Con Vox S.A. El negocio del patriotismo español (Península), Miguel González ha logrado aplicar a rajatabla la máxima que da sentido al periodismo: hechos, hechos, hechos. Responsable desde hace más de tres décadas en el diario El País de la información sobre Defensa, Diplomacia, Casa del Rey y, en los últimos años, de Vox, hay más datos que opiniones en el libro que este miércoles ha salido a la venta. Pero aparecen estructurados de tal forma que permiten al lector descubrir por sí mismo -y opinar- qué hay encima, debajo, dentro y detrás del partido liderado por Santiago Abascal. Es decir, el partido de extrema derecha al que el PP ha permitido ahora cruzar el Rubicón de la política con el pacto de gobierno en Castilla y León.
Repleto de información y con un apartado de Notas que ofrece un batallón de enlaces a noticias, Vox S.A. narra un episodio inquietante hasta ahora inédito: que dos días después de que un juez declarase ilegal -su decisión acabó revocada- el cese del coronel Diego Pérez de los Cobos como jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid, este se reunió con Javier Ortega Smith, otros dos cargos de Vox y con el ex secretario general de Fuerza Nueva y la Fundación Franco. Fue tras aquel almuerzo cuando Vox interpuso querella contra el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, por destituir a Pérez de los Cobos, figura clave para entender el caso judicial abierto y ya cerrado sobre la celebración del 8M de 2020 y por el que una jueza imputó al delegado del Gobierno central en Madrid.
González no cree en las etiquetas –eso remarca– pero dice abiertamente lo que profundizar en la cadena de hechos protagonizados por Vox le ha llevado a concluir. Y lo expresa así: “Yo no estoy nada seguro de que si Vox llegara al poder estuviera luego dispuesto a cederlo. Tengo serias dudas”. Porque de lo que posee una convicción sin fisuras es de que Vox "no cree en la democracia". Y algo más: en su opinión, PP y Vox en absoluto son lo mismo. Pero la presidenta de Madrid y Santiago Abascal “pescan en el mismo caladero”.
Le dedicas este libro a los 3,6 millones de españoles que han votado a Vox. Sin tapujos: suena a dedicatoria extraña.
Esa dedicatoria tiene un sentido: que tengo el máximo respeto y consideración hacia esos 3,6 millones de españoles que han votado a Vox. Cuando haces una crítica a Vox el partido la presenta como dirigida a quienes le han votado. Y no es así. Si algún día gobiernan España, te aseguro que cualquiera que los critique será un traidor que estará criticando a España.
Para el electorado de Vox y del PP, Abascal y Ayuso prácticamente son intercambiables. No descartaría que la misma persona pudiera votar a Abascal en las generales y a Ayuso en las autonómicas
Y escribes que emplear el término fascismo solo es útil si así se alerta a la sociedad de un riesgo.
Creo que utilizar etiquetas puede servir en un primer momento para entendernos. Pero, en el fondo, para lo único que sirve muchas veces es para creerte que conoces algo.
Pero a veces no es así.
En diciembre de 2018, cuando las elecciones andaluzas, Pablo Iglesias lanza la alerta antifascista y todo el mundo sale llamándole fascista a Vox. Pero eso no evitó que luego, en abril de 2019, obtuvieran 24 diputados en el Congreso y que en noviembre lograran 52. Luego las etiquetas no te sirven de gran cosa, no.
¿No sirven porque el grueso de la población da por hecho que se trata de etiquetas falsas o porque los medios han abordado demasiado tarde lo que representa Vox?
Lo que creo es que etiquetar no sirve para gran cosa por varias razones. Una, porque en España no se ha hecho un proceso autocrítico de lo que fue el franquismo, del que quedan restos en algunos segmentos de edad avanzada del Ejército y la Guardia Civil así como en medios de comunicación y en otros estamentos. Y creo que la política cada vez se parece más a los clubes de fútbol. Si eres del Barça o del Atlético Madrid o del Real Madrid, te da igual que te llamen fascista o nazi porque tú eres de tu equipo. E interpretas que quien te llama así lo hace porque pertenece a otro equipo y busca atacarte. Esa es la dinámica en la que estamos.
O sea, que llamarles ultraderechistas de nada vale.
No solo no sirve para conocerlos sino que además les resbalan los adjetivos. Yo en el libro acabo llegando a una conclusión aparentemente simple: que de lo único que estoy seguro es de que no son demócratas.
Vox tiene una identificación bastante clara con Trump y ya hemos visto lo que pasó con Trump cuando perdió las elecciones. La diferencia entre un demócrata y un antidemócrata no es como llegan al poder
Y de ser así, ¿afecta eso a su existencia legal?
Vox no cree en la democracia. Pero eso no significa que deba ser ilegalizado. La Constitución no exige a nadie que crea en ella. No es un dogma de fe que te exige que la acates. La Constitución es tan grande que acoge y defiende los derechos de los no demócratas. Y por supuesto, Vox tiene derecho a celebrar sus actos públicos, a explicar su discurso y a que nadie le violente, le ataque, le agreda. Porque la primera norma de convivencia es el respeto a los derechos de los demás, incluido el respeto al derecho de manifestación y reunión. Atacar, como se ha hecho, mítines de Vox, agredirlos, lanzarles piedras va en contra de las mínimas normas de convivencia. Y si uno no está de acuerdo con Vox, lo que hay que hacer es rebatir sus argumentos y derrotarlo en las urnas.
¿Pertenece Vox al mismo equipo que el PP?
Yo no he analizado al PP. Estudié a Vox. Y creo que hay una ideología subyacente a Vox cualitativamente distinta a la del PP. Y ello aunque el PP, por razones de oportunismo, asuma discursos y banderas de Vox. El PP ha gobernado España, luego ha perdido las elecciones y ha cedido el poder. Yo no estoy nada seguro de que si el Vox llegara al poder estuviera luego dispuesto a cederlo. Tengo serias dudas. Y eso no es una ensoñación mía. Es que Vox tiene una identificación bastante clara con Trump y ya hemos visto lo que pasó con Trump cuando perdió las elecciones. La diferencia entre un demócrata y un antidemócrata no es como llegan al poder. Orban [el primer ministro de Hungría] ha llegado al poder por las urnas.
Leyendo el capítulo de libro Bajo la protección de la lideresa surge una pregunta: ¿es Abascal heredero de Esperanza Aguirre o sólo lo es Isabel Díaz Ayuso?
El sábado pasado, en una concentración frente al Ayuntamiento de Madrid, había una pancarta que decía: “Mujeres al poder. Díaz Ayuso, Macarena [Olona], Cayetana [Álvarez de Toledo]”. Es decir, resulta evidente que Díaz Ayuso y Abascal son figuras que pescan en el mismo caladero. Y la prueba es que el ascenso de Vox desde las elecciones andaluzas de 2018 se detuvo en las madrileñas de mayo de 2021, luego está claro que Díaz Ayuso frenó el alza del partido de Abascal. ¿Por qué? Pues porque para el electorado de Vox y del PP prácticamente son intercambiables. No descartaría que la misma persona pudiera votar a Abascal en las generales y a Ayuso en las autonómicas.
El objetivo principal de Vox en Castilla y León es quitar miedo a la gente, que nos acostumbremos a que Vox está en un gobierno y no pasa nada. A Vox lo que le importa es el gobierno de la nación
¿Habrá tras el pacto con el PP en Castilla y León un retroceso en avances que creíamos irreversibles?
Lo ha dicho Abascal, no yo: el objetivo principal de Vox en Castilla y León es quitar miedo a la gente, que nos acostumbremos a que Vox está en un gobierno y no pasa nada. A Vox lo que le importa es el gobierno de la nación. Evidentemente, va a poner encima de la mesa su ideología, que ya hemos visto el tema de la violencia intrafamiliar o en el pin parental pero se va a andar con pies de plomo. Lo que le importa a Abascal es llegar a la Moncloa. Y si hubiera pensado que para llegar a la Moncloa era más útil quedarse en la oposición en Castilla y León lo habría hecho con toda seguridad.
Tu libro revela un episodio desconocido hasta la fecha. Que 48 horas después de que en marzo de 2021, vísperas de las elecciones, un juez a quien luego corrigió la Audiencia Nacional considerase ilegal el cese del coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos como jefe de la Comandancia de Madrid, ocurrió esto: que Pérez de los Cobos se reunió con Javier Ortega Smith, Manuel Mariscal, responsable de comunicación de Vox así como con el ex secretario general de Fuerza Nueva y la Fundación Franco y el presidente de Vox en Toledo.
De esa reunión me entero bastante después de que se hubiera producido. Me la cuenta una persona que tiene conocimiento directo. Entonces lo que ocurre es que, cuando me entero de esa reunión, mi primera reacción y mi primer pensamiento fue decir que el coronel Pérez de los Cobos tiene derecho a reunirse y comer con quien quiera. Eso pertenece al ámbito privado.
Sí, pero a renglón seguido narras que fue el primer día hábil tras aquel almuerzo cuando Vox presentó una querella contra el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Se querelló contra el ministro por haber cesado a Pérez de los Cobos por su papel en aquel caso penal sobre el 8M de 2020 que acabó en nada.
Lo que pasa es que más adelante, de pronto, caigo en la presentación de la querella de Vox. Cojo el calendario y empiezo a ver que este día ocurre esto, este día ocurre lo otro, luego hay un día de fiesta… Y entonces veo que efectivamente esa reunión se produce entre la sentencia en la cual un juez declara en primera instancia ilegal el cese de Pérez de los Cobos [la Audiencia Nacional revocó luego ese auto] y la presentación de la querella de Vox contra Fernando Grande Marlaska [inadmitida por el Supremo]. Y entonces ves que todo eso tiene la apariencia de una estrategia concertada. Y que ocurre en el contexto que decía antes: que Vox está buscando echar redes en las fuerzas y cuerpos de seguridad.
El otro día alguien me dijo algo sobrecogedor: que estamos en los nuevos años veinte, en referencia a los de la década del siglo pasado, cuando fue fraguándose el fascismo. ¿Qué opinas?
Que estamos en tiempos muy convulsos. Pero ya hemos visto lo que es el fascismo, ya sabemos lo que es. Una vez te pueden engañar, si lo hacen dos veces ya eres un idiota.
Conclusión: no nos van a engañar otra vez. ¿Es eso?
Ah, ojalá, ojalá. Pero ahora no estamos hablando de España sino a nivel general. Y yo me temo mucho que Trump volverá a ser presidente de Estados Unidos, entonces…
Vox tiene una estrategia clarísima de penetrar en los poderes del Estado. Lo ves clarísimamente en las Fuerzas Armadas, en la Guardia Civil, en la Policía y también en el estamento judicial
Otra frase literal de tu libro: “Cuando los tribunales se convierten en una tercera cámara, ganarse el favor de los jueces vale tanto como conseguir el voto de los electores”. ¿Qué piensas de la relación entre los jueces y Vox?
Vox tiene una estrategia clarísima de penetrar en los poderes del Estado. Lo ves clarísimamente en las Fuerzas Armadas, en la Guardia Civil, en la Policía y también en el estamento judicial. Dicho lo cual, por supuesto hay un sector de la judicatura con una ideología próxima a Vox, eso está claro. Pero creo que los jueces españoles en general son muy celosos de su independencia.
La pregunta también se refiere a los fiscales. Por ejemplo, a Abascal y Espinosa de los Monteros les sale gratis decir que los inmigrantes son más propensos a violar. Y a un policía tampoco le pasó factura grabar, navaja en mano, un vídeo donde decía a los menas, los menores inmigrantes, que se preparasen. “La de gente que voy a asesinar”, fueron sus palabras.
Los jueces en general tienen en su mayoría una mentalidad conservadora, no solo en España pero se puede ser conservador y estar en contra de lo que mencionas. Cierto que hay muchos jueces que interpretan que para hablar de delito de odio ha de haber una relación causa-efecto, lo cual es prácticamente imposible de demostrar. Lo mejor es hacer una ley clara que no permita ambigüedad.
No me refería solo al delito de odio, sino también, por ejemplo, a la financiación de Vox. En el país del caso Filesa y el caso Gürtel se caen también las denuncias sobre esa materia relativas a Vox. En tu libro detallas las discrepancias entre el censo interno de Vox y sus ingresos.
Creo que aquí hay dos cosas. Tenemos una primera fase en la cual Vox todavía no está en las instituciones. Vox recibe en esa etapa más donaciones que ningún otro partido. En 2018 recibe 460.000 euros en donaciones. Es bastante sorprendente que un partido extraparlamentario tenga más donativos que el PP o que el PSOE, ¿no? Pero, luego, todavía sorprende más que los donativos caen cuando ya es el tercer partido del país, con 500 concejales y 52 diputados. Caen en picado y…
…y para empezar, el dinero iraní desaparece.
Sí, el famoso millón de dólares.
Se puede acreditar documentalmente que algún miembro de Vox forma parte del Yunque y está probado judicialmente que también los son responsables de Hazte Oír, el lobby integrista próximo a Vox
Que nadie investigó.
Nadie investigó, claro. ¿Qué es lo que sucede? El primero que tiene que investigar es el Tribunal de Cuentas. Pero el Tribunal de Cuentas solo investiga a partir de que un partido tenga subvenciones públicas. E incluso cuando las tiene hace una revisión formal, contable. Y sí, hay un desfase en el número de afiliados y por tanto, también en las cuotas. Como mínimo eso debería llamar la atención y que alguien lo mirara y llamase a Vox para preguntarle.
El Anexo final del libro tiene como protagonista la oscura y secreta organización ultracatólica de El Yunque. Y enlazas la opacidad de la secta con el vacío que los diputados de Vox dejan en el apartado de la declaración de bienes relativo a sus aportaciones a fundaciones o asociaciones. ¿Qué peso tiene El Yunque en la estructura de poder de Vox?
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Como sabes, El Yunque es una secta de origen mexicano que se infiltra en partidos y organizaciones sociales para controlar el poder político e instaurar "el reino de Cristo en la Tierra". Sus miembros tienen prohibido reconocer que lo son y lo niegan sin pestañear, pero se puede acreditar documentalmente que algún miembro de Vox forma parte del Yunque y está probado judicialmente que también los son responsables de Hazte Oír, el lobby integrista próximo a Vox.
¡Pues menudo panorama!
No soy conspiranoico ni creo en manos negras como hace Vox cuando nos habla de Soros y el lobby globalista. Pero el hecho de que Abascal y sus 51 diputados se nieguen a cumplir el Código Ético del Parlamento y a hacer públicas sus relaciones con ONG y grupos de presión hace legítima cualquier sospecha.
Con Vox S.A. El negocio del patriotismo español (Península), Miguel González ha logrado aplicar a rajatabla la máxima que da sentido al periodismo: hechos, hechos, hechos. Responsable desde hace más de tres décadas en el diario El País de la información sobre Defensa, Diplomacia, Casa del Rey y, en los últimos años, de Vox, hay más datos que opiniones en el libro que este miércoles ha salido a la venta. Pero aparecen estructurados de tal forma que permiten al lector descubrir por sí mismo -y opinar- qué hay encima, debajo, dentro y detrás del partido liderado por Santiago Abascal. Es decir, el partido de extrema derecha al que el PP ha permitido ahora cruzar el Rubicón de la política con el pacto de gobierno en Castilla y León.