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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Pedro Sánchez se prueba el traje de ‘hombre de Estado’

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En septiembre, cuando comenzó el curso político, pocos ciudadanos conocían al nuevo secretario general del PSOE. Pedro Sánchez. Un hombre de 42 años, doctor en Economía, diputado en dos legislaturas casi por azar –o sea, sin entrar a la primera–, exconcejal en el Ayuntamiento de Madrid. Objetivo: darlo a conocer, aprovechar todos los medios, intentar que estuviera allí "donde esté la gente", explotar los puntos fuertes que veían sus asesores: su empatía y telegenia. Resultado: en octubre, le ponía cara el 81,8%; en enero de 2015, lo hacía el 90,5%

Segunda fase: empezar a confeccionar el traje de hombre de Estadohombre de Estado. Una faceta que, para muchos dirigentes del partido, tiene como manifestación clara la firma del acuerdo antiterrorista con Mariano Rajoy el pasado lunes. Su primer pacto de Estado, con una controvertida y solemne puesta en escena, en el palacio de la Moncloa, al lado del presidente del Gobierno, en una comparecencia sin preguntas. Al día siguiente, en Barcelona, Sánchez expresa su deseo de que haya "más acuerdos [con el PP] en algunos elementos de fondo" necesarios para "responder al futuro". 

El refuerzo del papel institucional del secretario general dista de ser, para algunos observadores en el partido, algo meramente casual. Necesitaba ese giro. "Sin duda está construyéndose esa imagen de hombre de Estado. La primera fase era traspasar los muros del partido. En esta segunda, se trata de decir que el PSOE está y estará en las cuestiones de Estado", señala con rotundidad un dirigente territorial. Y no es el único. Sin embargo, sus colaboradores más cercanos niegan rotundamente que se trate de una campaña calculada. Más aún, consideran que pensar que obedece a una estrategia de comunicación es "frivolizar" con una "amenaza real que ha sacudido el corazón de Europa", la del terrorismo yihadista. E insisten en que Sánchez no hizo más que "renovar" y actualizar los tres acuerdos antiterroristas anteriores (el de Madrid, de 1987; el de Ajuria Enea, en 1988, y el de Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, de 2000). 

La televisión como aliada

Sánchez concurrió a las primarias internas del pasado verano, caído Alfredo Pérez Rubalcaba, con un perfil bastante desconocido para sus compañeros y mucho más para los ciudadanos. Gracias a la ayuda de varios barones territoriales –singularmente, de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz–, y aupado por la fuerza de 64.118 votos (el 48,67%), se impuso a Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias. Pasado el verano, ya elegida su ejecutiva, sus asesores y su equipo de comunicación –capitaneado por Verónica Fumanal y Manuel Delgado–, se reforzó la campaña de lanzamiento del secretario general. Sobreexponiéndolo, explotando la televisión y combinando formatos informativos con otros de entretenimiento, más desenfadados, palos poco habituales para un líder político. Para la hemeroteca quedan desde la llamada en directo en Sálvame, a entrevistas en El hormiguero y Viajando con Chester, una visita a un mercado para El intermedio, la defensa de sus posiciones frente a una familia catalana en Salvados o el ascenso por el peñón de Ifach (Calpe) para Planeta Calleja

7 de enero. Atentado yihadista contra la revista satírica Charlie Hebdo en París. El domingo siguiente, Sánchez se suma a la multitudinaria manifestación de repulsa del terrorismo en la capital francesa, a la que acuden mandatarios de todo el mundo. Dos días después, el 13 por la mañana, antes de tomar un avión rumbo a Washington, el secretario general llama a Mariano Rajoy para ofrecerse a pactar nuevas medidas antiterroristas. Por la tarde, Gobierno y PSOE anuncian el acuerdo: las dos principales fuerzas presentarían una proposición de ley conjunta, al margen de la reforma del Código Penal que ya estaban tramitando las Cortes. 

1 de febrero. Clausura de la Conferencia Autonómica del PSOE en Valencia. Sánchez protagoniza el cierre con un discurso bastante celebrado por los suyos, en el que centra sus ataques en el PP para manifestar que el único adversario es "la derecha". Ignora a Podemos. "A quien teme el PP es al PSOE", proclama. 

18 horas del 2 de febrero. Sánchez firma en la Moncloa con Rajoy el pacto de Estado para luchar contra la amenaza yihadista, que se complementa con una proposición de ley orgánica en la que se hace una referencia indirecta a la prisión permanente revisable, a la que se opone el PSOE y que ha rechazado durante la tramitación de la reforma del Código Penal. Los socialistas, que se consideran "impulsores" del acuerdo, se sienten "satisfechos" porque han logrado que el PP asuma que si vuelven al Gobierno, se derogará la cadena perpetua, y también que la llevarán ante el Tribunal Constitucional en cuanto se publique en el BOE. El martes, el portavoz socialista, Antonio Hernando, advierte de que las diferencias entre los dos partidos son "abismales" y que "no hay posibilidad de pacto" en otra materia que no sea la lucha antiterrorista. Casi en paralelo, desde Barcelona, Sánchez le contradice y ofrece acuerdos "de fondo" al PP. El miércoles, se publica el barómetro de enero del CIS: el PSOE pasa a tercera fuerza por primera vez, desbancado de la segunda plaza por Podemos. 

Tres días de "manicomio"

"Sí, es un poco de manicomio la secuencia que vivimos del domingo al martes, no ha sido buena", confiesa un barón regional, que reconoce que la firma del pacto no cayó bien entre la militancia –"Los pactos con el PP no suelen recibir aplausos"–, que no comprendió un acuerdo que, siquiera tangencialmente, suponía tragar con la cadena perpetua. Algo que se había marcado como "línea roja". "En los temas de derechos es donde debemos ser radicales, porque es en lo que tenemos una identidad muy clara", observa una veterana dirigente.

Otros cuadros creen que ha faltado "pedagogía", explicar en qué consistía el acuerdo y qué mejoras se han introducido gracias a la presión de los socialistas, como el aumento de medios humanos y materiales. "El pacto había que hacerlo, no creo que quedasen muchas dudas. La lectura que yo hago –conviene otro barón de peso, que también se someterá al escrutinio de las urnas el 24 de mayo– es que el PSOE ha conseguido que no se mencione la prisión permanente revisable, que ya le hubiera gustado al PP. Esto es un logro de los socialistas, sin duda, aunque no se haya conseguido explicar dada la dificultad del asunto". 

Lo que desconcertó más no fue tanto el fondo –Sánchez recabó el visto bueno de todos los barones, incluida Díaz– sino sobre todo la forma. La escenificación en la Moncloa, que según coinciden varias fuentes consultadas –barones, altos mandos territoriales–, "se podía haber evitado" y pudo verse "excesiva". En el partido, algunos responsables consideran que la foto con Rajoy "quizá sobraba", que habría bastado sellar la firma del acuerdo en el Congreso, como hicieron los portavoces de los dos grupos, Antonio Hernando (PSOE) y Rafael Hernando (PP) al día siguiente. Así se habría restado solemnidad. Sin embargo, tanto Sánchez como el equipo negociador socialista –en el que estaba el propio Antonio Hernando, además de la portavoz de Justicia en la Cámara, Rosa Aguilar, y el fontanero de los Gobiernos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, José Enrique Serrano–, consideraban que, dado que el acuerdo trascendía la mera redacción de una proposición de ley, había que buscar otro marco. El documento del pacto de Estado suscrito en la Moncloa era, de hecho, el texto en el que podía consignarse la discrepancia de los socialistas respecto a la cuestión clave de la cadena perpetua. 

"Pedro lo ha liderado, y no se esconde"

En la sede federal han reiterado que no se ha obrado moviéndose por "cálculos electorales", pensando si beneficia más o menos a los candidatos que comparecen ante los ciudadanos el 24 de mayo y antes, el 22 de marzo, en Andalucía. "El acuerdo nace no desde el tacticismo, sino desde la convicción de que esto es muy serio y de que el PSOE no puede estar al margen, porque siempre ha estado con el PP en la lucha antiterrorista, tanto en el Gobierno como en la oposición", recalca un miembro de la ejecutiva de Sánchez. Sus colaboradores más cercanos insisten en que en la "identidad" del PSOE está marcada a fuego la "unidad de todos en el combate al terrorismo", y ahora el Estado "no tenía mecanismos suficientes para luchar contra una amenaza real" y distinta, como los lobos solitarios, o el adoctrinamiento a través de páginas web. "El terrorismo siempre ha estado para nosotros fuera de la estrategia partidista, y lo hemos creído en el Gobierno y en la oposición. Pensar que la firma del último pacto forma parte de una estregia es frivolizar. El PSOE nunca será Podemos. Es el PSOE. Tiene una identidad propia. Y no es que estemos inventando nada, estamos actualizando un compromiso que viene de 1987. Hay una amenaza real y hay que estar preparados, porque esto no tiene que ver con ETA", subraya una persona del equipo de confianza del secretario general.

Ferraz, en descargo de Sánchez, recalca que "no es la primera vez" que se firma un documento "al más alto nivel". "Ya lo hicieron en diciembre la patronal y los sindicatos. Una vez que tú has liderado el pacto, no puedes esconderte. Pedro lo ha liderado y está muy orgulloso, y ha reiterado el compromiso de que se llevará la cadena perpetua al TC y se derogará en cuanto lleguemos al Gobierno", le defienden en su núcleo más cercano, que a la vez recuerdan que "gracias al PSOE", se han conseguido eliminar "barbaridades" propuestas por el PP que "sí que podían ser inconstitucionales", como las referencias al aborto o la visita sin más de páginas web. "El PSOE ha logrado que se conjuguen seguridad y libertades", apuntalan. Lo que no ha conquistado es el de los demás grandes grupos, ya que el acuerdo se cocinó a dos, por mucho que ambos apelen a la "unidad" como mejor arma para frenar el terror. 

Haya o no una estrategia detrás, lo cierto es que la impresión que ha quedado en muchos de sus compañeros es que el perfil institucional de Sánchez se ha delineado más. "Claro que esto refuerza su imagen de hombre de Estado. En el fondo, esto nos viene bien a medio y largo plazo, pese a todo. Nosotros no podemos ser Podemos. Nuestro adversario es el PP. ¿Y eso es compatible llegar a acuerdos? Sí, porque podemos ponernos de acuerdo en temas de Estado como este", señala un dirigente territorial.

Preocupación baja, según el CIS

Un barón rechaza pensar sólo en la traducción en votos: "Si pensáramos en eso sólo, no habría Ley del Aborto, o memoria histórica, o dependencia... Eso es un valor diferencial del PSOE. Yo quiero un líder que sea hombre de Estado, que defienda los intereses generales. Y necesitamos que se perciba a Pedro como un buen presidente". "El PSOE es un partido de Gobierno, y la aspiración es llegar a gobernar este país. Ese papel institucional lo tienes que jugar", observa una diputada, a la vez alto cargo en una ejecutiva regional. Con ella está otro secretario autonómico, que ve "lógico" que se "fomente" el retrato del líder de la oposición "como hombre de Estado", porque lo contrario sería equivocado. "Él además está convencido de que debe buscar la centralidad, como hace Susana –tercia una veterana, afín a la presidenta andaluza–, sólo que ella lo tiene más fácil porque gobierna". 

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, durante la firma del pacto antiterrorista en el palacio de la Moncloa, el pasado 2 de febrero | EFE

Los socialistas se apoyan, en efecto, en la ubicación ideológica de los españoles y en cómo estos perciben a su partido. Los ciudadanos, según el último barómetro del CIS, se colocan de media en el 4,55, en una escala de 0 (extrema izquierda) a 10 (extrema derecha), y sitúan al PSOE en el 4,62. El PP está muy escorado a la derecha (8,17) y Podemos, muy a la izquierda (2,28), más que IU (2,62). De ahí que piensen que no debe moverse de donde está, de ese lugar central que ocupa, que le permite "hablar y tener interlocución con otras fuerzas, como ninguna otra". 

Pero también según ese último estudio del CIS, realizado en parte tras los atentados de París, se veía que el terrorismo preocupaba sólo al 1,1% de los encuestados. Para los responsables socialistas, esa baja inquietud no puede ser óbice para la firma de un pacto de Estado sobre este asunto. "No se puede operar sólo en base a lo que dicen las encuestas", opina una dirigente. El sentir compartido es que es normal que el terrorismo internacional no suscite ahora mismo alarma en España, porque no parece acechar una amenaza cercana, "pero todo podría cambiar si hubiera un atentado" –señala un barón crítico con la actuación de Sánchez–, por lo que conviene estar prevenidos. "Hoy preocupa al 1% porque hemos acabado con ETA gracias a los anteriores pactos. Y ojalá esto sirva para que esa preocupación no aumente", reflexiona otro secretario autonómico. Los asesores del líder socialista se fijan, en cambio, en una reciente encuesta de Metroscopia para El País, que indica cómo se ha disparado la inquietud de los españoles a raíz del atentado contra el Charlie Hebdo

Acuerdos en otras materias

Asentar la imagen de Sánchez como hombre de Estado, no obstante, comporta riesgos, a ojos de sus compañeros. "Que en las tertulias vuelva a aparecer aquello de PPSOE, del Gobierno de gran coalición. Pero es que si hacemos de Podemos bis, también tiene sus riesgos", alerta un responsable territorial. Hernando se afanó el pasado martes en subrayar, ante los periodistas, que este será el único pacto que el PSOE entable con el PP, que no hay margen para la convergencia en otros temas, porque las diferencias entre los dos partidos son "absolutas" y "abismales", que es "absurdo" pensar que la entente antiterrorista sea el preludio de una Gobierno de coalición entre las dos grandes fuerzas. ¿Cómo se concilia eso con lo que luego dijo el propio Sánchez, ese mismo día, sobre la necesidad de acuerdos "de fondo", como en educación?

Sus colaboradores defienden que era más la plasmación de un deseo, y que tampoco es ninguna novedad, porque Sánchez lleva meses señalando que hacen falta "pactos de Estado en temas fundamentales" como en enseñanza, para evitar que la ley cambie cuando cambia el Gobierno, o en la reforma constitucional o en un tema que considera capital, como la energía. "El PSOE tiene voluntad de diálogo y es consciente de que hay políticas de Estado, porque hay cuestiones que trascienden una legislatura. Eso es lo que Pedro ha dicho, y también que con el PP es imposible", le defienden los suyos.

Con Podemos en los talones

Sin embargo, otros importantes dirigentes sostienen que al PSOE no le conviene aparecer ahora mismo con el PP de la mano en nada, cuando están a la vuelta de la esquina las andaluzas y las autonómicas y municipales del 24-M y los sondeos apuntan a un auge imparable de Podemos. "A nadie le va bien, y tampoco en Andalucía, un pacto así. No es el momento", opina un barón de una federación importante, y que siente cerca la posibilidad de echar a los conservadores tras años de mayorías absolutas. "Hay que saber cuándo conviene poner el foco en unas cosas y en otras. Quizá Pedro no acertó con el momento y en cómo lo explicó", le disculpan desde otra federación. Otros dirigentes señalan, por el contrario, que suscribir un acuerdo así con Rajoy puede atraer a los votantes más moderados, un factor importante en aquellas comunidades más conservadoras. "Hablar de rendimiento electoral –confrontan fuentes próximas a Sánchez– es irresponsable. Nosotros no vamos con la calculadora. Son otros los partidos los que lo hacen. Estamos hablando de seguridad, de vidas humanas". 

El PSOE se aferra a su ADN distintivo, de partido de Gobierno y central, para justificar un pacto que, sin embargo, tiene aristas no menores criticadas incluso por jueces y fiscales próximos, como la prisión permanente revisable o la falta de apoyo de otros partidos. Si hay o no coste electoral, se sabrá pronto

 

En septiembre, cuando comenzó el curso político, pocos ciudadanos conocían al nuevo secretario general del PSOE. Pedro Sánchez. Un hombre de 42 años, doctor en Economía, diputado en dos legislaturas casi por azar –o sea, sin entrar a la primera–, exconcejal en el Ayuntamiento de Madrid. Objetivo: darlo a conocer, aprovechar todos los medios, intentar que estuviera allí "donde esté la gente", explotar los puntos fuertes que veían sus asesores: su empatía y telegenia. Resultado: en octubre, le ponía cara el 81,8%; en enero de 2015, lo hacía el 90,5%

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