Uno de los eslóganes de campaña de Pablo Casado, no de las dos campañas electorales a las que ha concurrido como candidato a las generales, sino la que le llevó a la presidencia del Partido Popular en julio de 2018 fue el de que con él al frente de la formación conservadora todos los votantes de la derecha volverían a la casa común. Es decir, que quienes se habían pasado a las filas de Vox o en ese momento simpatizaban con Ciudadanos y anteriormente habían votado PP, iban a encontrar en su proyecto aquello por lo que habían dado la espalda a Mariano Rajoy. A este proceso se le ha llamado puertas adentro de los muros del PP refundación, refundición o, incluso, reunificación del centro derecha. Y ha tenido sus picos de intensidad cada vez que se celebraban citas electorales y el debate interno en el PP lo monopolizaba la necesidad de un "giro al centro" y, por tanto, evitar la confrontación directa con la extrema derecha.
Han pasado ya casi dos años de esas primarias por el liderazgo del partido en las que Casado se impuso a Soraya Sáenz de Santamaría y, hasta la fecha, los conservadores han fracasado en esta pretensión de unificar el espacio. El Partido Popular se sienta con 88 escaños en el Congreso de los Diputados, Vox con 52 y Ciudadanos con 10.
Y, a día de hoy, el panorama no se presenta mucho mejor porque más que puentes entre las tres formaciones, lo que parece haber son muchas ganas de marcar distancias. Como casi todo en la política, la crisis del covid-19 ha puesto esta pretensión de Casado en modo de espera, mientras Vox intenta capitalizar el descontento del electorado de la derecha por las medidas tomadas por el mando único con críticas durísimas. No sólo al Gobierno de coalición, también a un PP que ve "secuestrado" por el Ejecutivo al apoyarle, una tras otra, las prórrogas del estado de alarma.
Mientras, Ciudadanos, con Inés Arrimadas al frente, ha adoptado una postura conciliadora. El mismo partido naranja que se negó a apoyar a Pedro Sánchez tras las generales de hace un año, ahora es el máximo defensor de los pactos y del entendimiento. De hecho, la nueva líder del partido que este fin de semana celebra su Asamblea de forma telemática en medio de la pandemia, fue pionera a la hora de ofrecer a Sánchez unos Presupuestos de "emergencia nacional" para la etapa posterior al covid-19.
Evidentemente, este acercamiento de Cs al PSOE no está gustando nada al PP de Casado porque la negativa de los conservadores al pacto, al acuerdo, les aleja del centro y les escora a la derecha, donde Vox se mueve con total soltura.
Menos todavía ha gustado en el PP que el presidente del Gobierno les haya puesto desde el principio de esta crisis ante el espejo de los pactos y los acuerdos. Primero, de los tendentes a reeditar unos Pactos de la Moncloa. Y, después, de los encaminados a que el PP se sume a esta cultura del pacto en las comunidades autónomas, gobierne quien gobierne.
En fuentes gubernamentales defendían que Casado tenía en bandeja desprenderse de la dependencia de Vox en comunidades como Madrid, Andalucía o Murcia, donde la extrema derecha condiciona la agenda de la legislatura y la elaboración y ejecución de los presupuestos. Pero en sectores del PP interpretaron el gesto como "el abrazo del oso" de los socialistas. Porque, a su vez, ponían en bandeja a Santiago Abascal y los suyos ese calificativo que tanto les escuece de "derechita cobarde".
Hasta la fecha, para la dirección nacional del PP cualquier acercamiento al PSOE les resta puntos en su posición de partido "alternativo" al PSOE. Es lo que Casado ha defendido siempre que se le ha reclamado para desbloquear las investiduras y también lo que esgrimió cuando Arrimadas ideó ese concepto de presupuestos de "emergencia social". Una de las conclusiones del último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas fue que el 74% de los votantes del PP cree que en la situación actual es necesario apoyar al Gobierno y dejar las críticas para más adelante.
Pero Casado se mueve en el difícil equilibrio entre la crítica durísima, en clara competencia con Santiago Abascal, y el 'sí' a la hora de votar las prórrogas sobre el estado de alarma.
¿Capitalizar el malestar?
Sectores de PP muestran estos días, no obstante, su preocupación por el hecho de que el PP no esté capitalizando el malestar ciudadano por algunas de las medidas del Gobierno o por la gestión que Sánchez está haciendo de la crisis. "A lo mejor llegan sondeos o encuestas mejores en las próximas semanas, pero, de momento, no nos llegan esas sensaciones", destaca una de las fuentes consultadas.
Y esto, de forma paralela, implica que quienes se fueron a Vox no vuelven de forma clara al PP y que Cs no mejora en su raquítico resultado de las últimas generales, pero tampoco se desploma.
El 19 de abril, el diario El Mundo publicó una encuesta cuya principal conclusión era que el bipartidismo clásico, PSOE-PP, salía reforzado de la crisis del covid-19, mientras que Vox y Unidas Podemos sufrían algo de castigo.
Según este sondeo, los socialistas contarían ahora con un apoyo del 31,7%, cuatro puntos más que el 10-N, y el PP avanzaría casi cinco puntos, con una intención de voto del 25,4%.
La encuesta más reciente de todas, hasta la fecha, es el barómetro de DYM para el grupo Henneo (Heraldo de Aragón, 2o Minutos).grupo HenneoHeraldo de Aragón, 2o Minutos
Según este sondeo, PSOE tendría el 25,1% de los apoyos,2,9 puntos menos que en noviembre. Así, el partido de Pedro Sánchezpodría perder hasta doce escaños y quedarse en los 108 diputados frente a los 120 que tiene actualmente en el Cámara Baja.
Por su parte, los conservadores registrarían un 22,4% de los votos, 1,6 puntos más que en las elecciones generales. Podrían alcanzar los 103 diputados (ahora tienen 89).
Pero Vox seguiría siendo tercera fuerza, pudiendo ganar un diputado, hasta los 53. Y Ciudadanos recuperaría terreno, pudiendo llegar hasta los 14 parlamentarios, cuatro más que ahora. La división de este bloque sigue siendo clara y se ubica a seis escaños de los 176 en los que está ubicada la mayoría absoluta en el Congreso.
Casado se mantiene en el rechazo a la prórroga del estado de alarma tras una hora de conversación con Sánchez
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El frenazo de las autonómicas
Casado siempre ha señalado que el escenario ideal para hacer esa reconstrucción del espacio de la derecha es desde al Gobierno central. Pero, tras dos elecciones generales en las que el PP ha obtenido los peores resultados de su historia, el PP cambió esta pretensión inicial al ámbito autonómico. El 5 de abril podríamos haber tenido una muestra de este experimento porque PP y Cs habían llegado a un acuerdo para concurrir juntos en el País Vasco, no así en Galicia, donde triunfó la oposición férrea del presidente Alberto Núñez Feijóo. Pero la crisis del covid-19 lo frenó todo. ¿Cambiará algo la nueva convocatoria electoral ahora que Arrimadas ya ha dado algunos de los pasos que le reclamaban los críticos?
Sin haber llegado a concurrir juntos a las elecciones, PP y Ciudadanos cogobiernan en la Comunidad de Madrid, Murcia, Andalucía y el Ayuntamiento de Madrid. Las mayores tensiones, hasta la fecha, se han producido en la Comunidad de Madrid, donde la crisis del covid-19 ha disparado las tensiones entre Isabel Díaz Ayuso (PP) e Ignacio Aguado (Ciudadanos).