La mejor versión del himno de Andalucía es la de Rocío Jurado y a partir de ahí, hablamos de Historia
La mejor versión del himno de Andalucía es la de Rocío Jurado. Aclarado este punto de partida (guiño sólo para juradistas iniciados), basado en un criterio absolutamente parcial y subjetivo, podemos seguir adelante con este artículo. Porque, seamos sinceros, ¿cabe la objetividad en un ránking de versiones de himnos regionales? Posiblemente no, pero cada 28F, cuando trasciende quién va a ser el encargado de interpretar el himno de Andalucía como broche a la ceremonia de entrega de las Medallas, surge esta conversación y el baile de nombres de artistas que, al calor de su distinción, han entonado La bandera blanca y verde con mayor o menor fortuna.
Youtube atesora versiones memorables en las voces de Miguel Poveda o Arcangel. Para el onubense, “que tu voz resuene en el corazón de los andaluces supone otra dimensión, cantar a la honda de mi pueblo, es harina de otro costal”, confiesa a infoLibre el cantaor que interpretó el himno como Medalla de Andalucía en 2017 y el año pasado en el izado de la bandera en el Parlamento autonómico.
Pero también hay ejemplos de distinguidos con menos hondura o, digamos, protagonistas de mañanas menos inspiradas, caso de Raphael en 2021, que a una versión raphaelística en grado sumo añadió un discurso de agradecimiento despachado en tres frases. “Nadie le ha explicado lo que es el 28F para nosotros, ¿no?”, se escuchó luego en los corrillos a la salida del acto. Puede que pese el tiempo prolongado en la meseta.
Este 28F la responsabilidad recae en David Bisbal, que suma a su galardón como Hijo Predilecto de Andalucía el encargo de interpretar la letra de Blas Infante. Según ha anunciado el almeriense en su TikTok, en un vídeo que se ha hecho viral, este martes cumplirá sobre las tablas del Teatro de la Maestranza de Sevilla “uno de los sueños” de su madre.
Porque, sepa usted que lee estas líneas más allá de Despeñaperros, el himno de Andalucía, “no es cosa menor, dicho de otra manera: es cosa mayor”, razonaría Rajoy. Lo certifica la encuesta del Centro de Estudios Andaluces, el CIS andaluz, publicada este lunes.
Según este estudio, hay un altísimo grado de reconocimiento de los símbolos autonómicos: el 92,2% se identifica con la bandera, que recuerda principalmente a Blas Infante (12%), la familia (11,3%) y el arraigo a la tierra (8,8%); el 87,4% declara sentirse identificado o muy identificado con el escudo y otro 85,8%, siente como propio el himno.
El andalucismo, en líneas generales, no es excluyente y la identificación con la bandera y el himno de Andalucía convive de buen grado con los símbolos españoles: un 86,2% se siente identificado o muy identificado con la bandera rojigualda y otro 83,6%, con el himno de España. Otra cosa son los símbolos de la UE, cuya identificación, parece, va y viene según la generosidad de los fondos europeos. Aunque no cabe el derrotismo, los datos dan fe del apego social al club comunitario: un 68,3% se identifica con la bandera azul con las 12 estrellas y en un 40,6% con el Himno de la Alegría, tan necesaria en tiempos aciagos.
Épica para un himno
Volvamos al 28F. ¿Por qué es el andaluz uno de los himnos más versionados?, ¿por qué los andaluces nacidos a partir de los 80 hemos aprendido a cantar la tabla de multiplicar a la vez que el Andaluces, levantaos?
En estos días en que todos partidos se envuelven en la bandera verde y blanca, el primero el presidente Juan Manuel Moreno Bonilla, pese a la irritación del PSOE, se ha reavivado la disputa por la paternidad del andalucismo. En Twitter hay mensajes del socialista Rafael Escuredo, primer presidente de la Junta de Andalucía, en respuesta a una reciente petición de Alejandro Rojas Marcos, fundador del PA, al presidente andaluz para restaurar “la verdad” en torno a un debate que viene de antiguo y cuyo interés va por rachas.
Pero más allá de las múltiples argumentaciones o matices políticos, el anclaje social del himno se puede resumir en una sola razón: la épica. Y como tal tiene un contexto: los últimos años de la dictadura, régimen que silenció durante 40 años la historia del pueblo andaluz, sus símbolos y sus protagonistas.
José Luis Villar, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Pablo de Olavide, historiador y uno de los jóvenes que creyó en el proyecto político que impulsó Rojas Marcos es autor de los libros de memorias de esta formación, de los que por ahora ha visto la luz el primer volumen, Por un poder andaluz. Historia del Partido Andalucista. Los años de la clandestinidad 1965-1976 (Almuzara).
Como la bandera o el escudo de Andalucía, símbolos creados por Blas Infante, el franquismo se encargó también de prohibir y borrar cualquier huella del himno. Según relata Villar, Rojas Marcos y Diegos de los Santos, también fundador del PSA desde los movimientos clandestinos de la Alianza Socialista de Andalucía (ASA), encontraron en 1973 la única partitura del himno que sobrevivió a la furia franquista dentro de uno de los tomos de la biblioteca personal de Blas Infante en su casa de Coria del Río, la misma donde el notario y líder andalucista fue detenido por un grupo de falangistas en agosto de 1936. No hay certeza de cómo ni dónde fue asesinado y, tras la conclusión hace apenas una semana de los trabajos de exhumación en Pico Reja, está por ver si sus restos corresponden a una de las 1.800 víctimas recuperadas en la fosa del cementerio de San Fernando, el vestigio más gráfico del ensañamiento de Queipo de Llano. Después de tres años de trabajo, se han sacado a la luz el doble de víctimas de las que en un principio esperaban los investigadores. “Es la mayor fosa común abierta en Europa occidental desde Srebrenica”, destaca el Ayuntamiento de Sevilla.
Basándose en el Santo Dios, un canto religioso que entonaban los jornaleros de la siega en la Vega del Guadalquivir, Blas Infante resumió, en parte, las tesis de su Ideal Andaluz en las estrofas del himno, letras que musicó el maestro José del Castillo, director de aquellas de la Banda Municipal de Sevilla. La obra se interpretó en público por primera vez el 10 de julio de 1936, en la plaza de San Lorenzo de Sevilla, una semana antes del estallido de la Guerra Civil.
Carlos Cano, el compositor del pueblo andaluz en la Transición
La siguiente vez que se pudo escuchar en público el himno fue 41 años después, en la voz de Carlos Cano, cantautor, poeta y figura fundacional del andalucismo cuyo compromiso con el pueblo andaluz y su dignificación tras décadas de desprecio por parte de la dictadura, cobra hoy una dimensión colosal pese a su prematura muerte.
En la primavera de 1977, a pocos meses de la celebración de las primeras elecciones generales de la democracia, a las que concurrirían en coalición el PSA y el Partido Socialista Popular (PSP) de Enrique Tierno Galván, el músico granadino recibió el encargo por parte de Rojas-Marcos de grabar el himno, cuya partitura se publicó en marzo de ese mismo año en el Correo de Andalucía. Cano se trasladó personalmente a Coria del Río, para consultar, con el permiso de la familia Infante, la partitura.
A capella, como recuerda Villar, Carlos Cano puso el broche musical a un mitin en Ronda, versión que luego grabaría en un single: por una cara el himno de Andalucía y por otra el tanguillo Por un poder andaluz, la banda sonora de la campaña del PSA, que decía: “Aquí están los socialistas, los de la manita abierta, los que defienden su tierra, del paro y la emigración”.
A los niños de los 80 de los colegios públicos y concertados de Andalucía, que crecimos en plena democracia, con un Estatuto de Autonomía que cimentaba los pilares del autogobierno, nos enseñaron a pintar banderas verdes y blancas, a desayunar pan con aceite de oliva y a cantar el himno con absoluta naturalidad, durante años aprendido en la versión de Amigos de Gines. “A mí me tocó aprenderlo a los 18 años”, rememora Villar, autor también de un reciente ensayo 28-F. Toda la verdad sobre la conquista de la Autonomía por el pueblo andaluz, editado por la fundación del propio Rojas Marcos.
Para el líder andalucista y para quienes le acompañan, la verdad es que “el PSOE de Andalucía se ha apropiado del andalucismo” durante décadas y ha propiciado una “manipulación de la historia”, según declaró el propio Rojas Marcos en la presentación del libro de Villar hace una semana.
La verdad, decíamos al principio, es que si existe un ránking andaluz de versiones del himno, la mejor sigue siendo Rocío Jurado en La Lola se va a los puertos. Estrenada hace ahora 30 años, fue dirigida por la cordobesa Josefina Molina, Hija Predilecta de Andalucía en 2012, y pionera en el cine, cuando quedaba mucho por conquistar a las mujeres hasta llegar a la excelente cosecha de directoras de este año en los Goya, con títulos como Función de noche o Esquilache.
Adaptación de una obra teatral de los hermanos Machado y a su vez versión de una película de 1947 protagonizada por Juanita Reina, La Lola se va a los puertos, rodada en su Chipiona natal, reunió en la gran pantalla a La más grande junto a Pepe Sancho y Paco Rabal.
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De aquella película, sólo sobrevive Molina y el recuerdo lejano de una propuesta que no prosperó. En 2007 el Partido Popular que dirigía entonces Javier Arenas impulsó una iniciativa en el Parlamento andaluz para proponer que el himno oficial fuera la versión de Rocío Jurado en esta película.
El PSOE, entonces con Manuel Chaves al frente antes de un Gobierno ajeno todavía a todo lo que se llevaría por delante el caso ERE, se mostró “estupefacta”, en palabras de su portavoz, Enrique Cervera, y alegó que el Ejecutivo estaba centrado en cosas más importantes como el presupuesto. Desde el PA argumentaron estar hartos de "experimentos con las señas de identidad del pueblo andaluz" y lamentaron que el PP sólo se dedicaba a hacer "política de fuegos de artificio".
Hoy, así es la historia, esos fuegos los lanza el PP desde el Palacio de San Telmo.