Cuentan los dirigentes del Partido Popular que conocen bien a Mariano Rajoy que al presidente del Gobierno no le gusta cargar con cadáveres políticos a sus espaldas. Que no le agrada que se le responsabilice de haber acabado con tal o cual carrera, sobre todo si es de un compañero. El jefe de los conservadores tiene su propio método –algunos en su partido lo han bautizado como el 'método Rajoy'–. "Consiste en que sus rivales se vayan echando a un lado por agotamiento tras ver que sus dardos, sus ataques o críticas no surten efecto en él", comenta un cargo conservador. "Es lo que, grosso modo, le ha pasado a Aznar"grosso modo, añade en alusión a la renuncia del expresidente del Gobierno a su cargo de presidente de honor del PP.
Este martes, después de que el presidente de FAES dejara el PP boquiabierto por el momento escogido para comunicar su decisión –con Rajoy fuera de España y con el partido en el que dice querer seguir militando a las puertas de su XVIII Congreso Nacional–, en los pasillos del Congreso de los Diputados algunos parlamentarios del partido ponían sobre la mesa una frase que recientemente le dedicó la canciller alemana: "Mariano, en Alemania diríamos que tienes la piel de elefante".
Angela Merkel se refería a su resistencia de casi un año como presidente en funciones. Pero en el PP y en el Gobierno destacan que esta resistencia es una "cualidad" que se afecta no sólo a su faceta como jefe del Ejecutivo, sino a su forma de manejar la formación que lidera. "Rajoy ha estado un año escuchando a algunos exdirigentes del partido decir que había que ser generoso y echarse a un lado, que si se repetían elecciones no valía como candidato. Y ahí sigue, en la Moncloa", añade una diputada. Echando la vista atrás, al verano de 2008, no eran muchos los que el las filas conservadoras se atrevían a poner la mano en el fuego por el futuro al frente del partido. Llegaba solo, como único candidato, pero había sectores muy críticos que le amargaron su camino hacia el congreso y que prometían amargárselo una vez reelegido.
Ahora, ocho años después, está a las puertas del XVIII Congreso Nacional del PP y más fuerte de liderazgo que nunca, gracias, sobre todo, a que sigue en la Moncloa. El divorcio definitivo con Aznar acaba con el aznarismo, que llevaba tiempo en horas bajas. El aguirrismo está herido de gravedad. Y quienes veían a Alberto Ruiz-Galladón como futuro líder del PP –los gallardonistas– empezaron a evaporarse el mismo día que el exministro dejó Justicia por discrepancias en la redacción de la ley del aborto.
El 'aznarismo' empezó a perder cuota de poder en 2008
En 2008, tras perder las elecciones generales, Rajoy consideró que había pasado el tiempo prudencial para ir deshaciéndose de la herencia del hombre que le eligió para liderar el PP. Previo al congreso, Rajoy introdujo cambios en el Grupo Parlamentario Popular rodeándose de gente más joven y a la que consideraba de su círculo más próximo. Su máximo exponente era la hoy vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Aquí se empezó a desmontar, pieza a pieza el aznarismo. Meses después, en junio, un día antes de arrancar el congreso, anunció que María Dolores de Cospedal sustituiría a Ángel Acebes como secretaria general.
Por el camino quedaron también Eduardo Zaplana o el diputado Ignacio Astarloa, políticos muy vinculados a Aznar. Este último, en pleno XVI Congreso Nacional, rechazó un puesto en la candidatura de Rajoy. En esa misma cita Aznar dedicó a Rajoy un duro discurso en el que no ocultó sus discrepancias con su forma de llevar el partido.
Después caería Jaime Mayor Oreja. En un principio optó por mantenerse como portavoz en el Parlamento Europeo. Aguantó hasta enero de 2014, cuando pactó con el jefe de los conservadores emitir un comunicado en el que anunciaba su renuncia a concurrir a unas europeas como cabeza de lista. Rajoy todavía no había deshojado la margarita de la candidatura y en el PP interpretaron que Mayor Oreja, cansado, optaba por despejar el camino en un momento en el que voces del PP debatían si el exdirigente del PP vasco, uno de los máximos exponentes del ala dura del partido, era el candidato adecuado para la nueva etapa que aseguraban querer abrir. Su recambio fue Miguel Arias Cañete, hombre que, como el titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, hiceron parte de su carrera política bajo el paraguas de Aznar, pero que supieron girar al marianismo.
Del entorno del expresidente Aznar surgió una corriente que ha dado a Rajoy fuertes dolores de cabeza en los últimos años pero que cada vez molesta menos. Son los aguirristas, los fieles a la expresidenta del PP de Madrid y ahora líder de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid, Esperanza Aguirre. Hace ocho años, en los meses previos al XVI Congreso Nacional, la lideresa y su entorno se conjuraron para criticar prácticamente a diario la capacidad de su jefe para seguir liderando el PP. De Madrid partió la demanda de primarias. El promotor de esta enmienda, Íñigo Henríquez de Luna, es hoy uno de los colaboradores más próximos a Aguirre en el consistorio. Y en Génova dan por hecho que en este cónclave seguirá dando la batalla. En el entorno de Rajoy creen que ahora, tras haber propuesto un sistema de doble vuelta para la elección de líder en el que en la primera vuelta pueden participar todos los militantes, quienes exigen más democracia interna en el partido rebajarán sus demandas.
Corrupción y pérdida de poder: el declive del 'aguirrismo'
El hecho de que Rajoy acabase cediendo para que Aguirre fuese la candidata a las municipales de mayo de 2015 fue interpretado en círculos del PP como una victoria de Aguirre. Pero otros sectores creen que en realidad éste envolvió a Aguirre un regalo envenenado con el que se jugaba la partida a cara o cruz: si ella ganaba, iba a estar armada para intentar plantarle cara si las generales le salían mal. Si ella perdía, su carrera empezaba a agotarse. El desenlace ya se conoce. La expresidenta de la Comunidad de Madrid fue la candidata más votada pero no logró los apoyos del Pleno municipal y Manuela Carmena se hizo con la Alcaldía.
Sin la proyección pública y política que da liderar la capital de España Aguirre fue perdiendo fuerza en el PP y en Madrid. A ello contribuyó que su compañera de candidatura para la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, sí lograra el Gobierno regional. Desde el momento de su victoria, la presidenta madrileña empezó a verse como más que posible recambio de Aguirre en el PP de Madrid, una organización siempre correosa para Génova.
Los escándalos de corrupción protagonizados por quienes fueron cargos de su máxima confianza contribuyeron a que Aguirre no lograra los votos suficientes para ser alcaldesa. Y también fueron la causa directa de que un domingo del pasado febrero convocara a la prensa en la sede del PP de Madrid para comunicar que dejaba la presidencia de los conservadores madrileños. Ignacio González, su delfín, el hombre al que dejó la Presidencia de la Comunidad de Madrid, sigue en el punto de mira de la Justicia por el caso del ático. Y el exsecretario general del PP de Madrid y exconsejero de Presidencia, Justicia e Interior, Francisco Granados, está en la cárcel desde que estalló la operación Púnica.
Tras el XVIII Congreso Nacional del PP llegarán los congresos regionales. Tocará solucionar la provisionalidad de la gestora del PP de Madrid que preside Cifuentes desde que Aguirre dejó el puesto. Si hace unos meses la idea más extendida es que los aguirristas estaban dispuestos a dar la batalla, a día de hoy son pocos los que creen que Cifuentes, que todavía no ha dicho que quiere optar al cargo pero se da por hecho que lo hará, tenga difícil lograr ser presidenta con plenas funciones.
Ruiz-Gallardón y su marcha de la política
Durante años en el PP, cuando se Aguirre y Ruiz-Gallardón eran vistos como posibles recambios a Rajoy, los fieles a la exlíder de los conservadores madrileños estaban enfrentados a los gallardonistas. Mientras gobernaban Comunidad y Ayuntamiento, respectivamente, ambos tenían a estas instituciones como trampolín para sus carreras políticas. No obstante el contexto era diferente. Cuando Rajoy ganó por mayoría absoluta en 2011 la historia dio un giro importante.
En los meses previos a la elaboración de las listas de las generales de 2008, cuando Aguirre y el exalcalde querían dar el salto a la política nacional, Ruiz-Galladón, ahora en la empresa privada, anunció la apertura de un periodo de reflexión. Pero este amago no fue del todo en serio. La definitiva llegó en septiembre de 2014. Lo hizo cuando tuvo claro que Rajoy había decidido enterrar el anteproyecto de reforma de la ley del aborto por miedo el enfado que había provocado en un sector del partido y, también por miedo a que la iniciativa jugase en contra de los intereses electorales del PP a las puertas de 2015, un año muy electoral.
En el PP hay quien siempre ha creído que Ruiz-Gallardón no se iba del todo. En todo caso, los pasos que ha dado desde que dejó Justicia van en la línea del no regreso. Recientemente se supo que había fichado por Bouygues, el gigante francés de la construcción. Además, tras del divorcio entre FAES y el PP, Aznar le incluyó entre los miembros del patronato de su fundación.
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Por el camino también quedaron familias con menos adeptos como los ratistas, radicados principalmente en Madrid y que veían en el procesado Rodrigo Rato un claro ejemplo del liderazgo que debía tener el partido. O los sangilistas, los fieles a la expresidenta del PP vasco, María San Gil, que abandonaron a Rajoy en los meses previos al XVI Congreso Nacional por discrepancias en la elaboración de la ponencia política del citado cónclave. El núcleo de estos descontentos fue el germen de Vox, la formación liderada por Santiago Abascal, exmilitante del PP de Euskadi.
La partida del futuro
No es un debate inmediato porque la idea de Rajoy es estar al frente del partido, al menos, otros cuatro años. Pero, a día de hoy, el recambio podría estar entre tres mujeres: su mano derecha en el Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal y Cifuentes. O un hombre: el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, el único barón del PP que gobierna con mayoría absoluta. Con sus matices en cada caso, todos ellos han crecido políticamente bajo la Presidencia de Rajoy en el PP.
Cuentan los dirigentes del Partido Popular que conocen bien a Mariano Rajoy que al presidente del Gobierno no le gusta cargar con cadáveres políticos a sus espaldas. Que no le agrada que se le responsabilice de haber acabado con tal o cual carrera, sobre todo si es de un compañero. El jefe de los conservadores tiene su propio método –algunos en su partido lo han bautizado como el 'método Rajoy'–. "Consiste en que sus rivales se vayan echando a un lado por agotamiento tras ver que sus dardos, sus ataques o críticas no surten efecto en él", comenta un cargo conservador. "Es lo que, grosso modo, le ha pasado a Aznar"grosso modo, añade en alusión a la renuncia del expresidente del Gobierno a su cargo de presidente de honor del PP.