Los pactos y los vetos se adueñan de la campaña catalana sin suma a la vista para la gobernabilidad

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El 12 de mayo los catalanes votarán. Pero esa medianoche arrancará una partida igual de importante: los pactos. El escenario complejo que se abrirá ya monopoliza el debate de la campaña con algunos partidos utilizándolo como principal arma mientras otros intentan evitarlo para no alejar apoyos. Lo que todos asumen es que será una batalla muy complicada con muchas posibilidades de bloqueo y de tener que ir a una nueva cita con las urnas.

Las encuestas dan en estos momentos al PSC como el gran favorito, situando posteriormente a la candidatura de Junts liderada por Carles Puigdemont. Esquerra está ahora mismo en tercera posición, a tenor de la mayoría de sondeos. Y posteriormente aparecen con representación en el Parlament el Partido Popular, Vox, los comunes y la CUP. Con posibilidades también de entrar está también la formación xenófoba de Aliança Catalana. Muchas cartas, muy repartidas y con una futura Cámara del parque de la Ciutadella muy fragmentada.

Son varias las combinaciones que aparecen sobre la mesa de cara a hacerse con las riendas del Palau de la Generalitat, pero, como reconocen en todas las formaciones, todo puede cambiar in extremis por un diputado arriba o abajo. La emoción será máxima. Pero la primera y fundamental incógnita, como señalan en los cuarteles generales de las principales formaciones, es si el independentismo logra sumar la mayoría absoluta (68 de 135 escaños).

El factor clave de la cuenta de Junts, ERC y la CUP

Esta ha sido la fórmula que ha sostenido en los últimos años las investiduras en Cataluña gracias a la unión de fuerzas del espacio posconvergente, Esquerra Republicana y la CUP. Quien está apostando más fuerte por volver a esta fórmula es el propio Carles Puigdemont, quien ya el día en el que anunció que se presentaba tendió la mano a los republicanos incluso para ir juntos a la cita como hizo el independentismo con Junts pel Sí en 2015.  De hecho, el escenario de la suma del independentismo es el que más preocupa ahora mismo en el PSC. Hay convencimiento dentro del socialismo, según varias fuentes consultadas, de que Esquerra no aguantará la presión si queda por detrás de Junts y dan los números del bloque, por lo que terminará dando la presidencia a Puigdemont a pesar de las profundas discrepancias durante estos años.

La fórmula de Junts, ERC y CUP en el área del independentismo tiene un invitado nuevo en Aliança, soberanista y de extrema derecha. Carles Puigdemont, muy preocupado por los votos que puede robarle esta formación, ha cerrado la puerta a un posible acuerdo: “Nunca”. Por otra parte, Esquerra, los comunes y los cupaires firmaron el pasado mes de abril su rechazo a cualquier tipo de acercamiento a ese partido. “Si la extrema derecha obtiene representación. no colaboraremos de ninguna manera”, sostuvieron en su declaración.

El gran problema de un futuro Ejecutivo de corte independentista es la propia relación entre Esquerra y Junts, que está absolutamente deteriorada tras los choques durante los últimos años. De hecho, los de Carles Puigdemont decidieron dejar a mitad de legislatura la coalición, en tanto que Pere Aragonès siguió al frente de un Gobierno muy débil que se apoyó para algunas leyes en los socialistas y que vio cómo caían los presupuestos por el ‘no’ de los comunes.

¿Cómo puede Illa hacerse con la Presidencia?

El PSC es el gran favorito en esta cita y confía para poder gobernar en que el independentismo no sume. Lo primero que señalan los socialistas es que buscan un objetivo, aunque “parezca una obviedad”, que consiste en lograr el respaldo más amplio posible porque cambiará mucho, como indican, la distancia que le saquen al segundo para tener fuerza en esos acuerdos después del 12 de mayo.

Salvador Illa es el que muestra un abanico más amplio de posibilidades a la hora de tender la mano. Sólo excluye a los extremos de esas relaciones posteriores. El propio aspirante de los socialistas catalanes no ha descartado llegar incluso a un acuerdo con Junts, algo que antiguamente se conocía como la “sociovergencia”. No obstante, este viernes matizó un poco esa postura señalando que tiene “lógicas incompatibles” con el expresidente: “Puigdemont es bloqueo y década perdida y yo estoy aquí para avanzar”. Además, el partido independentista ha sido tajante y descarta ese escenario con su rival más difícil en estos momentos. Fuentes próximas al expresidente comentan que ahora todo “está muy ajustado” y se van a centrar en el argumento de que Cataluña “necesita un president que no dependa de Sánchez y que tenga la manos libres para gobernar y negociar con Madrid”.

Otra de las opciones más plausibles es un acuerdo con Esquerra Republicana, al que también se podrían incorporar los comunes. Esta experiencia ya se vivió en la época de José Montilla, donde el PSC pilotó el conocido tripartito en el que estaban los republicanos y la formación de ICV (que hoy está integrada en los comunes y en el espacio de Sumar). El president de la Generalitat, Pere Aragonès, es reacio a hablar de qué fórmula es su predilecta, con los suyos diciendo que se concentran en ganar aunque son conscientes de que Illa será el primero. Pero, a partir de ahora, como recuerdan fuentes de Esquerra, todo dependerá de quién quede segundo, con qué fuerza y de lo que saque el soberanismo.

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Los más claros a la hora de abordar esta cuestión son los comunes, cuya número uno en la papeleta es Jéssica Albiach. Su apuesta es total por un Gobierno “progresista” y sus opciones de pacto pasan por dos formaciones: el PSC y Esquerra Republicana. Además, si dan los números, su intención es formar parte de este Ejecutivo porque entienden que es la única manera de que haya verdaderas políticas de izquierdas frente a las posiciones más cercanas a la patronal de Illa y la “decepción” que les ha supuesto Aragonès.

En el escenario complejo también aparece la posibilidad de que Salvador Illa tuviera que necesitar los votos del Partido Popular para una investidura en un momento en el que los conservadores suben en las encuestas gracias a la absorción de buena parte del votante de Ciudadanos. Muchos miran al momento en el que finalmente Génova 13 dio su apoyo al PSC en la votación para que Jaume Collboni lograra la Alcaldía de Barcelona frente a Xavier Trias (Junts).

Pero ese requiebro se aleja cada días más. El propio candidato del PSC indicó en un debate electoral organizado por La Vanguardia que descartaba ser president con los votos de los populares, pero se abría a llegar a “acuerdos puntuales” para temas como el Pacte per la Llengua. Y este mismo martes Alejandro Fernández (PP) ponía el listón muy alto si el socialismo quiere sus votos con una condición que supondría hacer caer al propio Gobierno central: "Si ellos rompieran aquí y en Madrid todos sus acuerdos con Puigdemont y con ERC, podríamos sentarnos a hablar".

El 12 de mayo los catalanes votarán. Pero esa medianoche arrancará una partida igual de importante: los pactos. El escenario complejo que se abrirá ya monopoliza el debate de la campaña con algunos partidos utilizándolo como principal arma mientras otros intentan evitarlo para no alejar apoyos. Lo que todos asumen es que será una batalla muy complicada con muchas posibilidades de bloqueo y de tener que ir a una nueva cita con las urnas.

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