“No hay nadie que nos pueda cortar la libertad”

Jaime Sevilla Lorenzo (Barcelona)

En el instituto XXV Olimpíada, en Barcelona, ya había una larga cola de ciudadanos esperando para votar antes de que se abriesen las puertas a las nueve de la mañana, según contaron a infoLibre algunos de sus voluntarios. Había gente sentada en el suelo desde las siete y media, y que cuando finalmente pudieron entrar, lo hicieron cantando. “Se me ponían los pelos de punta”, explicaba uno de los voluntarios. A Maika, coordinadora del proceso en este local, se le vuelven a poner de punta cuando lo cuenta.

Artur Mas compareció poco antes de las once de la noche. “Ha sido un éxito total”, valoró, y afirmó que los ciudadanos “han dado una lección de democracia con mayúsculas”. Dio las gracias a los más de 40 000 voluntarios que han organizado la consulta: “Han dado un ejemplo digno de elogio”. También agradeció la colaboración de los centenares de ayuntamientos y corporaciones locales, así como el trabajo de las asociaciones que han promovido el 9-N. Y lanzó un mensaje al Estado español: “Lamento las primeras reacciones que se están produciendo en Madrid. Obedecen a una enorme miopía política. Creo que esta reacción es de menosprecio, incluso de intolerancia y en algunos momentos de amenaza. No son propias de un Estado cuando se pronuncia un pueblo como el catalán de la forma en que se pronuncia”.

Los jueces no impidieron el desarrollo de la consulta, a pesar de que entidades como UPyD o la Societat Civil Catalana –asociación que defiende la permanencia de Cataluña en España– lo habían pedido. El magistrado Gonzalo de Dios, juez de guardia en Barcelona, estimó que la retirada de las urnas y el cierre de los locales de votación no son medidas proporcionales, puesto que “no existen razones de urgencia o relativas al orden público” que las aconsejaran. Afirmó que la votación en sí misma no supone ningún delito, y que el ciudadano es libre de “expresar su opinión cuando desde los poderes públicos se le convoca y se facilita que lo haga”.

Intentos de boicot fracasados

Los intentos de evitar la participación han podido tener un efecto contraproducente. La indignación ante estas prohibiciones ha llevado a las urnas a ciudadanos que quizá en otro contexto no habrían votado. Es lo que opinaba Ivana, justo a la salida de uno de los locales. “Lo que no puede ser es que nos impidan votar. Independientemente del resultado, lo que no se puede es prohibir. Más gente va a venir a votar precisamente porque se está diciendo que no, que no y que no”, señaló. 

Sin incidentes reseñables

Sólo algunos incidentes menores interrumpieron la tranquilidad que dominó la jornada. En unos pocos locales, las cerraduras habían sido selladas con silicona, pero se pudieron abrir sin demasiada dificultad. En ciertos portales de viviendas algunos voluntarios habían puesto listas para indicar a sus vecinos qué punto de votación les correspondía y estas habían sido sustituidas por otras que los enviaban a lugares equivocados. Además, durante la víspera de la votación, decenas de miembros de las entidades promotoras del 9-N sufrieron un boicot telefónico. Desde las nueve de la mañana, sus móviles personales empezaron a recibir cada pocos segundos llamadas de robots, que a veces se identificaban como procedentes de compañeros suyos. Al cogerlas, no había respuesta, y al colgar, llegaba otra llamada similar desde un número diferente. Así estuvieron durante toda la jornada, lo que les impidió utilizar sus teléfonos y les obligó en algunos casos a recurrir a los de sus familiares.

Pero ninguno de estos obstáculos impidió que durante todo el día 9 de noviembre las escuelas se llenasen de ciudadanos que querían expresar su opinión sobre el futuro de Cataluña. “Creemos que tenemos libertad para hacerlo, y no hay nadie que nos la pueda cortar. Nadie”, afirmaba tajantemente Santiago, tras pasar por las urnas.

Sí, no, o sí-no

La formulación de la consulta fue doble. Por un lado, se preguntó: ¿Quiere que Cataluña sea un Estado? Si se respondía que sí, se planteaba una segunda cuestión: ¿Quiere que este Estado sea independiente? Así, se podía optar por la separación de España y por la permanencia en el estatus actual, pero también había lugar para una vía intermedia: un Estado catalán confederado a España.

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“Creo que hay que cambiar la situación actual, pero no creo que la independencia sea la solución”, explicaba a la salida de las urnas una ciudadana que afirmaba haber votado sí-no. Otra persona, que no quiso participar en la consulta, se mostraba en contra de la separación. “Soy catalán y soy español”, afirmó rotundamente. Pero una clara mayoría de los ciudadanos a los que infoLibre pudo preguntar se manifestaron a favor de la independencia. “Al principio lo pasaríamos mal, pero creo que saldremos adelante y bien. Cataluña es una nación con que tiene muchos años de existencia y que ha sido pionera en muchas cosas en Europa”, afirmaba Santiago, y añadía: “Todo es probarlo, pero si no se prueba, no se sabe”. Acompañaba a Joana, una mujer mayor en silla de ruedas que, a pesar de ciertas dificultades para hablar, aseguraba: “El dinero de aquí se lo van llevando a montones desde siempre. Creemos que Cataluña se puede autogobernar por ella misma, sobradamente”.

La consulta, en realidad, no ha acabado aún. Quienes no hayan podido votar por determinadas causas justificadas tendrán la posibilidad de hacerlo hasta el 25 de noviembre. Es el caso de algunos ciudadanos que se han tenido que volver a casa sin introducir su papeleta en las urnas, porque tenían el DNI caducado. “Se iban frustrados, pero le explicábamos que tiene que ser así y lo entendían”, contaba una miembro de mesa.

Estos inconvenientes, habituales en otras elecciones pero multiplicados por la ausencia de un censo, eran en cualquier caso minoritarios. En general, los catalanes pudieron votar, en un ambiente de gran alegría. Muchos pedían que los fotografiasen mientras depositaban su papeleta. “Decían que es un momento histórico. Y lo es”, afirmaba una voluntaria. La coordinadora del proceso en uno de los locales aseguraba que, si todo salía bien, celebrarían la participación democrática. Y confesaba que, para ello, tenía preparada desde por la mañana una botella de cava.

En el instituto XXV Olimpíada, en Barcelona, ya había una larga cola de ciudadanos esperando para votar antes de que se abriesen las puertas a las nueve de la mañana, según contaron a infoLibre algunos de sus voluntarios. Había gente sentada en el suelo desde las siete y media, y que cuando finalmente pudieron entrar, lo hicieron cantando. “Se me ponían los pelos de punta”, explicaba uno de los voluntarios. A Maika, coordinadora del proceso en este local, se le vuelven a poner de punta cuando lo cuenta.

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