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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

El PSOE ganó las elecciones en 17 provincias en las que llevaba al menos 26 años sin vencer

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La debacle del PP y la división de los votos de la derecha en tres han provocado que ninguna fuerza del tablero político español, a excepción del PSOE, reúna más del 20% de los votos. Y ese nuevo escenario político ha teñido el mapa de España de rojo socialista: en las pasadas elecciones, el PSOE fue la primera fuerza en 40 de las 52 circunscripciones, y consiguió ganar las elecciones en 17 provincias en las que llevaba sin hacerlo al menos desde las generales de 1993.

El PSOE ha conseguido ganar en todas las circunscricpiones a excepción de las tres vascas –donde el partido más votado ha sido el PNV–, Girona, Tarragona y Lleida –con victoria de ERC– y Lugo, Ourense, Navarra, Salamanca, Ávila y Melilla. En ninguna de esas circunscricpiones la formación liderada por Pedro Sánchez ha obtenido un resultado espectacular y mucho más alto que el 28,68% de los votos conseguidos de media a nivel nacional. Su victoria se debe, más bien, a la caída en picado del PP y la absorción de parte de esos votos por Ciudadanos y Vox, y en menor medida a la caída de Unidas Podemos con la pérdida de 1,2 millones de papeletas con respecto a las elecciones de 2016. 

Entre las circunscripciones donde el PSOE ha recuperado la victoria o la ha obtenido por primera vez hay de todo: desde provincias muy pobladas que reparten un buen pellizco de escaños hasta otras de carácter más rural, que tradicionalmente votan más conservador pero donde el PP no ha logrado imponerse por la dispersión de sus apoyos. De entre el primer grupo destacan Madrid (los socialistas han obtenido un 27,3%), A Coruña (31,4%), Alicante (28,3%), Murcia (24,8%) o Valencia (27,1%): en todas ellas se reparten diez diputados o más, y el PSOE ha conseguido ser primera fuerza por primera vez desde las elecciones generales de 1989. 

Castellón, Ceuta y Cuenca también llevaban eligiendo como principal partido al PP desde ese año y, en 2019, han convertido a los socialistas en la fuerza más votada. Pero el PSOE también se ha impuesto en zonas rurales y provincias que son feudos habituales de la derecha, que incluso llevaba ganando ininterrumpidamente en algunas de estas circunscricpiones desde la vuelta de la democracia. Dentro de esa descripción entran Burgos, Soria y Pontevedra, que siempre habían elegido como primera fuerza a partidos de la derecha –UCD, AP y el PP– y donde el PSOE se ha impuesto por primera vez en 40 años.

Además, el PSOE ha ganado en otras siete provincias donde llevaba décadas sin hacerlo. En Guadalajara y Zamora, los socialistas no eran primera fuerza desde la aplastante victoria de Felipe González en 1982, y allí vencieron con uno de los porcentajes de voto más bajos de toda España. En Valladolid, Palencia y La Rioja, la última victoria socialista en unas generales databa de 1986. Y en Toledo, el PP había ganado todos los comicios generales hasta los del pasado domingo desde 1993.

El crecimiento del PSOE en esas 17 provincias se ha visto acompañado por la caída de Unidas Podemos en todas ellas. No obstante, solo en seis circunscripciones la caída en puntos de la coalición morada es similar a la subida de los socialistas, aunque eso no implica necesariamente que esos votos se hayan trasvasado de una a otra. Son Cuenca (el PSOE crece 5,96 puntos y Unidas Podemos cae 5,26), Guadalajara (los socialistas suben 6,77 puntos y la coalición morada cae 5,9), Murcia (4,44 puntos de subida para el PSOE por 4,13 de caída para Unidas Podemos), Palencia (6,72 puntos de crecimiento para el PSOE y 5,79 de bajada para Unidas Podemos), Soria (los socialistas ascienden seis puntos y la coalición morada baja 6,73) y Toledo (4,54 puntos de incremento para el PSOE y 4,14 de pérdida para la lista de Pablo Iglesias).

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La magnitud de la debacle del PP es tal que, si en 2016 consiguió ser el partido más votado en 42 de las 52 circunscricpiones –lo que le dio una comodísima mayoría absoluta en el Senado de la que ahora disfrutará el PSOE–, en las elecciones de 2019 solo ha resistido en la primera posición en cinco circunscripciones: Lugo, Ourense, Ávila, Salamanca y Melilla, además de Navarra, donde se ha impuesto Navarra Suma, la coalición de UPN, PP y Ciudadanos. Y de ellas, en Lugo y Salamanca los socialistas quedaron a apenas unas décimas de arrebatarle al PP la primera plaza.

De esta forma, tras las elecciones solo quedan cuatro provincias que hayan sido un feudo infranqueable de un solo partido desde el hundimiento de UCD: Sevilla –donde el PSOE lleva ganando desde las elecciones de 1979–, Ávila –donde siempre ha ganado las elecciones la derecha, reunida en torno al PP y, en 1986, en torno al CDS– y Lugo y Ourense –en las que Alianza Popular, primero, y el PP, después, se han impuesto en todas las elecciones generales desde 1982–. Jaén y Huelva, por su parte, siempre han votado a los socialistas como primera fuerza a excepción de los comicios de 2011.

La debacle del PP y la división de los votos de la derecha en tres han provocado que ninguna fuerza del tablero político español, a excepción del PSOE, reúna más del 20% de los votos. Y ese nuevo escenario político ha teñido el mapa de España de rojo socialista: en las pasadas elecciones, el PSOE fue la primera fuerza en 40 de las 52 circunscripciones, y consiguió ganar las elecciones en 17 provincias en las que llevaba sin hacerlo al menos desde las generales de 1993.

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