Los narcos emplean a personas con discapacidad para colar cocaína en España

Uno de los detenidos y la cocaína.

Una doble operación desarrollada por el Cuerpo Nacional de Policía en el aeropuerto de El Prat, en Barcelona, acredita una práctica cada vez más común por parte de organizaciones dedicadas al tráfico internacional de cocaína para hacer llegar la droga a Europa: el empleo de personas con discapacidad para ocultar transportes de estupefaciente, en muchas ocasiones con las sillas de ruedas como lugar para el ocultamiento. Sin ir más lejos, el mes pasado se detectó un caso muy similar en Manchester.

El modus operandi es siempre el mismo: los narcos introducen cuidadosamente la cocaína en los vehículos de movilidad personal —en los dos últimos casos, en el espacio destinado a sus baterías— en la confianza de eludir los controles en los aeropuertos de destino. En los últimos días fueron intervenidos dos alijos en poder de sendos jóvenes con discapacidad que llegaron a Barcelona en vuelos de Brasil (siete kilos y medio) y Colombia (casi cuatro kilos). Las 'mulas' fueron detenidas in fraganti. Ambas son de nacionalidad venezolana.

Detenidos mientras robaban a otros narcos cinco toneladas de hachís disfrazados de guardias civiles y policías

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Aunque en este caso no está confirmado, se sabe que existen personas que se mueven por distintos países de Latinoamérica dedicadas a captar a estos jóvenes para los transportes de cocaína. Recientemente fue detenido un veterano traficante turco en Bogotá que había desarrollado esa labor en Brasil y se desplazaba por América Latina.

La colaboración internacional resulta clave para dar con estos envíos, así como la pericia de los agentes. La agencia CBP de Estados Unidos colaboró en el citado caso reciente de Barcelona, pero los policías siempre prestan atención al posible nerviosismo de personas que llegan en los llamados vuelos 'calientes' como los mencionados desde Sudamérica a Europa. 

Los narcos ponen todo su empeño a a hora de ocultar bien su mercancía. De hecho, los paquetes incautados en El Prat estaban diseñados de forma específica en tamaño y forma para los huecos de las baterías de las sillas (no son de un kilo cada uno, sino de unos 800 gramos) lo que indica que es una práctica que se desarrolla a gran escala. 

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