Génova. “Los barcos de Bahri también llevan explosivos", denuncia José Nivoi, "y todos tenemos en mente lo que ocurrió en el Líbano. Génova y su puerto están unidos. Una explosión en el puerto provocaría la destrucción de gran parte de la ciudad y la muerte de miles de personas".
En marzo de 2021, cinco estibadores del colectivo Calp fueron acusados penalmente. Una unidad de la policía italiana, especializada en terrorismo, sostiene que los estibadores se han aprovechado de la actividad antifascista para cometer delitos, que van desde el lanzamiento de artefactos peligrosos a provocar incendios o explosiones. Los cargos también se refieren a la campaña de boicot y a las protestas contra los barcos de Bahri. "Nos despertaron a las cinco de la mañana, entraron en nuestras casas, confiscaron nuestros teléfonos y ordenadores. Nos trataron como matones. Cuando vi los nombres de mis compañeros en la lista de personas investigadas, tuve miedo. Pensé: 'No saldremos de aquí'", denuncia Riccardo Rudino a Investigate Europe. El proceso sigue pendiente. Pero los estibadores no se rinden. "No me arrepiento de lo que hice. Lo volvería a hacer sin pensarlo", asegura Riccardo, y con él los chicos de Calp. Su última acción ha sido organizar una manifestación, el pasado 31 de marzo, "en solidaridad con el pueblo ucraniano y ruso, y en defensa del principio de que Italia repudia la guerra y se abstiene de cualquier suministro y apoyo militar a las partes en conflicto."
La compañía Bahri no ha respondido a las preguntas planteadas por Investigate Europe para la elaboración de este reportaje.