Así es la mujer que busca la fosa de Lorca

Siendo Nieves García Catalán una adolescente, un curioso escritor irlandés empezó a visitar su casa de Madrid. Quería hablar con su padre, Antonio Galindo, que la había acogido con tan sólo tres días de vida. Aquel escritor, de nombre Ian Gibson, tenía una fijación: conocer al detalle las circunstancias en que murió Federico García Lorca, saber dónde estaba enterrado. Según la reconstrucción de los hechos realizada a lo largo de las décadas por diversos investigadores, Lorca fue asesinado por los fascistas entre Víznar y Alfacar en la madrugada del 17 al 18 de agosto de 1936. Lo acompañaban en su trágico final, y podrían yacer junto a él bajo tierra, dos banderilleros anarquistas, Joaquín Arcollas y Francisco Galadí, y también un maestro republicano, Dióscoro Galindo: el padre de Antonio y el abuelo de Nieves, la mujer cuyo empeño mantiene viva la búsqueda del poeta de Fuente Vaqueros 80 años después de su fusilamiento.

Nieves, a sus 56 años, vive ahora en Baides (Guadalajara), un pueblito de sierra de unos setenta habitantes. Viuda desde hace un año y pensionista, ha trabajado en el ámbito del comercio, entre otros trabajos como responsable de nave de El Corte Inglés. Ahora planea mudarse a Madrid con su hija de 25 años. "No lo hago por mí, sino por ella. El pueblo se le queda pequeño. Es joven y necesita una ciudad", explica. Este miércoles Nieves se pegó un palizón de viaje de más de 600 kilómetros para llegar a Sevilla a tiempo de registrar, a las 13.00 horas, una solicitud en la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. La petición: que el Gobierno andaluz autorice la búsqueda de la fosa en la que podría estar su abuelo, de forma que el intento de localización salga del embrollo burocrático en el que se encuentra. La entrada de esta solicitud en el registro de Cultura convierte a Nieves en el hilo que mantiene la esperanza de encontrar a Lorca.

"Yo busco a mi abuelo. Lorca pone el nombre, pero si te digo la verdad para nosotros es un impedimiento para encontrar a mi abuelo", afirma Nieves, en referencia a la firme oposición a la búsqueda por parte de los herederos del poeta. La solicitud no es sólo de Nieves. También de su hermana mayor, Julia, de 78 años, que ha dejado ya una muestra de ADN en el laboratorio Labgenetics de Madrid para, en caso de que aparecieran restos, poder cotejarlos. A la petición de autorización se han sumado la asociación Regreso con Honor, radicada en Zaragoza, y la CNT, en calidad de "familia ideológica" de los dos banderilleros, en palabras de Sonia Turón, secretaria de cultura del comité confederal de la CNT, que acudió también a Sevilla desde Barcelona.

No es la primera vez que se busca a Lorca, cuyo asesinato es un símbolo universal de la brutalidad del fascismo. En 2009 la Junta de Andalucía lo intentó sin éxito en lo que hoy es el Parque García Lorca, en un enclave al que apuntaron los investigadores Agustín Penón e Ian Gibson, siguiendo las indicaciones de un personaje local, Manolillo el Comunista, que decía saber dónde se había dado muerte al poeta. Manolillo, que según recientes investigaciones se afilió a Falange en septiembre de 1936, apuntó a un lugar incierto, como quedó tristemente revelado cuando las máquinas levantaron la tierra. "Resultó ser un personaje poco de fiar, que se sacaba unos durillos diciéndole a los curiosos que iban por allí lo que quería escuchar", afirma Javier Navarro, arqueólogo y presidente de la asociación Regreso con Honor, que también acompañó este miércoles a Nieves a Sevilla junto con el historiador Miguel Caballero, en cuyas investigaciones se basa la búsqueda que ahora se solicita.

Decepción y esperanza

La búsqueda de 2009 falló. También la de 2014, en el Peñón del Colorao, a unos 400 metros de donde se realizó la primera, y junto al punto donde se quiere hacer la excavación ahora. "Yo me quedé muy decepcionada después de la búsqueda de 2009. Cuando Miguel Caballero y Javier Navarro contactaron conmigo a través de Francisco Viguera [investigador y defensor de la memoria histórica], al principio me dije: 'Uf, otra vez'. Pero el entusiasmo de los dos es contagioso", explica Nieves.

Caballero, autor de Las últimas trece horas de García Lorca, sostiene que el poeta y los asesinados junto a él se encuentran en una explanada en el conocido como Peñón del Colorao, en el término municipal de Alfacar, bajo una capa de tierra que según la zona va de cinco a ocho metros, en un área que fue removida para la construcción de un campo de fútbol que no se llegó a hacer. Esta tesis recupera la versión del falangista Eduardo Molina Fajardo, publicada en 1983 sobre el relato del general Fernando Nestares, a quien se atribuye el mando sobre los asesinos de Lorca y su compañeros de infortunio.

"Tengo esperanza en esta búsqueda", resume Nieves. Menuda, sonriente y animosa, transmite la impresión de estar haciendo más lo que debe que lo que quiere, aunque no por ello lo haga con desgana. "Lo hago por mi padre, que vivió siempre con miedo. No quiso pisar Granada nunca. No quería ni nombrarla", cuenta.

Una vida singular

La vida de Nieves es singular, como lo fue la de su padre, mucho más marcada por los crímenes desatados tras el alzamiento contra la República. Acogida nada más nacer por Antonio y Genoveva, vivió en Madrid con sus padres hasta los 27 años, cuando se casó. Antonio, su padre, era uno de los tres hijos de Dióscoro. Sus hijas biológicas son mucho mayores: Julia tiene ahora 78 años; Nieves –sí, Nieves, como ella– tiene 77. De las dos, sólo Julia comparte con Nieves García el deseo de buscar a su abuelo. El problema es que Julia está delicada de salud. En la práctica, al margen del apoyo de Regreso con Honor, Nieves está prácticamente sola en esto

La búsqueda de Lorca, si no fuera por este último intento, casi podría considerarse un caso perdido. En la Junta de Andalucía todavía escuece el palo de 2009, cuando –para mofa y escarnio de determinados dirigentes del PP en Granada– no aparecieron restos humanos. Existe temor a poner todo el foco en la búsqueda de Lorca, con la enorme repercusión que tiene todo lo relacionado con el poeta, y que los resultados vuelvan a resultar frustrantes. Además hay otro factor en contra: la oposición a la búsqueda de la familia Lorca, personificada en la sobrina nieta del autor de Poeta en Nueva York y presidenta de la fundación que lleva su nombre, Laura García Lorca. En cuanto a los dos otros dos asesinados, Arcollas no dejó descendencia; Francisco Galadí, nieto del banderillero, no se ha sumado de momento a esta iniciativa, como sí lo hizo en 2009. Eso sí, mantiene relación con Nieves, con la que habla por teléfono.

"Entiendo y respeto que alguien prefiera quedarse al margen. La familia Galadí ha sufrido mucho. Ahora mismo si nosotros no empujamos, esto [la búsqueda de la fosa en la que podría estar Lorca] estaría parado", afirma Nieves. Ella misma ha mantenido a una distancia prudencial de este empeño a su hija. "Lo que me parece increíble es lo poco que se le enseña de la Guerra Civil. Lo que sabe, lo sabe por mí, por lo que yo le he contado", explica. Casi lo mismo le ocurrió a ella. Más de veinte años menor que sus hermanas, Nieves desarrolló una relación muy especial con su padre, que la acogió cuando tenía ya más de 50 años, hasta su fallecimiento en 1989.

Los tres hijos del maestro republicano

Dióscoro tuvo tres hijos: Antonio, Nieves y Visitación. Antonio nació en Aia (Guipúzcoa), en uno de los destinos de su padre, maestro "laico y republicano", en palabras de Nieves. Cuando mataron a Dióscoro, Antonio estudiaba cuarto de Medicina. Tardó tres días en saber que lo habían fusilado. Tras la guerra, estuvo dos años encarcelado y "recibió unas palizas de muerte, que lo dejaban irreconocible", cuenta su hija. Al salir, ya no volvió a estudiar medicina. "Una vez estuvo a punto, pero no lo hizo. Tenía miedo. Vivió toda la vida con ese miedo atroz, que no se le quitó ni con la llegada de la democracia", explica Nieves. Así que Antonio trabajó como repartidor, descargando camiones... Lo que saliera.

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Nunca encargó a Nieves la tarea que él no podía atreverse a hacer: buscar a su Dióscoro. Pero afirma que a su padre le parecía de justicia que la democracia se hubiera encargado de ello. "El problema es que esto empieza muy tarde", dice Nieves, en referencia al protagonismo social de los movimientos por la recuperación de la memoria histórica. Cuando en 1995 se puso en contacto con ella una asociación memorialista de Granada, Antonio llevaba seis años muerto. "Para mí mi padre siempre ha sido muy importante. Murió en el 89 pero lo sigo teniendo presente, y con él todos esos recuerdos de mi abuelo. Entendía que [intentar exhumar a Dióscoro] era algo que había que hacer por mi padre", explica Nieves, a la que irrita la postura de la familia Lorca.

Recibida en la Junta de Andalucía

Nieves demuestra un enorme interés en este empeño, y no da el menor síntoma de que ese interés vaya a remitir. Por eso estaba este miércoles en Sevilla, donde hizo entrega de su solicitud antes de ser recibida por el director general de Memoria Democrática, Javier Giráldez. Y por eso este jueves tiene previsto visitar Alfacar, junto al historiador Miguel Caballero y el arqueólogo Javier Navarro, para pisar el terreno bajo el cual creen que están desde hace 80 años los restos de Dióscoro, Joaquín, Francisco y Federico. "Tenemos que intentarlo", dice. Ahora su solicitud está en manos de la Junta. Si no es posible hacer la búsqueda por la vía administrativa, Nieves está dispuesta a acudir a la judicial.

Siendo Nieves García Catalán una adolescente, un curioso escritor irlandés empezó a visitar su casa de Madrid. Quería hablar con su padre, Antonio Galindo, que la había acogido con tan sólo tres días de vida. Aquel escritor, de nombre Ian Gibson, tenía una fijación: conocer al detalle las circunstancias en que murió Federico García Lorca, saber dónde estaba enterrado. Según la reconstrucción de los hechos realizada a lo largo de las décadas por diversos investigadores, Lorca fue asesinado por los fascistas entre Víznar y Alfacar en la madrugada del 17 al 18 de agosto de 1936. Lo acompañaban en su trágico final, y podrían yacer junto a él bajo tierra, dos banderilleros anarquistas, Joaquín Arcollas y Francisco Galadí, y también un maestro republicano, Dióscoro Galindo: el padre de Antonio y el abuelo de Nieves, la mujer cuyo empeño mantiene viva la búsqueda del poeta de Fuente Vaqueros 80 años después de su fusilamiento.

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