Igualdad
Dos mujeres generales en 33 años: Begoña Aramendia sigue siendo una excepción en un Ejército muy desigual
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“Como mujer es un orgullo, soy consciente de que soy un referente para las que vienen detrás”. Son palabras de Begoña Aramendia, desde este miércoles segunda mujer de las Fuerzas Armadas que accede al generalato, dos años después de la primera y pasados 33 de la incorporación de la mujer a esta institución. Pero el ascenso de la hasta ahora coronel, aprobado por el Consejo de Ministros a propuesta de la responsable de Defensa, Margarita Robles, también revela lo que aún queda por hacer en la lucha por la igualdad en las Fuerzas Armadas, donde el número de mujeres apenas ha subido desde principios de los años 2000 y el acceso a las escalas superiores de oficiales sigue siendo escaso.
Aramendia sigue los pasos de Patricia Ortega, general de brigada desde 2019. La segunda general tiene 56 años y se licenció en Derecho por la Universidad de Zaragoza, tras lo cual ingresó en el Cuerpo Jurídico Militar en 1989, en la primera promoción con mujeres. Desde 1990 ha ocupado destinos de asesoría jurídica en la Armada, en Canarias, en la Escuela Naval Militar y en el Cuartel General de la Armada, compaginándolos con funciones de profesorado. Durante doce años fue fiscal ante la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo y desde 2008 ha ocupado distintos cargos en el órgano central del Ministerio de Defensa, el último desde octubre de 2019 como vicesecretaria general técnica, y entre 2018 y 2019 dirigió la División de Igualdad y Apoyo al Personal, implementando las políticas de Defensa en este ámbito. También ha participado en cuatro operaciones en el exterior: Kosovo (2000), Afganistán (2003), Bosnia-Herzegovina (2006) y Líbano (2008).
Como Ortega, Aramendia pertenece a los Cuerpos Comunes de las Fuerzas Armadas. Son cuatro –el Jurídico Militar, el de Intervención, el de Sanidad y el de Músicas Militares– y como su propio nombre indica, son comunes al resto de cuerpos específicos. En realidad, eran el único camino que tenían las mujeres cuando en 1988 se les abieron las puertas de las Fuerzas Armadas. No fue hasta unos años después que se permitió también a las mujeres acceder desde la escala básica, es decir, para ser soldado. Desde 1988, la incorporación de mujeres a los Cuerpos Comunes y luego al Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire fue progresiva y actualmente las mujeres representan el 12,9% de todos los miembros de las Fuerzas Armadas: en diciembre de 2020, había en las Fuerzas Armadas 105. 782 hombres y 15.584 mujeres, según datos del Observatorio Militar para la Igualdad.
Pero aunque se trata de una cifra ligeramente superior a la de otros países de nuestro entorno –la media de los miembros de la OTAN se sitúa en torno el 11%–, tiene algo de trampa. Para empezar, porque el mayor número de mujeres se sitúa en las escalas más bajas, en Tropa y Marinería, y a medida que se sube de escala, los números van bajando. La escala de suboficiales, que se nutre sobre todo de promoción interna, es decir, de los que ascienden de la graduación inferior, es la que menos mujeres registra (apenas un 5,8%). Y en la escala de oficiales, la diferencia entre los Cuerpos Comunes y los Ejércitos es significativa: mientras en los primeros hay alrededor de un 38%, entre los oficiales de carrera en el Ejército de Tierra, las mujeres representan un 3,4%; en la Armada, un 3,9%; y en el Ejército del Aire, un 6,7%. En total, las mujeres oficiales representan poco más de un 10%.
Queda mucho para ver a una mujer JEMAD
La diputada socialista Zaida Cantera, que llegó a ser comandante del Ejército de Tierra, explica a infoLibre que "aún quedan muchos años para ver" a una jefa de Ejército o Armada o una jefa de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) precisamente por el hecho de que a la vista de esas cifras, hay más mujeres en los Cuerpos Comunes que en los cuerpos de combate o tácticos como Operaciones Especiales o Infantería y un mando operativo tiene que ser alguien con experiencia en ello.
Ortega y Aramendia han tardado más de 30 años en llegar a la cúpula militar, pero en realidad son los plazos normales que puede llevar a otros oficiales con una trayectoria parecida. Hasta la escala de general, el proceso de ascensos está muy ligado a los tiempos, pues hay que permanecer un mínimo de años en cada graduación para poder optar a la siguiente. Los ascensos de las dos generales se deben a decisiones discrecionales del Gobierno, como el resto de militares de este rango, pero hasta llegar a la escala inmediatamente anterior, la de coronel, han culminado un proceso que les ha llevado tres décadas.
Cantera opina que habría que hacer cambios en el sistema de ascensos –el que está vigente es el de la Ley de la Carrera Militar de 2007– para que no dependa tanto de los tiempos y se prioricen más conceptos como la meritocracia, la igualdad y la capacidad como ocurre en otros empleos públicos. Una reforma así permitiría que la media de edad de los oficiales bajara un poco y las Fuerzas Armadas españolas se acercarían más a otros modelos como el de Estados Unidos.
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El secretario general de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME), Iñaky Unibaso, considera que aún "queda mucho por hacer para lograr la plena integración" de la mujer en las Fuerzas Armadas, empezando por proteger más las medidas de conciliación y luchar contra el acoso laboral que sobre todo se da en la escala de Tropa y Marinería por cuestiones como bajas por maternidad o para cuidar de familiares dependientes. Según explica, no son pocas las militares que acuden a este colectivo a denunciar que son discriminadas en los procesos de evaluación para ascensos por hechos como estos. Una baja por maternidad, por ejemplo, sigue lastrando las posibilidades de las mujeres para acceder a ascensos, pues en ese tiempo pierden la oportunidad de sumar puntos por cursos u otros méritos como participación en misiones internacionales.
Para AUME, actualmente en las Fuerzas Armadas siguen sin darse las condiciones para que una mujer pueda hacer carrera como militar y al mismo tiempo pueda ser madre sin que esta circunstancia le suponga un obstáculo para ascender. Ese tipo de "barreras" son las que impiden que el número de mujeres que acceden a altas graduaciones militares no crezca más o crezca más lentamente que el de los hombres.
En todo caso, Unibaso ha valorado muy positivamente el nombramiento de Begoña Aramendia como general auditor –equivalente a general de brigada en el Cuerpo Jurídico–. Además de ensalzar su trayectoria como militar, opina que este tipo de ascensos puede suponer "un efecto llamada" para las mujeres que se estén planteando ingresar en las Fuerzas Armadas. Zaida Cantera es de una opinión parecida sobre la nueva general, a la que ve "muy preparada" y "muy capaz" para el puesto y está "muy contenta" de que España tenga ya dos generales mujeres en 2021.