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Palomares carece de un estudio epidemiológico más de medio siglo después del accidente nuclear

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Trascurridos ya 51 años desde el accidente nuclear de Palomares, en Cuevas del Almanzora (Almería), ocurrido el 17 de enero de 1966, no se ha realizado aún un estudio epidemiológico que evalúe su incidencia sobre la salud de la población. "Hubo otro accidente similar dos años después, en 1968, en Groenlandia [en la base aérea de Thule]. Aparte de que se llevaron diez veces más tierra contaminada que de Palomares, el Gobierno danés hizo estudios epidemiológicos. En Palomares ha habido una exposición bien definida al plutonio, al uranio y al americio. Esta exposición tiene un alcance y se puede medir. Estas premisas, a mi juicio, obligan a realizar un estudio epidemiológico", señala el epidemiólogo Juan Alguacil, catedrático del área de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Huelva.

El accidente de aviación de Palomares provocó la caída de cuatro bombas nucleares estadounidenses 75 veces más destructivas que las que fueron lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. Dos de las bombas liberaron plutonio, contaminante durante miles de años y extremadamente nocivo para el ser humano. El tipo de residuos que queda en Palomares provoca cáncer de pulmón, hígado o huesos, lo cual permite focalizar la búsqueda de resultados. Los residuos se encuentran aislados, para evitar su contacto con humanos.

Al doctor Francisco Laynez Bretones, especialista en medicina interna en el hospital de Torrecárdenas (Almería), le preocupa esta falta de estudios epidemiológicos. Con anterioridad fue jefe de servicio del hospital de Huércal Overa, del cual depende Palomares, y allí tuvo oportunidad de familiarizarse con el problema de los residuos y conocer de primera mano la inquietud por los posibles problemas de salud entre la población. En noviembre se dirigió por escrito a la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP), adscrita a la Consejería de Salud de la Junta. Laynez pedía que en el marco de las X Jornadas de Salud Pública, que se celebrarían en diciembre, se aprobase la realización del primer estudio epidemiológico en Palomares, transcurrido ya más de medio siglo desde el vertido, tras el cual no se evacuó a la población local.

En su propuesta, Laynez destaca que los trabajos realizados se han limitado a estudios de la antigua Junta de Energía Nuclear, actualmente el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), cuyas conclusiones "han sido brevemente publicadas". En su monografía Palomares, desde el accidente a la restauración, este organismo dependiente del Ministerio de Economía señala que el seguimiento desde 1966 no ha observado "ninguna evidencia de patología directamente relacionada con el accidente, incluso en aquellas personas que presentan algún resultado dosimétrico por encima del límite [...]". "El riesgo que se podría dar en Palomares", advierte el informe, "es que las partículas contaminantes que están de un modo estable adheridas a los suelos puedan ser ingeridas o inhaladas por su transferencia a alimentos o al aire".

El doctor Laynez subraya que, desde los años 80, hay un incremento del plutonio en el aire de Palomares, debido a las faenas agrícolas. "En los últimos años", añade, "parte del plutonio se está transformando en americio, que emite radiaciones gamma y es más nocivo para la salud que el plutonio". "Sin embargo, no se ha realizado ningún estudio epidemiológico solvente en la zona de Palomares en estos 50 años", concluye Laynez su propuesta, que califica de "imperiosa" la necesidad de abordar la tarea "sin más demora".

Los coordinadores de las X Jornadas de Salud Pública de la EASP contestaron a Laynez con un no. “En las Jornadas sólo aceptamos trabajos ya realizados, no propuestas. Lo invitamos a que el año que viene presente los resultados, en caso de que decida llevarlo a cabo”, señalaba la respuesta. Uno de los revisores indicó sobre la propuesta: “No estoy de acuerdo en que no haya estudios realizados. Haciendo una búsqueda rápida se encontraron más de 20". Entre ellos citaba el Análisis Epidemiológico de Palomares 1991-2005, realizado por el doctor Pedro Antonio Martínez Pinilla.

infoLibre preguntó a la EASP por los "más de 20" estudios que justificarían que no se realizara uno más, pero no hubo respuesta concreta en este punto. Desde este organismo público señalaron que, de entrada, la propuesta no se ajustaba a lo que se demandaba en las jornadas de salud pública. La Consejería de Salud tampoco tiene constancia de estudios epidemiológicos, pero un portavoz oficial subraya que "desde el Distrito del Área Norte [de Almería] se realizan estudios periódicos sobre mortalidad en toda la zona sin que este municipio presente cifras diferentes al resto de pueblos del área".

Lo que no hay es un estudio epidemiológico. Este medio ha contactado con diversas instituciones públicas al objeto de conocer si tenían constancia de la existencia de algún documento científico de referencia en este ámbito. Los ministerios de Defensa y Sanidad negaron tener competencias en la materia. El Instituto de Epidemiología Carlos III negó tener constancia de ningún estudio de este tipo. Tanto el Consejo de Seguridad Nuclear como el Ciemat se remiten a los controles que se realizan cada año a unas 150 personas.

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Un análisis de alcance limitado

El "análisis epidemiológico" de Pedro Antonio Martínez Pinilla carece de valor científico y no fue publicado en ninguna revista. El propio Martínez Pinilla ya advierte de las limitaciones de su trabajo, con "muestras muy pequeñas susceptibles de estar influidas por el azar". El estudio detecta una mayor cantidad de tumores en Palomares que en Guazamara, otra pedanía de Cuevas del Almanzora, entre 1986 y 1990, pero cifras similares entre 1991 y 2005. "Es del todo deseable realizar un censo nominal de Palomares en el año 1966 y a continuación [un censo de] los emigrados y los inmigrados, para poder conocer el verdadero periodo de tiempo que cada censado de Palomares ha vivido realmente en Palomares. Sería deseable conocer los verdaderos tiempos de exposición que cada habitante ha tenido, por su proximidad o lejanía con las zonas radiactivas", señala el estudio de Martínez Pinilla en sus conclusiones.

Este medio se puso en contacto con la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) al objeto de recabar una opinión experta sobre la necesidad, o no, de estudios científicos a fondo en Palomares, y sobre la validez de lo ya elaborado. El experto designado fue Juan Alguacil, que tiene claro que sí existe esa necesidad aunque –puntualiza– se trata de su opinión, no de la SEE en su conjunto. "Una de las cosas que hemos aprendido de Hiroshima y Nagasaki es que la radiación está ahí para toda la vida, independientemente de que a los cinco o a los diez años aparezca más o menos marca. En Palomares es relevante antes que nada saber qué gente estuvo expuesta y empezar por ahí", señala Alguacil, para quien el Instituto de Salud Global de Barcelona sería la institución idónea para llevar a cabo el estudio epidemiológico.

Trascurridos ya 51 años desde el accidente nuclear de Palomares, en Cuevas del Almanzora (Almería), ocurrido el 17 de enero de 1966, no se ha realizado aún un estudio epidemiológico que evalúe su incidencia sobre la salud de la población. "Hubo otro accidente similar dos años después, en 1968, en Groenlandia [en la base aérea de Thule]. Aparte de que se llevaron diez veces más tierra contaminada que de Palomares, el Gobierno danés hizo estudios epidemiológicos. En Palomares ha habido una exposición bien definida al plutonio, al uranio y al americio. Esta exposición tiene un alcance y se puede medir. Estas premisas, a mi juicio, obligan a realizar un estudio epidemiológico", señala el epidemiólogo Juan Alguacil, catedrático del área de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Huelva.

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