Los trastornos mentales se triplican entre niños y adolescentes durante la pandemia
Un estudio publicado por la ONG Save the Children revela el alto incremento de trastornos mentales y de comportamiento durante los meses de pandemia entre los menores de edad con edades comprendidas entre los 4 y los 14 años. Los problemas de salud mental afectan, según señala el informe, a un 6.9% de los niños y adolescentes encuestados, cuando los datos de 2017 afectaban tan sólo a 2.5%. En el informe Crecer saludable(mente), Save the Children denuncia las implicaciones mentales que ha tenido el confinamiento para los más jóvenes: "La pandemia ha traído a la vida de niños, niñas y adolescentes nuevas preocupaciones, miedos, infelicidad y ha puesto de manifiesto la magnitud de los problemas de salud mental que sufren los niños y niñas en nuestro país."
El estudio ha recabado la información a partir de menores de edad, así como de 2.046 encuestas a padres y madres que han podido detallar efectos y conductas de comportamiento que antes de la pandemia no se daban o que ellos, al menos, no habían notificado en sus hijos. Un comportamiento que, si bien no corresponde más que a una minoría, ésta no deja de haber aumentado respecto a las cifras que se valoraban a comienzos de 2020. “Padres y madres que consideran que sus hijos e hijas se encuentran más aislados, menos comunicados con sus iguales y tienden a jugar solos; que se sienten inquietos, infelices, desanimados, llorosos y, en menor medida, con los que creen que sus hijos e hijas están nerviosos o tienen muchos miedos”, detalla el informe.
Los datos de trastornos mentales se habrían llegado a triplicar entre menores de edad, pudiéndose relacionar la tendencia al alza con la situación de pandemia. "Los trastornos mentales han aumentado del 1,1% al 4% en niños, niñas y adolescentes de entre 4 y 14 años y del 2,5% al 6.9% en el caso de los trastornos de conducta", concluye el estudio. Unas cifras que, sin embargo, no se corresponden con las recogidas por el Sistema Nacional de Salud, cuyo índice de diagnósticos ha descendido en los últimos años a la hora de tratar los trastornos mentales. Una situación parecida se ha dado a la hora de tratar enfermedades relevantes como por ejemplo en oncología, donde los diagnósticos se redujeron en un 21%, o en la atención de ictus, que disminuyó un 23%."
Trastornos de salud mental y de comportamiento
Save the Children incide en la importancia de un diagnóstico preventivo para evitar la cronificación de las patologías psicológicas. Para ello conviene prestar atención a posibles hábitos o conductas recientemente adquiridos, distintos a los que se venían dando. “Conductas relacionadas con la aparición de trastornos mentales y de comportamiento en niños, niñas y adolescentes como son el acoso escolar o el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas”, concreta el informe, que incide en datos relacionados con el acoso escolar: un 22.6% de chicas encuestadas afirman haber sido víctimas de bullying, mientras que la cifra de chicos asciende a un 39.3%.
Los datos de suicidio del pasado año dejaron la cruda cifra de 61 niñas, niños y adolescentes fallecidos en nuestro país, un problema cuyo calado resulta especialmente complejo, teniendo en cuenta la dificultad que entraña detectar estos casos. "Muchas veces, la detección del pensamiento suicida se produce cuando el problema ya está muy avanzado o es incluso demasiado tarde. Según los resultados de nuestra encuesta, un 3% de niños, niñas y adolescentes han tenido pensamientos suicidas en 2021."
La condición social
Otra de las relaciones que extrae el informe es la definida entre índice de suicidios y el nivel de renta doméstica. El porcentaje de suicidios se llega a situar en un 3.8% entre las rentas más bajas, del 2.9% entre las rentas medias y del 1.3% para las más altas. Dichos tramos abarcan distintas realidades de muy compleja interpretación. Sin embargo, hasta donde cabe entender, parece que sí puede llegar a establecerse cierta causalidad entre los suicidios de los más jóvenes y las subidas y bajadas del ciclo económico. En contextos de recesión, las economías familiares más empobrecidas son a su vez las más afectadas, y esto trae mayores consecuencias de las previstas.
No sorprende la conclusión a la que llega el informe de Save the Children: la condición social influye en la salud mental. “Como ha destacado la Organización Mundial de la Salud, citando estudios sobre niños y niñas solicitantes de asilo o protección que viajan solos, la resiliencia y capacidad resolutiva de estos niños y niñas viene a menudo acompañada de depresión y estrés postraumático.” Es por ello que el nivel de renta comporta un aspecto diferencial entre los distintos afectados. Aquellas personas con bajos recursos, necesariamente verán limitadas sus posibilidades de recuperación.
España, líder en consumo de ansiolíticos
A falta de suficientes profesionales en el Sistema Nacional de Salud —alrededor de seis psicólogos por cada 100.000 habitantes—, el tratamiento de los pacientes es complementado con fármacos potencialmente adictivos. "Hay que tener en cuenta que España lidera el consumo mundial lícito de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes, y que este aumentó en 2019 un 4,5%; datos previos a la pandemia, desde la cual presumiblemente habrá aumentado." Asimismo, las sesiones de terapia guardan una dilatada prolongación, llegando a sucederse entre periodos de tres meses. En definitiva, todo ello implica un escenario idóneo para cronificar el problema.
Así que la prevención es de gran importancia, puesto que en ella recala una futura solución del problema. Desde Save the Children inciden en la idoneidad del sistema de educación —más concretamente el público, donde el Estado tiene fórmulas de acción— a la hora de abordar los casos de atención psicológica y psiquiátrica. Por ello se destaca igualmente la importancia de contar con un sistema público de salud que permita la detección y el acceso al tratamiento de la salud mental en menores de edad.