Cuando este martes la princesa Leonor sople las velas por su dieciocho cumpleaños, estará un paso más cerca de convertirse en la tercera reina titular de España. Será una reina de la generación Z, una jefa de Estado del siglo XXI, con piercing en la oreja izquierda, que tendrá que esforzarse por no despertar indiferencia entre los miembros de su generación y encontrar el equilibrio entre la modernidad y la continuidad de la institución.
El futuro próximo de la primera mujer en nuestro país que se ceñirá una corona en plena revolución del feminismo pasa por completar su formación militar y académica, pero según los expertos, a partir de esta semana, veremos un cambio en su estrategia de comunicación con el objetivo de reforzar su papel institucional y aumentar su presencia pública. ¿Conseguirá Leonor conectar con los ciudadanos? ¿El camino marcado para ella se corresponde con el de una jefa de Estado del siglo XXI?
Una reina en el siglo de las mujeres
Leonor será una monarca más entre el gran número de herederas de las coronas europeas en estados como Bélgica, Noruega, Suecia o Países Bajos. El hecho de ser reina en una época en la que el feminismo cada vez conquista más espacios y las mujeres tienen un mayor protagonismo en todos los ámbitos de la vida política, social y económica puede ser un atributo muy valioso para su liderazgo.
“La estrategia que han seguido con ella no tiene nada que ver con construir la imagen de una princesa Disney, todo lo contrario. Quieren impulsar una imagen actual, de una mujer sólida y con valores que es consciente de la responsabilidad que tiene. Aunque, desde mi punto de vista, a nivel comunicativo creo que deberían darle un poco más de frescura a los discursos”, explica Diana Rubio, politóloga y experta en protocolo.
“Leonor da una imagen de mujer perfecta que cumple muy bien con su papel y las consignas protocolarias, pero no sé si las nuevas generaciones podrán conectar fácilmente con ella y admirar estas cualidades que la gente mayor valoramos tanto. Esta es la gran incógnita del futuro”, añade la escritora y periodista experta en Casa Real, Pilar Eyre. Según una encuesta de Sigma Dos para la revista Hola publicada estos días, los españoles dan ahora mismo un 6,2 de nota a la princesa Leonor.
Acercarse a los espacios de los jóvenes de su generación
Los reyes Felipe y Letizia se han esforzado estos años por darle a su hija una educación que la prepare para su futuro, dentro y fuera del entorno familiar. “Han innovado de manera radical creando una sana y sincera relación entre los padres y las hijas. No quieren que se repita la desestructuración de los Borbón Grecia y los desafectos entre sus miembros. Ni la sobreexposición que el propio rey y sus hermanas padecieron en los años de su infancia”, explica José Antonio Zarzalejos en su libro Felipe VI, un rey en la adversidad (Planeta, 2021).
Durante este tiempo, ha estado muy resguardada por sus padres y sus apariciones públicas han sido medidas y espaciadas en el tiempo. “Casi siempre está rodeada de gente mayor”, opina Pilar Eyre. “Agradecería una mayor preocupación por los temas que le importan a la gente de su edad, que fuera a visitar refugios de animales, a pisos de estudiantes compartidos, a conocer a chicos de barrio... Porque creo que lo peor que le puede pasar a Leonor es que despierte indiferencia entre la gente de su generación. Atacarla es imposible porque todo lo que hace está bien”.
Esto es algo en lo que ha trabajado la Casa Real en los últimos meses, con el objetivo de transmitir una imagen de una Leonor adolescente y normal, como demuestra ese piercing que tiene en la oreja izquierda. Por ejemplo, mientras que su padre Felipe VI juró bandera en un acto exclusivo para él, ella lo hizo con el resto, como una más. Además, el día de la Fiesta Nacional se invitó al besamanos a varios compañeros de la academia para que hubiese gente de su edad y se sintiese más cómoda, generando un momento de complicidad que se hizo viral.
La formación de una jefa de Estado del siglo XXI
Ver másEl Senado veta una pregunta de Compromís en la que pide datos sobre el sueldo que cobrará Leonor de Borbón
Aunque en el acto de la jura de la Constitución no estarán partidos como ERC, Junts, PNV, Bildu o el BNG ni una mayoría de diputados de Sumar, la educación de Leonor siempre ha sido muy sensible a los nacionalismos y a la pluralidad territorial de nuestro país. Así, los reyes han querido que su hija aprenda y domine las lenguas cooficiales del Estado. “Esto no está estipulado en ningún sitio ni es ninguna norma, se hace para mostrar empatía con la diversidad lingüística que tenemos en España”, explica Diana Rubio.
Al no existir un estatuto de la princesa ni ningún precepto al que pueda ceñirse, el ejemplo de su padre es la guía de referencia para el camino de Leonor. Su formación militar condensada en tres años ha sido una decisión de la Casa Real y del Gobierno, ya que cuando sea jefa de Estado será el mando supremo de las Fuerzas Armadas y creen necesario que las conozca desde dentro. Una formación castrense que, tal y como explica Rubio, va en sintonía con la de otros herederos y herederas en Europa.
"La monarquía ha de expresar una aprehensión en los discursos, actos, decisiones y gestos del titular de la Corona en los que los ciudadanos puedan reconocerse. O, en otras palabras: la Corona debe ser empática para regresar con su simbolismo a un terreno discreto, pero visible, de la vida pública”, termina Zarzalejos en el último capítulo de su libro. Ese es sin duda el gran reto del futuro reinado de Leonor: continuar con la renovación de Corona, alejarla de la imagen corrupta los escándalos sexuales y fiscales protagonizados por su abuelo y conectar con la realidad de sus ciudadanos.
Cuando este martes la princesa Leonor sople las velas por su dieciocho cumpleaños, estará un paso más cerca de convertirse en la tercera reina titular de España. Será una reina de la generación Z, una jefa de Estado del siglo XXI, con piercing en la oreja izquierda, que tendrá que esforzarse por no despertar indiferencia entre los miembros de su generación y encontrar el equilibrio entre la modernidad y la continuidad de la institución.