Los planes de Casado para ser investido con un 30% de los votos pasan por pedir a los demás partidos que le dejen gobernar

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Ni absoluta ni relativa. El plan del presidente del Partido Popular, Pablo Casado, para gobernar después de las elecciones que aspira a ganar en 2023 pasa por lo que denomina una “mayoría suficiente” y que los demás partidos faciliten su investidura, desde Vox si dan las cuentas hasta el PSOE si la derecha no suma. Si su partido queda en primer lugar y obtiene un resultado de en torno al 30%, Casado reclamará la Moncloa.

La referencia para el líder del PP, lo confesó en un acto celebrado esta semana en Madrid, son las elecciones de 2015 y 2016. En ellas Mariano Rajoy quedó en primer lugar, pero no alcanzó la mayoría absoluta. Casado no lo mencionó, pero la legislatura de 2015 concluyó anticipadamente porque no hubo investidura y la de 2016 solamente fue posible gracias a la abstención del PSOE.

“Tengo que recordar que una referencia para nosotros no tan lejana fue la del año 2015 y 2016. Con un porcentaje de voto similar al que ahora mismo tenemos, el PP sin mayoría suficiente de Gobierno pudo ser investido y el PP pudo gobernar”. “Si no fuera por la moción de censura que nos ha llevado a lo que nos ha llevado, tendríamos una legislatura reformista y exitosa”, añadió haciendo una elipsis para no tener que mencionar que el PP perdió entretanto dos elecciones generales consecutivas en 2019, unas europeas y las municipales.

No son las únicas citas con las urnas que Casado prefiere no mencionar cuando se refiere al “cambio de ciclo” en el que, según él, ya estamos. Un cambio cuyo inicio sitúa en Andalucía en diciembre de 2018, “donde se ve que el PP, después de un proceso de renovación, puede llegar a acuerdos con partidos liderando ese espacio”. Prosigue cuando “se apuntala la mayoría absoluta de Galicia” y “culmina en el resultado de Madrid de Isabel Díaz Ayuso, en el que se demuestra que cuando se vota al PP como alternativa a los gobiernos de la izquierda, cuando se une ese voto, las mayorías son suficientes”. Un relato del que Casado excluyó el fiasco de las autonómicas vascas de 2020 (en coalición con Cs no pasó del 6,7 %, más de tres puntos por debajo de la cifra que consiguió en solitario en 2016) y sobre todo el naufragio de las catalanas del pasado febrero, en la que los conservadores se vieron superados por Vox a pesar del hundimiento de Cs y apenas reunieron un 3,8 % de los sufragios.

Los porcentajes con los que Casado se compara fueron del 28,7% en 2015 (entonces Rajoy no pudo formar gobierno) y del 33% en 2016. La media de encuestas publicadas en España en los últimos meses dan al PP un porcentaje del 28,4%, muy cerca del resultado de 2015. Pero aquel año los conservadores, con apenas 123 escaños, no pudieron sumar con Ciudadanos (40). Tampoco en 2016, a pesar de alcanzar los 137 diputados, porque Cs cayó a 32 y la derecha seguía sin sumar. De ahí que la investidura de Rajoy solamente fuese posible con la traumática abstención del PSOE.investidura

El razonamiento de Casado apela sobre todo a los socialistas porque en el PP dan por hecho que Vox les facilitará las cosas para cortar el paso a la izquierda sin necesidad de darles entrada en el Gobierno ni de firmar un pacto de investidura. El propio líder de la derecha extrema, Santiago Abascal, ha dejado claro en numerosas ocasiones que su prioridad es impedir un nuevo gobierno del PSOE y sus aliados.

“Cada uno se tendrá que retratar”

“Apelaremos a una mayoría suficiente que no dependa de otras formaciones políticas. Y cada uno se tendrá que retratar”, advirtió el líder del PP.

A Casado y a su equipo lo que les gustaría es emular en toda España un resultado parecido al de Ayuso en Madrid. Es decir, que en solitario reunieron más escaños que la izquierda en su conjunto, de manera que la influencia de Vox y su capacidad de condicionar decisiones se viese muy limitada. Pero ese objetivo exige un procentaje de voto que, hoy por hoy, sigue fuera de su alcance: la presidenta de Madrid ganó las autonómicas de su comunidad con un 44,7% de los sufragios, 16 puntos por encima de la intención de voto que atribuyen las encuestas a Casado.

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De ahí que el líder del PP se mire en el espejo de 2016, cuando el PSOE acabó por facilitar la investidura de Rajoy. Todo lo contrario de lo que el propio Casado planteó después de las elecciones de 2019, cuando se negó a permitir la investidura de Sánchez. Según él, eso hubiese hipotecado para siempre al PP como alternativa.

Casado, que casi a diario se queja de que el Gobierno no tiene en cuenta al PP cuando toma decisiones políticas, económicas y sociales, confesó también que su objetivo es hacer realidad un programa electoral sin tener que hablar con otros grupos parlamentarios. Según el líder del PP, negociar con otros partidos es “perder tiempo”.

“Lo que sí podemos decir es que si a alguien no le gusta el Gobierno de Pedro Sánchez” debe votar al PP. Porque en su partido cabe de todo, insistió, “liberales, conservadores, democristianos y socialdemócratas”.

Ni absoluta ni relativa. El plan del presidente del Partido Popular, Pablo Casado, para gobernar después de las elecciones que aspira a ganar en 2023 pasa por lo que denomina una “mayoría suficiente” y que los demás partidos faciliten su investidura, desde Vox si dan las cuentas hasta el PSOE si la derecha no suma. Si su partido queda en primer lugar y obtiene un resultado de en torno al 30%, Casado reclamará la Moncloa.

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