Abandonad toda esperanza

La literatura de los clásicos mantiene un diálogo vivo con el presente, es su razón de ser: decirse para decirnos a lo largo de los siglos. Comprenden el sentido más profundo de los ojos que llevamos hasta sus páginas. Por eso hay autores y episodios que adquieren protagonismo en determinados momentos. En situaciones de crisis grave, cuando el futuro se quiebra y nos deja sometidos a la intemperie, suele aparecer la inscripción que Dante colocó en la Divina comedia sobre la puerta del Infierno: “Abandonad toda esperanza, vosotros los que entráis aquí”.

Federico García Lorca vivió en Nueva York una desolación íntima bajo la crisis del capitalismo de Wall Street, entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, cuando los enjambres de monedas furiosas devoraban los sueños del progreso y la dignidad humana. Describió la luz roja del amanecer como un huracán de negras palomas y sangre. Sintió que el cielo se sostenía en columnas contaminadas por el humo, advirtió la imposibilidad de una comunión y escribió: “La aurora llega y nadie la recibe en su boca / porque allí no hay mañana ni esperanza posible”. Su poesía vanguardista y muy culta dialogaba con Dante para identificar el devenir del capitalismo sin límites con las puertas del infierno. Debajo de las multiplicaciones había gotas de sangre humana.

En mis lecturas de estos días, y es lógico, vuelvo a encontrarme con Dante. Ernesto Pérez Zúñiga publica la novela Venimos de la noche (Galaxia Gutenberg, 2025), en la que nos cuenta la difícil historia de amor entre una artista que desea pintar el cielo de Roma y un viejo y enfermo lector de la Divina comedia. Ese amor debe luchar contra el resentimiento de una investigación científica que se ha quedado sin alma y que cae en la tentación de someter sus caminos a las ambiciones del dinero. Sólo un sentido de la verdad, del amor y de los cuidados podrá remediar las heridas abiertas por las perversiones de la posesión. Así podremos sentir con Dante el éxtasis del Paraíso. Se puede visitar el infierno, pero sin olvidar que hay otro lugar en el que aún es posible la esperanza.

La protesta legítima de los que han sufrido la desigualdad en una globalización injusta deriva en la venganza manipulada por los populismos nacionalistas que recorren el mundo y nos llegan hasta la Unión Europea

Andrea Rizzi publica La era de la revancha (Anagrama, 2025), un ensayo en el que analiza las dificultades infernales del mundo que habitamos. El deterioro de la democracia, los errores que ha cometido la política nacional e internacional de los EEUU, el imperio del dinero que apuesta por la desigualdad, se unen en el siglo XXI al poder cada vez más significativo de los regímenes dictatoriales. Y todos los caminos parecen conducir al autoritarismo y las armas. La protesta legítima de los que han sufrido la desigualdad en una globalización injusta deriva en la venganza manipulada por los populismos nacionalistas que recorren el mundo y nos llegan hasta la Unión Europea.

Rizzi vuelve al primer canto del Infierno. Tres fieras, una loba, un león y un lince impiden el camino hacia la luz. Son los malos instintos, el abuso, la soberbia y las tentaciones carnales un peligro que más que con el sexo podemos identificar ahora con el narcisismo material de las sociedades del consumo. Frente a estos peligros, que desarticulan cualquier posibilidad de vida en común, nos asisten la compañía sentimental de Beatrice y las razones de Virgilio. Negarse al cinismo y a la renuncia ya no supone optar por el optimismo de la voluntad frente al pesimismo de la razón. Necesitamos un diálogo con nuestros propios deseos y nuestras razones, una apuesta ética para criticar nuestro yo, para poner en duda las dinámicas de los nuestros. Se  trata de abrir así el camino a un nosotros en el que puedan identificarse los individuos. La guerra crispada del Ellos contra el Nosotros no debe hacernos olvidar la decencia. La crítica al nosotros tampoco puede condenarnos a la equidistancia cómoda, el relativismo o la renuncia.

Cuando los tiranos, los demagogos y los tecnoligarcas de Oriente y Occidente confluyen en las embestidas a la democracia, cuando Donald Trump vuelve a la Casa Blanca y Vladimir Putin se pone de acuerdo con Xi Jinping en el Palacio del Kremlin, Rizzi nos recuerda que hay un lugar en el Infierno habitado por los grandes poetas. La poesía de Homero, Ovidio, Virgilio y Dante no supone una fe ingenua en el paraíso, sino la rebelión ética que narra la historia del ser humano para recordarnos que, más allá de las venganzas y los instintos de poder, sólo el compromiso con la propia conciencia puede ofrecernos un compromiso decente con el mundo. La herencia de García Lorca –sus ilusiones, sus crisis y su muerte– me impide a mí cerrar los ojos al peligro de las armas. 

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