La masiva peregrinación juvenil a Santiago agita los recelos sobre el modelo turístico del Xacobeo

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David Lombao (Praza.gal)

No es la primera vez. Ni siquiera la más multitudinaria; en la memoria de la ciudad aún está el medio millón de personas que acudió en 1989 a la llamada de la Iglesia católica para ver y escuchar al papa Juan Pablo II cuando ni existía el Xacobeo. Pero sí hay una sensación de hartazgo, de saturación. De deterioro por repetición y saturación con un modelo turístico elevado a la categoría de "puntal del despegue" de Galicia, donde el Gobierno gallego situó como clave a la que denomina como "década xacobea", la que va del duplo Año Santo 2021-2022 y continuará con los previstos para 2027 y 2032.

En estos días no son medio millón, sino alrededor de 12.000 —según cifras de la Conferencia Episcopal— los jóvenes católicos que participan en la Peregrinación Europea de Jóvenes (PEJ), inicialmente prevista para 2021 y retrasada por la pandemia. El evento comenzó oficialmente este 3 de agosto con un encuentro masivo en la plaza del Obradoiro, pero en los días previos ya fueron llegando a la capital gallega los diferentes grupos, organizados por las diversas diócesis y por grupos cristianos de muchos puntos del Estado y de fuera de él. Algunos lo hicieron sin mayor alteración. Otros cantando, chillando a deshora o colapsando calles, como acreditan fotografías y grabaciones que enseguida inundaron las redes sociales.

Estos 12.000 jóvenes y las comitivas que los acompañan se sumarán, a finales de mes, al registro de más de 218.000 personas que, según datos de la Oficina del Peregrino, ya habían recogido su compostela en el que va de 2022. Recibieron el documento acreditativo por hacer el Camino en el dicho acto inaugural del Obradoiro, que empleó como escenario las escaleras de la Catedral tras la caída de parte de la estructura del palco montado para el evento. El incidente hirió a un voluntario y obligó a trasladar al aparcamiento de Salgueiriños, en las afueras de la ciudad, parte de los conciertos incluidos en la programación de las jornadas.

La celebración católica, al fin y al cabo, contribuirá a engrosar unas estadísticas que ya superan con abundancia los algo más de 178.000 peregrinos registrados en 2021, cifra aún marcada por las restricciones del covid. El propio presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, ya advertía el pasado junio que la apuesta de su Gobierno no es otra que "intentar batir el récord de peregrinos que anotamos en 2019" y "situarnos por encima de las 347.000 compostelas". En el anterior Xacobeo, el de 2010, el total de peregrinos había rondado los 272.000 y en el previo, el de 2004, no habían llegado a los 180.000. En 1989, año de la mencionada visita de Juan Pablo II y su medio millón de fieles, no era Año Santo y aún faltaban cuatro para que existiera el Xacobeo como evento turístico estrella de la Xunta. Habían llegado apenas 5.000 peregrinos.

El argumento gubernamental para impulsar este modelo es, fundamentalmente, económico. Ahora, la Xunta también alude a la necesidad de contribuir a la recuperación del sector hostelero en particular y turístico en general tras la pandemia.

En estos días en Compostela surge la contraargumentación: los participantes en la peregrinación juvenil organizada por la Iglesia se alojan fundamentalmente en instalaciones de entidades religiosas, en 11 pabellones deportivos cedidos por el Ayuntamiento —con un coste de 40.137 euros, según el propio Gobierno local— y en una nave industrial que hasta hace poco era un concesionario de la Seat, cedida por la empresa propietaria para que allí duerman algo más de 2.000 personas. También en pabellones de otros ayuntamientos y comarcas colindantes. Además, agregan, tienen un servicio de comidas propio, ajeno a los locales hostaleros de la capital gallega. Y cuando se hayan ido quedará el modelo que contribuye a extender por la ciudad los servicios e instalaciones más dedicados al turismo que al propio vecindario, viviendas incluidas.

A lo estructural, al otro lado de la coyuntura, aludió en los últimos días una de las entidades compostelanas que desde hace años vienen abogando por repensar el modelo turístico de Santiago, la asociación vecinal A Xuntanza do barrio de San Pedro, puerta de entrada del Camino Francés hacia el casco histórico. Recientemente sintetizaron sus reivindicaciones en un "decálogo de buenas prácticas" dirigido a los peregrinos y visitantes ocasionales en general, un documento con el que pretenden sentar las bases de una "manera diferente de entender la última etapa del Camino" y "promover actitudes que ayuden a preservar la calidad de la experiencia de quien viene" y "la forma de vida de quien aquí vivimos".

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Respetar el descanso vecinal evitando gritos, una mejor gestión de los grupos numerosos de peregrinos, respeto a las señales de tráfico o no dejar basura en las calles son algunas de las peticiones de este colectivo vecinal, a las que también se adhirió la asociación empresarial del barrio. Creen en A Xuntanza, no obstante, que la cuestión no puede quedar en una demanda del vecindario ni, sobre todo, ceñirse a un evento concreto como el de estos días. Piden al Ayuntamiento, que en estos días pidió al vecindario hacer un esfuerzo de acogida ante la peregrinación juvenil, ser más "proactivo" e ir más allá de acciones puntuales como prohibir comer y beber o apoyarse en los edificios de la plaza del Obradoiro, medida que hasta el momento tiene un cumplimiento escaso y, sobre todo, aislado.

En la oposición municipal, pero también en la gallega, se alude también a la cuestión del modelo, que va más allá de Santiago y alcanza a una política de país. También lo hace la propia Xunta, al menos sobre el papel. No en vano, recientemente encargó por 114.000 euros un "observatorio de sostenibilidad turística" advirtiendo de que se trata de una acción "urgente" y "extremadamente necesaria" ante la amenaza de "morir de éxito". No obstante, días después el propio Rueda rebajó el nivel de alerta que su propio Ejecutivo había plasmado por escrito en un documento oficial: "De lo que se trata es de mantener la magnífica situación que tenemos" porque "no hay a día de hoy ningún riesgo de turismofobia o masificación" en Galicia, concluyó.

Aquí puedes leer el texto original en gallego.

No es la primera vez. Ni siquiera la más multitudinaria; en la memoria de la ciudad aún está el medio millón de personas que acudió en 1989 a la llamada de la Iglesia católica para ver y escuchar al papa Juan Pablo II cuando ni existía el Xacobeo. Pero sí hay una sensación de hartazgo, de saturación. De deterioro por repetición y saturación con un modelo turístico elevado a la categoría de "puntal del despegue" de Galicia, donde el Gobierno gallego situó como clave a la que denomina como "década xacobea", la que va del duplo Año Santo 2021-2022 y continuará con los previstos para 2027 y 2032.

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