Ya no hay vuelta atrás. El PSOE abre una puerta que hasta ahora nunca se había atrevido a franquear, una puerta a la participación ciudadana en la designación de su oferta electoral a la Presidencia del Gobierno. Las primarias abiertas. Un "antes y un después", un paso absolutamente "histórico", "trascendental, "importantísimo", "decisivo", "osado", como todos los dirigentes, de mayor a menor rango, desde Alfredo Pérez Rubalcaba hasta Carme Chacón, pasando por Eduardo Madina, Ximo Puig, Tomás Gómez o Emiliano García-Page, destacaron en sus intervenciones ante sus compañeros y ante los medios. Pero abrir esa puerta inédita no es un ejercicio exento de riesgos y sombras. La principal, tal vez, es la de la participación. La cúpula no quiere hacer apuestas al alza o a la baja, rehúsa pronosticar cifras, y defiende su método por "garantista", pero el peligro de una baja movilización, por el diseño del sistema, está presente.
La reunión, ayer sábado, del Comité Federal del PSOE –su máximo órgano de dirección entre congresos, compuesto por 261 miembros–, se resume en pocas líneas y tres grandes acuerdos. Uno, el partido tendrá ya elegido a su candidato a la Moncloa a finales de noviembre (posiblemente, el día 30). Dos, las primarias autonómicas y municipales tendrán lugar en septiembre, y de ese calendario y procedimiento pueden salirse las federaciones que así lo acuerden y lo soliciten al Comité. O sea, un sistema a la carta, pensado sobre todo para Valencia y Castilla-La Mancha. Tres, vía libre a un reglamento, a la verdadera columna vertebral de las primarias abiertas. Todo ello aprobado por asentimiento y con dos únicas abstenciones –a causa de las normas y, en concreto, del censo previo–, la del expresidente manchego José María Barreda y la del portavoz de Izquierda Socialista, Juan Antonio Barrio de Penagos.
Los socialistas estaban obligados a poner fin al culebrón de las primarias y a hacerlo por consenso, tal como pretendía Rubalcaba. Al menos, para zanjar las periódicas especulaciones sobre el calendario. Ese objetivo ya caminaba totalmente encauzado hacia el Comité. Apenas faltaba una última puntada, la que anunció el secretario general en apenas tres minutos durante su larga intervención inicial, de una hora: la precisión de septiembre para las elecciones autonómicas y locales y la de "finales de noviembre" para las nacionales. Alumbrar el reglamento costó algo más. El foco sobre ambos asuntos –hoja de ruta y normas– copó la atención de la convocatoria. Temas como Cataluña, el combate a la política del Gobierno, la lucha antiterrorista o el aborto –sí se aprobó un Manifiesto por la libertad de las mujeres– quedaron en un segundo plano.
Apertura durante "un mínimo de un mes"
La cuestión del censo previo no suscita gran controversia interna, ni en Ferraz ni en las ejecutivas regionales. Y ayer se comprobó en las intervenciones en el Comité Federal, que se prolongó siete horas, y en los pasillos. El partido ya tenía digerido desde hace meses que debía disponer de un registro de ciudadanos inscritos "cierto", "conocido", de un censo "impecable", "garantista", "transparente", como enfatizó el secretario de Organización, Óscar López. Por eso construyó este sistema: cuando ya esté claro que hay competición, que son dos o más los aspirantes al liderazgo del PSOE, se abre el censo "durante un mínimo de treinta días" (20 en las primarias abiertas autonómicas). Y este se cierra "al menos seis días antes" de la votación. El PSOE se aparta así de la experiencia italiana del Partido Democrático o de las normas aprobadas por el PSC. Impide, pues, que los electores de última hora puedan acudir a las urnas el mismo día de la votación, lo cual a juicio de distintos expertos puede reducir la participación. Distinto es el ejemplo de Francia, donde el Partido Socialista pudo disponer del censo electoral oficial.
Chacón no hizo referencia a la polémica del censo en su breve y concurrida comparecencia ante los medios en los pasillos de Ferraz. Dentro tampoco lo citó expresamente. No hacía falta. Pero lanzó una carga de profundidad contra la dirección, sin mentar a Rubalcaba. Criticó que se fuera a aprobar el reglamento "en apenas dos horas", al contrario de lo que ocurrió en la Conferencia Política de noviembre, cuando hubo tiempo de sobra para "conocer, discutir y enmendar". La exministra pidió apostar por una "participación masiva", como en Francia o en Italia. "Debemos encontrar el camino", no "resignarse" a una baja movilización, apremió. Ante los periodistas, llamó una y otra vez a los ciudadanos a acudir "masivamente" a las primarias. "Millones de personas", incluso. Barreda y Barrio de Penagos apuntalaron ese argumento.
"No puede venir y echar por tierra el trabajo de meses"
Rubalcaba contestó al final, como cierre de esos turnos críticos. "El más interesado en que las primarias salgan bien soy yo, que soy el secretario general que las ha impulsado. Y quiero que participe mucha gente. Cuanta más, mejor". López reprodujo casi la literalidad de sus palabras en la rueda de prensa de resumen posterior. El secretario de Organización justificó la existencia de armar un censo previo en la necesidad de evitar fraudes, "acarreos de votos" y "aluviones de última hora". El PSOE, han venido repitiendo sus dirigentes insistentemente, no se puede permitir el lujo de poner en marcha un proceso complejo logísticamente que tenga agujeros, que suscite "dudas", que arruine el resultado. Máxime cuando la Agencia de Protección de Datos ha prometido estar "encima", vigilante. La polémica se zanjó con las dos abstenciones de Barreda y Barrio. Chacón, pese a mostrar su oposición, votó a favor de las normas.
En el equipo de Rubalcaba se declaraban "indignados" con Chacón. "Hemos trabajado durante meses para este reglamento y este calendario. Nos hemos visto millones de veces con los secretarios de Organización y con los secretarios de Organización. Hemos currado con los socialistas franceses y con el Partido Democrático. No puede venir alguien de Miami, echar por tierra el trabajo de meses y volver al aeropuerto. No era fácil y ha salido redondo", protestaba un alto cargo de la dirección. En Italia, sin embargo, apostaron por el censo abierto desde el primer momento. "Lo desechamos porque tuvieron muchos problemas, por los controles del registro de ciudadanos", alegaron desde Ferraz.
Menores de 18 y mayores de 16, simpatizantes de JSE
Otra cuestión que tiene incidencia en la participación sigue sin aclararse del todo: el lugar de la votación. El PSOE cuenta con 4.000 agrupaciones en todo el país, pero no todas ellas disponen de sede física, porque muchas están en pueblos pequeños. El reglamento deja la decisión para más adelante. El mismo López reconoció que habrá que "buscar una fórmula" y publicitar la ubicación de las mesas electorales.
El resto de claves de las normas internas son conocidas: menos avales para favorecer la presentación de candidatos, campaña de los aspirantes durante un mínimo de 15 días, autoridad electoral de 11 miembros (más representantes de cada contendiente), debates, financiación "transparente" y "austera"... Los ciudadanos que se inscriban, además de pagar dos euros para poder votar, deberán firmar una declaración de adhesión a los "principios progresistas" y su aceptación a la recogida y uso de datos personales. Tendrán que indicar si quieren figurar como simpatizantes del PSOE o como simples votantes. Los menores de 18 años pero mayores de 16 no tendrán esa alternativa: directamente se incorporarán a la base de datos de simpatizantes de Juventudes Socialistas.
La organización de las primarias nacionales no levantó demasiada polvareda. Se daban por descontadas y venían trabajadas. El problema vino con las primarias autonómicas. Varios barones expresaron sus reticencias a que estas pudieran ser abiertas a los ciudadanos. Otros, sus pegas a que el criterio para las federaciones no sea el mismo, que unas las hagan abiertas, y las demás cerradas. Uno de los territorios que se sentía más molesto era Valencia. El PSPV dio todos los pasos orgánicos para lograr elecciones ciudadanas y organizarlas antes que todas las demás, por las circunstancias de la Comunitat y por coherencia a su exigencia a Alberto Fabra de que convoque comicios anticipados. Y ayer recabó el plácet del Comité Federal para celebrarlas el 9 de marzo. "Y las hemos defendido porque nos las creemos, no para utilizarlas como presión a Rubalcaba. Y aunque sea un riesgo y seamos los primeros, las queremos hacer", solemnizaba un alto cargo. "Es normal, es difícil de montar. Veamos cómo van las generales primero, nos dicen muchos territorios", justificaban desde la dirección federal.
Tan imposible fue de alcanzar el consenso que al final se tuvo que aparcar la propuesta, que se barajó en los últimos días, de imponer una doble barrera (por población de la comunidad, en torno a millón o millón y medio de habitantes, y por afiliación) para acceder al mecanismo abierto. Las grandes federaciones socialistas –salvo Valencia– no estaban nada convencidas de optar por este sistema, y en algunas pequeñas, como Baleares, protestaban por un doble listón que les impedía organizar primarias ciudadanas. Así que la solución de consenso fue retroceder hasta la posición adoptada en la Conferencia Política: primarias cerradas entre militantes para todos, salvo si una ejecutiva cerrada lo pide y lo autoriza el Comité Federal (o la cúpula federal, por delegación de este). Ferraz, pues, tendrá la última palabra. En el partido cunde la sensación de que el PSPV será el único territorio que "se atreverá" a acoger el proceso abierto.
Dirigentes y medios escrutaron cada uno de los movimientos, gestos y palabras de los tres eventuales candidatos más citados: Carme Chacón, Patxi López y Eduardo Madina. Ninguno, como estaba previsto, se postuló oficialmente. Pero todos dieron muestras de seguir en la brega: se dejaron ver, hicieron declaraciones, aplaudieron el proceso y no se descartaron. Todos los aspirantes saben que la batalla se juega también en los tiempos, y adelantarse puede suponer quemar por anticipado sus ambiciones. Hay otro factor clave: Rubalcaba esconde sus cartas. No ha dicho aún si está dispuesto a competir. En su decisión de pasar o no la reválida influirá el resultado de las elecciones europeas de mayo. Si son un fiasco, sus opciones mermarán drásticamente.
No al "pase de modelos"; Rubalcaba calla
Los jefes del PSOE ya previnieron, no obstante, contra el intento de que estos meses que quedan hasta las europeas –el reto más inmediato– se conviertan en un "desfile de candidatos". El propio Rubalcaba pidió a sus compañeros que se centrasen en los comicios de mayo, y siguieron, ya a puerta cerrada, los dos únicos presidentes autonómicos socialistas, Susana Díaz y Javier Fernández. La líder andaluza subrayó que las primarias "no son la panacea", y que ahora "cada uno debe ocuparse de lo que tiene entre manos". El jefe del Ejecutivo asturiano fue algo más gráfico: no a los "espectáculos", no a "distraerse" con los ruidos internos, no al "pase de modelos y al casting"casting, porque "con el glamour y las sonrisas no se resuelven los problemas de la gente". Fernández pidió que la campaña de las nacionales se sitúe en torno a octubre y noviembre, no desde ahora. Más intervenciones caminaron en el mismo sentido.
El PSOE dispone ya de un calendario "claro, cierto, que ya no admite dudas" y que será inamovible, según proclamó López, pese a que se crucen por el camino asuntos como la tensión con Cataluña y el desenlace de la consulta.
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Ya no hay vuelta atrás. El PSOE abre una puerta que hasta ahora nunca se había atrevido a franquear, una puerta a la participación ciudadana en la designación de su oferta electoral a la Presidencia del Gobierno. Las primarias abiertas. Un "antes y un después", un paso absolutamente "histórico", "trascendental, "importantísimo", "decisivo", "osado", como todos los dirigentes, de mayor a menor rango, desde Alfredo Pérez Rubalcaba hasta Carme Chacón, pasando por Eduardo Madina, Ximo Puig, Tomás Gómez o Emiliano García-Page, destacaron en sus intervenciones ante sus compañeros y ante los medios. Pero abrir esa puerta inédita no es un ejercicio exento de riesgos y sombras. La principal, tal vez, es la de la participación. La cúpula no quiere hacer apuestas al alza o a la baja, rehúsa pronosticar cifras, y defiende su método por "garantista", pero el peligro de una baja movilización, por el diseño del sistema, está presente.