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¿Están los partidos nacionalistas sobrerrepresentados en el Congreso?

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Ciudadanos apuesta sin tapujos por un cambio legislativo que expulse del Congreso de los Diputados a formaciones nacionalistas e independentistas. Con una extrema derecha a la que las encuestas vaticinan un buen resultado, el partido de Albert Rivera intenta no ceder terreno en el debate sobre la crisis catalana. Este jueves los naranjas terminaron votando junto al PP en la Asamblea de Madrid a favor de la proposición no de ley impulsada por Vox en la que se pedía abiertamente al Gobierno central la ilegalización de “los partidos separatistas que atenten contra la unidad de la nación". Pocas horas después, la portavoz de Ciudadanos en la Cámara Baja, Inés Arrimadas, prefirió apostar en el último debate televisado por una reforma de la ley electoral que establezca una barrera "del 3% o el 5%" del voto a nivel nacional para poder entrar en el Congreso. Una medida pensada para dejar fuera del Congreso a las formaciones nacionalistas e independentistas. Lo que está detrás del discurso de Cs y de otros similares lanzados desde la derecha es que esas formaciones están sobrerrepresentadas en la Cámara Baja.

El análisis de los datos, sin embargo, no demuestra tales afirmaciones. Del histórico de resultados en 42 años de elecciones democráticas se desprende que, hasta la fecha, el único de los grandes partidos nacionalistas o independentistas que en todas las elecciones generales ha obtenido un porcentaje de escaños en el Congreso mayor al de votos en las urnas a nivel nacional ha sido el PNV, aunque dicha sobrerrepresentación ha sido mínima. ERC ha estado infrarrepresentado en una decena de comicios frente a solo dos citas electorales de las que salió ligeramente sobrerrepresentado. Convergència –tanto con la marca JxCAT como cuando estaba integrada en CiU o en la coalición Pacte Democràtic per Catalunya– ha logrado un porcentaje de escaños ligeramente superior al de sufragios en ocho de las catorce elecciones celebradas hasta la fecha. Y el BNG ha estado ligeramente infrarrepresentado en las cinco ocasiones en las que ha conseguido sentar algún diputado en la Cámara Baja.

En todos los casos esos desvíos son mínimos y fruto del efecto de la Ley D'Hondt, que premia a la fuerza ganadora de cada circunscripción. Pero no sólo en Cataluña o País Vasco, sino en toda España. Por tanto, no es algo exclusivo de las formaciones nacionalistas o independentistas. El ejemplo más claro lo encontramos en las elecciones generales de 2011, que expulsaron al PSOE de la Moncloa y auparon con mayoría absoluta a Mariano Rajoy a la Presidencia del Gobierno. En aquellos comicios los conservadores cosecharon en las urnas el 44,63% de las papeletas. Su clara victoria en 39 de las 52 circunscripciones electorales otorgó al PP 186 escaños, lo que equivale al 53% del hemiciclo. En un sistema de reparto estrictamente proporcional, los conservadores tendrían que haberse quedado con 156 asientos en la Cámara Baja, treinta diputados por debajo de lo que realmente lograron con ese resultado en la cita con las urnas.

  Cataluña

De todas las formaciones nacionalistas o independentistas catalanas, sólo han conseguido representación en el Congreso de los Diputados desde la recuperación de la democracia ERC y todo lo que se ha cocido alrededor de Convergència. El partido que en la actualidad lidera Oriol Junqueras sólo ha estado sobrerrepresentado en dos ocasiones en la Cámara Baja. La más importante fue la del pasado 28A, cuando con el 3,89% de los votos logró el 4,29% de los escaños. A pesar de ello, el cambio en la representación hubiera sido mínimo de existir un sistema de reparto estrictamente proporcional: en lugar de 15 escaños se hubieran quedado con entre 13 y 14 asientos. En otra decena de generales, sin embargo, la formación de izquierdas ha estado infrarrepresentada. Dentro de este grupo, la desviación más importante se produjo en 1993, cuando un 0,8% de las papeletas le dio un 0,29% de los escaños. Con un reparto proporcional, en lugar de 1 escaño debería haber sacado entre 2 y 3.

En el caso de Convergència, la sobrerrepresentación se produjo en ocho de las catorce generales, mientras que en las seis restantes el porcentaje de escaños logrados en la Cámara Baja fue menor que el que consiguió en las urnas. Así, con una horquilla de representación en el hemiciclo que se movió entre cuatro décimas por encima y cuatro por debajo del resultado electoral a nivel nacional, los desvíos más importantes se produjeron en las generales de 2011 y las de 1979. En las primeras, CiU cosechó el 4,17% de los apoyos, que se tradujeron en 16 escaños –un 4,57% sobre el total de asientos–. En las segundas, logró con el 2,69% de las papeletas el 2,29% de los escaños en liza –8–. De nuevo, el cambio no habría sido significativo con un sistema de reparto estrictamente proporcional. En 2011, cuando se produjo la mayor sobrerrepresentación, en lugar de 16 asientos se habría quedado con entre 14 y 15. Y en 1979, los comicios de los que salió más infrarrepresentada, habría logrado entre 9 y 10 escaños en vez de 8.

  País Vasco

De todos los partidos políticos nacionalistas e independentistas catalanes, vascos y gallegos analizados por infoLibre, el único que siempre ha tenido un porcentaje de escaños por encima del de votos a nivel nacional ha sido el PNV. En las catorce citas electorales celebradas hasta la fecha, esa sobrerrepresentación se ha movido en una horquilla de entre una y casi siete décimas porcentuales. Los comicios en los que el desvío fue mínimo fueron los del año 2011, unas generales en las que los nacionalistas vascos se hicieron con el 1,43% de los diputados rascando en las urnas el 1,33% de las papeletas. Un poco más grande fue la brecha en las primeras generales celebradas tras el fin de la dictadura. En 1977, el PNV consiguió con el 1,62% de apoyos el 2,29% de los asientos en la Cámara Baja. Es decir, consiguió sentar en el hemiciclo a 8 escaños frente a los 5-6 parlamentarios que le hubieran correspondido con ese mismo resultado si se hubiera realizado un reparto estrictamente proporcional.

Pero la sobrerrepresentación no ha sido habitual en el resto de formaciones nacionalistas o independentistas vascas. EH Bildu sólo ha logrado un porcentaje de escaños superior al de votos en los comicios del 28A, mientras que en las generales de 2015 y 2016 se situó por debajo. Eusko Alkartasuna también estuvo mínimamente infrarrepresentada en los cinco comicios en los que consiguió colocar a sus parlamentarios en el hemiciclo –1989, 1993, 1996, 2000 y 2004–, lo mismo que Herri Batasuna en cuatro de las seis citas con las urnas en las que obtuvo escaño. Euskadiko Ezkerra, la formación que posteriormente se integraría dentro del PSOE vasco, también se quedó en un porcentaje de asientos inferior al voto logrado en tres de las cinco generales en las que obtuvo representación. Amaiur, por último, salió ligeramente sobrerrepresentada en la única cita con las urnas en la que consiguió asiento en la Cámara Baja. Un 1,37% de los votos le dio un 2% de los escaños. Con un reparto proporcional, en lugar de 7 diputados habría sacado entre 4 y 5.

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  Galicia

Frente al caso vasco y catalán, en suelo gallego el nacionalismo siempre ha salido mínimamente infrarrepresentado de todas las citas electorales en las que ha conseguido escaño en el Congreso. Así, el Bloque Nacionalista Galego (BNG) siempre ha obtenido entre dos y cinco décimas de asientos en el hemiciclo menos que el porcentaje de papeletas a nivel nacional arañados en los comicios. La proporción más ajustada fue la de 2011, cuando el 0,76% de los votos le dieron el 0,57% de los escaños en la Cámara Baja. El desvío más grande fue el que se registró en la cita con las urnas del año 2000, de la que el conservador José María Aznar salió con mayoría absoluta. En aquellos comicios, el BNG obtuvo el 1,32% de los apoyos y 3 parlamentarios –es decir, el 0,86% de los asientos en el hemiciclo–. Con un sistema completamente proporcional, esa representación tendría que haber sido de entre 4 y 5 diputados.

También estuvo mínimamente infrarrepresentada en la Cámara Baja Coalición Galega. Fue la primera formación nacionalista gallega que logró sentar un diputado en Madrid. Lo hizo en las elecciones generales de 1986, la última mayoría absoluta holgada de los socialistas. En aquellos comicios el partido rascó el 0,4% de las papeletas y 1 parlamentario –el 0,29% del total en el hemiciclo–. Un desvío de solo una décima entre votos y asientos. Aunque el reparto hubiera sido proporcional, la representación en el hemiciclo habría sido la misma en aquel caso. 

Ciudadanos apuesta sin tapujos por un cambio legislativo que expulse del Congreso de los Diputados a formaciones nacionalistas e independentistas. Con una extrema derecha a la que las encuestas vaticinan un buen resultado, el partido de Albert Rivera intenta no ceder terreno en el debate sobre la crisis catalana. Este jueves los naranjas terminaron votando junto al PP en la Asamblea de Madrid a favor de la proposición no de ley impulsada por Vox en la que se pedía abiertamente al Gobierno central la ilegalización de “los partidos separatistas que atenten contra la unidad de la nación". Pocas horas después, la portavoz de Ciudadanos en la Cámara Baja, Inés Arrimadas, prefirió apostar en el último debate televisado por una reforma de la ley electoral que establezca una barrera "del 3% o el 5%" del voto a nivel nacional para poder entrar en el Congreso. Una medida pensada para dejar fuera del Congreso a las formaciones nacionalistas e independentistas. Lo que está detrás del discurso de Cs y de otros similares lanzados desde la derecha es que esas formaciones están sobrerrepresentadas en la Cámara Baja.

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