La negociación de las nuevas medidas anticrisis pone al límite las costuras de la coalición de gobierno

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Pedro Sánchez lo reconoció a puerta cerrada en la Ejecutiva federal del PSOE de este lunes: el Gobierno atraviesa el peor momento político de toda la legislatura. Tras encadenar varios batacazos electorales en autonómicas (el último y más duro el del pasado domingo en Andalucía) y con la inflación fuera de control, la sensación de pérdida de rumbo es palpable incluso entre los partidos que forman parte de la coalición. "Ni en los peores momentos de la pandemia los vi tan perdidos", resume un diputado de Unidas Podemos sobre la sensación generalizada que traslada el Ejecutivo en las últimas fechas. La conclusión tras el 19-J fue que hacía falta volcarse aún más en medidas que de verdad amortiguasen el impacto en la ciudadanía de las consecuencias de la guerra y que, además, fueran percibidas como tales por la gente. Y por eso el presidente encomendó a su Consejo de Ministros ponerse manos a la obra para la reunión extraordinaria de este sábado.

Sin embargo, las últimas 48 horas en el seno de la coalición han recordado mucho a los peores momentos de convivencia entre los socios. A última hora de este viernes, los equipos económicos de PSOE y Unidas Podemos aún no habían logrado consensuar ni una sola de las nuevas medidas que supuestamente debe incluir el decreto de este sábado. Tal es así que casi todo el mundo en el Gobierno empezaba a asumir que el embrollo se terminaría resolviendo como tantas otras veces: sobre la bocina y con una reunión cara a cara entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, al regreso del viaje a Bruselas del presidente para la Cumbre de jefes de gobierno. Un miembro socialista del Ejecutivo aseguraba en la tarde del viernes a infoLibre: "Siempre es lo mismo: actuación, sobreactuación, negociación y acuerdo. Y habrá acuerdo".

Las cosas empezaron a complicarse de verdad el jueves por la tarde. Durante la primera mitad de la semana, varios ministerios daban por hecho que el nuevo decreto no solo incluiría estrictamente la prórroga hasta fin de año de todas las medidas en vigor sino que habría novedades, algunas de ellas en la línea de lo propuesto el lunes por la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, como las bonificaciones al transporte público. También se asumió el anuncio de algún tipo de subida impositiva a las grandes empresas enérgeticas, una medida cuya implementación el PSOE prefiere no precipitar para armarla bien técnicamente de cara a un más que probable recurso judicial de las compañías. Además, el miércoles en el Congreso fue el propio presidente quien avanzó una nueva rebaja fiscal en la factura de la luz, con una bajada del IVA del 10% al 5%. Y a partir de ahí empezaron los líos.

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El anuncio de Pedro Sánchez cogió por sorpresa a su socio de coalición, con quien no se había negociado la medida. Tampoco se le había comunicado. De hecho, en Unidas Podemos no son partidarios de seguir avanzando por la senda de las rebajas fiscales, un camino que defiende el PP de Feijóo y que los morados creen que solo sirve para mermar la capacidad de las arcas públicas. Pero incluso entre las filas socialistas sorpendió la rebaja del IVA. La vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, había repetido en las últimas semanas que ese tipo de iniciativas solo eran "cosmética", que no tenían utilidad alguna ni en la bajada de la inflación ni en el poder adquisitivo de la ciudadanía. Y ha sido la propia Ribera quien en las últimas horas se ha mostrado crítica con el anuncio del presidente Sánchez: "Es importante entender que con medidas fiscales no se resuelve el problema. Lo que necesitamos son cambios estructurales de gran calado", defendió.

Aun así, cuando los equipos económicos de Moncloa y de la vicepresidencia segunda se sentaron a negociar en la tarde del jueves, todas las partes eran relativamente optimistas. Se daba por supuesto en ministerios como Economía o Hacienda que acabarían impulsándose medidas como la de las bonificaciones de los abonos de transportes públicos e incluso había quien no descartaba en la parte socialista del Ejecutivo que pudieran aprobarse cheques de ayudas directas a familias vulnerables, algo a lo que se oponen frontalmente los departamentos de María Jesús Montero o Nadia Calviño. La sensación de ambas partes tras el encuentro del jueves era, no obstante, que todo estaba en el aire. Las dificultades técnicas de implantar medidas como el abono transporte, que implica una intensa coordinación con las administraciones locales y autonómicas, se acabaron convirtiendo en un problema político.

En la parte morada del Ejecutivo piensan que en el PSOE falta voluntad real para implementar nuevas medidas más ambiciosas y empiezan a temer un viraje centrista como consecuencia de la hecatombe andaluza. Todas las expectativas siguen puestas en que la intervención directa de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz pueda desbloquearlo todo, aun que esto ocurra en la misma mañana de este sábado. "Sería un grave error no trasladar a la gente nuevas medidas concretas contra la inflación tras todas las expectativas creadas en torno a un consejo de ministros extraordinario. Algo se tiene que anunciar más allá del IVA", opina un alto cargo del Ejecutivo horas antes de la nueva reunión prevista del Consejo de Ministros.

Pedro Sánchez lo reconoció a puerta cerrada en la Ejecutiva federal del PSOE de este lunes: el Gobierno atraviesa el peor momento político de toda la legislatura. Tras encadenar varios batacazos electorales en autonómicas (el último y más duro el del pasado domingo en Andalucía) y con la inflación fuera de control, la sensación de pérdida de rumbo es palpable incluso entre los partidos que forman parte de la coalición. "Ni en los peores momentos de la pandemia los vi tan perdidos", resume un diputado de Unidas Podemos sobre la sensación generalizada que traslada el Ejecutivo en las últimas fechas. La conclusión tras el 19-J fue que hacía falta volcarse aún más en medidas que de verdad amortiguasen el impacto en la ciudadanía de las consecuencias de la guerra y que, además, fueran percibidas como tales por la gente. Y por eso el presidente encomendó a su Consejo de Ministros ponerse manos a la obra para la reunión extraordinaria de este sábado.

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