El PSOE propone a Rivera hacer “un esfuerzo” vetando a ERC y a Bildu para que Ciudadanos haga lo mismo con Vox

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Fernando Varela

Los socialistas presionan ya a Ciudadanos para que cambie de criterio y se niegue a hacer depender gobiernos locales o autonómicos de los concejales y los diputados de Vox. El propio Pedro Sánchez abordó el lunes con el presidente francés, Emmanuel Macron, estrategias comunes para hacer frente al auge de la ultraderecha en Europa. Macron no sólo es el líder político más importante de grupo liberal europeo, del que forma parte Ciudadanos, sino que siempre ha rechazado cualquier posibilidad de llegar a acuerdos con los ultras, un punto de vista en el que sintoniza al 100% con el presidente español en funciones.

El PSOE no sólo quiere negociar la posibilidad de llegar a acuerdos con Cs en las comunidades en las que la posición de Rivera decidirá gobiernos —es el caso de Castilla y León, de Aragón y lo sería también en Madrid si la formación naranja no hubiese anticipado ya su deseo de pactar con el PP—, sino que trata de conseguir que el partido naranja se niegue a participar en mayorías parlamentarias y locales de las que forme parte Vox.

Para conseguirlo, el secretario de Organización del PSOE no quiso este lunes ni siquiera descartar la posibilidad de llegar a acuerdos que faciliten presidencias o alcaldías a Cs. Preguntado por la situación de Barcelona, donde el PSC ya ha anunciado su decisión de intentar por todos los medios que la Alcaldía de la ciudad no acabe en “manos independentistas o condescendientes con el independentismo”, José Luis Ábalos recordó que el PSOE también ha anunciado que en Navarra no permitirá ningún acuerdo de los socialistas que incluya a EH-Bildu. “Y si nosotros queremos hacer un esfuerzo respecto de formaciones que cuestionan el marco constitucional”, concluyó, “le pedimos también al centro derecha [en referencia a Cs] que haga lo propio con la ultraderecha”. De lo que se trata, enfatizó Ábalos, es de evitar que “diéramos carta de normalidad a la entrada de la ultraderecha en las instituciones”.

Una de las comunidades que dependen de un entendimiento entre el PSOE y Cs es Castilla y León, donde los socialistas ganaron las elecciones y por primera vez está amenazada la continuidad histórica del PP al frente del gobierno autonómico. En este caso, planteó Ábalos, está “abierta la posibilidad de “cambiar un modelo político absolutamente agotado”. Y recordó que ese fue el principal argumento de Cs para impulsar la salida del PSOE de Andalucía y su apoyo a un presidente del PP. “No hay más que aplicar la coherencia y podrían perfectamente contribuir al cambio en Castilla y León”, indicó.

Del mismo modo, el número tres del PSOE se negó expresamente a dar por hecho el acuerdo de las tres derechas en Madrid y reivindicó la victoria de los socialistas en la comunidad. “La cuestión es si algunos que venían a regenerar”, se preguntó en referencia a Cs, “van a restituir un periodo largo de corrupción con un acuerdo además con la ultraderecha”. Ábalos aprovechó su comparecencia ante la prensa para dirigirse expresamente al partido de Albert Rivera y pedirle que “no insufle aire a Vox en las instituciones, que no se convierta en la llave que dé acceso a la ultraderecha a los gobiernos locales y autonómicos”, como es el caso del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid.

“El PSOE no da por pedido nada; lo va a pelear todo”, proclamó Ábalos en línea con la petición que Sánchez dirigió a Rivera en la noche electoral emplazándole a “levantar el cordón sanitario” impuesto al PSOE y ponérserlo a Vox.

Los socialistas se disponen a dirigirse a la formación naranja para negociar allí donde sea posible, siempre atendiendo a la especificidad de cada territorio. “Escucharemos escenarios y seremos flexibles”, lo que no excluye que Podemos siga siendo el “socio preferente”, advirtió. “Mantendremos contactos con Ciudadanos, que tiene una gran responsabilidad en las posibilidades de gobernabilidad en buena parte de comunidades y ayuntamientos”, señaló.

Un nuevo horizonte

Todos los partidos tienen la responsabilidad de “interpretar los resultados pensando en el interés general después de un año largo de confrontación y polarización”, razonó Ábalos. Ahora “se abre un nuevo horizonte en el que los partidos tenemos la oportunidad y la obligación de reconsiderar nuestras estrategias y de escucharnos los unos a los otros pensando en la estabilidad política e institucional”. Las diferencias políticas, subrayó el número tres del PSOE,  “no pueden servir de pretexto para poner palos en las ruedas de la gobernabilidad ni para bloquear las instituciones”.

El escenario político tras las elecciones del domingo abre al PSOE un complicado e incierto entramado de acuerdos en parlamentos autonómicos y ayuntamientos. Primero donde los pactos parecen más sencillos, pero hay que negociarlos, como es el caso de Asturias, La Rioja o Illes Balears —donde los socialistas aspiran a conseguir la Presidencia— o Cantabria, donde será el PSOE quien haga presidente al candidato de otro partido, en este caso a Miguel Ángel Revilla (PRC).

Pero también en los territorios en los que, a priori, los pactos se suponen más difíciles, como Castilla y León, Murcia y Aragón, donde Ciudadanos decidirá si habrá un gobierno a la izquierda o a la derecha —los socialistas incluyen en este capitulo a la Comunidad de Madrid—. O en Canarias, donde está encima de la mesa tanto un pacto con Coalición Canaria como uno de izquierdas, dos soluciones que tendrían consecuencias opuestas para Sánchez en el Congreso. E incluso en Navarra, una comunidad en la que el PSOE tiene que decidir si mantiene su veto a EH Bildu, como reiteró el lunes Ábalos, lo que implicará probablemente dejar gobernar a la derecha, la coalición Navarra Suma —UPN, PP y Cs— que ganó las elecciones.

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Algunos candidatos socialistas derrotados no se resignaban este lunes y sugerían la posibilidad de buscar salidas que, en principio, parecen muy complicadas. Es el caso de Ángel Gabilondo en Madrid, dispuesto a ejercer como cabeza de la lista más votada y buscar acuerdos con Ciudadanos a pesar de que la formación naranja ha dejado claro en numerosas ocasiones —la última el domingo por la noche— que no pactará con los socialistas y negociará un acuerdo para hacer presidenta a la candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso. O de Miquel Iceta, el líder del PSC, que anunció su voluntad de intentar el más difícil todavía y buscar un acuerdo entre partidos no soberanistas que cierre el paso a la Alcaldía de Barcelona al candidato de Esquerra, Ernest Maragall, cabeza de la lista mas votada.

Serán las direcciones locales y autonómicas del partido las que exploren sus opciones de llegar a acuerdos, las negocien y las trasladen a Ferraz, que se reserva la última palabra para que los pactos que lleguen a fraguar sean compatibles con el ideario y las propuestas políticas del PSOE. Para coordinar los acuerdos la Ejecutiva ha creado una comisión ad hoc integrada por José Luis Ábalos, Santos Cerdán —secretario de Coordinación—, Susana Sumelzo —secretaria de Política Municipal— y Patxi López —secretario de Política Federal—.

Lo que se acuerde tendrá después que ser sometido al criterio de los afiliados. Los Estatutos y las normas internas del PSOE establecen la obligatoriedad de consultar “a la militancia sobre los acuerdos de Gobierno en los que sea parte el PSOE o sobre el sentido del voto en sesiones de investidura que supongan facilitar el gobierno a otro partido político” “al nivel territorial que corresponda”. “El resultado será de obligado cumplimiento para la Comisión Ejecutiva del ámbito territorial que corresponda”.

Los socialistas presionan ya a Ciudadanos para que cambie de criterio y se niegue a hacer depender gobiernos locales o autonómicos de los concejales y los diputados de Vox. El propio Pedro Sánchez abordó el lunes con el presidente francés, Emmanuel Macron, estrategias comunes para hacer frente al auge de la ultraderecha en Europa. Macron no sólo es el líder político más importante de grupo liberal europeo, del que forma parte Ciudadanos, sino que siempre ha rechazado cualquier posibilidad de llegar a acuerdos con los ultras, un punto de vista en el que sintoniza al 100% con el presidente español en funciones.

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