“Las elecciones se ganan en las urnas. No se ganan en campañas o en debates”. La frase, pronunciada en un acto en Albacete por el candidato del PP al Parlamento Europeo en la tarde del viernes, un día después del cara a cara televisado con la socialista Elena Valenciano, no pasó inadvertida para su auditorio. A esas horas, las 19.30 de la tarde, el exministro de Agricultura ya había escuchado muchas críticas a su actuación en TVE. Y, sobre todo, muchas críticas a la forma en la que esa misma mañana había justificado la forma en la que se enfrentó al debate. Según dijo, no había sido él mismo porque, de lo contrario habría “entrado a matar”. Unas declaraciones que adornó señalando que es “muy complicado” que un hombre debata con una mujer porque si el hombre demuestra "superioridad intelectual o la que sea" da una impresión "machista" ante una "mujer indefensa". Toda una estrategia, la del perfil bajo, diseñada por los estrategas de campaña de Génova, dirección nacional del PP, se caía por los suelos.
Cuando las declaraciones de Cañete empezaron a extenderse por los medios de comunicación y las redes sociales, más de uno de sus compañeros –desde dirigentes de partido a cargos públicos– se llevaron las manos a la cabeza. La opinión era casi unánime: el patinazo del exministro, sobre todo por lo delicado del tema, supone un bache importante en un momento clave de la campaña, cuando roza su ecuador. “No vamos a engañarnos, complica las cosas cuando todo pintaba mejor para nosotros que para los socialistas”, explica un diputado nacional.
Ligada a esta opinión está el hecho de que las palabras del exministro de Agricultura han servido para que el PSOE ponga gran parte de su maquinaria electoral al servicio de cargar contra la actuación de Cañete en este episodio. En el PP son partidarios de que la mejor forma de evitar un asunto polémico es no hablando de él. Y en este caso, el candidato, que lleva la mitad de la campaña asegurando que sólo habla de temas europeos porque es lo que realmente importa a los ciudadanos, ha cometido "un error de principiante", en palabras de uno de sus compañeros de partido. "Maxime, cuando ya había pasado el debate, que es uno de los momentos que temíamos más tensos", completa este dirigente.
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El PP, no obstante, puso este viernes gran parte de su maquinaria al servicio de respaldar a Cañete obviando en público su metedura de pata y reforzando todos aquellos mensajes relacionados con la mujer y la igualdad. Las fuentes consultadas subrayan que no pueden quedarse de brazos cruzados y aceptar que el PSOE les dé lecciones en esta materia cuando son ellos la formación "en la que mejor se visualiza la igualdad. Sin cuotas". Así, citan que la persona con más peso del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, es mujer; que la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, es mujer y que direcciones autonómicas del partido de peso como Madrid (Esperanza Aguirre) o Cataluña (Alicia Sánchez-Camacho) son mujeres.
Hasta la vicepresidenta del Gobierno rechazó en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros censurar la actuación del exministro con el argumento de que el Ejecutivo ha de mantenerse “neutral” en este tipo de debates electorales. No obstante, en un momento de su intervención dejó caer que existe un doble rasero a la hora de tratar a las mujeres en función del partido político al que pertenezcan. Lo hizo al señalar que ella misma tiene "un historial de cosas y nadie dijo nada". Se refería a esta expresión: "¿Sabe Sorayita qué es una vida puta? ¿Ha fregado escaleras con un sueldo de miseria?". Fue pronunciada por un diputado del PSC, Román Ruiz Llamas, en su cuenta de Twitter un día después de que ésta asegurara en los pasillos del Congreso tras una agria discusión de la portavoz socialista que no había cobrado un sobre "en su puta vida".
¿Puede Cañete dar la vuelta a esta situación y conseguir que dentro de una semana ya no se hable de este tema? "Tenemos que creer que sí y no caer en las provocaciones de los socialistas", considera un dirigente regional que añade que el candidato estuvo "muy forzado" en el debate y que gana más cuando es "él mismo". Una estrategia, la del perfil bajo, de la que culpan a Pedro Arriola, el sociólogo de cabecera de Mariano Rajoy.
“Las elecciones se ganan en las urnas. No se ganan en campañas o en debates”. La frase, pronunciada en un acto en Albacete por el candidato del PP al Parlamento Europeo en la tarde del viernes, un día después del cara a cara televisado con la socialista Elena Valenciano, no pasó inadvertida para su auditorio. A esas horas, las 19.30 de la tarde, el exministro de Agricultura ya había escuchado muchas críticas a su actuación en TVE. Y, sobre todo, muchas críticas a la forma en la que esa misma mañana había justificado la forma en la que se enfrentó al debate. Según dijo, no había sido él mismo porque, de lo contrario habría “entrado a matar”. Unas declaraciones que adornó señalando que es “muy complicado” que un hombre debata con una mujer porque si el hombre demuestra "superioridad intelectual o la que sea" da una impresión "machista" ante una "mujer indefensa". Toda una estrategia, la del perfil bajo, diseñada por los estrategas de campaña de Génova, dirección nacional del PP, se caía por los suelos.