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El PSOE se mantiene “alerta” y no se fía del Constitucional

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Júbilo, pero también mucha cautela. Y desconfianza ante lo que pueda hacer a partir de ahora el Tribunal Constitucional. Los socialistas piensan que sí, que han vencido una batalla clave con la retirada de la Ley del Aborto y la caída del autor del proyecto, Alberto Ruiz-Gallardón, pero creen que la guerra no está todavía ganada. Así que por ahora mantendrán "la guardia alta" y no borrarán la contrarreforma ni la defensa de las políticas de igualdad de su argumentario. 

El PSOE se sentía el martes ganador y por primera vez en mucho tiempo veía que el cadáver político no había sido abatido dentro de sus filas, sino en las del Gobierno, a los pies de Mariano Rajoy. Nada más anunciar el presidente (por sorpresa) que renunciaba a sacar adelante la reforma de la Ley del Aborto tal y como había salido de los despachos de Justicia, por falta de consenso –ese que nunca existió, ni con la oposición ni dentro del PP–, la secretaria de Igualdad de los socialistas, Carmen Montón, comparecía en rueda de prensa para congratularse de la marcha atrás y para dar la enhorabuena a todos aquellos colectivos que han salido a la calle para oponerse al borrador del Ejecutivo.

Lo mismo hizo Pedro Sánchez, el secretario general, primero desde su cuenta de Twitter y después en una comparecencia ante los medios, ya por la tarde, en la estación de Atocha, adonde llegó el Tren de la Libertad el pasado febrero. Para entonces Gallardón había anunciado su dimisión. "Me importa más hoy que quien sale ganando es la libertad, son las mujeres. Y me importa poco que quien pierda sea el señor Gallardón", un "pésimo ministro", señaló Sánchez a los periodistas.

Centralidad en los últimos meses y en la campaña europea

Para el PSOE, el combate a la ley Gallardón ha sido uno de los ejes nucleares de su discurso político en los últimos meses. El punto de inflexión clave se produjo el pasado 20 de diciembre, cuando el Consejo de Ministros –que presidió ese día Soraya Sáenz de Santamaría, por un viaje de Rajoy– dio luz verde al anteproyecto. La dirección, encabezada por Alfredo Pérez Rubalcaba y Elena Valenciano, aumentó la intensidad de las críticas al Gobierno, otorgándole una centralidad indudable a esta cuestión. La cúpula prometió que no pararía hasta ver cómo la norma quedaba en un cajón. Valenciano, cabeza de lista para las europeas, procuró capitalizar el debate y situarlo en la agenda. Y, gracias al traspié del número uno del PP, el exministro de Agricultura Miguel Arias Cañete, consiguió llevar a su terreno el último tramo de la campaña, aunque ello no sirvió para que el PSOE levantara cabeza en las urnas. La propia Valenciano agradecía ayer a Rubalcaba haber considerado una "prioridad" la "defensa de la libertad de las mujeres". 

El relevo en el liderazgo del partido no trajo mucho cambio. Los tres candidatos que se postularon para suceder a Rubalcaba respaldaron la estrategia seguida por Ferraz y el nuevo secretario general, Pedro Sánchez, adoptó el discurso como propio. El PSOE se sentía fuerte en un campo que creía haber abonado mejor que ninguno de sus adversarios políticos. 

De ahí la satisfacción evidente que ayer se palpaba en las huestes socialistas. "Hemos conseguido frenar esta ley y se ha hecho gracias a la oposición ciudadana, a la movilización de muchas mujeres y asociaciones y también del PSOE", declaró Sánchez desde Atocha. Pero ahora, inevitablemente, le toca revisar la estrategia. 

Reforma que "sale por la puerta y entra por la ventana"

"Vamos a seguir dando tralla. No vamos a dejar que este asunto se olvide", aseguraba un colaborador de la máxima confianza de Sánchez al acabar el pleno del Congreso. Aunque la cúpula aún tiene que reunirse para acordar los siguientes pasos a seguir, en Ferraz se tiene claro que el primer foco de atención debe ser el recurso que el PP presentó ante el Tribunal Constitucional en 2010 contra la Ley de Plazos impulsada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Seguirá por eso de cerca los movimientos que haga el presidente del TC, Francisco Pérez de los Cobos, que accedió al cargo siendo militante del partido de Rajoy. 

De los Cobos afirmó en una entrevista que el Alto Tribunal no se pronunciaría sobre la impugnación a la norma de 2010 en tanto no hubiese culminado la tramitación de la reforma que había anunciado el Ejecutivo. Era "prudente esperar", alegó. Pero ahora esa norma ya se ha paralizado. O se ha paralizado, al menos, en los términos que quería Gallardón y que respaldó Rajoy. El Gabinete, según adelantó ayer el presidente, persigue ahora que las chicas de 16 y 17 años necesiten consentimiento paterno para poder interrumpir su embarazo. Lo que se temen los socialistas es que ahora el TC reactive la tramitación del recurso y, gracias a su mayoría conservadora –el ponente de la impugnación es el miembro del Opus Dei Andrés Ollero–, tire por tierra la legislación de plazos. "No vaya a ser que la reforma salga por la puerta y entre por la ventana", coincidían en alertar distintos dirigentes del partido. 

"Gallardón contaba con esa baza, con que el TC pudiera tumbar la ley y darle la razón. Y sabiendo la composición del Alto Tribunal, claro que vamos a estar alerta, aunque ahí podemos hacer poco. Si no ha habido pasteleo entre el Gobierno y el TC, al menos sí que parece que el Ejecutivo tiene la confianza en que le pegue un palo a nuestra ley de 2010", reflexionaba ayer un alto responsable de la ejecutiva de Sánchez. "Sería gravísimo si el TC falla a favor del Gobierno porque ya no podríamos hacer nunca una Ley de Plazos", reflexionaba una dirigente de primer nivel de la dirección de Rubalcaba, que estuvo detrás de la sala de máquinas del partido cuando aumentó la presión contra el PP. 

Izquierda Plural (IU-ICV-CHA) alertaba asimismo de que la amenaza se desplaza a la actuación del tribunal de garantías. Su portavoz de Justicia, Gaspar Llamazares, avisó de que la rectificación de Rajoy había que tomarla con cautela, porque aún le quedaba una "bala en la recámara": su recurso. 

Pedir al PP la retirada de la impugnación

La estrategia más inmediata del equipo de Sánchez, en consecuencia, pasa por requerir públicamente al PP que retire el recurso, poniendo el foco en él y no tanto en el TC, porque a fin de cuentas es el partido de Rajoy "el dueño del texto" y quien puede evitar un pronunciamiento adverso. Alfonso Alonso, portavoz del Grupo Popular, ya advirtió ayer de que no habrá retirada. "Y damos por hecho que será así –asumen en Ferraz–, porque ya han asumido el coste de la marcha atrás y no van a pegar otra patada a su electorado más ultra. Lo que nos tememos es que quien sufrirá las presiones ahora será el TC, conminándole a que dicte sentencia". Tiempo ha pasado más que suficiente: más de cuatro años desde que el PP registró su impugnación

En realidad, la retirada no es tan sencilla. Como explicaban a infoLibre fuentes del TC meses atrás, el Grupo Popular no podría desistir de su recurso porque su composición, al cambiar la legislatura, es distinta. Los gobiernos, en cambio, sí pueden hacerlo, porque se considera que quien presenta el texto es la institución, al margen de su color político. Además, en este caso hay dos impugnaciones vivas: la del PP y la del Ejecutivo navarro. Otra cosa es la "pérdida de objeto". Aun cuando una nueva ley esté en vigor y derogue una norma anterior, el pleno del Alto Tribunal tendría que estudiar si la impugnación ha perdido sentido. 

Los socialistas también prometen mantenerse "atentos" a la modificación que quiere introducir el Gobierno en el artículo 13 de la actual ley, el que habla de las chicas de 16 y 17 años. Ese precepto dice que al menos uno de los padres debe estar "informado" de la decisión de la mujer. Se añade que "se prescindirá de esta información" cuando la menor alegue un conflicto grave, manifestado en el peligro cierto de violencia intrafamiliar, amenazas, coacciones, malos tratos, o se produzca una situación de desarraigo o desamparo". El PSOE no tiene intención de negociar nada con el PP, porque, según expresó Montón ayer, la libertad de las mujeres no se puede "trocear", ni tampoco "mercadear" con ella. "Nos sentimos muy orgullosos de nuestra ley y vamos a defenderla. Así que vamos a mantener la guardia alta porque quedan por delante varias amenazas", avisaban desde la Secretaría de Igualdad. 

"Mereció la pena"

El PSOE no cree que con la retirada de la regresiva ley Gallardón y la caída del ministro haya perdido un filón electoral ley Gallardón. "Le reportaba más daño al PP que a nosotros beneficio", argumentaba un alto mando de la dirección. "Sí sentimos que el tiempo nos ha dado la razón, que aunque hubo quien no entendió que insistiéramos tanto en este asunto, mereció la pena", indicaba otra dirigente. Los colaboradores del secretario general consideran igualmente que el intento de Rajoy de buscar el centro electoral aplastando la reforma estrella de Gallardón tampoco mejorará su imagen. 

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En Ferraz se tiene la percepción de que aunque ahora la contrarreforma del aborto salga de la esfera pública, el PSOE tiene la "oportunidad" de hacer valer sus políticas de igualdad en más aspectos, desde la conciliación laboral, la equiparación salarial de hombres y mujeres, la feminización de la pobreza o las medidas de paridad. "Ahí somos creíbles, y ahí la gente nos reconoce. Ahora tenemos la ocasión de hacer un discurso más global, y subrayando por cierto que Gallardón no ha sido un fracaso sólo por el aborto, sino por las tasas judiciales, el cambio de la justicia universal o las modificaciones penales", sentenciaba un miembro de la cúpula.

Los socialistas, en definitiva, creen que pueden seguir enarbolando una bandera que sienten muy suya, la de la igualdad, donde les separa "un abismo" con el PP.  "Lo que nos proporcionó la ley Gallardón fue volver a situar en primera línea las políticas de igualdad, ubicar esta cuestión en la agenda, y hemos estado por delante, porque IU ha ido a remolque y Podemos ha despreciado esta cuestión", añadía anoche esta última fuente. 

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Júbilo, pero también mucha cautela. Y desconfianza ante lo que pueda hacer a partir de ahora el Tribunal Constitucional. Los socialistas piensan que sí, que han vencido una batalla clave con la retirada de la Ley del Aborto y la caída del autor del proyecto, Alberto Ruiz-Gallardón, pero creen que la guerra no está todavía ganada. Así que por ahora mantendrán "la guardia alta" y no borrarán la contrarreforma ni la defensa de las políticas de igualdad de su argumentario. 

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