El PP rompe en dos a Ciudadanos para garantizarse el poder y deja en evidencia el precario liderazgo de Arrimadas

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Fernando Varela

La noticia de que tres de sus diputados en la Asamblea Regional de Murcia acababan de traicionar al partido y se integraban en el Gobierno de Fernando López Miras (PP) cayó como una bomba en la dirección de Ciudadanos. El partido de Inés Arrimadas ha pasado en apenas tres días de acariciar la que iba a ser la primera presidencia autonómica de su historia gracias a la moción de censura presentada de común acuerdo con el PSOE a perder de golpe toda influencia en el gobierno de esa comunidad y en la de Madrid, la mitad de su poder autonómico.

En plena crisis, la presidenta del partido, Inés Arrimadas, optó por el silencio. Ha convocado para el lunes a la ejecutiva naranja, el órgano más representativo de la dirección de Ciudadanos y será allí donde se ventilen las opiniones de quienes respaldan la estrategia de la sucesora de Albert Rivera y los que sostienen que nunca debió firmarse una moción de censura con el PSOE para remover el gobierno de coalición con el PP en Murcia.

Entretanto, como ya ocurrió el miércoles después de que de Isabel Díaz Ayuso expulsase a Cs del Gobierno de Madrid y ordenase la convocatoria de elecciones anticipadas, el encargado de dar la cara fue el portavoz adjunto en el Congreso, Edmundo Bal. Y no pudo emplear palabras más duras.

Bal acusó a sus excompañeros tránsfugas y al PP de “corrupción” y tachó de “comportamientos mafiosos” las maniobras del partido de Pablo Casado para romper el grupo parlamentario de Cs ofreciendo a tres parlamentarios puestos en el Gobierno regional. Una operación que, según él, únicamente trata de ocultar la corrupción instalada en el Ejecutivo de López Miras y en el Ayuntamiento de Murcia.

La moción de censura, reafirmó, es hoy más necesaria que nunca. “No tenemos la más mínima duda de que hicimos bien presentándola”. Por eso ahora, que no tiene votos suficientes para salir adelante, Ciudadanos hace un llamamiento a los 16 diputados del PP y a los cuatro elegidos en la candidatura de Vox para que “voten en conciencia” y a la vista de lo ocurrido den su apoyo a la moción.

Los 17 votos del PSOE y los tres de Cs que han permanecido fieles al partido y a la censura no son suficientes. Es muy probable que cuenten con los dos de Unidas Podemos, pero necesitan uno más para consumar la censura. De ahí el llamamiento en tono solemne pronunciado por Bal este viernes.

Pero después de reventar la moción captando a los tres tránsfugas de Ciudadanos, el PP de Pablo Casado asegura esperar la votación con “calma absoluta”. No teme que otros diputados, en referencia a los elegidos por Vox que fueron expulsados del partido de Abascal, Juan José Liarte, Francisco Carrera y Mabel Campuzano, den soporte a la censura. “Tienen una relación excelente con el equipo de gobierno”, señalaron fuentes conservadoras a Europa Press.

En el Partido Popular respiran hondo. No sólo estaba en riesgo el Gobierno de Murcia sino la autoridad de su número dos, Teodoro García Egea, el hombre fuerte en la región. La cúpula de Casado pone ahora en valor la labor del secretario general, responsable de las negociaciones con los tránsfugas. García Egea ha sido “clave para que la Región de Murcia siga manteniendo un gobierno” y sale “reforzado” de esta crisis. Un balón de oxígeno para el número dos del PP en un momento en el que había recibido críticas por parte de algunos cargos territoriales por su actuación en el proceso de renovación interno en el que está inmerso el partido con los congresos provinciales.

La situación en Ciudadanos es crítica. Acumula catástrofe electoral tras catástrofe electoral y la estrategia de Arrimadas de centrar el partido, abrirse a acuerdos con el PSOE para marcar perfil propio y evitar una absorción por el PP no parece estar dando resultados.

En su momento el Gobierno y el PSOE trataron de dar juego a la sucesora de Rivera con la intención de ayudarla a consolidar un espacio en el que eventualmente poder apoyarse en el Congreso de los Diputados. Hoy, sin embargo, todos en Moncloa y en Ferraz dan por finiquitada a la formación naranja. Nadie cree que vaya a sobrevivir a las próximas convocatorias electorales —en Madrid hay encuestas que aseguran que ni siquiera obtendrá representación— y la mayoría sospecha que en poco tiempo buena parte de sus líderes se pasarán al PP.

Ese es, por otra parte, el objetivo declarado del Partido Popular. García Egea ya invitó el miércoles a los militantes, concejales, diputados y cargos públicos de Ciudadanos a incorporarse a sus filas.

Arrimadas se resiste

No obstante, y a pesar de los gruesos calificativos que Bal dedicó al partido de Casado y de la OPA hostil con la que el PP ha iniciado, en la práctica, la absorción de la formación naranja, Inés Arrimadas sigue sin dar muestras de querer romper la relación que sigue uniendo a ambas formaciones en gobiernos tan importantes como los de Andalucía, Castilla y León y el Ayuntamiento de Madrid.

Arrimadas se enfrenta el próximo lunes a una reunión decisiva de la dirección de su partido. En las últimas horas fueron varios los miembros de la Ejecutiva que pidieron públicamente la convocatoria, entre ellos el vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Marín; la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís; el portavoz de Ciudadanos en las Cortes Valencianas, Toni Cantó, y la ya exconsejera de Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid, Marta Rivera, la favorita de Isabel Díaz Ayuso.

Una parte de la cúpula recibió con estupor la noticia de la alianza con el PSOE en Murcia y exige explicaciones, sobre todo Cantó y Rivera. Otros se sorprendieron de la indisciplina de los tres diputados que han preferido aceptar cargos en el Gobierno del PP antes que cumplir su palabra y apoyar la censura que se habían comprometido a respaldar por escrito.

Mientras tanto, el PSOE trata de poner distancia con el fiasco de Murcia, del que responsabiliza exclusivamente a la incapacidad de Arrimadas para controlar a los suyos, y se prepara para tratar de aprovechar la oportunidad que se le abre con las elecciones en Madrid.

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Los socialistas creen que, después de la maniobra de Pablo Casado con apoyo de tránsfugas, la pelota está en el tejado de Arrimadas. Y aunque oficialmente Sánchez no la ha llamado, son muchos en el PSOE los que creen que Ciudadanos debería reaccionar rompiendo con el PP allí donde comparte gobiernos de coalición.

“Es la oportunidad y el momento de replantearse cuál debe ser el papel de Ciudadanos, si no quiere ser engullido como le ha pasado en Cataluña; un papel bisagra que le permita pactar a la izquierda y a la derecha, dependiendo de la situación”, declaró el jueves en TVE la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero.

En medio del río revuelto en el que se ha convertido el espacio político de la derecha, Vox sigue a lo suyo, agitando las aguas en busca de sus propios réditos electorales. Después del mitin protagonizado por su líder, Santiago Abascal, en una plaza de la capital murciana, los ultras han convocado para el próximo martes, a las 12.00 horas, una caravana en contra de la moción de censura, que consideran un “fraude electoral”, y para exigir la convocatoria inmediata de elecciones.

La noticia de que tres de sus diputados en la Asamblea Regional de Murcia acababan de traicionar al partido y se integraban en el Gobierno de Fernando López Miras (PP) cayó como una bomba en la dirección de Ciudadanos. El partido de Inés Arrimadas ha pasado en apenas tres días de acariciar la que iba a ser la primera presidencia autonómica de su historia gracias a la moción de censura presentada de común acuerdo con el PSOE a perder de golpe toda influencia en el gobierno de esa comunidad y en la de Madrid, la mitad de su poder autonómico.

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