Apenas 24 horas después de conocer los resultados de las elecciones generales de este domingo, las sensaciones en el PSOE son agridulces. En el lado positivo de la balanza, los socialistas sostienen que con esos 90 escaños "salvaron los muebles". No tanto porque sea un buen registro –partiendo del mínimo histórico de 2011 se dejaron nada menos que 20 diputados y 1,5 millones de sufragios–, sino porque el contexto –mantener la segunda plaza en votos y escaños frente a Podemos y Ciudadanos, la ausencia de una mayoría absoluta en el nuevo Congreso– lo hace más presentable. Pero también son conscientes de que tienen muy difícil encabezar un pacto de Gobierno, y por eso no descartan la posibilidad de unas nuevas elecciones. De hecho, no imaginan una alternativa clara a la repetición de comicios.
Las voces consultadas por infoLibre señalan de forma unánime que, "en una primera fase" –como dijo el secretario de Organización, César Luena, en rueda de prensa este lunes–, le toca a Rajoy intentar formar Gobierno. "Es el turno del PP", apunta una dirigente madrileña. "Consideramos que le toca gobernar al PP", coincide un cargo del PSOE-A, de la máxima confianza de Susana Díaz. Y lo que garantizan todos ellos es que los conservadores no tendrán, bajo ningún concepto, el apoyo de los socialistas. Ni por acción ni por omisión, ni voto a favor ni abstención, sea el candidato Mariano Rajoy o cualquier otro. "Te garantizo que no coqueteamos con la gran coalición. Ni con Rajoy ni con nadie, porque no es una cuestión de personas, es una cuestión de políticas", señalan desde el PSOE andaluz.
Otro dirigente del partido agrega que la opción de facilitar un Gobierno del PP está "descartada". Entre otras cuestiones porque las bases del PSOE se sienten mucho más próximas a Podemos que al PP, con lo que una gran coalición sería una decepción para los militantes socialistas. Entonces, ¿si no gobierna Rajoy, es Sánchez la alternativa? Pues no exactamente: "El PSOE tiene la gestión post 20-D más complicada de todos los partidos", admite un dirigente madrileño. Añade que el recuerdo de los tripartitos es "nefasto", y que ahora haría falta incluso el apoyo de más de tres fuerzas para sostener un Ejecutivo de izquierdas. Cree que el rey llegará a encargar a Sánchez formar Gobierno, después de que Rajoy fracase en un primer intento, pero cree "imposible" que llegue a buen puerto.
"El batiburrillo de los partidos de izquierdas, los de menos izquierdas, algunos nacionalistas... me parece casi impensable, y sería en todo caso en otra etapa", se subraya desde Andalucía. Algo más optimista es una dirigente del PSOE de Madrid, para quien "aún no se ha cerrado ninguna puerta". "Y si el PP no puede formar Gobierno, entraremos en otro escenario y será nuestro turno", concluye. En lo que coinciden los más y los menos pesimistas con respecto a la posibilidad de un gobierno encabezado por Sánchez es en la dificultad de encajar una de las condiciones que Podemos marcó ya este lunes como línea roja para dar su apoyo: la celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña.
Críticas a Podemos
"Ese referéndum es una bomba para el Estado español", dice un integrante de la Ejecutiva del PSOE madrileño, para quien Iglesias está planteando "que o gobierna el PP o es la independencia de Cataluña". Otra miembro del PSOE-M dice que "Pablo Iglesias se ha convertido en el caballo de Troya del independentismo catalán", y le afea al líder de Podemos que no concrete más su propuesta: "¿De que estamos hablando exactamente? ¿Quién vota en esa referéndum? ¿Y qué es lo que deciden, la autodeterminación? Pablo [Iglesias] juega a la indefinición y no le importa poner todo en riesgo para desgastar al PSOE. En Podemos saben que la fuerza más votada es el PP, pero que ha ganado la izquierda. Ahora se verá a quién quieren favorecer".
Esta misma dirigente opina que, "en todo lo demás" –cita ejemplos como la derogación de la reforma laboral, el inicio del camino a la reforma constitucional–, podría darse el entendimiento entre la formación morada y los de Pedro Sánchez. Otros cargos ponen más aún el acento en el escollo que supone la propuesta de un referéndum: "Tendremos mucha dificultad para entendernos, porque Podemos propone poner en riesgo la unidad de España y la igualdad de todos los españoles", comenta un miembro de la dirección de la federación andaluza. "Me preocupa que Iglesias introduzca esa cuestión como clave para el pacto, que arriesgue la unidad", apunta otra voz del PSOE-M.
Así las cosas, ante la dificultad de poder alcanzar pactos estables, la perspectiva de nuevas elecciones en primavera parece probable. Un dirigente andaluz no descarta una nueva convocatoria electoral y dice que no sabe "si eso le viene bien al partido o no", pero no ve muchas más opciones. Voces críticas en el partido aseguran que no vislumbran "cómo salir de esta situación" ni "cómo formar Gobierno", porque lo que "no se puede es hacer un pentapartito". Llegado el caso calculan que el beneficiado podría ser el PP, que podría acercarse hasta los 150 escaños a costa de Ciudadanos. El PSOE, en cambio, debería evitar aparecer como el culpable de la repetición de las elecciones, algo para lo que "no vendría del todo mal" que Podemos exija un referédum: a ojos de los electores, los morados podrían aparecer como un partido inflexible que impone una condición maximalista.
Pedro Sánchez sigue adelante
Por su parte, el candidato a la Presidencia, Pedro Sánchez, reunió este lunes a la Ejecutiva de su partido en la sede de Ferraz. A su llegada, anunció que se presentará a la reelección como líder del partido. Eso ocurrirá una vez se celebre la sesión de investidura del próximo presidente del Gobierno o se convoquen nuevas elecciones, porque el PSOE, que debía celebrar su próximo congreso en febrero o marzo, decidió aplazarlo sin fecha. Los más próximos al secretario general aseguran que con ese anuncio ha ganado tiempo. "Muchos le daban por muerto, y ahí sigue. Dependerá de cómo gestione los resultados, pero tiene muchas posibilidades de ser reelegido", comenta un dirigente madrileño.
Los críticos, en cambio, consideran que el anuncio de que optará a la reelección no debía producirse este lunes, cuando todas las conversaciones giran en torno a las posibles mayorías parlamentarias. "Es un acto de chulería", sostiene un dirigente socialista. Por eso algunos prevén que el próximo Comité Federal –convocado inicialmente para este sábado y que en la mañana del martes se retrasó hasta el lunes 28–, una reunión que en la dirección del partido sostienen que será poco más que un trámite, podría complicarse. Del encuentro podría salir una resolución política donde se dijera claramente que el PSOE no pactará con el PP, pero tampoco con las fuerzas que cuestionan la soberanía nacional, una clara alusión a Podemos para cerrar cualquier posibilidad de pacto.
De fondo también hay críticas a Sánchez y a cuestiones como los resultados en Madrid. El PSOE pasó de diez a seis escaños en la circunscripción de la capital este domingo, y se quedaron sin asiento en el Congreso dirigentes como Eduardo Madina, Ángeles Álvarez o José Enrique Serrano, mientras que sí lograron acta fichajes promovidos por Sánchez, como Irene Lozano –ex diputada de UPyD– y Zaida Cantera. Por si fuera poco, los socialistas no pasaron de la cuarta plaza. "Los resultados en Madrid exigen una reflexión seria. Y en algo afectan a Pedro Sánchez, porque parece que tanto Rajoy como Iglesias y Rivera tienen más tirón que él en Madrid", asegura un cargo del PSOE andaluz.
"En Madrid es evidente que la situación es tremenda –admiten desde el propio PSOE-M–. Algunos dirigentes están pendientes de dar un paso al frente y pasar al asalto de la actual dirección, y se equivocan. Lo que hace falta es que nos pongamos a trabajar de verdad". Otro cargo del partido en la capital, que también da por supuesto que Sánchez reeditará su cargo cuando opte nuevamente a liderar el PSOE, añade que "el resultado es malo", pero que "ni siquiera en Andalucía" el PSOE de Susana Díaz puede presumir demasiado, pues apenas ha superado el 30% y sólo 2 puntos le dieron la victoria frente al PP. De hecho, la única victoria del PSOE que supuso una mejora en escaños con respecto al nivel de 2011 se produjo este domingo en Extremadura.
Síntomas preocupantes
Lo cierto es que ya hace cuatro años, en noviembre de 2011, el PSOE sufrió una debacle generalizada: se quedó a más de 15 puntos del PP y apenas superó los siete millones de votos frente a la aplastante mayoría absoluta conservadora. No ganó en ninguna comunidad autónoma: fue segunda fuerza en todas salvo en Euskadi –allí le superaron Amaiur, marca de la izquierda abertzale, y el PNV–. Fue también segundo en la inmensa mayoría de provincias –sólo ganó Sevilla y Málaga, y únicamente cayó a la tercera posición en Gipuzkoa–. Pese a la derrota fue el segundo partido más votado también en nueve de las diez grandes ciudades –todas salvo Bilbao–. El PSOE, aunque distante, era la clara alternativa de poder a los de Mariano Rajoy.
Ahora la situación es distinta. La irrupción de Podemos y sus exitosos aliados a nivel autonómico –En Comú Podem en Cataluña, Podemos-Compromís en la Comunitat Valenciana y En Marea en Galicia–, así como de Ciudadanos, en menor medida, trastocó el mapa de poder este 20-D: las urnas infligieron una pérdida de más de veinte puntos en porcentaje de voto y nada menos que 83 escaños al bipartidismo. Y si daño hizo al PP, que logró la victoria con menos escaños desde 1977, no fue menor el golpe que recibieron los socialistas. La batalla por los segundos y terceros puestos nunca había sido tan ajustada en unas elecciones generales en España, lo que se dejó ver en comunidades autónomas, provincias y grandes ciudades.
Extremadura y Andalucía, en manos del PSOE
Por regiones, los socialistas sólo vencen en dos: Extremadura y Andalucía. En la primera de ellas alcanzan el 36% de los votos. Es un 1,1% menos que hace cuatro años, pero les sirvió para ganar en esta ocasión porque el PP se alzó en 2011 con el 51,1% de las papeletas y este domingo no pasó del 34,8%. Por eso los socialistas ganaron un escaño –pasan de cuatro a cinco– mientras que los conservadores perdieron dos –de seis a cuatro–. Podemos entró con un representante. Con respecto a las autonómicas de mayo el PSOE pierde casi 30.000 votos y seis puntos –Guillermo Fernández Vara superó el 41% de apoyos–, aunque con respecto a las europeas de 2014 la diferencia en porcentaje de voto es menor –consiguieron entonces el 38,7%–.
En Andalucía, mientras tanto, el PSOE de Susana Díaz supera la barrera del 30%, pero sus resultados son más discretos que los obtenidos en Extremadura. En 2011 los socialistas consiguieron 25 escaños, 1.590.000 votos y el 36% de los apoyos. Este domingo no pasaron de aportar 22 actas al Grupo Socialista en el Congreso, con 1.400.000 sufragios –un 31,5%–. Es cierto que en el tiempo entre una y otra cita electoral irrumpieron Podemos y Ciudadanos y que en la anteriores generales el PSOE-A fue segundo por detrás del PP, pero no lo es menos que, en su tradicional bastión, los socialistas apenas aventajaron a los conservadores en 2,4 puntos y poco más de 100.000 votos.
Segundo en siete comunidades
Por detrás de los resultados de Extremadura y Andalucía, el PSOE resiste como segunda fuerza en siete comunidades. Son Castilla-La Mancha, La Rioja, Asturias, Aragón, Castilla y León, Cantabria y la Región de Murcia. En todas ellas obtiene entre el 20 y el 30% de los votos aunque, salvo en Castilla-La Mancha (28,3%), en todas ellas se queda en la parte baja de esa horquilla, incapaz de alcanzar la barrera del 25% de los sufragios. Además de en el territorio castellanomanchego, los socialistas gobiernan desde mayo en dos comunidades de este grupo –Asturias y Aragón– y forman parte también del Ejecutivo de Cantabria, un escaparate para sus medidas que parecen haber sido incapaces de rentabilizar.
Si se comparan los resultados con los de hace cuatro años, donde menos retroceden las filas del PSOE es en Murcia (-0,6%), aunque también es donde obtienen menos apoyos y donde su ventaja sobre la tercera fuerza es más ajustada. Los socialistas quedan inmediatamente por detrás del PP –aunque pierden más votos sobre el nivel de hace cuatro años– en Castilla-La Mancha (-1,93% con respecto a 2011), Cantabria (-2,76%), Asturias (-5,92%), Castilla y León (-6,64%) La Rioja (-7,35%) y Aragón (-8,41%). En total, en estas comunidades los socialistas consiguieron en las pasadas generales 1.498.000 votos frente a los 1.249.000 de este domingo. Perdieron en torno a 250.000. La brecha con el PP, eso sí, pasó de los 1.305.000 votos que les separaron en 2011 a los 690.500 de este domingo.
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Fin del bipartidismo... y debacle en Madrid
Por último, los socialistas pasaron de la segunda a la tercera plaza en tres comunidades –Canarias, Galicia y Cataluña–. En Euskadi, donde hace cuatro años fueron terceros, bajaron hasta el cuarto escalón. Y ese mismo puesto, el cuarto, fue el que ocuparon en la Comunidad de Madrid, donde tanto Podemos como Ciudadanos adelantaron a la candidatura que encabezó el propio Pedro Sánchez. En total, en estas cinco Comunidades Autónomas se dejaron 700.000 votos con respecto al PP. En comparación con 2011, perdieron 2,83 puntos en Canarias, 6,36 en Galicia, 8,15 en la Comunidad de Madrid, 8,29 en Euskadi y 10,93 en Cataluña. En total, más de 770.000 con respecto a lo que Rubalcaba consiguió para el PSOE en 2011.
El PSOE también aguantó mal en las grandes ciudades. Hace cuatro años los socialistas fueron segunda fuerza en nueve de las diez principales urbes españolas –a excepción de Bilbao, donde fueron terceros–. De media, obtuvieron un 26,7% de los votos. Ahora, salvo en Sevilla (27% de los votos) y Málaga (23%), donde sí consiguieron repetir como segunda fuerza, los de Pedro Sánchez perdieron puestos en todas ellas. En las tres mayores capitales –Madrid, Barcelona y Valencia– no pasaron de la cuarta plaza. También fueron cuartos en Murcia y Bilbao, con apenas el 15% y el 12% de los votos respectivamente. Y bajaron del segundo al tercer puesto en Zaragoza (20%), Palma de Mallorca (17%) y Las Palmas de Gran Canaria (20%).
Apenas 24 horas después de conocer los resultados de las elecciones generales de este domingo, las sensaciones en el PSOE son agridulces. En el lado positivo de la balanza, los socialistas sostienen que con esos 90 escaños "salvaron los muebles". No tanto porque sea un buen registro –partiendo del mínimo histórico de 2011 se dejaron nada menos que 20 diputados y 1,5 millones de sufragios–, sino porque el contexto –mantener la segunda plaza en votos y escaños frente a Podemos y Ciudadanos, la ausencia de una mayoría absoluta en el nuevo Congreso– lo hace más presentable. Pero también son conscientes de que tienen muy difícil encabezar un pacto de Gobierno, y por eso no descartan la posibilidad de unas nuevas elecciones. De hecho, no imaginan una alternativa clara a la repetición de comicios.