Mónica García: "La política sanitaria del Gobierno de Ayuso es el ladrillo"

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Mónica García (Madrid, 1974) desembarcó en la política hace más de un lustro de la mano de Podemos. Lo hizo con una condición: poder compatibilizar su escaño con la labor que ejerce como anestesista en el Hospital 12 de Octubre. Ha vivido la pandemia, por tanto, desde los dos frentes. Primero, el médico, el más importante, el que salva vidas de manera directa. Y luego, el político. Su perfil sanitario la ha convertido en una de las caras más visibles dentro de la oposición madrileña en estos momentos. La ahora portavoz de Más Madrid charla con infoLibre el viernes, pocas horas después de que el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso decretase el cierre perimetral de la región exclusivamente durante el puente. Mascarilla en boca, como ya es habitual, carga con dureza contra el Gobierno regional. "Ayuso es un arma de confusión masiva", señala. No entiende cómo el Ministerio de Sanidad ha permitido este cierre a la carta. Como tampoco comprende que, con la que está cayendo, políticos de primera fila se permitan el lujo de acudir a una gran cena organizada por un medio de comunicación: "La autoridad se pierde cuando no la acompañas de la ejemplaridad".

¿Cómo ha vivido la Mónica García sanitaria estos meses tan complicados?

Estos meses tan complicados me han venido a reforzar en la importancia de la política sanitaria. En marzo, en los centros había un sentimiento de preocupación y desborde, porque era una situación que no habíamos vivido nunca. Y de frustración, porque no podíamos llegar a todos los pacientes, algo a lo que no estábamos acostumbrados. Nos vimos superados por las circunstancias. Esto se ha traducido en una mochila emocional, una carga extra al trabajo normal. Creo que también había un sentimiento de orgullo de pertenecer a un sistema sanitario que estaba dando respuesta a una situación tan grave. 

Pero eso no se ha visto acompañado por las instituciones y la política. Sobre todo en la Comunidad de Madrid, donde no han sabido hacer el diagnóstico que deberían haber hecho ni aplicar el tratamiento que deberían haber aplicado. Ha habido un divorcio entre la parte científica y sanitaria y la política. Y eso, a mi juicio, es bastante preocupante.

En septiembre, las Unidades de Cuidados Intensivos madrileñas volvieron a sufrir una presión importante en algunos hospitales. ¿Cómo se encuentra ahora mismo el estado de esas UCI en la región? ¿Qué le trasladan sus compañeros?

"No sabemos a cuántos pacientes no covid estamos dejando fuera otra vez"

La situación es de colapso. Creo que se ha normalizado utilizar el mes de marzo como un termómetro. Y no lo es. Lo que vivimos entonces fue un horror. Y lo que estamos viviendo ahora es una situación de colapso, porque cuando el cien por ciento de las camas de UCI médicas están ocupadas por una sola patología el hospital está colapsado y, de alguna manera, está dejando de atender el resto de patologías que no son covid. Estamos dejando de atender a los pacientes crónicos, a patologías que llevan esperando desde marzo, estamos atendiendo más tarde patología oncológica... No sabemos a cuántos pacientes no covid estamos dejando fuera otra vez.

Pero desde el Ejecutivo madrileño el mensaje que se lanza es otro completamente diferente.

El Gobierno regional se ha dedicado sistemáticamente a negar la realidad. En la primera ola, cuando ya estábamos absolutamente desbordados en los hospitales, cuando teníamos pacientes en los gimnasios y pacientes de UCI en los quirófanos, la señora Ayuso salió a decir que no estábamos colapsados.

No puedo entender por qué niega la evidencia de lo que está pasando en su propia sanidad. Sobre todo, cuando de eso se deriva la adopción de medidas. Supongo que tiene que ver más con una estrategia de comunicación que con un plan de un Gobierno sensato y responsable que dé respuesta a lo que pasa en su comunidad. Es bastante frustrante, también para mis compañeros, estar viviendo todos los días sobrepasados por una patología como puede ser esta epidemia y escuchar que la parte política no solo no responde sino que niega la evidencia. Estamos hablando de pseudociencia política, de alguien que si se dedicara a la parte científica lo estaríamos llamando un chamán, un curandero.

Antes comentaba que estamos cayendo en la trampa de comparar el mes de marzo con lo que está pasando actualmente. ¿Cree que es un error? ¿Por qué?

Yo creo que es un auténtico error porque no podemos normalizar la situación actual. En marzo, llegamos a tener 1.500 camas de UCI, lo cual es una aberración porque los recursos que realmente tenemos en la Comunidad de Madrid de camas de UCI no llegan a 500. Cuando hablo de recursos no me refiero solo a la cama o al respirador, sino también a los profesionales especializados. Cuando en la primera ola alcanzamos las 1.500 camas, lo hicimos a costa de profesionales que no están especializados en cuidados intensivos. Y eso, obviamente, supone un deterioro de la calidad de la asistencia que le estás ofreciendo al paciente.

Antes me hablaba también de la "mochila emocional" que los sanitarios han tenido que cargar desde el mes de marzo. ¿Cómo se encuentra ahora mismo el personal?

La mochila emocional es, y ha sido, muy importante. Yo creo que en esta segunda ola se está traduciendo en un sentimiento de frustración y enfado. No nos merecíamos volver a cometer los mismos fallos. En la primera ola, todos los errores que se podían cometer se cometieron. Y en esta segunda, todos los que se podían haber evitado no se han evitado. ¿Por qué tenemos que seguir viviendo lo mismo cuando en medicina la prevención es fundamental? Si hubiéramos hecho políticas preventivas no habríamos llegado a esta situación.

¿Cree, entonces, que hay riesgo de colapso del personal sanitario a nivel emocional?

Yo creo que ya ha habido colapso a nivel emocional en muchos aspectos. De hecho, se ha puesto en marcha una campaña en atención primaria, que se llama #YoRenuncio, con profesionales que han dejado su trabajo porque consideran que ya no pueden más y que esta situación está afectando a su relación con los pacientes. Y esto es grave. Somos una región que no solamente ha expulsado talento previamente por las condiciones de trabajo, sino que ahora está ninguneando esa sobrecarga emocional. No se les está acompañando, no se les está ayudando.

El jueves, la presidenta, Isabel Díaz Ayuso, decidió decretar el cierre perimetral de la Comunidad de Madrid sólo durante los días que dure el puente. ¿Tiene sentido una medida así con este mínimo temporal?

Ninguna de las medidas que ha tomado la señora Ayuso son adecuadas a la situación que estamos viviendo en Madrid. Tienen que ver con otro relato, con otro contexto de confrontación con el Gobierno central. Trata de hacernos creer que es ella contra el mundo, que va en dirección contraria pero que son todos los demás los que están equivocados. Lo que necesitamos en Madrid son medidas adecuadas al diagnóstico que tenemos, no al diagnóstico que querría tener la señora Ayuso o su Gobierno en su cabeza.

¿Considera, entonces, que es un error cerrar perimetralmente sólo cuatro días?

Desde el punto de vista epidemiológico no tiene ningún sentido. Creo que está gobernando en un mundo paralelo, que no es ni el de la Comunidad de Madrid ni el de las necesidades de las madrileñas y madrileños. La señora Ayuso es un arma de confusión masiva.

Estamos, al final, viviendo en una incertidumbre, con medidas tomadas bajo criterios estrictamente comunicativos. No hay manera de que la ciudadanía tenga lo que más necesita en estos momentos: confianza en las instituciones y certidumbre de que al volante hay alguien que realmente nos está cuidando.

Pero el Gobierno central ha dado su visto bueno. Y lo ha hecho a pesar de que el decreto del estado de alarma marca un mínimo de siete días. En su explicación, dijo que ese criterio está pendiente de debatirse el miércoles en el Consejo Interterritorial, pero lo cierto es que el texto del estado excepcional no recoge en ningún momento que sea algo que se deba cerrar con las comunidades. ¿Qué le parece que, una semana después de la puesta en marcha del estado de alarma y en la situación en la que estamos, ya se esté flexibilizando lo que dicta el decreto?flexibilizando

No entiendo cómo el Gobierno central avala las medidas absolutamente contrarias a la ciencia de la señora Ayuso. También avaló, hay que recordarlo, cuando se ofreció Telepizza a los niños más vulnerables. Si se toman unas medidas y, efectivamente, hay una comunidad que quiere ir en contra del resto del mundo, al final el ministerio cede y avala.

"No entiendo cómo el Gobierno central avala las medidas contrarias a la ciencia de Ayuso"

Creo que ya no es momento de andarse con infantilismos después de todo el tiempo perdido en reuniones, photocalls, banderas, comunicados o cartitas. Estamos dando la imagen de una política infantil, caprichosa e irresponsable que al final la sufrimos los madrileños, los pacientes que siguen ingresando o las familias de las 150 personas que han fallecido en los últimos días. Creo que no nos lo merecemos. Nos merecemos medidas reales, contundentes, claras y concisas en una comunidad que ha sido el epicentro de la pandemia en Europa.

El estado de alarma, además, se planteó como la herramienta jurídica necesaria para dar certidumbre a los ciudadanos tras varias semanas de giros constantes. ¿Cree que se ha conseguido dar a los madrileños esa certidumbre después de lo vivido en las últimas horas?

El estado de alarma es un marco jurídico para que las comunidades puedan ejercer sus competencias de cuidar a sus ciudadanos. Luego, cada comunidad decide si cuidarles o si dejarles a su suerte, si llevar a cabo medidas en línea con el resto de capitales europeas o si seguir la línea de [Donald] Trump. Y el Gobierno de Ayuso ha decidido no proteger a sus ciudadanos.

Viendo la deriva tomada en la Comunidad de Madrid, ¿cree que el Ejecutivo erró al delegar en las comunidades autónomas la gestión de la pandemia en esta segunda ola?

No todas las comunidades autónomas lo han hecho mal. Muchas de ellas llevan siendo responsables desde agosto, aplicando medidas contundentes, drásticas y adecuadas a su situación epidemiológica. La única que no lo ha hecho es Madrid, donde se han puesto todos los impedimentos para no hacer ni dejar hacer. Es una situación bastante kafkiana, estamos viviendo el núcleo del esperpento político, si no fuera porque detrás van vidas. 

¿Y cómo solucionaría usted esto?

Podemos empezar a pensar en cambiar el Gobierno madrileño, este sería un buen tratamiento. Por parte del Ejecutivo central, hay que seguir exigiendo que la Comunidad de Madrid no vaya por libre y en contra del resto de las comunidades. Porque esto, al final, afecta al resto del país. Necesitamos rastreadores, necesitamos refuerzo de atención primaria. Madrid no ha puesto todos los recursos que necesitábamos para contener esta segunda ola y, por supuesto, no los tenemos si hubiera una tercera, si viene ahora una epidemia de la gripe o si hay un problema sanitario añadido.

Enfrascados ahora en pleno debate sobre la interpretación jurídica de la norma, tengo la sensación de que estamos perdiendo de vista otras cuestiones que son fundamentales y a las que acaba de hacer referencia. Hablo de la potencia de la atención primaria, de la fuerza de rastreo o de la capacidad diagnóstica. ¿Cuál es la situación en la Comunidad de Madrid de esas tres cuestiones? El Ejecutivo lleva semanas insistiendo en que están a la cabeza de España en la realización de pruebas…

No, no es verdad. La Comunidad de Madrid decidió hace un par de meses que prefería no mirar lo que estaba pasando. Renunció a seguir el rastreo de la epidemia, que es la única herramienta fundamental para saber qué medidas hay que tomar, dónde hay que tomarlas y cómo hay que tomarlas. Pero no solo se renunció a eso no contratando los rastreadores que necesitábamos, sino que incluso están intentando trampear los datos. Es sabido que somos la comunidad que más retraso tiene en comunicar los positivos, la que da los datos tarde, mal y con menor fiabilidad de toda España. Si no queremos saber quién se ha contagiado o dónde se han contagiado y, encima, queremos dar datos de una supuesta recuperación de la pandemia cuando no es real, estamos engañando al resto de los españoles y estamos engañando al resto de comunidades.

Imagino que usted conversa habitualmente con profesionales de atención primaria. ¿Qué le trasladan, cuál es la situación en estos momentos?

Es de colapso y desesperación. Venimos de una atención primaria ya mermada, descapitalizada. Somos la comunidad que menos recursos tiene en atención primaria. Invertimos un 4% menos que la media española. Si el resto de España tiene 75 médicos y médicas por 100.000 habitantes, en Madrid estamos en 50. Desde febrero hasta ahora sólo se han contratado 50 médicos y médicas más de atención primaria. Ese es el esfuerzo que ha hecho la Comunidad de Madrid para contener la pandemia.

Antes hablaba de los datos. No hay Pleno de la Asamblea de Madrid en el que no ponga de manifiesto que las cifras no le cuadran. Por tanto, entiendo que no se cree el mensaje victorioso del Ejecutivo madrileño.Asamblea de Madridvictorioso

El Gobierno de la señora Ayuso ha decidido que a quien tiene que vencer es al relato del Gobierno central y del resto de comunidades, a los gabinetes de comunicación, y se ha olvidado de que a quien tenemos que vencer es al virus. Para eso han utilizado una maquinaria que llevan empleando muchos años: que los datos y el diagnóstico que se hace estén en función de su relato. Y eso, en medicina, es negligente. Si eso lo hiciera un médico con su paciente sería un médico negligente.

Pero es que no solamente no nos cuadran las cifras que nos dan de la situación epidemiológica, sino que tampoco nos cuadran los datos de en qué se han gastado el dinero que les ha transferido el Gobierno central. Por más que le preguntamos al señor [consejero de Hacienda, Javier] Fernández-Lasquetty, no somos capaces de saber qué han hecho con ese dinero, porque incluso su desglose no cuadra.

El nuevo Hospital Isabel Zendal está a punto de echar a andar. Lo hará, según se ha explicado, con sanitarios procedentes de otros centros. Y, para ello, se prevé poner en marcha una política de incentivos. ¿Es viable que un centro con más de un millar de camas pueda funcionar en condiciones óptimas sin contratar personal adicional y sin que esto ponga en riesgo el normal funcionamiento de otros hospitales de la región?

Hemos normalizado que en esta Comunidad se pueden hacer hospitales sin profesionales. Una especie de plató televisivo donde el atrezo son profesionales que los tienes que sacar de su puesto de trabajo para que vengan a hacerte la campaña publicitaria. ¿Pero qué tipo de aberración es esta?

Ya veremos si estas medidas son incentivadoras o coercitivas, porque hay que recordar que tenemos un porcentaje de eventualidad muy alto en nuestra sanidad. ¿Cómo dice que no irá al nuevo hospital un eventual al que igual no le renuevan el contrato? Sinceramente, creo que nos hemos vuelto locos. Construimos un hospital sin sanitarios, que es algo parecido a aquel aeropuerto que se construyó sin aviones para que pasearan los ciudadanos. Lo que pasa es que aquí la que se pasea con sus cámaras y su gabinete de comunicación es la señora Ayuso intentando emular, supongo, a la señora Esperanza Aguirre. Y dejándonos claro cuál es su política sanitaria. Su política sanitaria es el ladrillo. No son los profesionales, no son los pacientes, no es la asistencia sanitaria, no es el covid... El covid le ha servido de excusa para volver a poner un plató de televisión y para volver a dar contratos millonarios a constructoras.

¿Qué mensaje se lanza a los médicos cuando una presidenta regional señala en una entrevista televisiva que los recursos humanos no le competen en una cuestión tan importante como la salud?

"Es más importante un ladrillo que una bata en la Comunidad de Madrid"

Un mensaje de maltrato, de no nos importáis. Es más importante un ladrillo que una bata. Y eso lleva quedando claro desde hace muchos años. Esto no lo ha inventado la señora Ayuso, lo inventó Esperanza Aguirre. Basar tu política sanitaria en construir infraestructuras para dar millones a las constructoras y olvidarte de que esas infraestructuras tienen que estar llenas de unos profesionales sanitarios contra los cuales has hecho una política sistemática y programada de maltrato. Si hay una cosa en la que es buena la señora Ayuso es en representar la obscenidad de las políticas del PP. Ha hecho 7, 8 o 10 visitas al Hospital Isabel Zendal y ni una sola a un centro de salud. Más obsceno y más claro no nos lo puede decir.

Comentaba lo de la vuelta al ladrillo. Hasta ahora el Ejecutivo regional sólo ha aprobado la reforma de la Ley del Suelo y ni siquiera tiene presupuestos propios. Además, no hay día en el que no se vean las grietas dentro del Gobierno madrileño. ¿Qué esperanza de vida le da?

Tenemos un Gobierno en el que una mitad nos dice una cosa y la otra mitad la otra. El señor [vicepresidente, Ignacio] Aguado está actuando como si fuera un casco azul o un árbitro, pero no lo es. Es parte del Gobierno más caótico de todo el espectro nacional. Está bien que ponga mensajes en Twitter mostrando su disconformidad, pero él es el que ha tenido y tiene la llave para sacar a Ayuso de la Puerta del Sol.

Aguado sabe perfectamente que en su propio Gobierno manda más la señora [Rocío] Monasterio que él. Por eso, nos gustaría saber qué papel está jugando el señor Aguado y Ciudadanos dentro de ese Gobierno. Al final, lo cierto es que han avalado todas las políticas y el devenir de la gestión de la pandemia. Por tanto, yo creo que podrían acabar con todo este teatro pimpinelesco.

Desde Más Madrid le habéis tendido ya la mano en varias ocasiones a Ciudadanos para que facilite un cambio de Gobierno en la Comunidad. Aguado, sin embargo, asegura que aunque tienen algunas discrepancias, es un Ejecutivo fuerte. ¿Qué posibilidad le ve a que Ciudadanos termine facilitando un cambio?

No sabemos cuál es la estrategia política de Ciudadanos. De momento, lo que sabemos es que nos está dejando en un coche en el que no hay nadie al volante. El señor Aguado puede decir que es un Gobierno unido y, al día siguiente, lo contrario de lo que dice la presidenta. No es algo nuevo de la pandemia, llevan contraprogramándose desde el principio. Y, sinceramente, creo que ya estamos cansados de esta imagen infantil, caprichosa e irresponsable. No me importa si se llevan bien o mal, lo que quiero es que saquen medidas responsables y coherentes que ayuden en los hospitales, en los centros de salud, en el rastreo, en los colegios o en el transporte público. Pero es un Gobierno absolutamente fallido y en descomposición. Solo hay que ver las dimisiones que han tenido.

Imaginemos que Ciudadanos se abre a una futura moción de censura siempre y cuando sea Aguado el que asuma la Presidencia. Teniendo en cuenta las diferencias políticas con su partido, ¿estaría dispuesto Más Madrid a permitirlo, a echarse a un lado?

Me llamaría la atención que la condición que pusiera el señor Aguado para sacarnos del desastre en el que él mismo nos ha metido fuera que él fuera presidente. Principalmente, porque le he escuchado muchas veces decir que no se viene a la política a ocupar sillones. Dicho esto, nosotros decimos que no solo vale con sacar a Ayuso de la Puerta del Sol. Hay que sacar también sus políticas, esas que nos han llevado al lugar en el que estamos. Y hay que recordar que todas esas políticas han llevado la firma y el sello del partido de Ciudadanos. Es decir, nos tendrá que explicar Aguado si solo quiere ocupar un sillón o si quiere ocupar la cartera de la responsabilidad que tiene que ver con revertir todo aquello que él ha votado previamente.

A pesar de tener ya más de un millón de contagios y decenas de miles de muertos, todavía algunos ciudadanos no cumplen con las restricciones o medidas sanitarias recomendadas. ¿Qué se ha hecho o se está haciendo mal para que nos sigamos encontrando este tipo de actitudes que, por supuesto, no son para nada mayoritarias?

El problema está en que ha habido determinadas fuerzas políticas que han insistido en que la gente tiene que primar su libertad por encima de la protección de su propia salud y de su propia comunidad. Cuando gobernantes como la señora Ayuso o el partido Vox se acercan más a lo que dice Trump que a lo que dicen los epidemiólogos, es de esperar que en determinada gente termine calando ese discurso de la falsa libertad, de las medidas dictatoriales que se toman para reprimirnos. Y eso tiene consecuencias en la salud pública. 

¿Y considera usted que ayuda el hecho de que políticos y empresarios de primer nivel se salten las recomendaciones que piden a los ciudadanos cumplir para participar en un acto organizado por un medio de comunicación? ¿Dónde queda su autoridad en el momento en el que se difunden esas imágenes?

"La autoridad se pierde cuando no la acompañas con la ejemplaridad"

La autoridad se pierde cuando no la acompañas de la ejemplaridad, claramente. La imagen de la cena de El Español tiene dos vertientes. Por un lado, lo inoportuno, lo ostentoso y lo fuera de la realidad que estuvo ese acto. Y, por otro, que la naturaleza de las medidas laxas que hemos tomado en España permiten esa imagen. Si la evidencia nos dice que en los sitios abiertos hay menos riesgo y que en los privados y cerrados es mucho mayor, no se entiende que fuera haya que estar en grupos de seis y en las casas de apuestas, en el casino o en los grandes restaurantes se junte un aforo del 50%. No nos hemos tomado en serio que las medidas restrictivas tienen que ser reales y eficientes.

¿Tiene usted la impresión de que los pulsos políticos partidistas en plena pandemia, con cambios continuos de normas, están desgastando la credibilidad de la clase política española de forma generalizada?

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Claramente. Una de las grandes damnificadas y dañadas de esta pandemia ha sido la política, la lex artis política. Todo esto ha contribuido a que la gente esté harta de la política, a que desconfíe de las medidas políticas, justo en un momento en el que era necesario que todas las organizaciones se pusieran a trabajar en torno al problema que teníamos: la pandemia. Esto está causando un daño a la propia legitimidad de la política y creo que va a costar recuperarlo.

Algunos países como Francia ya han decretado la vuelta a un confinamiento total en las casas. Desde las autoridades españolas llevan meses insistiendo en que ninguna medida que se tome volverá a ser como la de marzo. ¿Cree que será posible continuar sin volver a encerrar totalmente a la población en sus casas? ¿Considera que caminamos en la misma dirección que el país vecino?Francia

Me gusta compararlo con lo que se haría con un paciente que se está poniendo malo. ¿Tomas medidas drásticas y contundentes al principio y le das el antibiótico que necesita con la dosis que necesita o esperas a que se ponga malo, le das la mitad de dosis, luego un cuarto, luego tres cuartos, y bajas la fiebre de cuarenta a treinta y nueve? Al final, los médicos sabemos que tendremos que darle el tratamiento agresivo. Esto es prevención, es la medicina social que debería haber hecho la política. Podemos estar meses con estas medias medidas pero al final sabemos que cuanto más tarde se tomen más drásticas y contundentes tendrán que ser.

Mónica García (Madrid, 1974) desembarcó en la política hace más de un lustro de la mano de Podemos. Lo hizo con una condición: poder compatibilizar su escaño con la labor que ejerce como anestesista en el Hospital 12 de Octubre. Ha vivido la pandemia, por tanto, desde los dos frentes. Primero, el médico, el más importante, el que salva vidas de manera directa. Y luego, el político. Su perfil sanitario la ha convertido en una de las caras más visibles dentro de la oposición madrileña en estos momentos. La ahora portavoz de Más Madrid charla con infoLibre el viernes, pocas horas después de que el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso decretase el cierre perimetral de la región exclusivamente durante el puente. Mascarilla en boca, como ya es habitual, carga con dureza contra el Gobierno regional. "Ayuso es un arma de confusión masiva", señala. No entiende cómo el Ministerio de Sanidad ha permitido este cierre a la carta. Como tampoco comprende que, con la que está cayendo, políticos de primera fila se permitan el lujo de acudir a una gran cena organizada por un medio de comunicación: "La autoridad se pierde cuando no la acompañas de la ejemplaridad".

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