Por departamentos, se veía en el Palacio Real a autoridades, diputados, senadores, banqueros, empresarios, sindicalistas, diplomáticos, toreros, cantantes, científicos, arquitectos, deportistas, periodistas... Por nombres, hasta cerca de 3.000 invitados a la primera recepción de los reyes Felipe VI y Letizia3.000 invitados . Más de dos horas de besamanos, con un solo receso a la mitad.
Resulta imposible dar todos los nombres propios. E imposible colgar en la web y difundir un listado completo de todos aquellos a los que la Zarzuela remitió la invitación. La Casa del Rey facilitó ayer jueves a los periodistas un solo (y voluminoso) ejemplar en papel de los 2.183 hombres y mujeres (más parejas) con quienes los nuevos reyes querían contar en su presentación a la sociedad. La prensa pudo tomar nota de los nombres más relevantes antes de ser llamados al Salón del Trono para seguir la línea de saludos, justo antes de la llegada de Felipe y Letizia al Palacio Real. Pero ese estadillo desapareció posteriormente y no hubo forma de rescatarlo, y la institución, requerida por este diario, dijo no contar con una copia en formato electrónico para poder distribuirla y hacerla pública.
Felipe y Letizia entraron en el Salón del Trono –en cuyas butacas, por cierto, ya no figuraban las efigies de Juan Carlos y Sofía, sino unas pequeñas coronas– sobre las 13.05 horas, después del posado en el balcón principal con sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, y los reyes salientes. Los primeros en saludar a los nuevos reyes fueron los máximos representantes de los poderes del Estado: el presidente, Mariano Rajoy, y su esposa, Elvira Fernández; los presidentes de las Cámaras, Jesús Posada y Pío García-Escudero, los miembros del Gobierno en pleno con sus cónyuges, los expresidentes José María Aznar (con su mujer, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella), Felipe González y –después, apartado de este grupo– José Luis Rodríguez Zapatero, los presidentes autonómicos (todos, salvo el lehendakari, Iñigo Urkullu). Con Artur Mas, Felipe VI se detuvo algo más y se mostró efectuoso, igual que con la andaluza Susana Díaz, a quien la reina le pasó la mano por el brazo. Entre los alcaldes, los de Barcelona (Xavier Trias, de CiU), Sevilla (Juan Ignacio Zoido, del PP) y Valencia (Rita Barberá, del PP). Y si hablamos de jueces, estaba Fernando Grande-Marlaska, hoy vocal del Poder Judicial.
Eduardo Madina, candidato a la Secretaría General del PSOE, saludó a los reyes acompañado del presidente asturiano, Javier Fernández, y del diputado extremeño Nacho Sánchez-Amor. Muy indicativo de quiénes son sus grandes apoyos. Él llegó minutos antes que Alfredo Pérez Rubalcaba. El otro aspirante al liderazgo del partido, Pedro Sánchez, por cierto, se sumó al besamanos mucho tiempo después, tras el receso, con el resto de diputados y senadores. Del PNV, la cabeza visible fue su antiguo presidente, Josu Jon Imaz, hoy presidente de Petronor y consejero delegado de Repsol.
Desfile desordenado
El cajón de autoridades no desfiló ante los reyes de forma compacta, siguiendo el protocolo, sino de forma más desordenada. El propio Rubalcaba hizo el saludo con Zapatero y su mujer, Sonsoles Espinosa, y con la presidenta manchega y número dos del PP, María Dolores de Cospedal, que iba acompañada de su marido, Ignacio López del Hierro. Los cargos públicos se alternaban con los demás representantes de la sociedad civil. Ese amplio espectro que quería contemplar la Zarzuela en el estreno de Felipe VI y Letizia.
Hubo de todo, claro. Banqueros –Emilio Botín (Santander), Francisco González (BBVA), Isidro Fainé (CaixaBank), José Ignacio Goirigolzarri (Bankia)–, empresarios –Florentino Pérez (ACS), Esther Koplowitz y su hija, Esther Alcocer (FCC), José Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola), Juan Miguel Villar Mir (OHL), Isidoro Álvarez (El Corte Inglés), César Alierta (Telefónica), José Manuel Entrecanales (Acciona), Juan Roig (Mercadona), Rodrigo Rato (asesor del Santander y de Telefónica), Juan Rosell (presidente de la patronal)– o miembros de la Iglesia (el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, y el secretario general, José María Gil Tamayo, así como el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela), ante quienes Felipe y Letizia agacharon la cabeza y besaron el anillo. O sea, el establishment político y financiero del paísestablishment.
También acudió el cuerpo diplomático acreditado en España. Uno de los que más se paró a hablar con el rey (unos pocos segundos más, lo que permitía el protocolo) fue el embajador estadounidense, James Costos, acompañado de su pareja, el decorador Michael Smith.
Receso a la mitad
La Zarzuela quería que en esta recepción se viera un ramillete más amplio de la sociedad civil. Más que en los cócteles del Doce de Octubre, donde el número de invitados ronda el millar. Así, se vio a representantes del mundo del deporte como el exciclista Miguel Induráin, el exgimnasta Gervasio Deferr, la atleta Marta Domínguez, las nadadoras Mireia Belmonte y Teresa Perales o el baloncestista Pau Gasol. Del mundo de la cultura, se acercaron el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, actores como Ana Duato, cantantes como David Bisbal o Alejandro Sanz y humoristas como José Mota. Abultada era la nómina de toreros: José Mari Manzanares, El Juli, Juan José Padilla o Enrique Ponce. Entre los científicos, María Blasco, Valentín Fuster o Santiago Grisolía. De la órbita de los diseñadores, Modesto Lomba, presidente de la Asociación de Creadores de Moda de España.
Proclamación de S.M. el Rey Felipe VI (5)
Acudieron bastantes periodistas, profesión en la que antes de prometerse a Felipe militaba Letizia. Allí estaban Alfonso Ussía, Catalina Luca de Tena, Iñaki Gabilondo, Luis Maria Anson, Casimiro García-Abadillo, Paco Marhuenda, Fernando Ónega, Carmen del Riego, José Antonio Zarzalejos, Nativel Preciado, Álex Grijelmo, Ignacio Escolar, Fernando Berlín (director de radiocable y colaborador de infoLibre)... A ellos había que sumar altos cargos de la Administración, mandos militares y responsables de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. O ex como María Teresa Fernández de la Vega y amigos como Adolfo Suárez Illana. Y en el grupo de inclasificables, Isabel Preysler. Las fotos, aquí y aquí.
La familia de la nueva reina sí asistió a la recepción. Entre ellos, sus padres, Jesús Ortiz y Paloma Rocasolano; su hermana, Telma Ortiz, y su abuelo materno, el taxista Francisco Rocasolano y su abuela paterna, la locutora Menchu Álvarez del Valle. Ellos permanecieron en la sala contigua al Comedor de Gala.
Quien no estuvo, ni se esperaba, era la infanta Cristina y su marido, ambos imputados por el caso Nóos. Los duques de Palma fueron apartados de facto de la agenda oficial desde diciembre de 2011, pero la exclusión ha sido más palpable con los históricos actos de sucesión de la Corona. No ha participado en ninguno. No hay foto de ella. Cristina, igual que su hermana, han salido ya de la familia real. Ahora son, simplemente, familiares del rey. La duquesa de Palma no recibía ninguna asignación en los últimos dos años, pero ahora Elena perderá los 25.000 euros que se le habían reservado este año para gastos de representación.
El besamanos pareció, en ocasiones, una competición para ver quién hacía la genuflexión más pomposa ante los nuevos reyes. La ceremonia se hizo forzosamente larga, porque Felipe y Letizia –sólo ellos– saludaron uno a uno a todos los asistentes, así que tuvieron que intercalar un receso. Ninguno perdió la sonrisa. Incluso a ella se la vio durante toda la jornada más relajada que de costumbre, y cariñosa con su marido.
Sin corrillos con periodistas
Mucho representante de la sociedad, sí, pero de una sociedad no tan poliédrica y plural. La Zarzuela buscó un fresco más bien clásico, homogéneo, ya que no dio cabida a sectores más alternativos o miembros de plataformas que están ahora más en primera línea, en coherencia con lo que el propio Felipe VI predicó en su discurso de apertura, cuando se marcó como deber buscar la "cercanía con los ciudadanos". Al Palacio Real, por descontado, faltaron los grupos republicanos que tampoco habían asistido a la proclamación, caso de IU, ICV, CHA, ERC, Amaiur, BNG, Compromís o Geroa Bai. Estos sí estaban invitados, pero declinaron la oferta.
La recepción, por lo demás, resultó poco jugosa. Informativamente hablando, se entiende. Primero, por el volumen de asistentes, repartidos todos por varios salones y pasillos del Palacio Real. La afluencia fue tal que hubo que abrir los ventanales para que entrara el aire, pero aun asi era imposible no sudar la gota gorda. Las máximas autoridades del Estado se fueron yendo poco a poco después del saludo, así que no hubo salsa alguna en los corrillos. Los había entre los invitados, pero apenas con los periodistas, desesperados por no encontrar figurones con los que tejer unas cuantas frases. Los nuevos reyes, cuando acabó el besamanos, pasadas las tres de la tarde, abandonaron el palacio rumbo a la Zarzuela para descansar, sin departir con los asistentes. No hubo brindis ni discursos, tal como se esperaba. Así que el cóctel se convirtió en una gran conversación de la alta clase social, financiera y política del país, a la caza del canapé, de la copa y del jamón de jabugo, servido en tapitas por un cortador profesional en uno de los salones. Pero poco más.
Aguirre, Alonso, Alfonsín... y Pedro Sánchez
Y pocos comentarios. Que si Esperanza Aguirre, de verde lima, sentada junto a los ventanales que dan al patio interior, creía que el rey había estado "fenomenal" en su discurso, aunque no supo decir exactamente qué parte le había gustado más. Que si Alfonso Alonso, portavoz del PP en el Congreso, pensaba que la intervención de Felipe VI había gustado a los nacionalistas de CiU y PNV, porque "había música para ellos". Que si Rosa Aguilar, Juan Moscoso y, con ellos, otros diputados del PSOE, creían que la alocución del nuevo monarca había sido "muy buena". Que si el espíritu general era de elogio sin rodeos a los anfitriones.
A falta de políticos de copete, se buscó a Jaime Alfonsín, hasta ahora responsable de la secretaría del príncipe, a quien se da por más que probable nuevo jefe de la Casa Real, en sustitución de Rafael Spottorno. Alfonsín fue muy cauto, como mandaba el guión, y pidió aguardar a los cambios, al "tiempo nuevo" que anticipó Felipe VI. Ni siquiera quiso precisar con cuánta antelación se había trabajado en el discurso.
Pedro Sánchez fue de los que integró el segundo grupo de saludados, tras el receso. Muy lejos, por tanto, de Madina, que había sido uno de los primeros. "No importa, los últimos serán los primeros", dijo entre sonrisas a la prensa. Frase que deslizaba algo de lo que todos en el PSOE (también ayer) hablan: el relevo de Rubalcaba, el congreso del mes próximo. Sánchez dijo que se sentía en fase de "optimismo contenido" y que fue un subidón su baño de militantes el miércoles en Andalucía, primero en Málaga y luego en Sevilla.
Los primeros actos de la agenda oficial
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La recepción, y el palacio, estrenaron nuevo traje. El guión y estandarte de Felipe VI, de color rojo carmesí en lugar del azul que tenía Juan Carlos, y sin el yugo y las flechas de los Reyes Católicos ni la cruz de Borgoña, que sí contenía el de su padre. El nuevo escudo de armas colgaba del balcón central desde el que saludaron los reyes con sus hijas y Juan Carlos y Sofía, y también se izó en el palacio en cuanto la comitiva real llegó. Por novedad, hasta la web de la institución, ya reestructurada tras el acceso al trono de Felipe VI.
Los nuevos aires –la "monarquía renovada"–, el "tiempo nuevo" –Susana Díaz tendría que cobrar por cada vez que un alto cargo emplea su frase estrella, el santo y seña con el que compareció a sus primarias el año pasado– se irán sintiendo, se supone, en los próximos días y meses. Ahora ya se conocen los primeros actos de su agenda: hoy viernes, primer despacho de Felipe VI con Rajoy. El sábado, los reyes mantendrán un encuentro con las víctimas del terrorismo en el madrileño palacio de Zurbano. Su primera actividad fuera de palacio. En el horizonte más cercano, la visita a Cataluña (y al resto de comunidades) y los viajes a Marruecos, Portugal, Francia y el Vaticano.
El día dio muchas fotos, anécdotas, gestos y palabras. Y tuits. Los reyes se despidieron con estos 140 caracteres estos de quienes hicieron "posible" la jornada de proclamación.
Por departamentos, se veía en el Palacio Real a autoridades, diputados, senadores, banqueros, empresarios, sindicalistas, diplomáticos, toreros, cantantes, científicos, arquitectos, deportistas, periodistas... Por nombres, hasta cerca de 3.000 invitados a la primera recepción de los reyes Felipe VI y Letizia3.000 invitados . Más de dos horas de besamanos, con un solo receso a la mitad.