Según la OMS, durante el primer año de pandemia, la ansiedad y la depresión aumentaron en un 25% a nivel mundial. En España, según la última encuesta europea de salud, más de dos millones de personas han presentado cuadros depresivos. Según los datos disponibles en el portal estadístico del Sistema Nacional de Salud, durante el año 2020 se registraron 5.044.566 casos de ansiedad, 285.705 más que el año previo. En EEUU, de agosto de 2020 a febrero de 2021, el porcentaje de adultos con síntomas de un trastorno de ansiedad o depresión aumentó del 36,4 al 41,5 %.
Ante estos datos, y según se dio a conocer esta misma semana, un panel independiente de expertos médicos designado por el Gobierno federal de EEUU recomendó por primera vez que los sanitarios evalúen con una prueba rutinaria la ansiedad de todos los adultos menores de 65 años. El U.S. Preventive Services Task Force (que se podría traducir como Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de EEUU) incluye esta sugerencia en una guía diseñada para ayudar a los profesionales de atención primaria a identificar signos tempranos de ansiedad durante la atención rutinaria con cuestionarios y otras herramientas de detección. Por ahora, sólo es un borrador pero la intención es terminarlo tras revisar los comentarios públicos.
El objetivo, según pública The New York Times, es ayudar a prevenir que los trastornos de salud mental no se detecten ni se traten durante años o incluso décadas. Estas recomendaciones, eso sí, no serán obligatorias aunque sí que influirán en el estándar de atención entre los médicos de atención primaria en EEUU. ¿Podría aplicarse algo similar en España? Según las expertas consultadas por infoLibre, podría funcionar como medida preventiva, aunque podría traer más problemas.
Para Raquel Huéscar, psicóloga general sanitaria y tutora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), más que una prueba o un test sería "más útil y más preventivo" que "todos los profesionales sanitarios de todas las especialidades tuvieran en cuenta la salud mental en las patologías físicas porque la ansiedad tiene muchas ramificaciones y se muestra de distintas formas". Por ejemplo, en el caso del aparato digestivo, en determinadas patologías como la diarrea debería tenerse en cuenta como causa los nervios, el estrés o la ansiedad.
"Sería más efectivo formar e informar a todos los profesionales sobre la salud mental como se hace con la salud física porque creo que al final queda un poco desatendida", explica Huéscar. Para esta psicóloga, "lo ideal" sería algo más global que una prueba de screening. No obstante, reconoce que esto supondría un "cambio de paradigma".
Más drástica es Belén González Callado, psiquiatra de un centro de salud mental. "Sería muy dudoso tomar esta medida en España o en cualquier otro lugar del mundo porque sería una medida que puede traer bastantes problemas", sostiene esta experta, que concluye que habría tres inconvenientes principales. Por un lado, la propia ansiedad: "Cuando se hace un screening sobre una enfermedad bien conocida y cuyo curso natural está bien demostrado, hacer un diagnóstico precoz es beneficioso. Pero la ansiedad no es una enfermedad como puede ser una diabetes o un cáncer. Son reacciones psicológicas a estresores vitales que podemos conocer o no". Con este tipo de pruebas, asegura esta experta, se podría "perder el foco" y "al medicalizarla" se deja de "estudiar de dónde viene".
Por otro lado, según González Callado, "intervenir en situaciones de ansiedad de forma precoz provoca una desactivación de buscar ayuda entre iguales y encontrar factores que provocan estos síntomas". "No es casualidad que en la actualidad hayan aumentado los diagnósticos precisamente cuando existe una crisis global a muchos niveles. Toda la población está más estresada y esto influye en el aumento de diagnósticos", reconoce esta psiquiatra. Y, finalmente, la realización de estas pruebas supondría "una sobrecarga en la atención primaria" que provoca que "se termine respondiendo con ansiolíticos, cuando somos el país en el que más se consumen".
"¿De qué sirve detectar problemas si no puedo ofrecer lo que la gente necesita?"
Y es que uno de los principales problemas de la situación actual de la salud mental en España es la falta de profesionales a pesar de que está a punto de cumplirse un año desde la presentación del Plan de Acción 2021-2024 Salud Mental y covid-19 para atender al impacto provocado por la pandemia. Según recoge un informe del Defensor del Pueblo publicado en enero de 2020 y que recoge el dato facilitado por el Ministerio de Sanidad en 2018, hay seis psicólogos en el sistema público de salud por cada 100.000 habitantes. En Europa, de media, son 18. Y según datos obtenidos por Civio, el número de psicólogos en los hospitales del Sistema Nacional de Salud era de 2.397 en ese mismo año.
"¿De qué sirve detectar problemas si no puedo ofrecer lo que la gente necesita? Hay tanta demanda que no hay profesionales para dar la frecuencia que necesitan de sesiones", explica Huéscar. Desde la Confederación de Salud Mental de España defienden y reclaman un aumento de las ratios de profesionales y además una mayor inversión en recursos en la sanidad pública, para garantizar una atención a la salud mental de toda la población, ya sea infantil, juvenil, adulta o mayores.
El vínculo entre los trastornos mentales y las condiciones de vida
González Callado da un paso más: "Un buen sistema tendría que detectar que, por ejemplo, muchos trastornos obsesivos en las mujeres responden a un problema de género. Y también que tenga en cuenta los problemas sociales y que ponga el foco en la precariedad laboral o en que los desahucios provocan trastornos mentales o suicidios". Según los datos de la última encuesta Nacional de Salud de España, la prevalencia de depresión es el doble entre quienes se encuentran en situación de desempleo (7,9%) que los que están trabajando (3,1%). Y lo mismo sucede en el caso de la ansiedad crónica (9,4% vs 4,4%).
Sin embargo, según detalla esta psiquiatra, "con el aspecto medicalizador o la mirada técnica", se pierde el foco de una "mirada mucho más social" a pesar de que "científicamente está demostrado el vínculo entre los trastornos mentales y las condiciones de vida, los eventos biográficos y las situaciones adversas en las que se ven inmersas las personas".
También para niños y adolescentes, pero no para mayores de 65
Esta misma recomendación de estas pruebas generalizadas también la hizo el U.S. Preventive Services Task Force para niños y adolescentes a principios de este año. Cabe destacar que, según datos de la Asociación Española de Pediatría, la pandemia ha provocado un aumento de hasta el 47 % en los trastornos de salud mental en los menores si se compara con el año anterior.
No obstante, dejan fuera a los mayores de 65 años. Según explica The Washington Post, el grupo de trabajo consideró que muchos de los síntomas comunes del envejecimiento, como problemas para dormir, el dolor o la fatiga, pueden confundirse con síntomas habituales de la ansiedad. "Esto es discriminatorio", apunta González Callado que sitúa esta distinción es igual de grave si no se tiene en cuenta otros factores como "la violencia de género, la pobreza o el paro prolongado".
Primero el covid y ahora la crisis económica
En el caso de los estadounidenses, este aumento de la ansiedad responde a una confluencia de factores comunes al resto del mundo: el covid y la actual crisis económica, aunque en el otro lado del Atlántico también tiene importancia las tasas de criminalidad y el aumento de tiroteos. La OMS cifró en un 25% a nivel mundial este incremento.
En el caso de España, los datos más recientes provienen de la última encuesta europea de salud, que se desarrolló entre julio de 2019 y julio de 2020, y que publicó el INE. Con esta referencia temporal, durante los primeros meses de la pandemia se observó "un aumento en el porcentaje de población que experimentó sensación de estar decaído o deprimido, con problemas para dormir y con poco interés o alegría por hacer las cosas". En concreto, a mediados de 2020, había 2,1 millones de personas con un cuadro depresivo, el 5,25 % de la población mayor de 15 años de todo el país. De ellas, 230.000 sufrían una depresión grave.
La pandemia dispara los trastornos de salud mental entre los sanitarios, especialmente en los médicos de familia
Ver más
Según cifras de THIN Spain, extraídos de una base europea de historias clínicas electrónicas anonimizadas, los diagnósticos de ansiedad aumentaron un 40% en 2020, en comparación con los de 2019, y se detectó un aumento de casos registrados asociados a la evolución de la pandemia y a más medidas de confinamiento. Y según datos de la Global Consumer Survey de Statista, el 29% de los entrevistados declaró haber experimentado problemas de salud mental como depresión, estrés o ansiedad en los 12 meses anteriores a la encuesta, llevada a cabo entre abril de 2021 y marzo de 2022.
"Cualquiera de nosotros no podíamos haber imaginado una situación con más incertidumbre o con un contacto de la muerte tan cercano, con la enfermedad y la vulnerabilidad", explica Huéscar que también argumenta que la coyuntura actual obliga a que cada uno "saquemos de nosotros mismos, lo que se llama resiliencia, y hay muchas veces que no se puede". Para esta psicóloga, los más vulnerables de la pandemia han sido los niños y los adolescentes pero también aquellas mujeres que han sido madres "dando a luz de forma aislada" y también sus hijos. "Después también hay personas que ya venían con patologías previas y se han agravado y también ha habido situaciones traumáticas para los profesionales sanitarios", recuerda esta experta.
Pero los datos ya eran preocupantes antes de la pandemia. Según los últimos datos disponibles del Ministerio de Sanidad, la encuesta Nacional de Salud de España publicada en diciembre de 2020 con datos de 2017, el 6,7% de los adultos refirió padecer ansiedad crónica, 4,3% de los hombres y 9,1% de las mujeres. La depresión se declara en la misma proporción (6,7%) y, al igual que la ansiedad, es más del doble en mujeres (9,2%) que en hombres (4%). Sin embargo, tal y como destaca Civio, todas estas cifras no son un reflejo exacto de la realidad ya que no todas las personas que necesitan tratamiento por ansiedad o depresión lo reciben o llegan, siquiera, a ser diagnosticadas.