A la espera de que el president Quim Torra convoque elecciones, un escenario que cada vez aplaza más en el tiempo, los partidos políticos viven una sensación de tensa calma pensando en cómo acudirían a la cita ante las urnas. Y en cómo esta encajaría con sus estrategias a corto plazo. Una de las principales incógnitas en el bloque de la derecha es la de en qué acabará la relación electoral entre PP y Cs inaugurada en las elecciones vascas del pasado 12J, donde la coalición PP+Cs se estrenó con seis escaños, tres menos de los que conservadores lograron en solitario en los comicios anteriores. La posición clásica de la dirección nacional del PP ha sido la de intentar reeditar el acuerdo con el argumento de que hay que seguir sentando las bases para una colaboración a nivel estatal, de cara a unas futuras elecciones generales. Pero en las últimas semanas en Génova se está empezando a asumir que el acuerdo podría ser "parcial" y no abarcar a las cuatro provincias. Lleida y Girona serían las circunscripciones afectadas. De forma paralela, los conservadores ven con preocupación que la negociación de los Presupuestos Generales del Estado pueda colarse en la precampaña o en la campaña para las elecciones catalanas.
Las fuentes consultadas destacan que incluso esa colaboración "parcial" quedaría seriamente tocada si Inés Arrimadas, líder de Cs, se abre de forma definitiva a pactar los Presupuestos Generales del Estado con Pedro Sánchez. Hasta la fecha, el partido naranja se ha dicho dispuesto a negociar con el jefe del Ejecutivo, máxime en un momento de "emergencia" como el actual, en plena crisis del covid-19. Y en el principal partido de la oposición temen que ir de la mano del partido naranja en estas circunstancias acabe pasándoles factura, sobre todo por la forma en la que Vox podría aprovechar la coyuntura y reforzar su discurso de que sólo ellos combaten a la izquierda frente a la "derechita cobarde" del PP, como les han bautizado, o la "naranja veleta" de Ciudadanos.
Presiones de la extrema derecha
La extrema derecha anunció en el último pleno del Congreso de los Diputados antes de parón estival que a la vuelta de las vacaciones, en el mes de septiembre, registrarían una moción de censura contra Pedro Sánchez. El Partido Popular tardó poco en desmarcarse de la invitación de Santiago Abascal a que se sumaran. Pero se espera que la presión de Vox a Casado crezca en las próximas semanas, sobre todo a raíz de las imputaciones en Podemos tras las denuncias presentadas por el exabogado de la formación morada, José Manuel Calvente.
"No hay nada cerrado y hay conversaciones pendientes", advierten desde la dirección del PP preguntados sobre la forma definitiva que tomará su colaboración con Ciudadanos en Cataluña. Mientras, desde el partido naranja coinciden en que el tema no ha sido todavía abordado. Pero, mientras llega el momento de tomar la decisión, lanzan algunas invitaciones para que el PP se retrate. Pero no sólo el PP. También los socialistas catalanes.
En este sentido, el presidente de Ciudadanos en el Parlamento catalán, Carlos Carrizosa, ha insistido en los últimos días en la propuesta de ir junto a PP y PSC a las elecciones catalanas para evitar que los socialistas catalanes tengan "tentaciones de tripartito" con ERC y En Comú Podem. Ninguna de los dos partidos a recogido el guante de la invitación. Los conservadores son los que más sorprendidos se han mostrado con la iniciativa de Carrizosa. Creen que es "poco seria". Y que Arrimadas y su equipo se equivocan si intentan meter a PP y PSC en el mismo saco.
La decisión, en manos de Génova
Desde hace semanas, sobre todo una vez vistos los resultados en las elecciones al Parlamento vasco, el PP catalán ha exhibido en público sus reservas a reeditar el PP+Cs en esta comunidad con el argumento de que ha quedado demostrado que juntos ambos partidos no obtienen más escaños que de forma independiente. A este argumento, la formación que a nivel regional preside Alejandro Fernández suma otro: el del giro de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados, permitiendo a Pedro Sánchez sacar adelante las últimas prórrogas del estado de alarma. "No podemos despistar a nuestros votantes", dicen en el PPC.
También hay que tener en cuenta, destacan los dirigentes del PP catalán consultados, que la marca Cs –el partido fue el más votado en las últimas autonómicas– está a la baja en esta comunidad autónoma. Según una encuesta publicada por el Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat el pasado 31 de julio, ERC ganaría las elecciones en Cataluña con el 22,1% de los votos, lo que le daría entre 33 y 34 escaños, pero quedaría prácticamente empatada con JxCat, que obtendría el 20,9% de los votos y entre 32 y 33 escaños en el Parlament. La Cámara catalana está compuesta por 135 escaños. La mayoría absoluta, en 68 diputados. La tercera posición sería para el PSC con 24 escaños, seguido por Cs con 19, los Comuns con 9-10, la CUP con 6-7, al igual que el PP, y Vox se estrenaría con entre 3 y 4 diputados.
La composición actual del Parlament es la siguiente: Ciudadanos, 36 escaños; JxCat, 34; ERC, 32: PSC, 17; Catalunya en Comú Podem, 8; CUP, 4 y PP, 4.
Como ocurrió en el caso de la coalición en el País Vasco, la última palabra la tiene Pablo Casado. El líder del PP nunca ha ocultado su disposición al acuerdo total y ese sería, señalan en Génova, el escenario ideal, sin cerrarse a que quede restringido a Lleida y Girona, las provincias en las que los independentistas son más fuertes y se hace "urgente" la colaboración del "constitucionalismo".
A la espera de que el president Quim Torra convoque elecciones, un escenario que cada vez aplaza más en el tiempo, los partidos políticos viven una sensación de tensa calma pensando en cómo acudirían a la cita ante las urnas. Y en cómo esta encajaría con sus estrategias a corto plazo. Una de las principales incógnitas en el bloque de la derecha es la de en qué acabará la relación electoral entre PP y Cs inaugurada en las elecciones vascas del pasado 12J, donde la coalición PP+Cs se estrenó con seis escaños, tres menos de los que conservadores lograron en solitario en los comicios anteriores. La posición clásica de la dirección nacional del PP ha sido la de intentar reeditar el acuerdo con el argumento de que hay que seguir sentando las bases para una colaboración a nivel estatal, de cara a unas futuras elecciones generales. Pero en las últimas semanas en Génova se está empezando a asumir que el acuerdo podría ser "parcial" y no abarcar a las cuatro provincias. Lleida y Girona serían las circunscripciones afectadas. De forma paralela, los conservadores ven con preocupación que la negociación de los Presupuestos Generales del Estado pueda colarse en la precampaña o en la campaña para las elecciones catalanas.